Nacional

Imágenes del tema: kelvinjay. Con la tecnología de Blogger.

Estados

Política

Violencia

Hospitales en la mira: la violencia entró a las salas de Urgencias en Culiacán

Los ataques armados contra el Hospital Civil y el nuevo Hospital General de Culiacán evidencian que la guerra del narco se extendió a las salas donde debería preservarse la vida. La ciudad vive entre retenes militares, rumores de sicarios disfrazados de médicos y un miedo que se instala en las salas de espera de Urgencias.

—Hijo, vente para el hospital. Asesinaron a tu papá. Lo mataron.

Carlos Alberto, de 38 años, baja la mirada hacia el suelo.

Con voz apagada recuerda que esa frase lapidaria de su madre es lo poco que conserva con claridad de la llamada en la que le anunció que su padre, Rubén Céspedes, un comerciante de frutas y verduras de 61 años que se vestía de payaso para ir a las rancherías pobres a enseñar a los niños la palabra de Dios, se había convertido en una de las más de 2 mil víctimas que suma la guerra interna en el Cártel de Sinaloa.

Eran las 21:00 horas del viernes 29 de agosto cuando recibió la llamada. Mientras trabaja en su pequeño local de pollos rostizados, Carlos relata que ese día su tío abuelo estaba internado en el Hospital Civil por una afección, y que sus padres habían ido a visitarlo. Tras pasar un rato con él, salieron a tomar el aire y se sentaron en una banca de piedra de color verde, afuera del área de Urgencias.

Su madre, cansada, se recostó en la banca.

Minutos después, a eso de las 19 horas, un vehículo avanzó por la Avenida Álvaro Obregón, en la colonia Tierra Blanca, a un kilómetro escaso de la Catedral y el centro histórico, una de las zonas más vigiladas de la ciudad, con cámaras, policías y soldados. El coche se detuvo frente a los arcos blancos del hospital y, desde las ventanillas, brotaron ráfagas de plomo. Los disparos destrozaron dos autos estacionados y dejaron decenas de impactos en la fachada. Rubén no tuvo la suerte de su esposa: primero fue gravemente herido y poco después murió junto a otros dos hombres y una mujer que conversaban en los soportales. Otras dos mujeres, una de ellas una menor de 13 años, quedaron lesionadas.

—Justo le iba a mandar un mensaje a mi padre para ver cómo estaba, cuando me marcó mi mamá en estado de shock. Me repetía… ‘asesinaron a tu papá’. Mi esposa me vio y me preguntó: ‘¿Qué tienes?’. Me cambió el color de la piel. Me puse pálido, amarillo.

El ataque en el Hospital Civil ocurrió apenas unas horas antes de otros atentados contra hospitales de la capital. En una clínica privada del centro, sicarios entraron y asesinaron a balazos a un paciente de 20 años. Y en el nuevo Hospital General –el nosocomio público más grande e importante de la capital– dos hombres disfrazados de personal médico burlaron los filtros de seguridad y asesinaron a un joven de 21 años internado por una herida de bala. Como en las series de narcos, fueron a rematarlo. Luego huyeron con todo y disfraz.

Por la cercanía de los hechos, analistas sospechan que se trató de ‘ajustes de cuentas’ entre las dos facciones del Cártel de Sinaloa: los ‘mayitos’ y los ‘chapitos’, bandos criminales enfrentados tras la captura de Ismael ‘El Mayo’ Zambada.

Desde hace un año, con esa fractura como punto de partida, han convertido la capital y los municipios de alrededor en su campo de batalla. El saldo hasta ahora: más de 2 mil asesinatos, otros 2 mil desaparecidos oficiales y un daño emocional incalculable en una población que ha visto cómo la muerte alcanzó incluso los pasillos donde debería preservarse la vida: los hospitales.

La fe y la resignación

Son las 17:30 horas del 11 de septiembre. No han pasado ni 15 días del asesinato de su padre y de otras tres personas en el hospital. Carlos, que raspa con una espátula los restos de grasa incrustados en la parrilla de su local de pollos, dice que está dolido, pero tranquilo. Cristianamente resignado.

—Fue injusto que mataran así a mi papá. Él ni la debía ni la temía —afirma mientras se alza la visera de la gorra negra y se enjuga el sudor con el dorso de la mano izquierda. El termómetro marcó más de 35 grados en Culiacán durante todo el día, amplificados por el carbón al rojo vivo de la parrilla.

—Tal vez esas gentes pensaron que todos los que estaban fuera del hospital eran familiares de personas malas que podían estar internadas también —encoge los hombros—. Parece que ahora la delincuencia hace eso: ir a los hospitales a rematar a la gente. Pero mi padre no tenía nada qué ver con el narco. Nada.

Tras la sentencia, el hombre vuelve a acomodarse la gorra. Por la calle contigua pasa un convoy de militares, a los que ve de soslayo. Abre la nevera azul sobre la mesa frente a la parrilla y saca las tortillas sobrantes de la jornada, ya retorcidas y duras. Aunque entre sus clientes suelen estar los más de 6 mil soldados que patrullan la ciudad, hoy no fue un gran día de ventas. Como no lo es casi ninguno desde que estalló la crisis de violencia en Culiacán.

Además de llenar las calles de balaceras, muertos y desaparecidos, la guerra alteró la vida cotidiana: cambió los horarios de salida, y forzó a muchos a cerrar sus negocios, o a cerrarlos mucho más temprano. Carlos lo hace. Prefiere evitar problemas con los criminales, quienes ya intentaron extorsionarlo.

Un día –hace una pausa en la narración del suceso en el hospital– llegaron a su local en la colonia Aquiles Serdán y le ordenaron que les diera “internet y luz” para instalar una cámara clandestina en la entrada. No pudo negarse. La cámara permaneció ahí un tiempo hasta que fue retirada en un operativo policial. Hasta el 17 de septiembre, la Secretaría estatal de Seguridad reportaba 2 mil 619 cámaras decomisadas, conectadas a comercios y viviendas de la ciudad, como la pollería de Carlos. Así es como los grupos criminales controlan y espían los movimientos de los rivales, ciudadanos y fuerzas de seguridad.

—Mi papá no tenía que haber estado en el hospital en ese momento —dice de vuelta al tema—. Pero, al final –encoge los hombros–, reconocemos que Dios es soberano. Y si Él decidió llevárselo de esa manera… pues duele mucho, pero lo aceptamos.

Durante la entrevista, Carlos menciona varias veces a Dios. Él y su familia son creyentes, igual que Rubén. Padre e hijo solían ir juntos a las vías del tren para entregar comida a migrantes indocumentados rumbo a Estados Unidos. También ayudaban a personas en situación de calle. Y Rubén, además, se vestía de payaso los domingos para ir a los campos de tomate y a las rancherías a predicar la palabra de Dios con los niños.

— A mí siempre me ha gustado ayudar a las personas —comenta Carlos, ya sentado en una silla de plástico en el comedor de su casa—. Pero él era otra cosa. Yo siempre quise tener su corazón. Porque a mi padre lo podían maltratar o lo podían lastimar, pero nunca guardaba rencor. Me enseñó que hay que amar a las personas como a uno mismo. Como uno ama a Dios.

Por eso, aunque estaba enfermo de los pulmones, Rubén fue aquella noche al hospital, para acompañar a su esposa y relevarla en el cuidado del familiar.

Nunca pensó que la violencia, esa misma de la que tanto insistía a sus hijos que se cuidaran, lo alcanzaría tomando el fresco en la puerta de una clínica; un lugar que, hasta ese momento, se suponía seguro, pero que en Culiacán ya es otro frente de guerra.

—No nos dieron la oportunidad de despedirnos de mi papá. Y a él no le dieron la oportunidad de cumplir el sueño que tenía de hacerse una cabaña en Mazatlán. Por eso tenemos tristeza, rabia y resignación, por ese vacío que nos deja.

Carlos apoya la espalda en el respaldo de la silla. Tiene entrelazados los dedos de las manos cubiertas de tizne del carbón.

—Pero siento que esto que nos ha pasado va a fortalecer nuestra fe. Nos va a dar fuerza para seguir compartiendo esperanza a otras personas que han vivido lo mismo que nosotros, el mismo dolor. Porque ese es el legado de mi padre que quiero honrar: transmitir un mensaje de esperanza, de que vamos a salir adelante —expone Carlos, que, no obstante, cuando se le pregunta si no ha pensado en desplazarse del estado por la violencia, encoge los hombros con una sonrisa triste.

—Lo he platicado con mi esposa. La verdad, estamos cansados, tanto mental como espiritualmente. A veces, siento que sí sería lo mejor por la niña que tenemos. Pero aún no lo decidimos —concluye.

Urgencias bajo amenaza

A las 19:45 de la noche, la oscuridad ya cubre Culiacán. Tras entrevistar a Carlos, los periodistas de Animal Político y Noroeste recorren la colonia Tierra Blanca y desembocan en la Álvaro Obregón, la avenida que tomaron los sicarios para llegar al Hospital Civil la noche del 29 de agosto.

Muy poco después del atentado, el 1 de septiembre, la fachada de Urgencias fue resanada y pintada a toda prisa. Como si alguien quisiera borrar cualquier vestigio de la balacera y las muertes. En el lugar aún quedan cicatrices: una vela consumida al pie de la banca donde asesinaron a Rubén y un grueso impacto de bala mal cubierto por un pegote de yeso.

Esta noche, por la entrada de Urgencias se ve entrar y salir a personas, pero ninguna ocupa las bancas de piedra que también son maceteros. Ni siquiera la presencia de un retén del Ejército con seis soldados fuertemente armados inspira confianza. Rodean en silencio a un enorme ‘Ocelot’, el vehículo táctico de alto blindaje y torreta con cañón que la Sedena presentó como su nueva joya durante el desfile del 16 de septiembre pasado, el de 2024.

Pero ni el blindado ni los más de 6 mil militares desplegados en la ciudad dan tranquilidad. La ciudadanía entrevistada se queja de que, pese a retenes, armas largas y blindados, los asesinatos y ataques de alto impacto no cesan.

—Llevábamos unas semanas algo más tranquilas. Estábamos avanzando paso a pasito, pero cuando ocurren hechos de muy alto impacto, como las balaceras y masacres en los hospitales, de nuevo cae en picada la percepción de seguridad y la gente vuelve a encerrarse en sus casas —apunta en entrevista Óscar Sánchez Beltrán, presidente de la Unión de Comerciantes de Culiacán.

—Ya no salimos de casa, menos por la noche. Y no salimos porque es peligroso. Te pueden quitar el carro, o te puede tocar una balacera. Es más, ir a un hospital ya se ha vuelto algo muy peligroso —añade Víctor Manuel Aispuro, director de una escuela primaria que sigue de luto por la muerte en enero de este año de dos de sus pequeños alumnos. Ambos fallecieron junto a su padre tras ser interceptados por hombres armados en el fraccionamiento Los Ángeles. Les dispararon a quemarropa sin mediar palabra.

Los criminales tampoco parecen muy intimidados. Siguen llevando su guerra a escenarios tan insospechados como las escuelas o los hospitales, que acumulan seis ataques armados en un año de enfrentamientos al interior del cártel, según confirmó la Secretaría de Salud estatal a inicios de septiembre.

Tres días antes del recorrido, el 8 de septiembre, los reporteros acudieron al nuevo Hospital General. Semanas atrás, ahí mismo, sicarios disfrazados de personal médico habían asesinado a un herido de bala. Aquella tarde, a eso de las 13:15 horas, encontraron miedo y desconcierto. Bajo unos toldos frágiles sobre la banqueta, las mujeres que venden comida y refrescos relataban nerviosas un nuevo rumor esparcido en redes sociales –otro frente de la guerra y la propaganda criminal–: que sicarios habían vuelto a infiltrarse disfrazados para rematar a alguien.

Poco después, unidades del Ejército bloquearon todos los accesos. Nadie podía entrar ni salir. Afuera, bajo un sol corrosivo y casi 40 grados de calor, familiares desesperados exigían respuestas a los soldados herméticos. Horas más tarde, las autoridades informaron que solo detuvieron a un hombre “con actitud sospechosa”. Extraoficialmente, entre reporteros corrió la versión de que ocultaba jeringas bajo la ropa, sin que fuera confirmado.

Nueve días después, el 17 de septiembre, la escena se repitió. Una mujer vestida con un uniforme quirúrgico gris oscuro y gafas negras de armazón grueso entró a las 15:25 horas en el nuevo Hospital General. No llevaba armas, pero sí tres jeringas. Se dirigió al área de hospitalización de heridos por arma de fuego. Ahí, en la cama 244, estaba internado Leonel V. P., alias ‘El LV’, detenido el pasado 6 de septiembre, tras un enfrentamiento armado con las autoridades.

Según la acusación de la Fiscalía General del Estado de Sinaloa, la mujer, identificada como Sandra, se habría disfrazado también para hacerse pasar por personal del Hospital, e inyectarle una sustancia en el catéter al paciente que, como reacción, gritó: ‘¡Ah, me quieres matar’.

Un elemento de la Guardia Nacional escuchó el grito, entró a la habitación y cuestionó a Sandra sobre su presencia en el lugar. La mujer se puso nerviosa y trató de huir, pero fue detenida. Con ella llevaba dos credenciales: una de estudiante de Medicina del ciclo 2013-2014, y otra como residente en el nuevo Hospital General, pero del ciclo 2018-2019. Durante su audiencia inicial ante un juez, Noroeste reportó que la defensa de la mujer denunció que fue víctima de tortura por parte de las autoridades durante la detención, pero no aclaró por qué inyectó una combinación de analgésicos y antibióticos –que la Fiscalía acusa que combinados pueden provocar la muerte de una persona– en el paciente. Su proceso legal continúa.

El clima de tensión en el nuevo Hospital General se agravó porque un día antes, el 16 de septiembre, un convoy militar había sido atacado en el sector Los Ángeles, al nororiente de la ciudad. La persecución terminó otra vez cerca del nosocomio, desatando la incertidumbre entre pacientes y familiares.

Con atentados e intentos de asesinato cada vez más frecuentes, el personal médico de este hospital decidió protestar el 18 de septiembre. Exigen a las autoridades protección y que trasladen a los heridos de bala, pues aseguran que su presencia convierte a la clínica en otro campo de batalla de la guerra en Sinaloa.

FUENTE: ANIMAL POLÍTICO.
AUTOR: MANU URESTE.

El Hospital General enfrenta saturación, falta de personal e insumos, tras eliminarse las cuotas por servicios

En 2024 se decretó la gratuidad en todos los servicios de salud y la eliminación de cuotas, sin dar más presupuesto al sector. El Hospital General es uno de los más afectados por la decisión: sin personal, insumos ni medicamentos, en sus alrededores deambulan decenas de pacientes que no pueden ser atendidos.

“Mi esposo está en urgencias desde hace cuatro días porque no hay cama adentro”, dice Librada Flores, de 52 años. Sigue esperando noticias desde la banqueta del Hospital General de México Eduardo Liceaga, en la Ciudad de México, donde llegan pacientes de todo el país que requieren tratamiento especializado y no tienen seguridad social. 

Librada cuenta que su esposo, Raúl Morales, de 57 años, es diabético, pero desde hace un mes tiene complicaciones en los pulmones. Esto los ha hecho ir y venir del hospital de Ecatepec al Hospital General. En uno no tienen los aditamentos para tratarlo, luego de drenar sus pulmones, y el otro está saturado. 

La mujer relata que días antes, empujando a su marido en silla de ruedas por el hospital, lloró y suplicó como pocas veces en su vida para que lo recibieran. El doctor le mostró el área de urgencias. “Mire, vea, no le estamos engañando, no hay cupo”. Ella, con todo el llanto, le suplicó: “Atiéndamelo aquí, en su silla”.

Librada rememora el momento con tono de alivio: “Le toqué el corazón al doctor. Al final sí me lo recibió”. 

Además del gasto que Librada y su familia han hecho para pagar el tratamiento de diálisis y medicamentos que sumaban 3 mil pesos al mes, porque los hospitales públicos no los proveen, ahora que está en este hospital debe comprar hasta la comida para su esposo. “Nos dicen que les traigamos desayuno, comida y cena, porque en urgencias no dan comida”. 

Efectivamente, el área de urgencias se enfoca en estabilizar a pacientes ante una emergencia y, dependiendo del estado de salud, se da de alta o se interna. En teoría, no deberían pasar más de 24 horas ahí. Pero la realidad es otra.

En este caso, Raúl necesita atención especializada por el líquido acumulado en sus pulmones y la dificultad para respirar que lo mantienen utilizando tanque de oxígeno. Debía ser internado, pero no hay camas disponibles. Los doctores debían decidir: mantenerlo en urgencias o decirle a la familia que buscaran otro sitio. Optaron por lo primero.


Decir que no hay espacio de atención habla de un problema real porque el tamaño del hospital lo coloca como uno de los más importantes del país. Tiene mil 192 camas instaladas. 808 están en el área de hospitalización y 384 en atención transitoria o provisional. 

Pero para hacerlas efectivas también se necesitan médicos, enfermeras, insumos y medicamentos. Pero en este momento todo está rebasado. Por eso, personas como Raúl están en una cama de urgencias y otros más ni siquiera eso: ocupan una silla o fueron enviados a buscar otro hospital.

La gratuidad trajo saturación en el Hospital General de México

En su último año de gobierno, el expresidente Andrés Manuel López Obrador decretó la gratuidad de los servicios de salud. “La salud no es un privilegio, es un derecho del pueblo; ya está establecido en la Constitución. (…) Tenemos el compromiso de dejar funcionando el sistema de salud pública y queremos que sea el mejor sistema de salud pública del mundo”, dijo en mayo de 2024. 

Esto se traduciría en que nadie pagaría por servicios de salud ni medicamentos porque sería absolutamente gratuito. A diferencia de las cuotas de recuperación que cobraban los hospitales públicos de acuerdo al nivel socioeconómico de los usuarios.

Si bien esos cobros eran mínimos en comparación con cualquier otro sistema privado, había personas de ingresos tan limitados que cualquier cantidad significaba una fortuna. Pero por otra parte, las cuotas significaban ingresos para la operación de los hospitales ante un presupuesto gubernamental siempre insuficiente.

El primer paso de la gratuidad fue la cancelación de las cuotas y la prohibición al personal médico de todos los hospitales públicos de solicitar insumos o medicinas a los pacientes. Además de una campaña de difusión desde la conferencia presidencial y sus redes sociales para informar a la gente que no debía pagar por nada. 

Sin embargo, el decreto de gratuidad no vino acompañado de aumento de recursos, sino de recortes. 

En el primer año de gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum, el Hospital tendrá 4 mil 791 millones de pesos de presupuesto. En 2024 tuvo 5 mil 241 millones de pesos, de acuerdo con el Presupuesto de Egresos de la Federación.

Eso significa que uno de los principales hospitales del país tendrá 449 millones de pesos menos. Aún así, tendría que cumplir la encomienda de recibir a toda persona que solicite el servicio y sin cobrar un solo peso extra.


“La capacidad del hospital está totalmente rebasada”

Aunado a la falta de ingresos propios por las cuotas de recuperación, el resultado es que  las carencias cada vez son más graves. Uno de los efectos es la saturación: la demanda se ha incrementado, pero no así los recursos humanos y materiales, explican trabajadores del hospital.

Por eso, en la entrada de emergencias del hospital, donde la desesperación de los enfermos y sus familias es más desgarrador, el personal del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Secretaría de Salud (SNTSA) colocó una manta con el siguiente mensaje:  

“Informamos a todos los usuarios que la capacidad de atención de la institución está totalmente rebasada, lo que ocasiona condiciones no óptimas para brindar una adecuada atención. Las condiciones bajo las cuales se está trabajando son: capacidad de atención rebasada, falta de insumos básicos, falta de personal y proyectos de reorganización de los distintos servicios aumentando la capacidad de atención con las mismas plantillas de personal y sin la infraestructura adecuada”.

Lo hicieron para buscar comprensión entre los pacientes y sus familias. Para informar que la falta de atención no depende sólo del médico de turno, sino de las herramientas para poder trabajar. Algunas veces lo logran, otras más, cuando la desesperación por la gravedad de los pacientes apremia, los únicos en recibir los reclamos son los médicos. 

Y no es la única presión que enfrentan. Poco después de colgar esa manta, una televisora transmitió imágenes de la saturación del área de urgencias. Lo que vino después no fue la solución al problema, sino la amenaza al personal para investigar quién había filtrado los videos y la advertencia de no hablar con medios de comunicación o su trabajo estaría en riesgo. 

Ni siquiera el personal sindicalizado se atrevió a desafiar la instrucción después. Quienes estuvieron dispuestos a dar su testimonio para este reportaje lo hicieron bajo condición de anonimato. 

Una de las personas trabajadoras del hospital muestra documentación oficial con los requerimientos de insumos de noviembre de 2024 a enero de 2025. En enero, por ejemplo, enlistaron 600 pares de guantes de látex para examinación y 3 mil gasas, pero no entregaron ni una sola.

“¡Gasas! ¡guantes! Es lo más básico entre lo básico. Jamás habían faltado cosas así”, relata la persona trabajadora. Esa semana tampoco les surtieron las 60 piezas de antiséptico solución solicitadas; las 2 cánulas faríngeas, 2 tubos endotraqueales, 10 catéteres, 10 conectores de una vía, los 60 conectores libres de uso de agujas, ni los 600  cubrebocas.

Cada semana siguen acumulándose los pedidos sin surtir, como las 600 jeringas, 10 sondas gastrointestinales, o 10 rastrillos. Mientras que entre las cosas que sí entregaron están 8 paquetes de ropa quirúrgica, y 20 vendas elásticas. 

Por eso es que a veces el personal coopera para comprar las cosas más básicas, pero no siempre puede. Ahora, además, se suma otro miedo: si prescriben medicamentos o insumos para comprar por fuera, los usuarios podrían reportarlos porque ahora tienen claro que todos los servicios son gratuitos. Lo que no saben es que la gratuidad no vino con presupuesto. 

Y es que en este hospital todo es faraónico, menos los recursos. Atiende especialidades de medicina crítica, obstetricia, oncología, geriatría, neumología, neurología y neurocirugía, salud mental, nefrología, cirugía bariátrica, citopatología, cirugía de columna, y medicina paliativa.


Cada año se realizan 5 mil atenciones en urgencias y 621 mil consultas. En sus 50 quirófanos se realizan 30 mil cirugías, y recibe a 540 estudiantes de medicina y 850 residentes mexicanos y 166 extranjeros estudian posgrado. 

Tiene más de 100 años de operación y actualmente, dicen los trabajadores, la vocación y voluntad lo siguen manteniendo. Animal Político pudo entrar al hospital y, efectivamente, el área de urgencias está llena.

Lo mismo hay personas en camas, que en sillas, doblados del dolor, llorando o ensimismados esperando a que médicos o enfermeras los revisen. El personal no para, va de un lado a otro, revisa a uno, al siguiente de la cama, suministran medicamentos; avanzan así cada fila de enfermos. Sus horas de turno están topadas, y las enfermeras tienen que trabajar hasta 10 días sin descanso por falta de personal.  

La infraestructura, insiste una de las entrevistadas, cada vez está más deteriorada. Y es que si no hay recursos para medicinas, menos para las reparaciones. Aunque el hospital tiene una torre “nueva” de menos de una década, sin el mantenimiento adecuado también se deteriora. Como muestra, señala los estragos de los temblores, pequeñas grietas que no han sido revisadas, sanitarios clausurados, plafones caídos, pisos levantados.

Mientras que los edificios más antiguos tienen condiciones deplorables. En una área de internamiento, los enfermos que están a unos metros del baño deben soportar el olor pestilente por la falta de registro en la coladera y el mal estado de los retretes. La falta de fumigación, mantenimiento en las tuberías y hasta artículos de aseo ha provocado que las ratas se metan hasta los dormitorios.

Los elevadores no funcionan, otras áreas de internamiento tienen sanitarios clausurados, pasillos sin luz, fugas de agua. Y la farmacia, con faltantes todos los días. Los médicos tienen que usar lo que hay, no lo que requieren para tratar a sus pacientes.

Aún así, esta es la única esperanza para miles de personas que no podrían encontrar atención médica en otro espacio, como Leticia, quien pasa las noches afuera del hospital mientras su sobrino Jorge, con leucemia, es atendido dentro. 

“Aquí te atienden muy bien los especialistas, con mucho respeto. Hacen su trabajo con mucha excelencia, enfermeras y enfermeras. De eso no hay ningún problema. La cosa es que falta material para ellos, para que nos atiendan. ¿Qué está pasando, por qué están recortando? O quieren que nos muramos todos aquí, pues?”, reclama Leticia.

FUENTE: ANIMAL POLÍTICO.
AUTOR: NAYELI ROLDÁN, FRASUA ESQUERRA.

“No hay que enfermarse, no tenemos con qué atenderlos”: el Hospital de especialidades de Tláhuac es un elefante blanco

Inaugurado hace 15 años por el gobierno de la CDMX, el hospital de especialidades de Tláhuac carece de insumos, equipo y personal médico para atender a la población, que aún así acude a él para tratarse.

“Antes decían que este hospital era de especialidades, pero ahora ya no. Dicen que hacen falta muchos médicos, medicamentos y aparatos”. Silvia Rodríguez, una mujer de  57 años, describe así al Hospital General de Tláhuac, su única posibilidad de atención médica porque no tiene seguridad social. 

Silvia tiene el cabello entrecano, largo, trenzado; en su dentadura hay varios huecos, y las líneas marcadas de su rostro moreno le hacen ver mayor. Está en la sala de espera del área de urgencias. Trajo a su esposo porque tiene un dolor en el estómago insoportable. “Él nunca llora y ahorita hasta gritaba del dolor, por eso se convenció de venir”, dice, mientras sujeta con fuerza la bolsa de tela sobre sus piernas. Se le nota la angustia en los ojos. 

Durante la conversación cuenta con toda naturalidad que ella misma necesita una cirugía para extirpar las piedras en la vesícula que le diagnosticaron en 2023, pero está resignada a vivir sin ella.

– ¿Por qué no la operaron? 

– Aquí dicen que ya no son especialidades porque no tienen los aparatos, que se han descompuesto, y que ellos no pueden hacer nada porque no les mandan el gobierno. Luego me mandaron al Hospital General, y ahí tampoco me atendieron porque no había cirujano. Y no he tenido la economía para operarme en un particular. 

– ¿Ya ha preguntado cuánto cuesta?

– Sí, sale como 8 mil o 10 mil pesos, pero no tenemos la posibilidad de tener esa cantidad para operarme. Y no tenemos seguro ni nada de eso, por eso recurrimos aquí a los hospitales. 

– ¿Y ahorita cómo se siente, no le da molestias la vesícula? 

– De repente me dolía bastante, pero ya después he tomado medicamentos, así que me controle nada más el dolor.

Silvia trabaja como ayudante haciendo quesadillas en un puesto ambulante. Antes de eso trabajó por décadas limpiando bodegas en la Central de Abasto, pero durante la pandemia la mandaron a descansar, por ser de la tercera edad.


En la plática, también confiesa que siente bolitas en diferentes partes del cuerpo. “Yo creo que es cáncer”, dice, mientras arrecia el llanto y su voz apenas se escucha. “Mire, tóqueme aquí”, pide, mientras guía la mano de la reportera a su brazo y cuello. “Hay unas que me duelen y otras que no, pero me dicen que no es nada, que sólo son de grasita”. 

No le ha dicho a nadie de su padecimiento para no preocupar a sus hijos. Además no tiene mucho caso, insiste, porque jamás podría pagar un tratamiento de cáncer. Su única esperanza es su fe. “Le pido mucho a Dios que me ayude. Cuando me siento mal sólo le pido a Él. Nunca nos puede fallar”.

Mientras se limpia la cara con su blusa, regresa al caso de su esposo. Dice que no es la primera vez que padece del estómago. Antes de la pandemia lo operaron en este hospital por un absceso en la pared del estómago, pero ahora, los mismos médicos dicen que ya no tienen los aparatos para atenderlo.

Quince minutos después, su esposo, de 62 años, salió del consultorio con una receta de la joven médica que está de turno. “¿Qué te dijeron?”–pregunta ella. “Que algo me cayó mal” –responde él. Le estira la mano para enseñarle el pedazo de papel, aunque la mujer no sabe leer. Entonces, le pide a la reportera que la lea para ver qué le recetaron. Es un Omeprazol, tratamiento para el reflujo. “Pero dicen que no hay en la farmacia, que lo tenemos que comprar afuera”, explica el hombre, pálido. 

Ambos se dirigen hacia la salida. Él camina con cierta dificultad, a paso lento, sin separar la mano de su abdomen. Ella camina a un lado, resignada, como en cada visita a este hospital.

De hospital de especialidad, a elefante blanco

El Hospital General de Tláhuac fue inaugurado en 2010 por el entonces jefe de Gobierno Marcelo Ebrard, actual secretario de Economía. Se trataba de un hospital que atendería a 240 mil personas y que inició operaciones con las especialidades de Pediatría, Medicina Interna, Cirugía General, Traumatología, Geriatría, Oftalmología, Neurología y Terapia Intensiva, con 19 consultorios y 200 camas.

Según el entonces secretario de Salud, Armando Ahued, el hospital requería 200 millones de pesos de presupuesto anual para cumplir la expectativa de atención, que consistía en 34 mil consultas de especialidad, 28 mil servicios de urgencia, mil 400 cirugías programadas, mil 320 ambulatorias, y 200 mil estudios de laboratorio.

Los pasillos que estaban relucientes hace 15 años, hoy tienen los pisos desechos, techos caídos, y por dentro, lo que no está visible para los visitantes, es prácticamente un cascarón. Los estantes de medicamentos están vacíos, la falta de insumos hacen imposible utilizar algunos medicamentos inyectables, y el personal, cada vez más disminuido, hace malabares para intentar salvar vidas.

Así lo pudo constatar Animal Político al recorrer el hospital Hospital de Tláhuac y hablar con personal de diferentes áreas, días después de que decidieron bloquear la vialidad para denunciar las carencias y tras el cierre del área de terapia intensiva por la renuncia del último médico que la atendía, en enero pasado. En casi todos los casos pidieron anonimato, para evitar represalias. 

Explican que poco a poco el hospital dejó de ser de especialidades. El geriatra y el neurólogo se fueron. En ese momento tampoco había ginecólogos los fines de semana, por lo que no podían atender ni partos, y hace más de un año dejaron de hacer cirugías de ortopedia. Aunque sí hay especialistas, no se cuenta con todo el material para atender fracturas. 

“Vea las gavetas, están vacías”, dice una doctora mientras las señala. Sólo son un par de muebles en el área de Pediatría y efectivamente no hay ni siquiera Vida suero oral, quizá el insumo más básico para tratar la deshidratación, de esos que hasta antes se regalaban a manos llenas en los centros de salud.

“Tenemos un niño con diarrea y hay que pedirle a los papás que traigan su propio suero comprado. Aquí los que se están beneficiando más pues son las cadenas de farmacia”, dice el personal. 

Otra de las pacientes es una niña con diabetes, a quien deben revisarle la glucosa cada hora. Solo de un día necesitarían 24 tiras reactivas, pero únicamente hay 3. “¡Tres tiras para más de 24 horas! De plano hay que estar peleando y matándose por una tira reactiva con otras áreas. ¿Qué hace enfermería? Comprarlas de su bolsa”, agrega una doctora.

También faltan suspensiones y jarabes, pero el personal médico resuelve como puede. “Disolvemos tabletas con agua y calculamos lo que corresponde por peso a los niños. O a veces traemos muestras médicas que nos regalan en los congresos y lo vamos dosificando como se necesite; damos dosis en jeringa y así sacamos para varios, pero a veces ni un simple paracetamol tenemos. Ahorita estamos consiguiendo norepinefrina para otra niña grave que tenemos acá, porque tampoco hay”.

Las carencias, dice, “han sido más evidentes en los últimos 3, 4 años, pero así súper mal estos últimos año y medio, o sea, nos hemos quedado sin medicamentos básicos de lo básico.

No se enfermen, puede no haber atención

Este era un Hospital financiado con recursos locales y federales a través del Seguro Popular, desaparecido por instrucción del expresidente Andrés Manuel López Obrador acusando corrupción, aunque no hay un solo imputado al respecto. En su lugar, creó el Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi), pero fue extinto dos años después. 

En ese proceso, no se sabe dónde quedó el dinero que financiaba el Seguro Popular. De 2010 y hasta 2018 el Fideicomiso del Sistema de Protección Social en Salud del Seguro Popular había acumulado 119 mil millones de pesos, pero en 2023, sólo tenía 45 mil millones de pesos. Es decir, en 4 años AMLO disminuyó 62% del dinero ahorrado durante 13 años, y sin explicar en qué lo gastó.

Ahora el hospital depende del IMSS-Bienestar, a cargo del gobierno Federal, pero se trata del tercer proceso de transición, con las complicaciones administrativas y de distribución de recursos que conlleva.

Con este panorama, cuando se le pregunta a un médico qué le diría a los ciudadanos, éste pide su comprensión y hace una recomendación: “Si no estás enfermo, cuídate. Pero si tienes una enfermedad y tienen que ir a un hospital como éste, sepan que puede haber atención médica o no. No sabemos qué va a pasar porque todos están igual”. 

Por eso, pensándose él mismo como paciente, remata: “Ahorita no me quiero enfermar. No hay que enfermarnos ahorita, salvo que tengas dinero”.

Entre los insumos faltantes en este hospital está, por ejemplo, la jeringa para suministrar la anestesia epidural, indispensable para atender los partos. A falta de esto, y ante una urgencia, tienen que aplicar anestesia general, lo que incluso podría traer afectaciones al bebé, reconoce una de las médicas. 

Pone otro ejemplo: semanas antes recibieron nuevos concentradores de oxígeno para las cirugías, no tienen consumibles y no los pueden usar. “Nos tocó situaciones en las cuales tuvimos que terminar cirugías con ventilación manual”, relata.

Noemí Guerrero, representante del Sindicato Fuerza Independiente de Trabajadores de Salud (FINTRAS), denuncia que no tienen ni jabón para la higiene del personal. “No tenemos equipos de bombas de infusión, tiras reactivas, medicamentos que son muy esenciales para los pacientes como es gluconato de calcio, enoxaparina”. 

Cansados de esto, en enero pasado se atrevieron a encabezar una manifestación y cerraron la vialidad afuera del hospital para hacer presión a las autoridades, quienes ya sabían de las necesidades, pues en 2024 acudieron a hacer un diagnóstico. Pero casi un año después la situación sólo empeora. “Es muy importante que la autoridad resuelva porque no es a favor de nosotros, es a favor de la población”, insiste Noemí Guerrero.

Después de esa protesta consiguieron que contrataran más personal y reabrieron el área de Terapia intensiva, pero hasta junio seguían con faltantes de medicamentos, igual que a inicio de año.


Mientras tanto, los pacientes se desesperan. Marisela ha batallado desde agosto de 2024 para que operen a su esposo diabético. Finalmente lo intervinieron, pero ahora necesita sesiones de diálisis, pero no hay insumos. 

“Las sesiones de hemodiálisis en particular me salen entre 2 mil y 1,800 la sesión, y serían tres veces a la semana. No tengo los recursos. No sé qué hacer”, dice Marisela. Por eso hace un llamado a la presidenta Claudia Sheinbaum: “Haga más programas para diálisis, tengan más especialistas. Que nos den un mejor servicio y una mejor calidad”. 

“La gente está engañada”

Los médicos explican que nunca han tenido todos los tratamientos o insumos, pero cuando faltaban, podían pedir a los familiares que los compraran. Aún cuando ese gasto significaba un sacrificio, las familias lo hacían porque sabían que eso podría salvar la vida de sus enfermos. 

Sin embargo, a partir de la declaración de gratuidad durante el sexenio de López Obrador se eliminaron las cuotas de recuperación en los hospitales. Por tanto, los médicos tienen prohibido solicitar algo a los familiares, aún cuando tampoco haya lo necesario en el hospital. “Estamos completamente atados de manos y atados jurídicamente”, dice impotente uno de los médicos.


Aún así, hay quienes, ante la urgencia, desafían esa orden. “Una vez sí expedí una receta para que compraran unos antibióticos y gracias a Dios ese paciente salió vivo. Puse en riesgo mi trabajo, pero también era la diferencia entre la vida y la muerte”.

Su colega agrega durante la conversación: “La gente está engañada. Obviamente ellos vienen y exigen porque en la televisión ven que hay una megafarmacia y que no debe haber rechazo, pero realmente aquí no se ejecuta, la operación es muy diferente. ¿Cómo voy a atender si no tengo insumos, si no tengo medicamentos?”. 

Por eso, hacen un último llamado a los pacientes: “Ayúdenos también a protestar. A nosotros no nos hacen caso. Al contrario, nos amenazan y nos corren”.

FUENTE: ANIMAL POLÍTICO.
AUTOR: NAYELI ROLDÁN.

Paola denunció violencia de género en el INER; el hospital la despidió y el presunto agresor sigue ejerciendo

Paola denunció ante el INER que un compañero residente la había amenazado de muerte, pero el Instituto no atendió la queja y la dio de baja sin justificar los motivos.

Paola Palomares estaba en la recta final de su especialización en cirugía torácica cuando una denuncia por violencia de género le truncó sus sueños. Ella había concluido su tercer año de estudios, de cuatro en total, en el Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias (INER), cuando fue amenazada de muerte por un compañero residente menor que ella, Gustavo “N” y al denunciar, fue despedida de manera injustificada.

“Ya sabíamos todos en el INER los antecedentes que él tenía, que lo habían corrido previamente de otro hospital por conductas aberrantes y violentas, sobre todo hacia las mujeres”, dijo en entrevista Paola. “Por lo mismo uno procuraba no conflictuarse con él, tener un trato meramente laboral, y nada más”.

Gustavo “N” era residente médico en el INER de menor jerarquía que Paola, pero cuando ella y sus compañeras le llamaban la atención por no acatar órdenes, él hacía caso omiso o las contradecía. Aunque estas conductas machistas e incluso violentas –pues llegó a perseguir a sus compañeras mayores en los pasillos del hospital de forma amenazante– fueron reportadas a los jefes de residentes, no se tomaron acciones concretas en contra del médico.

Médica denunció violencia de género en el INER por un compañero, pero no obtuvo respuesta

Fue hasta inicios de septiembre del 2024, cuando Paola iba saliendo de su guardia y se encaminaba para la salida del Instituto, cerca del estacionamiento en un sitio sin cámaras, que Gustavo se acercó a ella para preguntarle a dónde se dirigía.

“Le dije, ‘ya voy para la salida’, y me dice, ‘sí, pero si la sigo hasta este punto del hospital, nadie se dará cuenta cuando la estrangule’”, relató Paola. “Así, de la nada, me dice eso y me paro en seco. Me le quedo viendo y tenía en su cara esta expresión como de risa, como de alguien que no está bien, y se da la media vuelta y se va”.

Al llegar a su casa, le comentó a sus roomies –quienes también son residentes– lo ocurrido, y la animaron a poner su denuncia por la amenaza de muerte. Unos días después, cuando regresó al INER de su descanso, dos profesores se acercaron con ella para cuestionarla sobre lo sucedido, e igualmente la motivaron a interponer una denuncia.

“Uno de ellos me dijo, ‘le tienes que meter la denuncia, porque eso ya es algo de género, y ya tiene muchos reportes, muchos problemas que ha causado, de ahí nos podemos agarrar para correrlo’”, recordó la doctora. “Yo no quería problemas, pero decido proceder con la denuncia porque ya había muchas quejas de mis compañeras”.

Mediante un escrito dirigido a la subdirectora de Cirugía de Tórax, el Jefe de Servicio de Cirugía y la titular de la Dirección de Enseñanza, Paola y sus compañeras presentaron sus quejas, incluyendo que Gustavo les había gritado, perseguido, e incluso amenazado con saber dónde vivían y que se encontraran fuera de la institución para “arreglar cuentas”.

Paola intentó levantar una queja ante la Dirección de Enseñanza del INER, pero los encargados le dijeron que ellos no podían hacer algo al respecto y la remitieron al Comité de Ética, cuya encargada le aseguró que por protocolo las autoridades debieron separar a Gustavo de su cargo tras la amenaza de muerte.

Con incongruencias y rúbricas falsas, despiden a Paola del INER

Por parte del Comité de Ética, le sugirieron que se acercara a la Fiscalía capitalina, la Defensoría de su universidad –la UNAM– y hasta la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) al ser el Instituto un hospital federal, aunque en este último le aseguraron que primero el INER tendría que resolver internamente el caso y en la UNAM desestimaron la denuncia por falta de pruebas.

Mientras Paola esperaba que atendieran su denuncia, continuó con su servicio y en febrero del año en curso concluyó su tercer año de la residencia, por lo que recibió sus calificaciones y se percató que tenía bloques reprobados, lo cual le provocó extrañeza pues en sus evaluaciones anteriores había recibido buenas marcas.

Al hacer una revisión de sus actas, la residente se percató que el INER había registrado en el sistema documentos apócrifos que tenían las calificaciones reprobatorias, en vez de los originales que ella había entregado después de ser evaluada por los profesores de su rotación. Inmediatamente, solicitó a sus superiores una explicación y que se rectificaran sus actas, pero se le notificó que ella ya no podía continuar en la institución y tendría que repetir su tercer año de especialidad en otro hospital.

Con incongruencias y rúbricas falsas, despiden a Paola del INER

Por parte del Comité de Ética, le sugirieron que se acercara a la Fiscalía capitalina, la Defensoría de su universidad –la UNAM– y hasta la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) al ser el Instituto un hospital federal, aunque en este último le aseguraron que primero el INER tendría que resolver internamente el caso y en la UNAM desestimaron la denuncia por falta de pruebas.

Mientras Paola esperaba que atendieran su denuncia, continuó con su servicio y en febrero del año en curso concluyó su tercer año de la residencia, por lo que recibió sus calificaciones y se percató que tenía bloques reprobados, lo cual le provocó extrañeza pues en sus evaluaciones anteriores había recibido buenas marcas.

Al hacer una revisión de sus actas, la residente se percató que el INER había registrado en el sistema documentos apócrifos que tenían las calificaciones reprobatorias, en vez de los originales que ella había entregado después de ser evaluada por los profesores de su rotación. Inmediatamente, solicitó a sus superiores una explicación y que se rectificaran sus actas, pero se le notificó que ella ya no podía continuar en la institución y tendría que repetir su tercer año de especialidad en otro hospital.

“[Me dieron de baja] Sin tener una revisión de exámenes, sin ellas tener la evidencia de por qué me calificaron así”, dijo. “Hay muchas inconsistencias, muchas incongruencias entre ellas mismas, las doctoras de enseñanza y la profesora titular”.

“Yo no hice nada malo. Creo que mi único pecado fue eso, denunciar una amenaza de muerte”.


Silencio del INER y Secretaría de Salud

A raíz del despido injustificado, Paola intentó escalar el asunto a la Secretaría de Salud federal, que es responsable del INER, pero a la fecha no ha tenido una respuesta. “Mi abogado ya metió un recurso por silencio administrativo ante los órganos internos de control, tanto del INER como de la Secretaría de Salud”, detalló.

Cuando ella presentó su denuncia ante el INER el año pasado, la institución canalizó su testimonio a la Fiscalía capitalina, por lo que la citaron a inicios de abril del año en curso para dar seguimiento a su caso; pero Paola tuvo que pausar el proceso legal porque podría afectar su inscripción a otro hospital para continuar con su especialidad.

“Ser médico es difícil, ser especialista más”

Mientras que Gustavo “N” sigue empleado como residente en el Instituto, el sueño de Paola de convertirse en cirujana torácica se ha obstaculizado.

“Yo sentía esta vergüenza, me daba vergüenza contarle [a mi familia] y ellos dijeran, ‘¿Cómo que te corrieron del hospital?’. Tardé un tiempo para agarrar valor y contarles, y cuando reflexioné que yo en realidad no había hecho nada malo”, compartió.

“Hacer otra especialidad en este momento de mi vida no es una opción, yo ya hice dos años de cirugía general, llevaba 3 años de tórax, ya es mucho, y sinceramente sí me gusta la cirugía torácica”.

Compañeros de todo el país se han acercado con Paola a través de redes sociales para expresarle su solidaridad ante la situación, así como denunciar los malos tratos que ellos mismos han vivido en distintos hospitales como residentes.

“Creo que México es un país donde ser médico es difícil, ser especialista lo es aún más, y es algo de lo que se quejan diario, que en este país faltan especialistas como para que a los que estamos en formación nos quieran truncar nuestros sueños”, reflexionó la doctora.

FUENTE: ANIMAL POLÍTICO.
AUTOR: TAMARA MARES.

Hospital General de Ciudad Ixtepec, Oaxaca se declara en paro por falta de insumos

Aunque el hospital ya fue transferido al IMSS Bienestar, los recursos nunca llegaron y eso está afectando el servicio y operación del nosocomio.

El Hospital General de Ciudad Ixtepec, Oaxaca, colapsó. Se declaró en paro.

“No hay ni gasas, ni jeringas. No ha y nada y lo que surten es a cuenta gotas, del cuadro básico no hay nada. Esto tenía que colapsar en cualquier momento”, sostuvo el delegado sindical de la Sección 35 del Sindicato Nacional de Trabajadores de Salud, Martín Ramírez Viera.

Por lo pronto, el Hospital General de Ciudad Ixtepec de 30 camas cumplió 24 horas de declararse en paro porque desde junio de 2024 que inició el proceso de transición del gobierno estatal al IMSS bienestar todo está a la deriva porque no se sabe dónde está el presupuesto, dónde están los recursos etiquetados, dónde están los medicamentos.

Acompañado del subdelegado sindical Reynel Matus y la base trabajadora, Ramírez Viera aclaró que solo se van a atender urgencias.

“La base trabajadora comenta que esta problemática es de bastante tiempo que se ha ido agravando por el proceso de transición hacia el IMSS bienestar en el mes de junio de 2024 cuando se fueron transgrediendo los derechos de los trabajadores, razón por la que en diciembre se movilizaron para garantizar pagos y bonos”.

Sin embargo, “hoy la problemática es en los servicios de salud ya transferido a IMSS bienestar porque la base trabajadora exige ser escuchada y la autoridad no se manifiesta”.

Y enumeró las carencias: “No contamos con clima, aire acondicionado, con equipo de protección, cubre bocas y guantes, no contamos con insumos, medicamentos esenciales y del cuadro básico, lo que son analgésicos, antibióticos, con ropería para cambio de ropa de cama, sabanas y colchas clínicas, soluciones parenterales, batas, no hay servicios de laboratorio ni de rayos X, no hay glucómetros para pacientes diabéticos, no tenemos material de insumo, no tenemos cómo atender a la población”.

Aunque el hospital ya fue transferido al IMSS Bienestar, los recursos nunca llegaron y eso está afectando el servicio u operación del nosocomio.

Saben que 4 mil 600 trabajadores ya fueron transferidos al IMSS Bienestar y el sindicato poco puede hacer, ahora “nos ponemos del lado de la población porque ahí están los especialistas, los camilleros, los enfermeros, pero nos sentimos impotentes para desempeñar nuestras funciones”.

Es por ello, que acordaron” realizar movilizaciones para ser escuchados y vamos a realizar solo urgencias reales y buscando dónde referir a los pacientes porque ya hay demandas jurídicas porque no se atendieron a los pacientes, pero ¿con qué los atendemos?, se preguntaron.

En síntesis, “estamos colapsados porque al área de cocina no se le ha pagado su adeudo, la lavandería igual, entonces, el recurso no sé dónde está, el presupuesto dónde está, finalizó.

FUENTE: PROCESO.
AUTOR: PEDRO MATÍAS.

¿Tomografías en Acapulco con IMSS-Bienestar? Esperar o ir a otro estado

De acuerdo con documentos oficiales, el equipo de Tomografía del Hospital General de Acapulco, dependiente del IMSS-Bienestar, presenta fallas continuas, lo que obliga a pacientes a buscar atención en otros estados.

La atención a de pacientes oncológicos y con otros padecimiento en el Hospital General de Acapulco (IMSS-Bienestar) está a punto del colapso, ya que servicio de Tomografía Axial Computarizada (TAC) dejará de funcionar en los próximos meses del 2025 porque el equipo es obsoleto y el proveedor ya no puede garantizar su mantenimiento.

De acuerdo con documentos oficiales en poder de EMEEQUIS, el equipo de Tomografía de 16 cortes -que al 2025  cuenta con nueve años de vida útil- presenta fallas continuas en su operación, y este será el último año que esté en servicio.

El IMSS-Bienestar informó que se han realizado dos reparaciones mayores y no se ha logrado un óptimo funcionamiento, lo que interrumpe el servicio por fallas constantes.

“El proveedor se pronunció sobre la disminución progresiva de suministro y disponibilidad de repuestos para la reparación de este equipo, además de sus altos costos, por lo que anuncia la finalización del soporte del mantenimiento de los equipos y no puede garantizar más su óptimo funcionamiento razón por la cual el equipo debe ser dado de baja y puede  garantizar la prestación de servicio para el 2025”, reconoce el IMSS-Bienestar.

Ficha técnica del problema.

Al estar fuera de servicio el equipo de tomografía por lapsos prolongados de tiempo se provoca el retraso de los diagnósticos, así como la atención y los tratamientos contra el cáncer y otros pacientes.
Se reconoce que los pacientes tienen que pagar por sus propios estudios o trasladarse a otros estados, incluida la Ciudad de México, para poder realizarse los estudios y continuar su diagnóstico y posterior tratamiento.

“Esto genera una pérdida de productividad y disminución en la oferta del servicio de diagnóstico a los pacientes, generando malestar en los pacientes al solicitarles el estudio por su cuenta y se tengan que trasladar a otras entidades para cubrir la necesidad del servicio de estudios de tomografía”, se admite en el diagnóstico interno.

Ni la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo con el Segundo Piso de la Cuarta Transformación (4T), ni Evelyn Salgado en el gobierno de Guerrero, han podido combinar los recursos económicos y humanos para mejorar la atención en el Hospital General de Acapulco a cargo del IMSS-Bienestar.

Localización del hospital.

Guerrero tiene una población de 3 millones 689 mil 597 habitantes, de los cuales el 76.6% son población sin régimen de seguridad social y se encuentran bajo la prestación de servicios médicos a cargo de los Servicios de Salud del Estado, hoy IMSS-Bienestar.

Las principales causas de mortalidad en la población del estado son: enfermedades del corazón, con una tasa por 100 mil habitantes de 101.58; diabetes mellitus, con el 85.46; tumores malignos, con un 46.92; Enfermedades del hígado, con el 25.61 y enfermedades cerebrovasculares, con un 23.80.

“Existe una deficiencia en la prestación de servicios especializados de diagnóstico que permitan mejorar la eficiencia en el tratamiento, atender las urgencias de problemas sistémicos, así como  la realización de detecciones de afecciones orgánicas internas para la población de la región, así como población que requiere de atención especializada por accidentes automovilísticos o por lesiones ocurridas en espacios públicos de esparcimiento, lo cual  resultado de las ineficiencia del equipo sólo tiene una capacidad de ofrecer 2,071 estudios por año  y no se provee de manera adecuada y eficiente por parte del Hospital General de Acapulco”, afirman las autoridades del Hospital.

Algunos pacientes del Hospital General de Acapulco que requieren de un estudio de alta precisión para identificar problemas de salud, tienen que trasladarse principalmente a la Ciudad de México, para atender la demanda de estudios por Tomografía Axial Computarizada (TAC), esto implica que el paciente realice gastos por el costo del estudio y gastos por traslados, alimentación y hospedaje.

“Resultado de esta situación de deficiencia en la operación del  equipo, se genera un impacto negativo en la salud de los pacientes que requieren de un diagnóstico mediante un estudio de imagen por Tomografía Axial Computarizada (TAC), al no contar con este equipo médico de alta tecnología, esto implica que los pacientes afecten su economía familiar para destinar recursos económicos en traslados hacia otros lugares que cuenten con el equipo médico y por el alto costo del estudio”, se detalla.

En el documento se reconoce que algunos pacientes por la falta de dinero y por las deficiencias en el equipo dejan de atenderse en el IMSS-Bienestar.

“Se ha identificado que un gran número de pacientes no da continuidad al proceso de atención médica, cuando se les solicita un estudio de Tomografía, ante la falta de recursos económicos para solventar los altos costos de estudios y gastos de traslados”, se precisa.

La salud de los pacientes que acuden al Hospital General de Acapulco se agrava, y los diagnósticos y los tratamientos se retrasan  por la falta de equipo, sin que los gobiernos federal y estatal hagan algo para mejorar la atención médica.

“No se puede garantizar la continuidad para la prestación de servicios en fechas posteriores  ya que al estar fuera de servicio por lapsos prolongados de tiempo, interrumpiendo el servicio por fallas constantes”, se indica.

Los costos que se necesitan.

Entre las soluciones que propone el análisis destacan la subrogación o adquisición de un tomógrafo de 64 cortes, siendo esta la que se recomienda, con una inversión total que rondaría los 56 millones de pesos, nueve millones anuales. 

De acuerdo con una búsqueda mediante IA de Grok, los tomógrafos de 64 cortes, como los de GE, Siemens, Toshiba o Fujifilm, tienen precios que suelen estar entre 300 mil y 600 mil dólares (5.8 y 11.7 millones de pesos), dependiendo de la configuración, software avanzado (como capacidades cardíacas o reconstrucción 3D) y accesorios incluidos.

FUENTE: EMEEQUIS (INVESTIGACIONES)
AUTOR: ALEJANDRO ALATRISTE.

Despiden al director del Hospital General de Ensenada tras denunciar las carencias de la institución

El doctor Juan José Godínez Montaño fue removido de su cargo como director del Hospital General en transición a IMSS-Bienestar de Ensenada, luego de hacer públicas las carencias que enfrenta el personal, falta de medicamentos y equipo.

La destitución fue notificada a través de un oficio con fecha del 16 de abril de 2025, firmado por Miguel Bernardo Romero Flores, coordinador estatal del IMSS Bienestar en Baja California.

En febrero, Montaño envió un oficio a la Secretaría de Salud del Gobierno del Estado, para informar sobre la suspensión del servicio en Ensenada debido a las agresiones por parte de los usuarios al personal médico por la falta de medicamento, equipo y materiales.

Las familias de los enfermos no sólo tienen que comprar medicamentos, sino también llevar sus propias sábanas, gasas, cubrebocas, soluciones, sondas. Es decir, que para cada intervención quirúrgica se le entrega a las familias una larga lista de materiales, esta situación de escasez, ha generado molestia.

De acuerdo con el oficio de despido, se informa que, “a partir de la recepción del presente documento, se da por concluido su cargo como director de la unidad hospitalaria denominada Hospital General de Ensenada”.

El escrito también señala que el doctor deberá realizar el proceso de entrega-recepción de la unidad hospitalaria.

FUENTE: SEMANARIO ZETA.
AUTOR: LORENA LAMAS.

Ingenieros militares construirán 7 nuevos hospitales del IMSS; entre ellos en SLRC y Los Cabos

Ingenieros militares de la Secretaría de la Defensa Nacional (DEFENSA) construirán siete nuevos hospitales del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), dos de ellos en Los Cabos, Baja California Sur, y, en San Luis Río Colorado, Sonora.

Durante la conferencia de prensa matutina de la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo -llevada a cabo el 28 de marzo de 2025, desde el Salón Tesorería del Palacio Nacional-, Zoé Alejandro Robledo Aburto, director general del IMSS, informó que el beneficio sería para alrededor de 3 millones de personas. Por su parte, la titular del Poder Ejecutivo Federal detalló que los hospitales darían 70 mil empleos directos.

Según explicó el funcionario federal, los hospitales se construirían en Santa Catarina, Nuevo León; en San Luis Río Colorado, Sonora; Yecapixtla, Morelos; Saltillo, Coahuila; Los Cabos, Baja California Sur; Culiacán de Rosales, Sinaloa y Guadalupe, Zacatecas.

Los nosocomios de Nuevo León, Sonora y Morelos ya tenían proyecto ejecutivo, señaló Robledo Aburto.

El Hospital General Regional de Santa Catarina, Nuevo León, tendría 260 camas y beneficiaría a 299 mil personas. Asimismo, contaría con 39 especialidades y daría empleos a 2 mil 531 trabajadores. La superficie de construcción sería de 50 mil 635 metros cuadrados.

Mientras que el Hospital General de Zona en San Luis Río Colorado tendría 120 camas para 134 mil personas beneficiadas. Contaría con 28 especialidades, en una superficie de 32 mil 037 metros cuadrados.

Asimismo, en el Hospital General de Zona de Yecapixtla, Morelos, habría 90 camas para beneficio de 116 mil derechohabientes. Tendría 28 especialidades y generaría 984 empleos.

En el Hospital General de Saltillo, Coahuila, Habría 260 camas para beneficio de 736 mil personas. Tendría 28 especialidades y generaría 2 mil 351 empleos.

En tanto que el Hospital General de Zona de Los Cabos, Baja California Sur, tendría 216 camas para beneficio de 414 mil personas. Contaría con 44 especialidades y crearía 2 mil 531 empleos.

Mientras que en el Hospital General Regional de Guadalupe, Zacatecas, habría 216 camas, para 319 mil personas beneficiadas. Tendría 42 especialidades y también crearía 2 mil 222 empleos.

El Hospital General Regional en Culiacán de Rosales, Sinaloa, contaría con 216 camas para beneficiar a 962 mil personas. Habría 37 especialidades y se generarían 2 mil 222 empleos.

FUENTE: SEMANARIO ZETA.
AUTOR: CARLOS ÁLVAREZ CEVEDO.

Instituto Nacional de Cancerología se queda 10 horas sin luz; reprogramarán consultas

Decenas de personas se mantuvieron afuera del Instituto Nacional de Cancerología para que les reagendan la consulta o cirugía que tenían programada con meses de antelación, tras el corte de luz que duró más de 10 horas.

Tras un corte de luz que duró poco más de 10 horas, las consultas y cirugías en el Instituto Nacional de Cancerología (InCan) fueron suspendidas este miércoles.

La falla en la energía eléctrica fue reportada alrededor de las 11:00 de la mañana y que desde ese momento ya laboraba la Comisión Federal de Electricidad (CFE) para restablecer el servicio lo antes posible. Sin embargo, fue hasta las 21:00 horas que se notificó que de nueva cuenta había electricidad.

“Les informamos que, debido a una interrupción en el suministro eléctrico, los servicios de consulta ambulatoria en el edificio de San Fernando #22 y radioterapia estarán suspendidos el día de hoy”, informaron esta mañana en un breve comunicado.

Afuera del instituto, ubicado en Tlalpan, decenas de personas que tenían cita se mantuvieron a la espera para ver si se restablecía el servicio eléctrico o les reagendarían la consulta o cirugía.

Durante la noche se publicó otra tarjeta informativa  en la que informaron que el suministro eléctrico fue restablecido, sin embargo, que mientras se realizaban pruebas para garantizar la seguridad y operatividad de los equipos en los servicios de atención ambulatoria y radioterapia, algunas consultas serán reprogramadas.

“Es importante destacar que los servicios de laboratorio, banco de sangre, quimioterapia, cuidados paliativos, centeo de mezclas, terapia intensiva, trasplante de médula osea, hospitalización y cirugía continúan operando con normailidad”.

También pidieron a los pacientes comunicarse al hospital para la reprogramación de citas.

En Instituto Nacional de Cancerología es uno de los hospitales que ofrece atención integral a pacientes de todo el país, especialmente a aquellos que requieren tratamientos especializados y costosos.

Recortes a institutos

El Instituto Nacional de Cancerología cuenta este año con 13.6 % menos presupuesto que en 2024, es decir 246 millones de pesos menos.

En general, la Secretaría de Salud tuvo un recorte presupuestal de 30 mil millones de pesos este 2025, lo que afectará a 16 de sus hospitales e institutos médicos.

En la zona de hospitales de Tlalpan, donde se encuentra el InCan y otros institutos, el personal ha advertido de la la falta de herramientas para atender a sus pacientes y de la necesidad de que las familias compren sus propios insumos.

En diciembre, Magali, quien ha sido enfermera del InCan los últimos seis años, contó a Animal Político que a veces no tienen ni cubrebocas, incluso plumas u hojas para hacer anotaciones.

FUENTE: ANIMAL POLÍTICO.
AUTOR: REDACCIÓN.

Cierran Centro de Salud del IMSS- Bienestar de Chilpancingo por adeudo de renta

Los trabajadores del Centro de Salud tomaron la decisión de entrar en paro laboral indefinido y exigieron la pronta resolución de la situación.

Este fin de semana, un Centro de Salud del IMSS- Bienestar de Chilpancingo fue cerrado y su personal desalojado debido al adeudo de tres meses de renta.

Este lunes autoridades acudieron a dialogar con el personal y a pagar la renta. En un oficio dirigido al Coordinador estatal del IMSS - Bienestar, Jesús Ulises Adame Reyna, los trabajadores de la unidad médica informaron que el inmueble que ocupa el Centro de Salud "San Rafael Norte" fue cerrado el sábado 22 de febrero por falta del pago de la renta desde diciembre del 2024. El Centro de Salud se ubica en el fraccionamiento Ciudad Industrial al norponiente de la capital.

"Ante esta situación y problemática latente las y los trabajadores de esta Unidad de Salud hemos tomado la decisión de entrar en un paro laboral indefinido y exigimos solución pronta a esta situación".

Manifestaron su desacuerdo en la reubicación del personal argumentando que si se cierra el Centro de Salud los únicos afectados serán los más de 9 mil 300 usuarios de 53 colonias y cuatro asentamientos.

Antes de irse a paro, los trabajadores fueron desalojados del inmueble particular que alberga la unidad de salud debido al adeudo. Durante el sábado, domingo y parte del lunes fueron suspendidos todos los servicios de la clínica de salud.

La mañana de este lunes el coordinador José Luis Rodríguez Nava aseguró que ya se había pagado la renta y que el servicio se iba a restablecer en el transcurso del día. ?

El Centro de Salud se mudó a este lugar debido a que sus instalaciones presentan cuarteaduras severas por una falla geológica que ha afectado 493 casas y edificios de 18 colonias.

FUENTE: PROCESO.
AUTOR: LUIS DANIEL NAVA.

Titular del IMSS-Bienestar se compromete a dotar de insumos médicos a Ensenada

El Coordinador Estatal en Baja California de los Servicios de Salud del Instituto Mexicano del Seguro Social para el Bienestar (IMSS-Bienestar), Miguel Bernardo Romero Flores, se comprometió a atender las necesidades del Hospital General de Ensenada.

Esto, luego de que el pasado viernes 7 de febrero, el director del hospital, Juan José Godínez Montaño, enviara un oficio para informar sobre la necesidad de suspender los servicios médicos el siguiente lunes debido a la falta de recursos.

Esta situación se generó debido a las presuntas agresiones verbales que los empleados reciben de los usuarios cuando no reciben atención médica ni medicamentos, lo que motivó la solicitud a la Coordinación Estatal.

En el documento, la Coordinación Estatal de IMSS-Bienestar indicó que se mantienen gestiones permanentes con las instancias administrativas correspondientes para atender las necesidades del hospital y garantizar la operatividad ordinaria de los servicios de salud en la unidad hospitalaria.

Se aclaró que la institución beneficia a personas sin afiliación a las instituciones de seguridad social.

Sin embargo, la Coordinación aclaró que cualquier acción unilateral que impida o suspenda la atención a pacientes pone en riesgo la salud y la vida de quienes acuden a los servicios, lo que generaría consecuencias graves para la población.

En este sentido, el cese de los servicios de consulta externa tendría un impacto inmediato e irreversible para los usuarios que dependen del Hospital General de Ensenada, lo que vulneraría el derecho a la salud consagrado en el artículo 4º de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.

La Coordinación Estatal aseguró que todos los servicios del hospital continuarán operando de manera ordinaria, y que se dará continuidad a la atención para resolver cualquier problema que se esté presentando en la unidad médica.

Finalmente, advirtió a la planta trabajadora que contravenir esta directriz podría constituir una violación de la Ley General de Salud, la Ley General de Responsabilidades Administrativas y las Condiciones Generales de Trabajo de la Secretaría de Salud.


FUENTE: SEMANARIO ZETA.
AUTOR: LORENA LAMAS.