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Estados Unidos deporta a expolicía de Huitzuco, Guerrero, ligado al caso Ayotzinapa

Estados Unidos deportó a Juan Alberto "N", expolicía municipal de Huitzuco, Guerrero, quien estaría involucrado en el caso Ayotzinapa, por lo que fue ingresado al penal del Altiplano.

El gobierno de Estados Unidos (EU) deportó el miércoles a Juan Alberto "N", un expolicía municipal de Huitzuco, Guerrero, quien presuntamente estaría involucrado en el caso de la desaparición de los 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural Isidro Burgos, de Ayotzinapa.

De acuerdo con el Registro Nacional de Detenciones, la Fiscalía General de la República (FGR) detuvo al expolicía a las 9:58 horas, después de pasar por el cruce fronterizo de la Garita de Matamoros, donde el estado de Tamaulipas colinda con la ciudad de Brownsville, Texas.

Posteriormente, Juan Alberto "N" fue trasladado por vía aérea al Aeropuerto de Toluca, donde se le practicó una revisión médica de rutina, y luego ingresó al Centro Federal de Readaptación Social Número 1, también conocido como “El Altiplano”, antes de las 17:00 horas.


En los registros oficiales, el expolicía es descrito como un hombre de aproximadamente 1.80 metros de estatura, tez morena, complexión media, cabello corto y negro, con bigote, barba abundante y cejas pobladas. Al momento de su detención, vestía una camisa de cuadros de manga larga en tonos café, negro y gris, pantalón de mezclilla azul y tenis negros con blanco.

Juan Alberto "N" es investigado en México, junto con un grupo de policías municipales que habría participado en la detención y entrega de los 43 normalistas de Ayotzinapa al grupo criminal "Guerreros Unidos", la noche del 26 de septiembre de 2014, durante el Gobierno de Enrique Peña Nieto (EPN).

En el marco del onceavo aniversario de la tragedia, la Presidenta Claudia Sheinbaum Pardo reiteró su compromiso con la verdad y la justicia respecto a la desaparición de los estudiantes.

"Verdad y justicia, ese es nuestro compromiso. Estamos trabajando en ello, hay un nuevo Fiscal Especial, tenemos reuniones con las madres y padres de los normalistas y nuestro compromiso es poner todo lo que esté de nuestra parte para llegar a la verdad y la justicia”, afirmó la mandataria en su conferencia matutina.


Previamente, el 18 de agosto de 2022, durante el Gobierno del expresidente Andrés Manuel López Obrador, el entonces titular de la Comisión para la Verdad y el Acceso a la Justicia del caso, Alejandro Encinas, concluyó que la desaparición de los normalistas “constituyó un crimen de Estado en el que concurrieron integrantes del grupo delictivo 'Guerreros Unidos' y agentes de diversas instituciones del Estado mexicano”.

Un día después, el 19 de agosto, la FGR informó sobre la detención del exprocurador General de la República, Jesús Murillo Karam, autor de la llamada “verdad histórica” en el sexenio de Peña Nieto, quien afirmó que los jóvenes fueron asesinados y cremados por integrantes de "Guerreros Unidos" en el basurero del municipio de Cocula. En este sentido, se le acusó de los delitos de tortura, desaparición forzada y de dificultar la administración de justicia en el caso.

Por su parte, Tomás Zerón de Lucio, extitular de la Agencia de Investigación Criminal, se mantiene prófugo de la justicia en Israel, luego de aparecer en un video torturando a Felipe Rodríguez Salgado, alias “El Cepillo”, presunto líder de "Guerreros Unidos", para que confesara que su organización fue responsable de homicidio y cremación de los normalistas.

FUENTE: SIN EMBARGO.
AUTOR: REDACCIÓN.

Padres y madres de los 43 exigen al Ejército entregar documentos sobre Ayotzinapa

Madres y padres de los 43 normalistas de Ayotzinapa denunciaron que, a once años de la desaparición forzada ocurrida en Iguala, Guerrero, el Ejército mexicano continúa ocultando documentos clave. Afirmaron que no aceptarán retrocesos en la investigación y exigieron verdad, justicia y castigo para todos los responsables.

A través de un comunicado, las familias agradecieron el acompañamiento de organizaciones, sindicatos, colectivos y estudiantes durante más de una década de búsqueda. “Nuestros pasos se han vuelto lentos, pero nos mantenemos de pie con la esperanza de que nuestros hijos regresen”, expresaron. También recordaron que seis madres y padres han fallecido sin conocer el paradero de sus hijos.

Los familiares reiteraron su rechazo a cualquier versión oficial que pretenda cerrar el caso sin evidencias reales. Exigieron al Ejército entregar los documentos que conserva en sus archivos y solicitaron que se mantenga abierta la línea de investigación sobre la telefonía celular, así como el caso de los 17 jóvenes llevados a barandilla municipal en 2014. También pidieron avanzar en las extradiciones de Tomás Zerón de Lucio y Ulises Bernabé.

“Nuestra lucha no responde a ningún interés político ni partidista”, afirmaron. Llamaron a los colectivos de familiares de desaparecidos de Guerrero y del país a sostener la organización y la búsqueda. Ante más de 133 mil personas desaparecidas en México, advirtieron que no permitirán más mentiras ni abandono oficial. “Tarde o temprano, la verdad saldrá a la luz y se hará justicia a nuestros hijos”, concluyeron.

COMUNICADO:

Ayotzinapa: 11 años de remar contracorriente por verdad y justicia

Hoy 26 de septiembre del 2025 se cumplen 11 años desde que se llevaron nuestros hijos la noche del 26 de septiembre del año 2014 en Iguala, Guerrero, y aún no sabemos nada de ellos. 11 años de buscarlos de manera incansable con el corazón que late por volver a verlos y volver abrazarlos.

Agradecemos a las organizaciones civiles, sociales, sindicatos, colectivos, a los estudiantes de Ayotzinapa, a la FESCM y al pueblo de México por acompañarnos durante estos 11 años que no han sido fácil para los padres y madres. Seis de nuestros compañeros se han quedado en el camino sin tener noticias del paradero de sus hijos, varios de nosotros también cargamos el pesar de las enfermedades que se van agravando día a día.

Nuestros pasos se han vuelto lentos, pero nos mantenemos de pie con la esperanza de que nuestros hijos regresen. Los buscamos porque los queremos de vuelta. Con el apoyo solidario permanente de todos ustedes está lucha la mantendremos hasta saber el paradero de nuestros hijos y hasta saber la verdad.

No volverán a engañarnos con una verdad histórica ni permitiremos un retroceso de lo hoy hemos logrado. No quitaremos el dedo del renglón hasta que el ejercito entregue los documentos que obran en sus archivos y rindan cuenta por la desaparición de nuestros hijos. Insistiremos en la línea de la telefonía celular para que haya avances, exigiremos que se mantenga la investigación de los 17 jóvenes que fueron llevados a barandilla municipal la noche del 26 de septiembre del 2024 en Iguala, Guerrero, así como las extradiciones de Tomás Zerón de Lucio refugiado en Israel y la de Ulises Bernabé asilado en Estados Unidos.

Solicitaremos a organismos internacionales sigan supervisando las investigaciones del caso de los 43, porque nuestra lucha no tiene ningún interés político ni partidista. Lo único que anhelamos es encontrar nuestros hijos y regresar a casa. Nuestra lucha será hasta alcanzar la verdad y justica.

Las madres y padres llamamos al acompañamiento y a la articulación de colectivos de familiares de desaparecidos de Guerrero y del país para buscar a nuestros desaparecidos y a no claudicar hasta encontrarlos. Hoy las cifras oficiales se han disparado a ciento treinta tres mil personas desaparecidas en este país espinoso que llamamos México.

No permitiremos más mentiras ni el desaliento de las autoridades. Levantemos la voz para nombrar nuestros desaparecidos una y otra vez hasta encontrarlos. Buscaremos en cada rincón para que ningún caso de desaparecido quede en la impunidad.

Los padres y madres de los 43 estamos convencidos que tarde o temprano lograremos derribar el muro de la impunidad y de la injusticia. La verdad saldrá a la luz y se hará justicia a nuestros hijos desaparecidos.

Atentamente.

Madres y padres de los 43

FUENTE: DESINFORMÉMONOS.
AUTOR: REDACCIÓN.

Ayotzinapa, 11 años y tres presidentes después, la desaparición de los 43 normalistas sigue impune

Las familias de los 43 estudiantes de la Normal Rural Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa han visto pasar a los presidentes Enrique Peña Nieto, Andrés Manuel López Obrador y ahora Claudia Sheinbaum, sin que avancen las investigaciones. A 11 años de distancia, aún exigen acceso a información clave, como el análisis de telefonía celular, y denuncian que ninguno de los involucrados ha recibido sentencia condenatoria por el caso.

A 11 años de la noche de Iguala, la búsqueda de justicia sigue atrapada entre promesas incumplidas y líneas de investigación congeladas, y para las madres y los padres de los 43 estudiantes de Ayotzinapa, el caso ha transitado de “las mentiras del gobierno de Enrique Peña Nieto” a avances parciales con Andrés Manuel López Obrador, que se detuvieron al “toparse con los militares”, para llegar al actual sexenio de Claudia Sheinbaum Pardo, con quien consideran que el proceso sigue estancado.

En entrevista con Animal Político, Isidoro Vicario Aguilar, abogado del Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan y representante del colectivo “Nos Faltan 43”, advirtió que el voto de confianza que le otorgaron los padres y madres de los 43 normalistas a la presidenta “se va diluyendo poco a poco al no tener los resultados”.

La percepción de Vicario es clara: “A la presidenta se le dio un voto de confianza, muchos padres y muchas madres decían, sobre todo las madres, ‘ella es mujer, nos va a entender, probablemente sea mamá y tenga un hijo, va a entender nuestro dolor’. Pero con estas reuniones que se han tenido, han visto que la disposición y la voluntad que ha referido tener en el caso de Ayotzinapa no se refleja en los hechos”.


Señaló que, tras la próxima reunión programada con la presidenta para principios de noviembre, los padres evaluarán los resultados y decidirán si continúan con las mesas de diálogo o buscan otros mecanismos de presión y exigencia de justicia. Según explicó, durante el sexenio de López Obrador los padres tomaron decisiones similares, suspendiendo reuniones hasta recibir información novedosa que justificara retomarlas.

Expectativas sobre la investigación de telefonía celular

Desde el inicio de la administración de Sheinbaum, las familias han sostenido cinco encuentros con ella. En la última reunión, el 4 de septiembre, esperaban recibir información concreta sobre una de las líneas clave del caso: el análisis de la telefonía celular, que apunta a que algunos dispositivos de los estudiantes desaparecidos permanecieron activos después de los hechos del 26 de septiembre.

Esta expectativa se generó luego de que la presidenta anunció a los padres y madres, en una de las reuniones previas, la formación de un nuevo equipo técnico, integrado por personal de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana que, en coordinación con la fiscalía del caso, “iba a realizar un trabajo más científico en el tema de la telefonía celular, que iba a reanalizarlo porque no se había profundizado”.

La investigación sobre la telefonía celular no es un tema nuevo, sino una recomendación previa del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI). Como señaló Vicario, “no es que sea una nueva línea, un nuevo tema, en el caso de Ayotzinapa, no es así. Esas recomendaciones han sido de parte del grupo de expertos”.

Obstáculos en el acceso a información militar

Otro obstáculo que persiste en el caso es el acceso a los 800 folios del Ejército, un conjunto de documentos que los padres y madres consideran fundamentales para avanzar en la investigación.

Vicario subraya que “tampoco se ha querido avanzar” en este tema y recordó que, en una de las últimas reuniones con López Obrador, el entonces presidente afirmó: “Nosotros ya pedimos información al Ejército, y lo que nos responde es que ya no tiene ningún archivo para entregar, ya todo fue entregado”. El abogado señala que “esa también ha sido la misma postura de la presidenta, es decir, que ‘el Ejército nos dijo a nosotros que ya entregó toda la información’”.

Los padres y madres han manifestado que esta postura limita severamente el avance del caso. Vicario explica que “precisamente este tema que estamos comentando fue lo que orilló al GIEI a dejar el caso y abandonar el país, porque no se podía avanzar más sin la información de estos 800 folios que tiene el Ejército mexicano”.

Línea pendiente de la barandilla de Iguala

Una línea más de investigación, que sigue pendiente y que los padres y madres de los 43 estudiantes exigen que se profundice, es la relacionada con el grupo de siete jóvenes que fueron llevados a la barandilla municipal de Iguala la noche del 26 de septiembre de 2014. Vicario señaló que “ahora se puede afirmar que sí fueron detenidos los estudiantes, sí fueron llevados a barandilla, y que de barandilla fue sacado este grupo de jóvenes, pero de ahí ya no sabemos más y las investigaciones no han avanzado”.

En esta línea está implicado José Ulises Bernabé García, quien en ese momento fungía como juez de Barandilla en la comandancia municipal de Iguala. Actualmente, Bernabé se encuentra en Estados Unidos, donde realizó los trámites para obtener asilo, lo que ha impedido que las autoridades mexicanas puedan detenerlo y procesarlo de manera inmediata.

Pendientes de extradición y procesamientos

Entre los pendientes importantes en el caso Ayotzinapa está la situación de Tomás Zerón de Lucio, exdirector de la Agencia de Investigación Criminal de la entonces Procuraduría General de la República, señalado por participar en la tortura de detenidos vinculados con la desaparición de los 43 estudiantes. Vicario explicó que “en esta última reunión a los padres se les informó, respecto de la extradición de Tomás Zerón de Lucio, que está en trámite”.

Vicario recordó que, hasta ahora, ninguna persona involucrada en la desaparición de los 43 ha recibido sentencia condenatoria específica por el caso; solo algunos responsables han sido procesados por otros delitos, como José Luis Abarca, exalcalde de Iguala, quien fue condenado por delincuencia organizada.

Tras renunciar en agosto pasado a la defensa de los padres de Ayotzinapa, Vidulfo Rosales se integró al equipo del presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Hugo Aguilar. Al preguntarle sobre si esto pudiera influir en el avance del caso, Vicario señaló que “no hemos abordado el tema porque es reciente, pero creo que en algún momento tendríamos que valorarlo, porque varios de los expedientes de las personas detenidas por el caso Ayotzinapa se encuentran en proceso, no hay ninguna sentencia condenatoria, todas están en proceso”.

El abogado agregó que la presencia de Rosales en la Corte podría abrir oportunidades de acercamiento con el Poder Judicial para garantizar que los procesos avancen y se logren sentencias contra los responsables.

Frustración y desgaste de las familias

Para los padres y madres de los 43 estudiantes, la frustración por la falta de avances en la investigación persiste a 11 años de la noche de Iguala.

Sobre esto, apuntó que “en la primera acusación de Enrique Peña Nieto, solamente nos mintieron; con López Obrador pudimos avanzar ahí en algunas cosas, hasta toparse con los militares y ya se quedaron estancadas las investigaciones. Y hoy, con la actual presidenta, con ese estancamiento de las investigaciones, no hemos podido dar un paso firme hacia adelante”.


Vicario señaló que el desgaste de los padres y madres de los estudiantes es evidente. Como ejemplo indicó que durante la última reunión con la presidenta, uno de los padres llegó en muletas debido a complicaciones derivadas de la diabetes, mientras otra madre enfrenta la amputación de un pie por la misma enfermedad.

Además, recordó que seis padres han fallecido en estos años, entre ellos Minerva, Saúl Bruno, Miguel Mora Venancio y Bernardo Campos. Vicario subrayó que “ha sido muy complicado para los padres y madres de los 43” mantener la resistencia frente al Estado y la descalificación pública de su lucha.

La “verdad histórica” y la desaparición forzada

La versión oficial del gobierno de Enrique Peña Nieto afirmaba que los estudiantes fueron entregados por policías municipales a Guerreros Unidos y luego asesinados e incinerados, hipótesis desestimada por el GIEI y organismos internacionales. El informe de la Comisión de la Verdad del caso Ayotzinapa (CVAJ) de 2022 concluyó que en el crimen participaron tanto integrantes del grupo delictivo como agentes del Estado, y que la creación de la “verdad histórica” fue un mecanismo de ocultamiento desde el más alto nivel del gobierno.

El GIEI documentó tortura sistemática, negligencia de las autoridades y la omisión del Ejército en la entrega de información crucial.

De acuerdo con Vicario, el caso de Ayotzinapa se inscribe en un patrón más amplio de desapariciones forzadas que ya ocurrían en Guerrero antes de 2014, pero que el caso de los 43 estudiantes visibilizó a nivel nacional e internacional. Según Vicario, “ha sido una forma que tiene el crimen organizado de causar un dolor interminable a las familias, porque no se sabe el paradero de los familiares”.

Indicó que, durante los primeros meses posteriores a la desaparición, el gobierno de Guerrero informó a los padres que habían localizado 28 cuerpos en fosas clandestinas y que estos corresponderían a sus hijos, aunque finalmente los estudios forenses demostraron que ninguno era de los estudiantes. Este hecho reflejó un patrón sistemático de ocultamiento y manipulación de información, propio de la desaparición forzada, y evidenció la estrategia del crimen organizado de desaparecer a personas para sembrar confusión y dolor.

Vicario explica que este método no solo tiene un impacto físico, sino también psicológico y social: las familias quedan atrapadas en la incertidumbre y en el sufrimiento continuo, sin poder tener certeza sobre la vida o muerte de sus hijos. Esta práctica ha marcado la manera en que los padres y las madres de Ayotzinapa han enfrentado la lucha por la verdad y la justicia.

Para el abogado, el caso de Ayotzinapa se ha convertido en un referente para otros colectivos de familiares de personas desaparecidas en todo el país: surgieron colectivos en Guerrero y otras regiones, visibilizando la problemática y creando un movimiento social que sigue vigente.

FUENTE: ANIMAL POLÍTICO.
AUTOR: AMIEL MARTÍNEZ.

Ayotzinapa: Once años sin verdad, ni justicia

En 11 años de búsqueda de justicia, de exigir respuestas, algunos padres ya han fallecido, otros están enfermos y enfrentan el desgaste de luchar contra todo el sistema político, que ha permitido el crimen y su encubrimiento. “El gobierno quiere que nos muramos, para que todo quedé impune”.

Han pasado 11 años de la desaparición de 43 estudiantes de Ayotzinapa, el 26 de septiembre del 2014, y “no hay avances, no hay verdad, no hay justicia para nosotros”, dijo María Concepción Tlatempa Cisneros, madre de uno de los 43 normalistas, al dirigirse a estudiantes de la Universidad Autónoma de México (UNAM).  

En la explanada de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPYS), mientras las y los estudiantes dialogaban para determinar si realizar un paro estudiantil en el marco de la conmemoración del caso, la comunidad dio el micrófono a las madres de los normalistas Adán Abraján de la Cruz y Jesús Jovany Rodríguez Tlatempa, desaparecidos en Iguala.

“Ya 11 años y el gobierno no quiere dar ni una respuesta. Sabemos perfectamente que los militares tienen toda la culpa de lo que pasó la noche del 26 y madrugada del 27 de septiembre del 2014 (...) pero el gobierno no lo quiere reconocer, que fueron los policías de Iguala y los militares”, dijo María Concepción Tlatempa Cisneros.  

Los padres y madres de Ayotzinapa, exigen la entrega de 800 folios en posesión de la Secretaría de la Defensa Nacional (Defensa) que el gobierno se negó a entregar al Grupo Interdisciplinario de Expertos y Expertas Independientes (GIEI).  

El GIEI investigó el caso Ayotzinapa en dos etapas, primero durante el gobierno de Enrique Peña Nieto, después durante el periodo de Andrés Manuel López Obrador. En ambas, sus integrantes salieron de México por presiones, y los militares se negaron a entregar información crucial para localizar a los estudiantes. 

“Que los militares entreguen ya los 800 folios que hacen falta para que lleguemos a la verdad. No se vale que este gobierno nada más este jugando con nuestros sentimientos y se burlen”, enfatizó la madre del estudiante desaparecido hace más de una década.      

Tras la negativa del gobierno a entregar los folios, el GIEI se retiró de la investigación y desde entonces no hay avances. “Gracias a Dios que los expertos nos dejaron las líneas, cuatro expedientes que el gobierno tiene que seguir. Pero no le conviene al gobierno sacar esas cuatro porque saben que el Ejército participó”, explicó Tlatempa Cisneros.  
“El Ejército desaparece gente, desaparecen estudiantes y al gobierno nadie lo puede investigar. Se sienten poderosos porque pasa un gobierno, llega otro y no hay avances”.  
Enrique Peña Nieto, presidente de México en 2014 permitió la creación de la “verdad histórica” que estableció que los normalistas habían sido incinerados en el basurero de Cocula, versión que fue más adelante refutada por el grupo de expertos. Peña Nieto radica actualmente en Madrid, “terminó su mandato y no hizo nada”, expresaron las madres.

“Se fue, vino el expresidente López Obrador y lo mismo: llegó se tomó la foto con nosotros. Nada más son buenos para tomarse las fotos, pero para apoyar en los avances no hubo nada”, manifestó.  

“Dijo en Iguala que iba a estar con nosotros hasta llegar a la verdad, que él no iba a encubrir a nadie. ¿Y qué pasó? Que mientras ya estábamos llegando a la verdad se detuvo todo, el fiscal Omar Trejo se tuvo que retirar porque ya no había avances. No quiso el militar entregar todos los expedientes que tenía”.  

Mientras el nutrido grupo de estudiantes de la FCPYS escuchaba con atención, los familiares de los desaparecidos expresaron su hartazgo por las mentiras de todos los gobiernos, desde el de Enrique Peña Nieto, hasta la presidenta Claudia Sheinbaum, pasando por el expresidente Andrés Manuel López Obrador.  

“Gracias a los expertos aprendimos y vimos, ya estamos abriendo los ojos y ya no nos van a engañar los militares (...) Nosotros ya estamos cansados de tanta mentira (...) Fue un crimen de Estado, porque participaron todas las fuerzas de Iguala, ahora dicen que fue la delincuencia (...) Ellos mismos son los criminales”, expresaron las madres.     

Recientemente, ante el estancamiento del caso, algunos miembros del GIEI manifestaron su voluntad de regresar a México y continuar con su labor, pero únicamente si el gobierno accede a abrir los folios del Ejército.   

“Los expertos quieren venir de nuevo a la Ciudad de México, pero solo si el Ejército entrega los expedientes que hacen falta (...) si no sueltan los expedientes los militares, no tiene caso que vengan”, expresaron las madres de Ayotzinapa.   
“La gente nos dice ‘ya dejen a sus hijos, sus hijos ya están muertos’ ¿A poco la gente sabe en dónde están nuestros hijos? ¿Saben a dónde vamos a llevarles flores, a dónde les vamos a llorar?” 
Así mismo, exigieron que se lleve a la justicia a los responsables, como a Tomás Zerón que está en Israel.

“Como nosotros somos gente pobre no nos hacen caso, pero si fuera de un funcionario ya lo hubieran encontrado, ya estaría en su casa su hijo (...) Nosotras como madres, sentimos el dolor, no vamos a descansar porque un hijo es un hijo. Y no es fácil, 11 años sin saber de nuestros hijos”. 

María Concepción Tlatempa Cisneros explicó que el 24 de diciembre es el cumpleaños de su hijo. Lo que antes era un día familiar y de festejo se ha convertido en un implacable recordatorio de la ausencia, y de la angustia de no saber qué le sucedió a su hijo, sufrimiento que la acompaña todos los días.  

“Desde el 26 de septiembre, nosotros no descansamos”, expresó Delfina Cruz, madre de Adán Abraján de la Cruz.  

En 11 años de búsqueda de justicia, de exigir respuestas, algunos padres ya han fallecido, otros están enfermos y enfrentan el desgaste de luchar contra todo el sistema político, que ha permitido el crimen y su encubrimiento. “El gobierno quiere que nos muramos, para que todo quedé impune” dijo Tlatempa Cisneros.  

“Aquí seguimos, aunque sea enfermos, pidiéndoles su apoyo para que no nos dejen solos, para que cada 26 de septiembre nos acompañen, (...) porque está lucha es de todos, no nada más es de Ayotzinapa”.  

En México hay más de 125 mil personas desaparecidas, de acuerdo con la Secretaría de Gobernación.  
“Queremos que nos apoyen en las marchas, que el gobierno vea que no estamos solos”, pidieron a las y los estudiantes, en un llamado a la sociedad a no olvidar este caso.
Las madres también estuvieron acompañadas por un estudiante normalista que destacó la historia de resistencia y de lucha de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa, “Raúl Isidro Burgos”.  
“Esta una frase que nosotros como delegación de Ayotzinapa tenemos: ‘ser estudiante es un pecado, ser normalista es un delito, pero ser de Ayotzinapa merece la muerte’, y eso es algo que el gobierno ha venido demostrando todos estos años, no solo el 26 de septiembre”.  
“Ayotzinapa ha sido criticada desde 1926, desde que se fundó esta normal (...) se ha caracterizado como una escuela revolucionaria, de crear conciencia y eso es lo que el gobierno no quiere”, expresó el estudiante normalista.

Tras las participaciones, los estudiantes de la FCPYS emitieron gritos de apoyo y cantaron consignas. “Porque vivos se los llevamos, vivos los queremos”. Resultado de la asamblea estudiantil, la FCPyS de la UNAM acordó realizar un paro total de actividades, desde la noche del jueves 25 hasta el viernes 3 de octubre, para participar en las jornadas de protesta por Ayotzinapa y en conmemoración del 2 de octubre.

FUENTE: PROCESO.
AUTOR: LUISA DÍAZ GONZÁLEZ.

El reclamo de los padres del caso Ayotzinapa: “Estamos jugando otra vez, ya basta"

A 11 años de la desaparición de los 43 normalistas, familiares de las víctimas denuncian opacidad castrense y falta de avances reales. Exigen a la presidenta Sheinbaum la entrega de 800 folios de inteligencia militar y critican el regreso de las investigaciones a la “verdad histórica”.

Han pasado 11 años, han tratado con tres presidentes de la República, tres fiscales especiales y dos subsecretarios de Gobernación; les han informado sobre decenas de detenidos y de búsquedas, pero la vida para los padres de los 43 normalistas de Ayotzinapa desaparecidos el 26 y 27 de septiembre de 2014, en Iguala, Guerrero, sigue igual que entonces, sin saber qué ocurrió con sus hijos, quién y por qué se los llevaron. 

Del gobierno priista de Enrique Peña Nieto, bajo el que ocurrió la desaparición forzada, los familiares de los estudiantes de la Escuela Normal Rural Isidro Burgos sólo recibieron maltratos y “la verdad histórica”, que, a fuerza de su lucha incansable, fue desmentida gracias a la intervención del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI), nombrado por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) y por el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF).

Con la elección de Andrés Manuel López Obrador se avivó la esperanza de encontrar a sus hijos, tras las promesas hechas por el tabasqueño en campaña y las primeras acciones de búsqueda e investigación, que después se atoraron por la negativa de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) a entregar información, opacidad que se mantiene en la administración de la presidenta Claudia Sheinbaum, con quien se han reunido en cinco ocasiones en Palacio Nacional. 

“Desafortunadamente no hay absolutamente nada, estamos jugando otra vez al gato y al ratón; para nosotros llegó el momento de decir ya basta”, dice Mario González Contreras, padre de César Manuel González Hernández, uno de los jóvenes desaparecidos.

En entrevista, González Contreras lamenta que en lo que va del gobierno de Sheinbaum los mayores avances se hayan reducido al cambio de titular de la Unidad Especial de Investigación y Litigio del Caso Ayotzinapa (UEILCA), de Rosendo Gómez Piedra a Mauricio Pazarán, y la promesa de la creación de un grupo de expertos, que no será de índole internacional. 
“No tenemos ningún avance en esas líneas que dejó tan recomendadas el GIEI _apunta González– Nomás están dándole vuelta y vuelta y vuelta a la ‘verdad histórica’, eso es lo que nosotros estamos viendo y por eso es el descontento de los padres”. 
Desde el sexenio de López Obrador, la exigencia de los padres de los 43 normalistas ha sido firme: que la Sedena les entregue 800 folios relacionados con la desaparición de sus hijos que fueron ubicados por los expertos independientes en los archivos de inteligencia militar, así como el esclarecimiento de la retención de 17 estudiantes en la barandilla de la policía municipal de Iguala la noche del 26 de septiembre de 2014, el análisis de dispositivos celulares de estudiantes que permanecieron activos después de los hechos, las extradiciones de Tomás Zerón de Lucio, escondido en Israel, y de quien fuera juez de barandilla José Ulises Bernabé, asilado en Estados Unidos; además de que se investigue al exgobernador de Guerrero Ángel Aguirre Rivero, y al exprocurador del estado Iñaki Blanco Cabrera, entre otrosex funcionarios. 

Con la llegada de Sheinbaum Pardo, la propuesta gubernamental fue echar mano de la tecnología para fortalecer los señalamientos de testigos protegidos que sustentan la indagatoria, fundamentalmente en el análisis de las señales de telefonía celular, de los dispositivos de los estudiantes que siguieron activos después del 26 de septiembre, sin que hasta ahora se les haya dado información relevante.

La última reunión con la presidenta, el 4 de septiembre último, fue “un poquito ríspida”, no hubo “más que reclamos” porque no se les entregó información sobre las llamadas que hizo el estudiante Julio César López Patolzin, quien ha sido identificado en documentos de inteligencia militar como Órgano de Búsqueda de Información (OBI), un soldado infiltrado en la Normal. 

“Lo que verdaderamente nos importa saber es con quién se estuvo comunicando Patolzin desde que salieron de la escuela, con quién de sus superiores, porque él tendría que informar qué estaban haciendo los muchachos o por dónde iban, cuántos iban, a la hora de que los estaban atacando. Sabemos que llevaba un teléfono iPhone, y esa información debe existir, la debe tener el Ejército, pero nada de eso nos han presentado”, explica. 

Don Mario agrega que otro punto de molestia durante ese encuentro fue la presentación que hizo el fiscal especial Mauricio Pazarán, quien habló de avances y enlistó el mismo número de detenciones derivadas de la “verdad histórica”.

Regla de encubrimiento

Recientemente la UEILCA no pudo sustentar ante un juzgado federal la detención de un presunto integrante de Guerreros Unidos, Pedro Segura Valladares, realizada por la FGR en agosto último, acusado de ser integrante del grupo delictivo y de haber participado en la desaparición de los jóvenes.  

“Cuando el fiscal nos dice ‘ya vamos avanzando’, yo le dije que no estaba avanzando en nada, si su primera detención (la de Pedro Segura) fue un fracaso; respondió, entonces, que habían sido el juez quien lo puso en libertad, lo interrumpí para decirle que siempre era lo mismo, echarle la culpa de la incompetencia de uno a otros”.

A 11 años de la desaparición de los muchachos, para el papá de César Manuel González, detrás de la falta de resultados estaría “una regla de encubrimiento” gubernamental de la que no se han librado los presidentes López Obrador y Sheinbaum Pardo, un elemento contra lo que tienen que luchar los padres de los estudiantes desaparecidos.

“No es por falta de voluntad política ni el pacto de silencio, es algo más fuerte que el mismo gobierno ahora lo está encubriendo; llegó Obrador y nos dio esos años, que en verdad sí fueron muy valiosos porque nos abrió puertas y se hicieron varios movimientos, pero cuando se topó con el Ejército definitivamente nos cerraron la puerta. 

“Se llegó a donde se tenía que llegar para encubrir todo de nuevo, a tapar todo de nuevo; creo que tiene mucho que ver el Ejército, pero también la Marina. ¿Qué fue hacer al basurero Cocula? O sea, hay pruebas, hay videos, hay todo eso. ¿Por qué no se investiga? No lo entiendo, es una regla de encubrimiento que tenemos que romper los padres, no sabemos cómo, pero es lo que nos hace falta”, dice Mario González. 

Facilidades para los militares

Directora del Centro de Derechos Humanos Agustín Pro Juárez (Centro Prodh), organización que acompaña a los familiares de los jóvenes desaparecidos, María Luisa Aguilar Rodríguez admite que el abordaje del caso Ayotzinapa en lo que va del sexenio de Claudia Sheinbaum ha sido complicado, en parte por el rompimiento de diálogo de los padres de los estudiantes con el expresidente López Obrador, precisamente por allanarse a la decisión de la Sedena de no entregar el lote de 800 folios de inteligencia militar, e imponer a Rosendo Gómez Piedra como fiscal especial, pese a la oposición de los padres. 

Aun cuando en su discurso de toma de posesión, Sheinbaum sostuvo que la resolución del caso Ayotzinapa sería una de sus prioridades, “las familias han sido muy claras con la presidenta en decir que no podían dar cheques en blanco, que por muchos años han visto que va y viene gente que está a cargo de la investigación, y que se requiere de avances concretos para poder dar una confianza y el poder decir que se está avanzando, cosa que hasta el momento no hemos visto”, dice la defensora. 

Apunta que, en un principio, a los padres les pareció “buena noticia” que Sheinbaum propusiera, “como sello de la casa”, involucrar a un equipo de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC) para hacer uso de tecnología en la búsqueda de los estudiantes y en el fortalecimiento de las investigaciones ministeriales, sin que esa intervención se haya traducido en avances concretos. 

Por otra parte, “en los últimos meses la Fiscalía General de la República, a decir de las familias, va en retroceso en las investigaciones referentes a qué sucedió con los estudiantes, en la lógica de que han estado presentando acusaciones que tienen tintes de regresar a la ‘verdad histórica’ y que para las familias, que conocen muy bien sus casos, pues es de la mayor preocupación”, expone Aguilar Rodríguez, quien ha acompañado a las familias desde que ocurrieron los hechos en Guerrero. 

Si bien es cierto que ha habido operativos para localizar a los jóvenes, la defensora puntualiza que un motivo de inconformidad para las familias es que “no han visto un plan de búsqueda que tenga una explicación en sí misma de cómo se llega a cada uno de los puntos, de dónde viene esta información, de si viene de algún relato de algún testigo, cómo se puede probar, qué otro tipo de pruebas objetivas podría dar señas de que es un lugar adecuado para buscar.

“Pareciera que esas búsquedas en realidad nos están llevando a decir hay mucha acción de parte de la Fiscalía y de la Comisión de Acceso a la Justicia, pero en realidad tampoco están siendo sostenidas en información muy objetiva”

Resalta que la negativa del Ejército a entregar información ha trastocado la relación con la presidenta, porque “si bien no hay forma de saber qué hay en esos folios de inteligencia que no se entregaron al GIEI, si es posible deducir que hay información valiosa porque lo que sí se ha conocido es relevante, como transcripciones parciales de comunicaciones entre elementos del Estado, es decir, policía municipal con grupos del crimen organizado durante la noche del 26  de septiembre, que hablan claramente de la detención de los estudiantes y que el Ejército se niega a reconocer que habría más información de inteligencia militar, más interferencias de comunicaciones, etcétera, que no se han entregado y que podrían revelarnos  qué sucedió esa noche”. 

A ello se suma el trato privilegiado que los jueces le han dado al personal militar procesado por el caso Ayotzinapa, modificando las medidas cautelares. 

De 21 elementos de las Fuerzas Armadas contra quienes el primer fiscal de la UEILCA consiguió órdenes de aprehensión, sólo 16 soldados y un marino están siendo procesados por delincuencia organizada y desaparición forzada, y de ellos, sólo tres se encuentran en prisión preventiva en un penal militar. 

La gran mayoría de los elementos castrenses presuntamente involucrados en el caso Ayotzinapa “está o en prisión domiciliaria o con algunos tipos de restricciones de movilidad, pero no llevan su proceso en detención”, derivado de una actuación deficiente de la FGR. 

Para Aguilar Rodríguez, el caso Ayotzinapa ha puesto en evidencia que buena parte de los problemas de justicia en México “están centrados en las fiscalías (...) que no han logrado construir capacidades para investigar casos complejos que requieren de poder también limpiar las propias instituciones”.

Asimismo la directora del Centro Prodh reflexiona sobre cómo, siendo un punto de quiebre que colocó las desapariciones en la agenda nacional, en los hechos no generó una reacción del Estado para desarrollar políticas públicas para detener la crisis. 

Aguilar Rodríguez alerta:
En 2014 estábamos hablando de alrededor de 25 mil personas desaparecidas en los registros oficiales, que, siendo dudosos, ya eran muy preocupante, pero que no estaba en la dimensión de lo que estamos viendo el día de hoy, que estamos registrando alrededor de 130 mil casos, considerando que, en los seis años de la administración pasada (de López Obrador), hubo alrededor de más de 50 mil desaparecidos. 
Agrega que “el incremento en las desapariciones ha sido muy representativo del tipo de violencia que vive el país y de la falta de atención al tema que han dado las administraciones en los últimos 20 años, y el caso Ayotzinapa fue un punto de inflexión, fue el reconocimiento de la crisis”, que afectaba a todo tipo de personas, porque “en ese momento prevalecía la idea de que los desaparecidos ‘andaban en algo’ o porque estaban relacionadas con algún delito”.

María Luisa Aguilar lamentó que otra situación alarmante, el hallazgo de restos calcinados en Teuchitlán, Jalisco. 

“Las imágenes tan dolorosas que vimos no sólo del rancho Izaguirre sino también después de esa visita que anunció el fiscal general (Alejandro Gertz)  y que mostraba la indolencia de todas las autoridades ante las víctimas, creo que generó una necesidad de parte de las víctimas de decir ‘estamos aquí, somos visibles, se requiere de una atención que no está puesta por parte de esta administración’ y forzó a la administración actual a dar al menos un reconocimiento de que la crisis de desaparición es algo que tiene que tener una respuesta”, concluye la directora del Centro Prodh.

FUENTE: PROCESO.
AUTOR: GLORIA LETICIA DÍAZ.

Si Sheinbaum quiere, aún es posible esclarecer el caso Ayotzinapa: Buitrago

El Ejército sabe qué pasó con los normalistas y esa información debe estar en los archivos que se negaron a entregar dos titulares de la Sedena: los generales Salvador Cienfuegos y Luis Cresencio Sandoval; el primero, avalado por Enrique Peña y el segundo, por AMLO, afirma la exintegrante del GIEI.

La exintegrante del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI) Ángela María Buitrago, quien investigó durante años la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa, afirma que si la presidenta Claudia Sheinbaum tiene la “decisión política” para esclarecer ese caso, “aún es posible hacerlo”.

En entrevista con Proceso cuando se cumplen 11 años de la desaparición de los estudiantes, la exfiscal colombiana dice que esa “decisión política” es necesaria para “romper el muro” que levantaron los militares a fin de impedir que los padres de los 43, el GIEI y la Comisión para la Verdad y Acceso a la Justicia del Caso Ayotzinapa (CoVAJ) tuvieran acceso a “información sensible, de inteligencia”, que puede contribuir a esclarecer el paradero de los normalistas.

“Toda la prueba de lo que ocurrió esa noche (el 26 y 27 de septiembre de 2014 en Iguala, cuando desaparecieron los jóvenes) está ahí, en los archivos militares que el Ejército no ha querido entregar”, señala la experta que con mayor profundidad conoce el caso Ayotzinapa, el cual investigó entre 2015 y 2016, en una etapa inicial, y después, entre 2019 y 2023.

La presidenta Sheinbaum ha dicho que obtener pruebas sobre ese crimen, después de 11 años, “lleva su tiempo”, pero como indica Buitrago, en la información que ha ocultado el Ejército hay pruebas. La mandataria también confirmó ayer jueves que se han abierto “nuevas líneas de investigación”.

Buitrago considera que es bueno abrir nuevas líneas y el mismo GIEI lo había recomendado, pero dice que si estas se centran únicamente en el papel del crimen organizado en esos hechos y omiten la intervención de autoridades, policías y militares (del Ejército y la Marina) en el entramado de complicidades que propició la desaparición de los estudiantes, “sería dar un paso para atrás”.

El GIEI culminó abruptamente las dos etapas en que investigó el caso Ayotzinapa. En ambas, sus integrantes salieron de México por presiones del Ejército: la primera durante el sexenio del priista Enrique Peña Nieto y la segunda en el gobierno del morenista Andrés Manuel López Obrador. 

En las dos ocasiones, los militares se resistieron a entregar a los investigadores información que reposa en sus archivos y que es clave para esclarecer el paradero de los estudiantes.

Por eso Buitrago señala que lo que ahora haría falta es que la presidenta Sheinbaum “haga valer su condición de comandante en jefa de las Fuerzas Armadas y ordene al Ejército entregar a los investigadores del caso, cualquiera que estos sean, los archivos que se ha negado entregar a los padres, a la CoVAJ y a nosotros (los integrantes del GIEI)”.

Y explica que la información de inteligencia que contienen esos archivos –los famosos 800 folios, cuya entrega exigen los padres de los 43 cada vez que se reúnen con la presidenta— puede conducir al esclarecimiento del caso porque el Ejército había dado seguimiento, durante años, a las actividades de Guerreros Unidos, y monitoreo en tiempo real los sucesos del 26 y el 27 de septiembre de 2014 en Iguala.

Archivos esquivos

Según han demostrado interceptaciones telefónicas de la Agencia Antidrogas de Estados Unidos (DEA, por sus siglas en inglés) y testimonios de los propios criminales, varios militares estaban coludidos con esa organización delictiva, la cual estuvo involucrada en el ataque y desaparición de los normalistas. 

Buitrago señala que, aunque ya se ha repetido varias veces, es necesario recordar que el 26 y 27 de septiembre de 2014 agentes de inteligencia de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) y del Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen) dieron seguimiento a los estudiantes desde que salieron de Ayotzinapa, se desplazaron a Chilpancingo y llegaron a Iguala.

El entonces titular de la Sedena, general Salvador Cienfuegos, identificado en los reportes como DN1, había ordenado al 27 Batallón de Infantería en Iguala, a la 35 Zona Militar y a la IX Región Militar en Guerrero dar seguimiento, incluso con fotografías “y material que se recuperara” de las actividades de los normalistas de Ayotzinapa porque estos proyectaban asistir a la Ciudad de México a la conmemoración del 46 aniversario de la masacre del 2 de octubre.

Todo este seguimiento se consignó de manera pormenorizada en los archivos de la Sedena a los que tuvo acceso el GIEI y en esos documentos “queda muy claro que había un control pormenorizado de la movilización de los jóvenes”, señala Buitrago.

Y dice que, “extrañamente”, esa fluidez informativa “se rompe” en los documentos entregados por la Sedena a los investigadores, a las 21:20 horas del viernes 26 de septiembre de 2014, justo cuando los normalistas llegan a Iguala y comienzan a ser atacados por policías municipales e integrantes de Guerreros Unidos. 

A partir de esa hora “hay un apagón informativo total” que se prolonga hasta las 22:30 horas de ese día, un lapso en el que supuestamente no ocurre nada en Iguala, pero que, según todas evidencias, es cuando decenas de estudiantes son agredidos a balazos, “levantados” por policías municipales y delincuentes, y desaparecidos.

“Es inconcebible que se diga que no se tiene ninguna información sobre lo que estaba ocurriendo a los estudiantes en esos momentos críticos, cuando había un seguimiento minucioso a sus actividades”, afirma Buitrago.

Esa información, que es la que puede indicar a dónde fueron conducidos los normalistas y qué ocurrió con ellos, es la que la Sedena se negó a entregar al GIEI y a la CoVAJ y la que, de acuerdo con los padres de los 43 y con los investigadores que mejor conocen el caso, está contenida en los 800 folios que el Ejército retuvo con el aval de López Obrador. 

Buitrago asegura que “no sólo son esos 800 folios los que hacen falta, sino las grabaciones (de las interceptaciones telefónicas) que la inteligencia militar, el Cisen, y probablemente otros organismos de inteligencia hicieron a los ataques de los estudiantes y a la forma y los lugares en que fueron desaparecidos”.

Ni prístinos ni impolutos

Comprobado como está que la “verdad histórica” fue “un montaje” del gobierno y la Procuraduría General de la República (PGR) de Peña Nieto, y que según el peritaje más rigurosos es imposible que los 43 estudiantes hayan sido incinerados en el basurero de Cocula, falta saber a dónde fueron conducidos, señala la exintegrante del GIEI.
En los folios de la Sedena que el general Sandoval rechazó entregar a los investigadores “claramente debe haber un cúmulo de conversaciones telefónicas de los perpetradores, de transcripciones y ubicaciones de las personas que estaban hablando de camiones, de traslados de los muchachos y de traspasos de un lugar a otro”, explica Buitrago.

Sostiene que “por información a la que sí tuvimos acceso, porque al principio de nuestro regreso a México (en 2019) el (entonces) presidente López Obrador ordenó abrir los archivos de la Sedena, sabemos que existe esa información adicional que nos fue negada.
“A nosotros nos entregaron lo que quisieron –plantea la exfiscal–, pero hay información que reposa en los órganos de seguridad del Estado, que tiene que estar ahí, y a la cual nunca tuvimos acceso directo, sino referencia, o simplemente se nos negó el acceso”.
En el sexenio de Peña Nieto, recuerda, hubo una “cerrazón total” de la Sedena del general Cienfuegos a entregar información que coadyuvara al esclarecimiento del caso, y con López Obrador “la voluntad política para que nosotros investigáramos estaba al principio, hasta que llegó un momento en que los militares pusieron un dique y el presidente los respaldó”.

Además, el entonces presidente comenzó a pronunciar discursos “de que muchas entidades (militares) son intocables, que actuaban prístinamente, pero era un supuesto que, hoy, con todas las noticias que están saliendo (sobre los marinos involucrados en el huachicol fiscal) se está demostrando que no es cierto”.

Buitrago señala que no sabe “si fue exceso de confianza, pero todos los elementos que se tenían, por lo menos a la vista, pedían a gritos que se abriera esa compuerta para que se supiera dónde estaban los muchachos”. 

Y esa compuerta de acceso a los 800 folios de Sedena nunca se abrió. El GIEI salió de México atacado por el entonces presidente, quien cerró filas con los militares y los ubicó como víctimas de una campaña de descrédito.

Una muestra del poder que alcanzaron los militares el sexenio pasado, del grado de impunidad con el que suelen actuar y de su profunda molestia con los investigadores del caso Ayotzinapa, es que la Sedena incluso espió ilegalmente con el software Pegasus al titular de la CoVAJ entre 2018 y 2023, Alejandro Encinas, quien además ha sido víctima de persecución judicial por parte de abogados militares.

Él dijo el año pasado que es “lamentable que abogados de la Sedena litiguen contra la investigación que encabeza el presidente de México”.

La comandanta en jefa

Buitrago cree que, pese a todos los intereses que han conspirado contra el esclarecimiento del caso Ayotzinapa y de que han pasado 11 años desde la desaparición de los normalistas, todavía es posible reencausar las investigaciones. 

En ese sentido, insiste en que “la información que puede conducir al paradero de los muchachos ahí está, pero hay un muro verde que impide llegar a ella”.

Y lo que debe ocurrir entonces, asegura, es que la presidenta Sheinbaum recuerde “que ella es la jefa de las Fuerzas Militares y que los militares deben cumplir sus órdenes”.

El GIEI salió de México, Encinas dejó la CoVAJ –hoy es secretario de Planeación del gobierno de la Ciudad de México– y el fiscal especial del caso Ayotzinapa, Omar Gómez Trejo, debió refugiarse en Estados Unidos en 2022 luego de que la Fiscalía General de la República le anuló 21 órdenes de aprehensión que había emitido contra militares presuntamente implicados con los criminales que desaparecieron a los estudiantes.

Unos y otros se toparon con “el muro verde” y con la animadversión del extitular de la Sedena, general Luis Cresencio Sandoval, quien fue arropado por López Obrador. El expresidente denunció una “campaña de desprestigio” contra la institución militar. Lo mismo había ocurrido en el sexenio de Peña Nieto. 

En total, más de una decena de militares han sido procesados, pero la mayoría enfrenta el proceso en libertad. Aún hay órdenes de aprehensión pendientes contra otros elementos, incluido el coronel Rafael Hernández Nieto.

En 2022, López Obrador dejó a su secretario de Gobernación, Adán Augusto López, nombrar como nuevo fiscal del caso Ayotzinapa a Rosendo Gómez Piedra, un funcionario muy cercano al político tabasqueño.

Hoy, López está en medio de una tormenta política por su estrecha relación con el líder del grupo criminal “La Barredora” Hernán Bermúdez Requena, a quien designó como secretario de Seguridad de Tabasco cuando fue gobernador de ese estado (2019-2021, y Gómez Piedra fue removido de su cargo como fiscal en medio de acusaciones de peculado, cohecho, extorsión, abuso de autoridad e intimidación. Padres de los 43 repudian su “pésima” gestión.

Ahora la presidenta Sheinbaum habla de “nuevas líneas y métodos de investigación” del caso, que ahora está a cargo de un nuevo fiscal, Mauricio Pazarán, a quien se ubica como cercano a la consejera jurídica de la presidencia, Ernestina Godoy.

De acuerdo con Buitrago, entre las nuevas líneas que el GIEI ha recomendado seguir figura la de profundizar en el papel que jugó la Marina antes, durante y después de la desaparición de los estudiantes, pues esa fuerza militar recopilaba mucha información de inteligencia en la zona donde ocurrieron los hechos. 

Sheinbaum anunció ayer jueves que se ha insistido ante Israel en la extradición del exdirector de la Agencia de Investigación Criminal, Tomás Zerón, quien torturó a detenidos por el caso Ayotzinapa y sembró pruebas en el Río San Juan. Además, dijo que solicitó al secretario de Estado estadunidense, Marco Rubio, la extradición de dos personas que se encuentran en Estados Unidos y que han sido mencionadas en la investigación.

Buitrago señala que si esas dos personas son el exjuez de barandilla en la comandancia de policía en Iguala, Ulises Bernabé, y el exfiscal Abraham Eslava, podrían contribuir con sus declaraciones al avance de las investigaciones. 

Bernabé fue testigo de cómo un jefe policiaco sacó de la comandancia a 17 normalistas que habían sido retenidos allí, y Eslava habría participado en torturas de miembros de Guerreros Unidos destinadas a dar sustento a la ya desacreditada “verdad histórica”.

FUENTE: PROCESO.
AUTOR: RAFAEL CRODA.

Ayotzinapa: "Siguen protegiendo a mandos civiles, militares, estatales y federales"

Después del caso Ayotzinapa, aseguran madres buscadoras, en Iguala, lugar de la desaparición, nada ha cambiado: funcionarios, policías, agentes de tránsito y criminales siguen activos y los familiares de las víctimas perseguidos. Advierten que el gobierno de Claudia Sheinbaum no dará respuesta.

Los policías y criminales sólo recibieron órdenes, los culpables de la masacre de tres estudiantes y desaparición de 43 de sus compañeros de Ayotzinapa fueron funcionarios estatales y federales, así como mandos militares en perfecta coordinación, asegura Hilda Leguideño Vargas, madre de una de las víctimas.

El teléfono móvil de su hijo José Antonio Tizapa Leguideño estuvo activo después de su desaparición la noche del 26 de septiembre de 2014.

El 4 de octubre un agente de la Policía Estatal de la Secretaría de Seguridad Pública del Estado de Guerrero (SSPGRO) tuvo el dispositivo en sus manos y no sólo eso: el celular pasó a poder de cuatro funcionarios estatales, algunos de activos en el actual gobierno, afirma.

El caldo de cultivo de ese crimen de Estado, recuerdan dirigentes magisteriales, fue el conflicto entre la Normal de Ayotzinapa y el gobierno de Ángel Aguirre Rivero, además del asesinado de al menos ocho dirigentes sociales y campesinos, entre ellos, Arturo Hernández Cardona y Rocío Mesino Mesino.

Después del caso Ayotzinapa, aseguran madres buscadoras, en Iguala, lugar de la desaparición, nada ha cambiado: funcionarios, policías, agentes de tránsito y criminales siguen activos y los familiares de las víctimas perseguidos. Por eso advierten que el gobierno de Claudia Sheinbaum no dará respuestas a los padres de los 43 estudiantes desaparecidos.

Hilda Leguideño, una mujer delgada, de tez clara, llega temprano a la Normal de Ayotzinapa. Viste pantalón de mezclilla y sudadera, calza tenis  y lleva en el brazo un estandarte con el rostro de su hijo. La mirada de la mujer de unos 40 años refleja tristeza.

Es el martes 23 de septiembre, otro día de la jornada de lucha para pedir la presentación de los 43 jóvenes. En 11 años la madre ha recorrido cientos de kilómetros en exigencia de la verdad y justicia. Está convencida de seguir a pesar de sus momentos de fatiga y desesperanza.

El tema de la entrevista es el celular de su hijo José Antonio Tizapa Leguideño. En las últimas reuniones con la presidenta Claudia Sheinbaum y el nuevo fiscal especial Mauricio Pazarán Álvarez ha vuelto a surgir información sobre el dispositivo de José Antonio.

“Estuvo activo después del 26 de septiembre (de 2014). Esa información nos la proporcionó Alejandro Encinas (ex presidente de la Comisión para la Verdad y Acceso a la Justicia en el caso Ayotzinapa) en ese momento.

“El teléfono fue usado por un policía estatal, la primera vez el 4 de octubre de 2014, ya posteriormente en esas fechas siguió siendo utilizado”, dice.

En el Informe Ayotzinapa VI “Hallazgos, avances, obstáculos y pendientes” del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI) publicado en julio de 2023 hay un breve apartado sobre el tema que coincide en parte con la información que recientemente le dieron a la madre de José Antonio. 
“De las indagaciones realizadas que obran en el expediente se da cuenta que la pareja sentimental del chofer del ex Secretario de Seguridad Pública, F.F., obtuvo dicho IMEI cuando el chofer le hizo entrega de una bolsa con pertenencias de sus compañeros que estaban concentrados en CRAPOL. Por su parte, el policía estatal S.P.D., tuvo el teléfono de M.G.7 y en su declaración, C.P.D. dice que dejaron en su tienda el celular”, indica el informe en la página 82.
Varios teléfonos de los jóvenes, agrega, siguieron usándose posteriormente, lo que muestra que no fueron destruidos inicialmente como lo señaló la PGR.

“Algunos se relacionan con policías municipales de Iguala, otro al menos con policía municipal de Cocula y otro con Policía Estatal, lo que es congruente con la participación demostrada ya de dichas fuerzas, y que probablemente los teléfonos fueron incautados por las policías antes de ser entregados a otros, como Guerreros Unidos”, indica el GIEI.

Desde que la señora Hilda tuvo conocimiento de esta información, hace más de dos años, solicitó a las autoridades federales investigar a la persona que tuvo en su poder el celular de su hijo, pero desde entonces le han dado excusas para no hacerlo.

“Por motivos no quieren, dicen ellos que para no dañar la investigación no quieren que se den los nombres para no se den a la fuga”.

La solicitud además era que el agente de la policía estatal fuera llamado a declarar y que se le fincara responsabilidad por tener el celular de un estudiante desaparecido.

La respuesta de las autoridades fue que tenían que ahondar en la investigación. Luego le dijeron que el policía argumentó que ese teléfono se lo había vendido su hermana porque trabajaba en un restaurante y que ahí lo habían dejado olvidado.

En una de las cinco reuniones que han tenido, la presidenta Claudia Sheinbaum les ha mencionado a los padres que algunos dispositivos de estudiantes fueron utilizados después del 26.

Entre los casos está el de Julio César López Patolzin, el informante del Ejército infiltrado en la Normal de Ayotzinapa y que la noche de la desaparición fue abandonado por sus mandos castrenses.

Así como el de los estudiantes Jorge Aníbal Cruz Mendoza y José Luis González Parral, cuyos teléfonos móviles tuvieron actividad hasta 30 días después de la desaparición.
“La presidenta dijo que había dispositivos que fueron utilizados y que fueron usados por personas que ni siquiera habían sido llamadas a declarar.
“Le recordé que he solicitado en reiteradas ocasiones la investigación del dispositivo de mi hijo y el motivo por el cuál esas personas no han sido castigadas. Gozan de libertad siendo que tenían un celular de una persona desaparecida”.

De nuevo en esta administración solicitó una reunión con el recién nombrado fiscal especial del caso Ayotzinapa, Mauricio Pazarán, para tratar y que le aclarara el tema.

“En lo personal como es mi hijo tengo el derecho a saber la información, la solicité y me dieron una reunión en la fiscalía, he estado yendo para darle seguimiento”, dice.

Lo mismo hizo con el ex fiscal Omar Gómez Trejo para conocer con quién se había comunicado su hijo en esas horas posteriores al reporte de su desaparición.

El fiscal actual Mauricio Pazarán, revela, le entregó hace aproximadamente dos meses información nueva.

“Son cinco personas que tuvieron en su poder el celular de mi hijo, todos son funcionarios. Ya los están llamando a declarar, pero no sé cuándo van a proceder”.

Las autoridades le han justificado que tienen que armar bien la carpeta de investigación, pero que por lo pronto los funcionarios han incurrido en falsedad de declaración porque han negado todo.
“Ellos argumentan que no, desconocen del dispositivo, niegan todo, entre ellos dicen que no se conocen cuando hay evidencia de que son parte, son funcionarios”.
Leguideño Vargas asegura que los funcionarios son del gobierno del estado de Guerrero.

“Son elementos de la policía, englobemos, el primero si es policía del estado de Guerrero, los otros tienen un rango más elevado, son cinco personas, la primera persona la que dijo que lo dejaron en un restaurante y que ella su hermana se lo entregó.

“Y de ahí pasó a manos de otras personas de las que hemos señalado mucho y que hasta el momento están en libertad”.

La señora Hilda ha insistido en que se agilice la investigación en ese sentido y sobre todo la aplicación de la ley.

“Porque si tuvieron ese dispositivo y han incurrido en falsedad, pues lo que se está pidiendo es que se investigue y que proporcionen la información que tengan”.

“Si son policías o militares, si tenían cargos, algunos todavía están trabajando en el gobierno”, insistió.

La mamá de José Antonio ha pedido además estar presente en una declaración de las personas que tuvieron en sus manos el teléfono de su hijo, pero que se lo han negado bajo la justificación de que podrían denunciar “hostigamiento” y que eso iría en contra de la investigación.

“Lo que yo quiero pedirles a estas personas es que me digan el motivo porque tenían el celular de mi hijo y si ellos saben el paradero de mi hijo que me lo digan”.

“Es lo que ha dicho la presidenta, hay personas que no se han mencionado y eso es lo que se está investigando”, insiste la mamá del normalista desaparecido.

Minervino Morán Hernández, dirigente magisterial que se sumó en su momento a las movilizaciones por el caso Ayotzinapa, recuerda que antes del 2014 había conflictos de la Escuela Normal “Raúl Isidro Burgos” con el gobierno de Ángel Aguirre Rivero por el tema del presupuesto para los comedores y las becas para los estudiantes.

La entidad, además, padecía de bastante violencia e inseguridad, aunado a un clima bastante complicado para los dirigentes sociales y campesinos.

En efecto, un año antes de la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa en Iguala, en el estado fueron asesinados por lo menos ocho líderes de organizaciones y activistas.

Arturo Hernández Cardona, Félix Rafael Bandera Román y Ángel Román Ramírez, de la Unidad Popular de Iguala, ejecutados extrajudicialmente y hallados el 3 de junio de 2013; Raymundo Velásquez Flores, Samuel Vargas Ramírez y Miguel Ángel Solano Barrera, de la Liga Agraria Revolucionaria del Sur Emiliano Zapata, el 5 de agosto de 2013;  Rocío Mesino Mesino, dirigente de la Organización Campesina de la Sierra del Sur (OCSS), el 19 de octubre de 2013 y Luis Olivares Enríquez, ultimado junto a su compañera Ana Lilia Gatica, el 10 de noviembre de 2013.

Tres años antes, en julio de 2011, fue asesinada Isabel Ayala Nava, esposa del guerrillero Lucio Cabañas Barrientos.

Consultado por Proceso, Minervino Morán, también ex líder del Movimiento Popular de Guerrero (MPG), considera que la exigencia de los padres de los 43 sigue siendo dolorosa y que es desesperanzadora la forma en que han sido tratados por los gobiernos de Andrés Manuel López Obrador y Claudia Sheinbaum, que llegaron apoyados la lucha social.

“No sólo se esperaba que pudiera haber resultados, sino que prometieron que se iba a saber la verdad, a resolver el caso de los estudiantes y lamentablemente no hay tal”.

El profesor expresa que si el gobierno de México no puede dar solución al caso, es necesario acudir a los organismos internacionales de derechos humanos para que puedan intervenir.

“Porque no es posible que, con toda la tecnología, con todos los medios para la investigación del caso no se pueda saber eso, en la actualidad, es inconcebible, se sigue ocultando la verdad del caso”, finaliza.

Sandra Luz Román Jaimes, fundadora de Los Otros Desaparecidos de Iguala, asegura que antes de la desaparición de los jóvenes en 2014 en esa ciudad del Norte de la entidad ya existía una crisis de desaparición y que lamentablemente a 11 años nada ha cambiado.

La hija de Sandra Luz Román, Ivette Melissa Flores Román, fue desaparecida de manera forzada el 24 de octubre de 2012 en Iguala.

Su caso fue investigado por la propia madre lo que le costó el desplazamiento forzado. También fue denunciado ante la Organización de las Naciones Unidas que obligó al Estado mexicano a ofrecer una disculpa pública por la falta de búsqueda e investigación.

Las desapariciones en esa ciudad, recuerda, empezaron a sonar en el 2008, pero el año en que se llevaron a su hija en el 2012, en Iguala se registraron 17 desapariciones de mujeres que pudieron ser víctima de trata.

A más de una década, los casos, incluido el de su hija, continúan en la impunidad.

“Son 17 mujeres que nadie busco. En el caso de mi hija la ONU dio seis meses a las autoridades para dar con su paradero, ya pasaron más. En 13 años no hay respuestas”.

Sobre el caso de los 43, la madre buscadora dice que muchas personas que pudieron haber tenido alguna implicación no fueron llamadas por las autoridades.

Pone como ejemplo al suegro de su hija, Humberto Velázquez Delgado, comandante de la Policía Ministerial, que le confesó que a Ivette se la entregó a presuntos integrantes de la organización criminal La familia michoacana, pero que se la devolverian años después.

Humberto Velázquez, considerado testigo clave de la desaparición de los jovenes, fue ejecutado por hombres armados en junio de 2021.

“Este señor vivía cuando lo de los 43 y por qué no lo detuvieron. Muchas personas han muerto y nunca las llamaron a juicio, por eso el caso de Ayotzinapa lo relacioné con el de mi hija.

“Me quise abrazar de ellos porque son los mismos perpetradores, gracias a los de Ayotzinapa salieron nuestros casos de desaparición”, expresa la activista.

Rememora que cuando empezó la búsqueda los 43 es cuando nació el colectivo Los Otros Desaparecidos y con el tiempo fueron surgiendo otros.

Ahora Sandra Luz Román dirige el colectivo Madres Igualtecas en Búsqueda de sus Desaparecido que lleva los casos de 245 víctimas cuyas denuncias se han presentado ante la Fiscalía General de la República y la Fiscalía de Guerrero.

“Y de ver todas las injusticias que hacen a los papás de los 43, solo los llevan a engaños, no hay justicia y no creo que no haya respuestas”, lamenta.

En la actualidad, dice, se siguen viendo a muchas personas que han estado involucradas en los casos de desaparición de personas.

“Unos están en Tránsito (municipal), otros siguen de policías ministeriales, no va haber justicia la verdad, no se va a saber, porque si quisieran hacerlo ya lo hubiera hecho”, sentencia.

—¿Qué sospechan que pudo haber pasado cuando policías y funcionarios tienen los teléfonos de sus hijos?, se le plantea a Hilda Leguideño en la cancha de la Normal de Ayotzinapa.

“No sospechamos, está comprobado que a nuestros hijos se los llevaron todas las fuerzas policiacas, ellos les quitaron el teléfono y ellos tenían en el poder ese teléfono. Ellos tienen conocimiento a dónde se llevaron a nuestros hijos”.

De los funcionarios claves que podrían ayudar a esclarecer el caso, asegura la madre, está el ex juez de barandilla municipal de Iguala, José Ulises Bernabé García, asilado en los Estados Unidos desde 2015.

De acuerdo con las investigaciones, 17 de los 43 estudiantes fueron llevados a la comandancia de la policía municipal de Iguala, pero Ulises Bernabé no lo registró en su bitácora y los entregó a un subalterno para ser trasladados a otro lugar.

El ex gobernador Ángel Aguirre Rivero, que afirma Hilda, tuvo pleno conocimiento de lo que estaba ocurriendo en Iguala.

“Unos meses antes había amenazado públicamente en algunos medios que pronto iba a poner un escarmiento a la Normal de Ayotzinapa”.

Además del ex fiscal general del estado, Iñaki Blanco Cabrera

“Iñaki Blanco fue señalado por algunas personas detenidas. Cuando el anterior fiscal Omar Gómez Trejo armó las carpetas de investigación que tocaron a los militares, a Iñaki Blanco y otras autoridades estatales fue ahí donde lo descalificaron y lo sacaron del caso. Se cortó todo y no se pudo avanzar”, recuerda.

El siguiente paso que debe dar la presidenta y el nuevo fiscal, considera, es investigar a los verdaderos responsables.

“Porque un militar, un policía, es mandado por los altos mandos y aquí tuvieron pleno conocimiento todos. Está demostrado que todos estuvieron informados de lo que ocurría”.

—¿Cuáles autoridades estatales estuvieron directamente implicadas?, se le pregunta

“Fue toda una coordinación de las autoridades del estado de Guerrero con las federales, aquí no es solamente un grupito que se menciona de la delincuencia organizada.

“Quienes realmente se llevaron a nuestros hijos fueron todas las fuerzas policiacas, los entregaron si a la delincuencia organizada, pero quien ejecutó toda la desaparición, fueron las autoridades que tuvieron pleno conocimiento, los altos mandos dieron órdenes.

Insiste:
“Mientras no se toquen a los altos mandos no vamos a dar el siguiente paso que es la justicia, se siguen encubriendo a los responsables, nos siguen llevando a reuniones donde nos repiten lo mismo para irnos sobrellevando, se acaba un sexenio viene otro, lo que quieren es desgastarnos”.
FUENTE: PROCESO.
AUTOR: LUIS DANIEL NAVA.

“Seguiremos en esta incesante lucha”: normalistas de Ayotzinapa a once años de la desaparición de los 43

A once años de la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa, “seguiremos en esta incesante lucha en la búsqueda de la verdad y justicia, de lo que pasó en esa noche y madrugada del 26 y 27 de septiembre”, aseguró la Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México (FECSM) de la Escuela Normal de Ayotzinapa, Guerrero.

En el onceavo aniversario de la desaparición forzada de sus compañeros en Iguala, los normalistas recordaron que “en tales hechos hubo participación activa del ejército mexicano, la policía municipal de Iguala, Cocula y Huitzuco, la expolicía federal preventiva y el crimen organizado”, sin que hasta el momento haya castigo para “todos los culpables”.

Criticaron que desde la administración de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) el gobierno federal se comprometió a esclarecer el Caso Ayotzinapa, pero cuando las investigaciones apuntaron al ejército mexicano se detuvieron los avances.

“El mismo ejército en conjunto con el gobierno federal negaron la información para el esclarecimiento del caso Ayotzinapa”, por lo que el gobierno de AMLO “no cumplió las promesas que hizo a los padres de nuestros 43 compañeros desaparecidos”, expresaron en un comunicado.

Previo a la marcha que este viernes se realizará en la Ciudad de México para denunciar un año más de impunidad y exigir la aparición con vida de los normalistas, los estudiantes de Ayotzinapa demandaron castigo a todos los culpables de la desaparición, la entrega de los 800 folios del ejército con información sobre la Noche de Iguala y el seguimiento a las líneas de investigación.

COMUNICADO:



FUENTE: DESINFORMÉMONOS.
AUTOR: REDACCIÓN.

Ejército mexicano, “¿dónde dejaron a nuestros hijos?”

Las madres y padres de los 43 estudiantes desaparecidos se movilizaron en el campo militar número 1 para exigir al gobierno federal que investigue al ejército y entreguen los 800 folios que han ocultado desde hace cinco años. No se ha encontrado la verdad porque los militares han negado la información crucial para dar con el paradero de los normalistas.

A 11 años una de las mayores sombras en el caso Ayotzinapa ha sido el muro vestido de verde olivo. Aunque impenetrable, hoy fueron derrumbadas las puertas del ejército, donde las paredes de las instalaciones fueron testigos de las torturas y sangrientas ejecuciones de campesinos, indígenas y luchadores sociales.

Las familias fueron las primeras en llegar, pero esperaron hasta las 12 del día cuando llegaron los autobuses de la Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México para iniciar el mitin. Algunos rápido se desplegaron para realizar pintas en la barda de las instalaciones castrenses.

Epifanio Álvarez, padre de Jorge Álvarez Nava, dijo que la escuela normal de Ayotzinapa fue infiltrada por la Sedena. El ejército ocultó información, por eso no hemos encontrado la verdad. Les hemos pedido miles de veces que tienen que entregar los 800 folios que faltan. Son culpables por eso no los quieren entregar. Ellos participaron en la desaparición de los muchachos”.

“Desde aquí les decimos a los militares que no tenemos miedo de alzar la voz porque es nuestro derecho exigir la verdad. ¿Dónde dejaron a nuestros hijos? Estamos más seguros que nunca que fueron ellos porque se llevaron a 17 muchachos a barandilla municipal de Iguala. No es posible que la lucha se prolongue tanto tiempo. Es una burla para los padres y madres continuar en este sol caliente, dejar lo que tenemos que hacer solamente porque ellos se sienten superiores. Es difícil, pero aquí vamos a seguir hasta que entreguen esos folios. En el campo número 1 fue usado el teléfono de Julio César Mondragón. A estas fechas no hay nada”, señaló Epifanio.

En estos días para las madres y padres es difícil. Don Epifanio recordó que hace tres días fue el cumpleaños de su hijo Jorge. Por eso “no vamos a dejar de pelear contra un gobierno que no quiere ceder. Hemos luchado de diferentes formas y como quiera no hemos avanzado, estamos patinando”.

Con la voz entrecortada, Emiliano Navarrete, padre de José Ángel Navarrete González, comentó que, a un día de cumplirse 11 años de la desaparición de los 43 estudiantes se cuestiona “¿cómo hemos podido aguantar? Cómo es posible que sigamos de pie. Me pregunto cómo están mis compañeros, qué sienten en todas sus emociones como ser humano”.

Desde el principio el ejército ocultó que sabía que los normalistas estaban siendo agredidos la noche del 26 de septiembre del 2014. Con el tiempo la investigación del GIEI demostró que había un agente encubierto que se hacía pasar por normalista para informar a la Sedena en tiempo real los movimientos en la escuela normal y durante el traslado de los estudiantes a Iguala esa noche. Después de que el GIEI presentara su tercer informe en marzo del 2022, donde se evidenció la participación directa del ejército en la desaparición, empezaron los obstáculos en las investigaciones.

Frente al campo militar, Emiliano Navarrete señaló que hasta ahora la Sedena sigue negando su responsabilidad. “Que no nos quieran engañar, no es cierto que no hicieron nada. Hay mucha culpabilidad sobre esta institución. Si estamos aquí es porque esta institución tiene cuentas pendientes con el caso Ayotzinapa. Existe información que no ha sido entregada hasta hoy, y la seguiremos exigiendo en las calles y en las reuniones con la presidenta. No vamos a quitar el dedo hasta saber la verdad, dónde se llevaron a nuestros hijos. Ellos tienen todo el conocimiento, y no vamos a parar pase lo que pase”.

“No importa que perdamos la vida en demanda por verdad y justicia porque nosotros hemos vivido, pero a nuestros hijos les arrebataron sus sueños en una etapa donde cualquier joven es ajeno a la maldad que existe ante estas instituciones gubernamentales de todas las índoles. No vamos a dejar que una maldita institución quede en la impunidad; debe ser castigada por el crimen de lesa humanidad que ha cometido”.

“A 11 años podemos afirmar que el ejército mexicano no sólo es responsable de actos omisivos de la noche del 26 de septiembre, más bien, hoy podemos afirmar que desde antes de la agresión de los estudiantes el ejército ha estado monitoreando la escuela normal de Ayotzinapa. Hay información de que por lo menos desde el 2010 infiltraba a elementos activos en la normal”, condensó el abogado de las madres y padres de los 43, Isidoro Vicario.

Al final el mitin las madres y padres, así como los y las normalistas, subieron a los autobuses, mientras varios estudiantes de Ayotzinapa lanzaron petardos a las instalaciones militares. En unos segundos lanzaron un camión contra las puertas del poder militar. Es la inconformidad reflejada en las llamas que cubrieron la puerta número 1. Dejaron el mensaje de que no van aceptar la impunidad y que van a seguir luchando por la verdad.

FUENTE: TLACHINOLLAN.
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