lunes, 28 de marzo de 2022

Desapariciones de mujeres ocultan otros delitos: desde feminicidios hasta trata

La desaparición de mujeres es un problema que esconde otros delitos. En muchos de los casos pueden pasar años para que se vuelva a saber sobre el paradero de las víctimas. Además, investigaciones y estudios señalan que detrás de este ilícito hay otro tipo de agresiones que van desde el feminicidio hasta la trata de personas.

Pasaron casi dos años para que la familia de Rubicela Gallegos Castillo, quien desapareció el 20 de julio de 2019, en el municipio de Tlalnepantla, Estado de México, tuvieran algún indicio del paradero de la mujer originaria de Monterrey, Nuevo León. El 14 de mayo de 2021, sus credenciales aparecieron entre los objetos que se localizaron en la casa Andrés Filomeno Mendoza Celis, también conocido como el feminicida de Atizapán, condenado con prisión vitalicia en días pasados.

El 31 de julio de 2019, a unos días de no saber sobre su paradero de la regiomontana, de entonces 32 años de edad, sólo unos cuántos medios hicieron referencia a su desaparición. De acuerdo con los pocos datos que se tenían en ese momento, ella fue vista por última vez en compañía de otra mujer en un restaurante de Tlalnepantla, momento que quedó grabado por cámaras de vigilancia, pero se perdió su rastro al salir del lugar.

Los familiares de la joven denunciaron una falta de atención en el caso por parte de las autoridades mexiquense, por lo que acudieron al Palacio de Gobierno de Monterrey para solicitar que apoyaran en la investigación. “Hablamos y nos preguntan qué, qué hemos sabido, qué más pruebas tenemos, ellos no están haciendo nada”, declaró Armando Gallegos Vázquez, padre de Rubicela a Telediario, en julio de 2019.

Durante un año y 10 meses, no hubo avances que ayudaran a localizar a la regiomontana, el caso parecía quedar en el olvido. Todo cambió el 14 de mayo de 2021 cuando el feminicidio de otra mujer salió a la luz, el de Reyna González, de 34 años de edad, quien fue asesinada por Andrés Filomeno. Su caso sacó a la luz el de otras mujeres que habrían sido víctimas de este sujeto.

Sin embargo, el caso de Rubicela es el mejor ejemplo de cómo no todos los casos de desapariciones, y posibles feminicidios, tienen el mismo seguimiento. De no haberse descubierto el asesinato de Reyna, la regiomontana seguiría con paradero desconocido, como muchas mujeres que siguen desaparecidas tanto en el Estado México como a lo largo y ancho del país.

El 19 de enero pasado, al presentar el estudio “Desaparición de Mujeres, Adolescentes, Niñas y Niños en el Estado de México y su vínculo con la explotación sexual o la trata de personas con ese u otros fines”, la Red por los Derechos de la Infancia (Redim) alertó que la violencia de género, que podría resultar en feminicidio, estaría profundamente relacionada con la desaparición, específicamente de mujeres, adolescentes, niñas y niños en dicha entidad.

Al presentar los hallazgos del estudio, Javiera Donoso Jiménez, Investigadora y Consultora, enfatizó que los feminicidios son la principal causa de las desapariciones de mujeres, adolescentes, niñas, e incluso niños, en el Estado de México, y en segundo lugar estaría la trata. Además, dijo, en muchos casos ambos factores estarían vinculados, ya que una mujer puede ser reclutada con fines de explotación sexual y más adelante ser asesinada.

Lo mismo se plantea en el estudio, “Nombrarlas para encontrarlas. Contexto, dinámicas y respuestas en torno a la desaparición de mujeres en el centro de México”, de las investigadoras Karina Ansolabehere, Jeraldine del Cid, Volga Pilar de Pina Ravest, Alvaro Martos, Sandra Serrano, integrantes de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), sede México, que se realizó en conjunto con el Observatorio sobre Desaparición e Impunidad en México (ODIM). El texto señala cómo el género es un factor determinante para la desaparición de mujeres.
“El género es causa o consecuencia de la desaparición de las mujeres. A veces, una mujer es desaparecida por una razón de género, es decir, por ser mujer; y, en otras, son los efectos de la desaparición los que conllevan una razón de género. Como sea, la desaparición de las mujeres tiene una dimensión de género que debe ser visibilizada y considerada”, se afirma en el reporte.
DESAPARECER POR SER MUJER

“Las desaparición de mujeres sí están vinculada con la violencia de género”, afirmó la doctora Karina Ansolabehere en entrevista para SinEmbargo, y agregó que aunque existen “muchos factores que determinan que una mujer desaparezca, que no conozcamos a dónde está o su paradero, y el hilo conductor es la violencia de género o la condición de género”.

Asimismo, en el estudió se señaló que desde 2005 se advirtió “una tendencia ascendente [de desaparición de mujeres]. La proporción más alta de desapariciones de mujeres se produjo en 2016 y, en ese año, también se observa la proporción más alta de mujeres que continúan desaparecidas respecto del total de población desaparecida y no localizadas” en la región del Valle de México, que comprende Ciudad de México, Estado de México, Morelos, Puebla y Tlaxcala. Además, hasta 2020 permanecían desaparecidas 438 mujeres.

En tanto, datos oficiales de la Secretaría de Gobernación (Segob) publicados el 6 de enero de 2020, señalaban que en sólo 13 meses, del 1 de diciembre de 2018 al 31 de diciembre de 2019, un total de tres mil 93 mujeres y dos mil 720 menores de edad fueron reportados a nivel nacional como desaparecidos, de los cuales, menos de la mitad fueron localizados.

Respecto a los estados que concentran el mayor número de mujeres desaparecidas en este sexenio son Jalisco, Puebla, Nuevo León, Tamaulipas y Chihuahua. Mientras que de las tres mil 93 mujeres reportadas como desaparecidas, mil 816 fueron localizadas, pero mil 277 continuaban desaparecidas hasta ese momento.
“Hay mujeres que desaparecen justamente porque son mujeres, esto está vinculado con el aumento de otros delitos que tiene una razón de género como los feminicidios o como la violación o cómo el acoso sexual, entonces sí hay un vínculo entre que las mujeres puedan desaparecer por ser mujer”, comentó por su parte la doctora Sandra Serrano, quien también es autora del estudio, en entrevista para SinEmbargo.
ENTRE FEMINICIDIOS Y DESAPARICIONES

Tras varios meses en los que llevaron a cabo excavaciones en la casa del feminicida de Atizapán, la Fiscalía General del Estado de México, entidad que ocupa el primer lugar en feminicidios, halló restos óseos que pertenecían a 19 personas, de las cuales, hasta el pasado 22 de febrero, se habían identificado sólo a seis de las víctimas.

Además de ostentar la cifra más alta de feminicidios, el territorio mexiquense también se destaca por ocupar el primer lugar a nivel nacional en el número de casos acumulados de niñas, adolescentes y mujeres desaparecidas, ya que de 36 mil 135 personas desaparecidas y localizadas en ese estado, entre enero de 2015 y septiembre de 2021, 19 mil 964 fueron mujeres, lo que se traduce en el 55.2 por ciento, según cifras de la Comisión Nacional de Búsqueda (CNB).

El estudio de la Redim arrojó que las principales víctimas de desaparición son niñas y adolescentes, de entre 12 y 17 años, de complexión delgada, soltera, estudiantes de secundaria, o que llegaron hasta este nivel educativo, sin antecedentes penales y originarias del Estado de México
“Es el promedio del tipo de información que encontramos cuando nosotros hablamos de personas desaparecidas en el Estado de México, la mayoría de las personas que encontramos allí son mujeres entre 12 y 17 años, de complexión delgada,solteras con escolaridad secundaria, con ocupación estudiantes, que han nacido en el Estado de México y que tiene nacional mexicana”, detalló González.
La doctora Serrano coincidió en su investigación, que abarcó varias entidades del centro del país, que el patrón de las mujeres desaparecidas coincide en que son mujeres jóvenes:
“Una característica que sí es relevante es que son mujeres muy jóvenes en su gran mayoría. Eso sí permanece indistintamente de los perpetradores, la mayoría son mujeres muy jóvenes, 15, 20 años, 21 años, pero los perpetradores sí son muy diversos, y esto también va muy relacionado con las distintas fuentes de violencia”, dijo.
UNA CADENA DE DELITOS

Otra situación en la que todas las investigadoras coinciden es que detrás de la desaparición de mujeres hay otros delitos, los cuales podrían culminar con el feminicidio de las víctimas.

Durante la presentación del informe de la Redim, Donoso Jiménez resaltó que los feminicidios son la principal causa de las desapariciones de mujeres, adolescentes, niñas, e incluso niños, en el Estado de México, y en segundo lugar estaría la trata. Además, en muchos casos ambos factores estarían vinculados, ya que una mujer puede ser reclutada con fines de explotación sexual y más adelante ser asesinada.

Agregó que el ámbito en los que se dan los feminicidios contempla la violencia doméstica, cuando una mujer es asesinada por su pareja; la agresión sexual, cuando un a mujer es asesinada por su violador; los feminicidios seriales; y la actividad criminal, que tiene lugar cuando una mujer se relaciona con la delincuencia organizada.
“En general las mujeres desaparecen por varias razones, las mujeres son víctimas de varios delitos que derivan en que no sepamos qué sucede con ellas, por supuesto son víctimas de feminicidio son víctimas de trata de personas de redes de trata, son víctima de crimen organizado más vinculado con narcotráfico, huachicol, también son víctimas de violencia doméstica, muchos de los perpetradores son personas cercanas conocidas de ellas y también son víctimas de desaparición forzada”, explicó por su parte la doctor Ansolabehere.
Asimismo, subrayó que “las condiciones de violencia están muy relacionadas con el aumento de las desapariciones”, ya que “cuando aumenta la violencia en un lugar, cuando hay más feminicidios, es probable que hay más desapariciones de mujeres, cuando hay más violaciones es probable que haya más desapariciones de mujeres”, situación que está relacionada con lo que denominó como un “régimen de violencia”, no que sólo abarca un “régimen de violencia de género patriarcal”, sino que entrecruzan distintos factores y distintas violencias.

Por ello, tanto Serrano como Ansolabehere consideraron que es importante no separar la violencia de género del resto de las violencias, y de la misma manera, establecer acciones conjuntas, y no fragmentadas, para combatir la desaparición de mujeres.

“La violencia contra las mujeres no está separada de la violencia que vive que vive la región en general”, comentó la doctora Sandra, quien reiteró que “las acciones segmentadas tienen menos impacto que cuando miramos que la violencia es mucho más compleja”.
“La desaparición de las mujeres no es, por tanto, un asunto aislado, sino que se conecta con las distintas formas de violencia y con las distintas dinámicas de la desaparición en el país. Sin embargo, ha quedado relativamente invisibilizada de las demandas en torno a la búsqueda y en los marcos jurídicos creados para atender las desapariciones”, se indicó en la investigación de la Flacso.
LAS POLÍTICAS FRAGMENTADAS

El pasado 17 de marzo, la Fiscalía del Estado de México obtuvo una sentencia de prisión vitalicia contra Mendoza Celis por el feminicidio de Reyna Gonzáles, pero aún falta que se haga justicia por las otras 20 mujeres que también fueron sus víctimas, muchas de las cuales permanecieron desaparecidas por años, como las miles que permanecen sin rastro en México.

Ante este contexto, ambas autoras señalaron la poca eficiencia de mantener “una serie de políticas fragmentadas”, debido a que, explicaron, se debe “entender que estas desapariciones son el resultado de diferentes regímenes de violencia”, por lo que el desafío sería “lograr estructuras de políticas públicas que puedan superar esta fragmentación”, consideró Ansolabehere, quien agregó que aunque sería complicado “coordinar diferentes dependencias”

En el estudio de la Flacso ahondaron que pese a que existe un marco legal para atender los casos de desapariciones, “en aquellos casos en los que las víctimas continúan desaparecidas, el marco de atención a las desapariciones presenta limitaciones y el cauce que siguen los casos se vuelve más complejo”, particularmente por tres razones: porque se pensaron para atender patrones y perpetradores con características que responden a “desapariciones forzadas o cometidas por particulares”, pero no toman en cuenta a la violencia de género.

Además, durante la investigación se puede requerir la intervención de otras fiscalías especializadas, pero estas dependencias no se rigen por el marco jurídico en materia de desapariciones, por lo que sus funciones se ven limitadas, así como sus protocolos. Por último, las estrategias que están relacionadas con la violencia de género, y que podrían aportar a la investigación, se encuentran contenidas en los mecanismos de atención a la violencia de género que no investigan las desapariciones, situación que restringe su actuar frente a los casos de desaparición de mujeres.
“Creo que nuestro desafío debería ser pensar en esquemas de políticas públicas que miren este problema en relación con el contexto en el que se producen [la desaparición de mujeres] y se orienten a prevenir y contener[esta problemática]”, reiteró al respecto la doctora Ansolabehere.
Lo cierto es que esta problemática aqueja a todo el país. Apenas el pasado 28 de enero, familiares de jóvenes desaparecidas en Ciudad Juárez, Chihuahua, protestaron para exigir avances en las investigaciones, ya que muchos de estos casos llevan años sin resolverse.

Decenas de zapatos rojos, de diferentes estilos y tamaños, fueron exhibidos en el centro de la ciudad como recuerdo de todas ellas y para hacer un llamado al Gobierno. Además, también se colocaron lonas con las imágenes de las desaparecidas con mensajes alusivos al reclamo de conocer dónde están. Uno de los sucesos más conocidos en esta ciudad es el de Esmeralda Castillo, una joven que tenía 14 años al momento de su desaparición en 2009 y que hoy cumpliría 27 años, 13 años en los que se desconoce su paradero como sucede en distintas partes del país.

FUENTE: SIN EMBARGO.
AUTOR: NORA NANCY GASPAR RESENDIZ.

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