viernes, 30 de junio de 2023

Costa Azul, Sinaloa, pueblo de pescadores... y de fosas

Después de trabajar casi dos años en el poblado Costa Azul, en Sinaloa, el colectivo de búsqueda Sabuesos Guerreras localizó 23 cuerpos en 22 fosas, el más grande hallazgo de ese tipo en la entidad. El viernes 9 las buscadoras tuvieron que detener sus labores en el lugar para dar paso al procesamiento de los hallazgos, pero ya se comprometieron a volver con más ojos y más manos para cavar la tierra en busca de más desaparecidos, a sabiendas de que deberán afrontar de nuevo las insuficiencias del apoyo gubernamental y las amenazas del crimen organizado que no las quiere ver ahí.

La tierra escupió un cuerpo. Entre el suelo salitroso salió a la superficie en una marisma. María Isabel Cruz Bernal acude al llamado y confirma que los restos son humanos. Ella es rastreadora, se dedica a la búsqueda de personas desaparecidas.

En el predio no hay nada cerca. Alguien enterró ese cuerpo y ella, junto a la agrupación Sabuesos Guerreras, han encontrado en menos de un mes 22 fosas con 23 cuerpos humanos. Es el hallazgo más grande en Sinaloa en lo que va de 2023 y, según explica la mujer rastreadora, se logró después de casi dos años de trabajos.

Entre el 1 de enero y el 15 de junio de este 2023, en el estado no se habían encontrado cuerpos de personas desaparecidas, según la estadística del Registro de Personas Desaparecidas y no localizadas (RNPDNO). De acuerdo con estos datos, Sinaloa se ubica actualmente como la quinta entidad con mayor cantidad de desaparecidos y no localizados, con cinco mil 657, sin contar aún los 23 cuerpos encontrados por las Sabuesos Guerreras en Costa Azul.

“Traíamos ese punto desde hace más de año y medio queriendo trabajar ahí. No habíamos podido entrar por las aguas, por el calor o por algo que no nos lo permitía, y lo fuimos postergando; sin embargo, las investigaciones, porque triste y desgraciadamente somos nosotras quienes tenemos que hacerlas para dar con ciertos lugares, nos llevaron casi dos años para saber en realidad cómo estaba Costa Azul, y dijimos: ‘Vamos a ver qué encontramos’”, explica Isabel Cruz.

Tardaron en llegar a la zona debido a que en las inmediaciones se descubrió un narco laboratorio, y a raíz de ello los recorridos fueron distintos. A veces como turistas o como personas comunes sin un asunto en particular, como quienes sólo buscan una playa para disfrutar. Sólo para observar.

Los hallazgos se iniciaron el 18 de febrero pasado en las cercanías del poblado San Miguel, al oriente de Costa Azul, en Angostura. Elementos del Ejército Nacional y la Guardia Nacional incautaron un sitio en donde se elaboraba metanfetaminas.

El lugar fue descubierto luego de un enfrentamiento con civiles armados en la zona, y tras la persecución fue encontrado el laboratorio clandestino, en donde se aseguraron mil 800 litros de metanfetamina líquida y 350 kilogramos de metanfetamina sólida, según el parte oficial.

Una vez que la zona dejó de “estar caliente”, Sabuesos Guerreras volvieron a sus trabajos habituales: las investigaciones, el olfateo. A mediados de mayo alguien les puso la alerta.
Hace aproximadamente un mes salió el primer cuerpo”, explica Isabel. “Sólo flotó, la tierra lo escupió, literal. Lo encontraron personas que andaban por ahí. Es un lugar muy desértico, una marisma, y la gente que andaba por ahí lo encontró muy cerca de unas granjas de camarón. Se nos dio el aviso y cuando regresamos encontramos el segundo”.
Las personas que realizaron el hallazgo no sabían si eran huesos de animal o de humano, por lo que buscaron a las mujeres que conocen del tema, y ellas, por tratarse del sitio donde recientemente se había descubierto el narco laboratorio, decidieron avisar a las autoridades.

Isabel explica que esos primeros restos efectivamente eran humanos. “Son osamentas las que se encuentran; estamos hablando de osamentas de 10 años para atrás, entonces están muy delicadas porque el salitre casi nos las deshace en las manos.”

Se extiende la crisis

La desaparición forzada históricamente ha golpeado a los municipios más grandes de Sinaloa, sobre todo a la capital Culiacán y a Mazatlán, un destino de playa para turistas, sobre todo nacionales.

Hasta el 15 de junio de este año, Culiacán cuenta con mil 587 personas desparecidas y Mazatlán con mil 134, ambos ubicados entre los 10 municipios con mayor cantidad a nivel nacional.

En ese mapa difícilmente se encuentra Angostura, al cual pertenece la comunidad de Costa Azul. Es un pueblo con menos de mil 500 habitantes dedicado a la pesca. Es decir, tiene tantos habitantes como desaparecidos tiene Culiacán.

En las inmediaciones hay algunas granjas camaroneras e imperan los oficios relacionados con las actividades marinas. El sector es uno en donde la pobreza parece haber instalado de manera permanente.

Hace un mes el pequeño poblado llamó la atención. Para recabar mejores datos y precisar el origen de las osamentas, el equipo de Isabel Cruz trajo los servicios de un antropólogo cuya identidad, por temas de seguridad, se reserva. Llevan ya más de 30 días con análisis y trabajos de la especialidad, y hasta el cierre de esta edición se han encontrado 23 osamentas en 22 fosas clandestinas.

Después del primer hallazgo las mujeres volvieron. Esta vez iban en mayor número. Habían transcurrido 15 días y a partir de ahí el rosario de cuerpos comenzó su larga cuenta.

“A los 15 días regresamos y encontramos un cuerpo más y seguimos buscando. Ya íbamos más compañeras a la búsqueda. Hicimos cuatro equipos y pues por donde caminabas había, por donde caminabas pisabas los huesos, y en donde pisabas un hueso, ahí estaba la osamenta más abajo”, explica Isabel.

“No sabemos si fueron las corrientes del agua o si ya la madre tierra los escupió porque a ella no le pertenecen.”

Terribles secretos

Habitantes de la zona cuentan a las buscadoras que el sitio había sido un panteón. Y si bien existe esa posibilidad, el equipo de Sabuesos Guerreras se dio a la tarea de revisar el dato. Unas versiones decían que era un panteón antiguo, otras versiones hablaban incluso de hasta cientos de años atrás, atribuyendo el sitio a una tribu. Los resultados de la búsqueda de María Isabel y el resto de las mujeres echaron por tierra esas versiones.

“Pensamos que sí podía ser, porque (los cuerpos) no estaban más que a dos o tres metros, pero cuando el antropólogo comienza a trabajar nos dice que antes no existían las coronitas ni las amalgamas y menos los bráquets, entonces estamos hablando de 10 años para atrás”, afirma.

–¿Lo que era una fosa se convirtió en una fosa gigantesca?

–Sí, son 22 fosas porque en una había dos (osamentas), entonces son 22 para 23 osamentas.

“Ahí se nota que son en tiempos diferentes (cada sepultura de cada cuerpo), no fueron en el mismo tiempo porque las distancias son considerables, creo que en 20 metros me encuentro cinco, en otros 20 encuentro otros ocho, entonces quiere decir que no llevaban un patrón de entierro, eso es lo que hemos encontrado. No puede ser un panteón, porque habría lápidas, cruces, y en una marisma quién va a hacer un panteón.”

Isabel detiene su explicación. Respira hondo y la reanuda con un tono diferente en su voz. Hace una pregunta y ella misma responde con una revelación.

“¿Y sabes qué es lo más triste, Aarón? Y lo acabamos de descubrir el viernes, hablando con el antropólogo. Que había un niño de entre nueve y 10 años. El antropólogo me decía: ‘es que me da cosa decirles que entre todos los que encontramos hay un menor, de entre nueve y 10 años.”

Como si fuera la última vez

El grupo de mujeres se prepara para cada búsqueda. El estado convulso por el boom en decomisos de narco laboratorios vuelve más precaria su actividad. No es sencillo andar buscando cuerpos de personas desaparecidas entre el monte, el llano o las marismas. No. De eso está consciente Isabel.

“La seguridad es para nosotras un tema muy fuerte y preocupante, porque sabemos que el gobernador dice y se compromete a muchas cosas, pero las cabezas de cada institución de seguridad no hacen ni cumplen lo que se dice.”

Como ejemplo, menciona: “cuando vamos a Costa Azul, de aquí salimos a veces con Policía Estatal, una patrulla y tres elementos, desde aquí hasta allá, porque ya nos espera la Guardia Nacional, pero ¿y si nos pasa algo en el camino, como sucedió de La Palma para acá? ¿Qué va a pasar? ¿Nos van a matar?”.

Se refiere a un evento sucedido en esa comunidad perteneciente al municipio de Navolato, zona muy cercana a Culiacán. La mañana del 25 de mayo acudieron a ese sitio a pegar carteles de personas desaparecidas. Según reportaron medios locales, el grupo de mujeres, con todo y escoltas de la policía, fue amedrentado por grupos armados.

“La comandante me dijo: ‘hay que trabajar en conjunto porque hay dos camionetas’ (con gente armada), y yo le dije: ‘bueno, si tenemos que morir aquí, pues ni modo’. ‘No –me dijo–, ni madres, yo no me muero aquí’, y hasta ahí quedó la plática. No supe si fue verdad o si nos estaba choriceando.”

Después de pegar carteles en varios sitios, algunas buscadoras entraron a unos baños públicos, donde fueron interrumpidas con prisas. Tenían que irse. Las camionetas “quemaron llanta” y los tripulantes advirtieron a los policías que era mejor que se fueran, y así lo hicieron. En el estrépito, Isabel corre al camión que las trasladaba e intenta ver qué sucede, pero los policías la apuran.

“Yo no vi nada. Nos subimos al camioncito y lo que nos cuentan es que pasaron dos camionetas con gente armada, yo no las vi, les dijeron a los policías que ‘se salieran a la chingada de ahí’. En el camino venían en comunicación por radio y, cuando salimos, las camionetas ya estaban en la carretera, y al verlas se paran y se regresan. En realidad, los que se ‘paniquearon’ fueron ellos, yo no vi a la gente armada, sólo oí lo que ellos dijeron, nunca se nos acercaron, no sé si a ellos se les acercaron”.

Fragmento del reportaje publicado en la edición 2434 de la revista Proceso

FUENTE: PROCESO.
AUTOR: AARÓN IBARRA.

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