Nacional

Imágenes del tema: kelvinjay. Con la tecnología de Blogger.

Estados

Política

Violencia

Culiacán podría ubicarse entre las cinco ciudades más violentas del mundo, advierte CESP

El coordinador del Consejo Estatal de Seguridad Pública advirtió que la tasa de homicidios podría colocar nuevamente a la capital sinaloense en el ranking internacional

El coordinador general del Consejo Estatal de Seguridad Pública, Miguel Calderón Quevedo, advirtió que el municipio de Culiacán, podría ubicarse, nuevamente, entre las cinco ciudades más violentas del mundo debido a la tendencia de homicidios registrada en lo que va del año.

Recordó que en 2024, tras la crisis de violencia derivada de la pugna interna del Cártel de Sinaloa, Culiacán volvió al listado de las 50 ciudades más violentas del mundo, del que había salido en 2023 después de 14 años.

“Es muy lamentable que estemos en el top 5 en el pronóstico que viene de las ciudades más violentas del mundo. Por la tasa de homicidios que seguramente nos llevará a ese lugar”, expresó.

“Teníamos previo a este estallido habíamos salido de la lista de las 50 ciudades más violentas del mundo y ahora volvemos, pero no solamente volvemos sino que estamos entre los primeros diez, entre los primeros cinco, lamentablemente”.

Durante este 2025, con corte a septiembre, Sinaloa acumula mil 435 homicidios dolosos de acuerdo a las cifras recopiladas por Noroeste con base en estadísticas oficiales.

Sin embargo, en la sumatoria de homicidios desde que estalló la crisis de seguridad en septiembre de 2024, el estado acumula 2 mil 171 asesinatos.

Calderón Quevedo insistió en que sin garantías de seguridad, el desarrollo social y económico no puede prosperar.

“Eso, sin duda nos resta actividad para inversiones, actividad turística”.

“No podemos aspirar a nada más si antes no tenemos las condiciones de seguridad para hacer economía, para hacer vida común, para ir a los centros escolares, a los centros laborales. Cualquier requisito puede estar pero si no está el tema de la seguridad garantizada no podemos salir adelante”, subrayó.

FUENTE: NOROESTE.
AUTOR: DANIELA FLORES.

Colectivo denuncia la desaparición de buscadora María de los Ángeles en Sinaloa

El colectivo Corazones Unidos por una Misma Causa exigió a las autoridades la búsqueda inmediata y el regreso con vida de María.

María de los Ángeles Valenzuela, buscadora integrante del colectivo Corazones Unidos por una Misma Causa, fue privada de la libertad en Mazatlán, Sinaloa, el 14 de octubre. Este miércoles, familiares, colectivos y la Comisión Estatal de los Derechos Humanos de la entidad urgieron a las autoridades acelerar la búsqueda con vida.

María buscaba a su padre, Manuel Valenzuela, desaparecido en El Castillo el 15 de noviembre del 2024, y a su primo, desaparecido el 12 de febrero de este año en la misma localidad.

La madre de María presenció la privación de la libertad de su hija el 14 de octubre, que, de acuerdo con lo que narró, ocurrió cuando iba de regreso a su casa después de acudir a la tienda.

“Un carro blanco se acaba de llevar a mi hija María de los Ángeles Valenzuela. En la Colonia Allende en Mazatlán. Apóyenme a difundir para poder encontrarla. Cualquier información es valiosa”, escribió el martes en sus redes sociales.


El colectivo Corazones Unidos por una Misma Causa exigió a las autoridades la búsqueda inmediata y el regreso con vida de María.
“No es posible que quienes buscamos verdad y justicia sigamos siendo perseguidas y silenciadas. ¡No más violencia contra las buscadoras!”, exigieron en sus redes sociales.
El titular de la Comisión Estatal de los Derechos Humanos, Óscar Loza Ochoa, ofreció esta tarde una conferencia de prensa en la que urgió a la aparición con vida de María de los Ángeles Valenzuela.

“María de los Ángeles Valenzuela desaparece en la presencia de la madre, se la llevan y hasta hoy no tenemos noticias de ella. ¿Por qué hablamos de gravedad? Porque resulta que hoy, las personas que buscan a desaparecidos también son desaparecidas […] Decirles de manera abierta, a quien haya realizado ese acto delictivo, que regresen sana y salva a María de los Ángeles y por otra parte, plantearle a la autoridad a que realicen todas las diligencias que correspondan para el caso buscando regresar con vida a María de los Ángeles Valenzuela”, expuso.


La Red Nacional de Defensora de Derechos Humanos también se pronunció, exigió a las autoridades su búsqueda con vida, brindar atención y protección integral a su familia e integrantes de su colectivo.

Se hace un llamado a las autoridades a garantizar su derecho a ser buscada en vida para su pronta localización, así como, brindar atención y protección integral a su familia e integrantes del colectivo Corazones Unidos por una Misma Causa

FUENTE: SIN EMBARGO.
AUTOR: REDACCIÓN.

FGE investiga desaparición de Carlos Emilio Galván Valenzuela en Mazatlán

El joven desapareció tras salir del bar Terraza Valentino’s, propiedad del secretario de Economía de Sinaloa, Ricardo Velarde.

La Fiscalía General del Estado (FGE) dio a conocer que se encuentra en curso una investigación por el delito de privación ilegal de la libertad en agravio del joven Carlos Emilio, originario de Durango pero desaparecido en Mazatlán en un bar propiedad del secretario de Economía, Ricardo Velarde. 

Los hechos, según la Fiscalía, ocurren el sábado 4 de octubre y aunque no explican en el comunicado el lugar de la desaparición, colectivos y familiares del joven desaparecido advierten que esto sucedió en el baño del bar la Terraza Valentino’s, propiedad del secretario de Economía de Sinaloa.

El joven Carlos Emilio es originario de Guadalupe Victoria, Durango y después de ese día no volvió al hotel donde se encontraba alojado junto con su familia. 

Este no es el primer caso de turistas jóvenes desaparecidos en Mazatlán. En junio último cuatro mujeres desaparecieron en la colonia Francisco Villa, una de ellas originaria de Mexicali, Baja California de nombre María Cristina Pérez Salas de 21 años.? 

Otro caso es el de tres jóvenes de Querétaro desaparecidos en Mazatlán durante sus vacaciones en abril último. Estos viajaron para festejar el cumpleaños de José Isaías García Rosey junto a los hermanos Santiago y Carlos Enrique Sánchez Rodríguez, pero desaparecieron el 7 de abril mientras regresaban del puerto. 

Hasta el 5 de octubre la Fiscalía tiene abiertas 243 carpetas de investigación en Mazatlán por el delito de privación ilegal de la libertad, apenas detrás de Culiacán que cuenta con 379. Entre ambos municipios registran cerca del 60 por ciento de los casos que se investigan en este 2025.

FUENTE: PROCESO.
AUTOR: AARÓN IBARRA.

Nuevo ataque a policía estatal en Culiacán cobra la vida de un agente

El agente asesinado viajaba en una patrulla de la corporación cuando esta fue presuntamente atacada por tripulantes de un vehículo, y en el fuego cruzado resultaron heridos elementos de la Guardia Nacional que se encontraban francos.

La Policía Estatal Preventiva (PEP) sufrió un nuevo ataque armado, en el que un agente perdió la vida y además resultaron heridos dos elementos de la Guardia Nacional (GN) que se encontraban de civiles. 

El agente asesinado viajaba en una patrulla de la corporación cuando esta fue presuntamente atacada por tripulantes de un vehículo, y en el fuego cruzado resultaron heridos los guardias.

Estos agentes iban de civiles en un auto particular color blanco de la marca Mitsubishi. En un primer momento se habló de una confusión entre corporaciones, sin embargo, luego del ataque, la SSPE emitió un comunicado en el que afirmaron que los agentes de la GN fueron víctimas ajenas a la agresión.
El ataque se dio en la colonia Bachigualato, alrededor de las 3:00 horas sobre sobre la Calzada Aeropuerto, entre las calles Federico Gamboa y Victoriano Álvarez en las cercanías del Aeropuerto Internacional de Culiacán.

Apenas el martes último, un agente adscrito al escuadrón motorizado fue víctima de un atentado en un estacionamiento en una colonia al norte poniente, y luego del ataque la corporación implementó un operativo en donde resultaron “reducidos” cinco presuntos agresores al interior de un domicilio. 

Estos eventos paralizaron la zona norte poniente, que ha sido escenario de agresiones a la Policía Estatal desde finales de septiembre, y con este nuevo ataque, el sector poniente se suma a las zonas en donde se han producido estas agresiones.

FUENTE: PROCESO.
AUTOR: AARÓN IBARRA.

Rescate a policía secuestrado en Culiacán, Sinaloa, dejó un presunto delincuente muerto y tres detenidos

En el intercambio de disparos, el elemento de la Policía Estatal Preventiva (PEP) resultó herido, al igual que dos presuntos civiles armados, quienes fueron detenidos.

La privación ilegal de la libertad de un elemento de la Policía Estatal Preventiva (PEP), adscrito a la Dirección de Servicios de Protección, derivó en un operativo que culminó en un enfrentamiento armado. El saldo fue un presunto delincuente abatido, tres personas detenidas con heridas, y el agente rescatado, quien también resultó lesionado.

El hecho ocurrió la mañana de este viernes en el fraccionamiento Villa Bonita, al sur de Culiacán.

Despliegan operativo para rescatar policías

Tras el reporte de la desaparición del policía, corporaciones de los tres órdenes de gobierno desplegaron un operativo de búsqueda por tierra y aire. Durante la movilización, el agente fue localizado y rescatado por fuerzas federales.

La balacera se registró sobre la avenida Álvaro Obregón, a la altura del mencionado fraccionamiento, previo al cruce con La Costerita. En el intercambio de disparos, el elemento de la PEP resultó herido, al igual que dos presuntos civiles armados, quienes fueron detenidos. Un tercer agresor fue abatido en el lugar.

Dos de los detenidos heridos fueron identificados como Jesús Ramón “N” y César Armando “N”. Uno de ellos se encuentra en estado grave y el otro estable; ambos fueron trasladados a recibir atención médica. Hasta el momento, no se ha dado a conocer la identidad del tercer detenido herido, ni se ha precisado el estado de salud del agente estatal.

En el lugar también fue asegurado un vehículo Toyota Corolla, en cuyo interior se encontró armamento. Sin embargo, las autoridades no han proporcionado detalles sobre el tipo o cantidad de armas aseguradas.

Por su parte, la Secretaría de Seguridad Pública del Estado (SSPE), confirmó la privación de la libertad del elemento estatal que se encontraba en su día de descanso.

“Se registró la privación de la libertad de un elemento de la Policía Estatal Preventiva que se encontraba en su día de descanso, por lo que se dio reporte de inmediato al Grupo Interinstitucional, activándose el Código Rojo. Posteriormente, se localizó, por el sector sur de Culiacán, una unidad como la denunciada en la que civiles armados se habían llevado al agente, dándole seguimiento”, señala el comunicado emitido por la SSPE.

Derivado de esta acción, añade, se registró un enfrentamiento sobre la avenida Álvaro Obregón entre presuntos agresores y personal militar, quienes repelieron la agresión y lograron detener a tres hombres, todos con lesiones. Uno de ellos fue neutralizado en el lugar.

Violencia en Sinaloa

Tras un día de saldo blanco, este jueves 2 de octubre se registraron seis homicidios en Sinaloa. En Culiacán, una persona fue asesinada en la colonia Miguel Hidalgo, otra en la colonia Progreso, una más –un joven de 16 años– en el fraccionamiento Alturas del Sur, y una persona a la entrada de su casa en el Infonavit Solidaridad.

Se informa que se abrió una carpeta de investigación por el delito de homicidio, derivado de la localización de una persona asesinada y atada en el Country Tres Ríos, en Culiacán.

También, un agente activo de la Policía Estatal Preventiva, murió tras resultar herido en un ataque a balazos en unas canchas de Aguaruto, Culiacán, donde hubo 3 personas más heridas.

Se informa también la localización de restos óseos en la sindicatura de Costa Rica, Culiacán.

Por otro lado, el Secretariado Federal agregó 19 nuevos robos de vehículos. Desde que la disputa entre los Guzmán y los Zambada comenzó y que las autoridades no han podido contener, Sinaloa acumula 2 mil 094 asesinatos y 2 mil 058 personas privadas de la libertad.

FUENTE: ANIMAL POLÍTICO.
AUTOR: REDACCIÓN.

Productores de Sinaloa: sembrar maíz ya no tiene sentido; sequía y falta de apoyo, las trabas

Para el ciclo agrícola de 2024 la producción de maíz blanco cayó a 3.2 millones de toneladas. En 2022 la cantidad fue de 5.2 millones. “No hay apoyos ni precios de garantía, aparte de la sequía y ahora la violencia” del narco, señalan.

Debajo del tejabán el sol pega menos. Son apenas las nueve de la mañana y la sombra ya es esencial. Martín Lim ofrece algo de beber para mitigar los 36 grados. Es segunda generación de migrantes chinos, nacido y criado en Balbuena, pueblo agrícola de Navolato, al poniente de la capital de Sinaloa. No conoce otro oficio que el de sembrar la tierra. Este año eso puede cambiar con el ciclo otoño-invierno: la producción de maíz no es redituable ya.

Junto a Juan Martín está su sobrino, con el que comparte nombre y apellido, y también es agricultor. Heredó las parcelas de su padre, hermano mayor de la familia Lim, todos de Balbuena. “Las cuentas no dan, amigo”, asegura el productor agrícola. Sembrar en Sinaloa se ha vuelto más complicado: las políticas públicas han ido mermando al gremio, pues no hay apoyos ni precios de garantía, aparte de la sequía y ahora la violencia.

El otrora llamado granero de México sufre. La producción de maíz blanco ha experimentado una caída, sobre todo desde el año pasado a la fecha.

Para el ciclo agrícola de 2024 la producción en el estado cayó a 3 millones 282 mil 79 toneladas. En 2022 la cantidad fue de casi 5.2 millones de toneladas de maíz blanco. La caída en ese lapso es de casi 50 por ciento.

“Varios compañeros del ejido (Balbuena) ya dijeron firmemente que no sembrarán este ciclo, que dejarán las tierras ociosas. Estamos hablando de 200 hectáreas que ya es un hecho que no sembrarán”, explicó Juan Martín.

Su tío, con más de 60 años en el campo, no ve una mejor situación. “Hay ejidatarios aquí que te ofrecen sus tierras en renta porque no tienen para invertir en la siembra”, explica. Ambos productores ven comprometida su actividad para el próximo ciclo que comienza en noviembre.

La preocupación no se limita a Balbuena. Es generalizada. Enrique Riveros Echavarría, exdirigente de la Asociación de Agricultores del Río Culiacán (AARC), explica el porqué de la incertidumbre del campo sinaloense y lo comprometida que puede estar la producción del maíz blanco.

“Está bastante comprometida. Lo primero que tenemos que esperar es que haya agua suficiente en las presas. Ahorita le estamos llegando a casi un 40 por ciento; para que sea un ciclo normal, con un 55 por ciento la hacemos”, explica.

Sinaloa atraviesa una situación de sequía excepcional en todo el territorio que apenas ha ido menguando en esta temporada de lluvias que culmina en octubre. Esto no ha logrado llevar más allá del límite óptimo a las 11 presas que operan en el estado y que garantizan el agua a los diferentes cultivos, y uno de los que mayor cantidad requiere es el maíz.

Lo deseable es que se acumule agua suficiente para sembrar, pero eso no es todo, según explica Enrique Riveros, ya que la siguiente problemática entra en saber qué sembrar, y en caso de que sea maíz, entran los precios internacionales.

“Esto viene a que en Sinaloa se producen también frijol y garbanzo, y por ello muchos productores buscan sembrar maíz para evitar ‘tumbar’ los precios”, explica el exlíder de la AARC. “El problema del maíz es el precio internacional, el cual quedó tasado muy bajo y además altos inventarios en naciones extranjeras como Estados Unidos, Brasil y Ucrania, entre otros”, añadió.

Otro problema es el financiamiento bancario para esta temporada, y aquí entra la violencia: la alta incidencia delictiva ha golpeado al campo con robo de vehículos como carretas y tractores, usados en bloqueos e incluso para cavar zanjas en caminos.

No salen las cuentas

Con fecha al 12 de septiembre, la bolsa de Chicago pactó el precio de garantía del maíz blanco en 182.43 dólares por tonelada (contrato para julio de 2026). El precio del dólar oscila en los 18.5 pesos y la base probable para julio de 2026 es de entre 50 a 65 dólares, según las estimaciones de productores sinaloenses.

Por lo tanto, el precio de maíz en pesos mexicanos actualmente sería de 4 mil 583.56 por tonelada. Con este precio y un costo de inversión de 60 mil pesos se requerirían 14.18 toneladas por hectárea para sacar costos. El promedio de cosecha en general en parcelas del valle de Culiacán y Navolato es de 12.5 toneladas por hectárea, siempre y cuando existan condiciones climáticas excelentes (tres riegos a las siembras), y si no hay agua suficiente no llega el promedio de cosecha.

Y Juan Martín advierte que el problema se reproduce igual en cada productor local. Lo dice como si fuera una broma, pero por el tono de su voz se entiende el reclamo.

“Amigo, es que no dan las cuentas, nomás no dan. Yo para producir mis 12 hectáreas debo invertir cuando menos 550 mil pesos y me quieren devolver 600 mil, haz cuentas”.

Conduce su viejo Jetta blanco por las calles de Balbuena hasta llegar a la casa ejidal. En la reja de entrada una manta tiene este mensaje:

“Bajo un sombrero de paja y con un sol de 40, José repasa con los dedos, no le salen las cuentas. Si yo sembré la semilla y la regó mi sudor, si le he dado la vuelta al mundo con las ruedas de mi tractor, ahora que tengo el fruto se lo lleva otro señor, y lo que hoy nada vale, mañana triplica el valor. Desde el sillón recolecta el esfuerzo y la labor, sentado en un despacho con su ordenador. ¡Qué poco vale el trabajo de un humilde agricultor!”.

Esa manta la ha desplegado en cada protesta. Recientemente viajó con otro grupo de productores a protestarle al secretario de Agricultura, Julio Berdegué Sacristán, a la Expo Guadalajara, sede del Congreso Internacional Agroalimentario 2025.

Ahí, con pancartas y consignas, el grupo exige a la federación un precio de garantía de 7 mil 200 pesos por tonelada y no los menos de 5 mil ante el riesgo de la caída del precio y un eventual colapso del campo mexicano en caso de que la comercialización se deje al libre mercado.

No hubo respuesta.

La lejanía de la solución

La caída en la producción de maíz blanco obedece a muchos factores, no solamente el agua y la violencia. Entran también las políticas públicas. Enrique Riveros insiste en que una solución sería una justa aplicación de programas de comercialización en lo general.

No todos los agricultores apelan al autoconsumo, por el contrario, en el norte del país es la comercialización la que saca adelante a los cultivos y es ahí donde entran otros factores ajenos a los productores locales.

“Nuestros competidores tienen programas de apoyos muy importantes de parte de sus gobiernos, porque ponen como prioridad la autosuficiencia alimentaria y apoyan mucho a sus agricultores para que eso sea posible, y aquí en México esos apoyos cada vez son más mermados e incluso hasta nulos”, explica Riveros.

Algunas críticas sobre estos apoyos son en la entrega de fertilizantes a productores, los cuales advierten productores que se están desviando o los otorgan a dueños de tierras siembren o no siembren. Además, productores locales señalan no saber cómo funciona el programa Sembrando Vidas, cuál es el impacto.

“También hay un tema de división muy fuerte en donde dicen que los pequeños productores, sobre todo los del sur sureste del país y los grandes productores, que tienen de 6 a 10 hectáreas para arriba, no necesitan esos apoyos y eso es ridículo, entonces creo que habría que regular esta asimetría”.

El silencio gubernamental apenas se rompe con unas declaraciones del gobernador Rubén Rocha Moya, quien señaló en su “conferencia semanera” que solicitará a la presidenta Claudia Sheinbaum que se aseguren recursos en el Presupuesto de Egresos de la Federación para la cosecha de maíz.

“El de la comercialización es un tema central, y no es solamente de Sinaloa, porque el maíz ha tenido problemas, a pesar de que sembramos poco, y podemos tener problemas en la siguiente cosecha, porque los inventarios de maíz en Estados Unidos están muy arriba”, dijo.

Pero siguen sin garantías.

En caso de que el ciclo agrícola tenga el agua suficiente y que la violencia disminuya en la entidad, todavía queda por enfrentar el problema de la comercialización.

Por eso productores como los Lim se preguntan si tiene sentido sembrar maíz. Cada año, desde el 2022, ha venido bajando la cantidad por hectárea sembrada y aumentado la competencia extranjera.

Los productores locales buscan 750 pesos de apoyo por tonelada producida, que debió quedar concluido desde el ciclo pasado, pero aún existen agricultores que no han recibido ese pago. Es decir, no solamente no tienen para invertir, sino que no les han terminado de pagar la cosecha pasada.

“Es como si no quisieran que sembráramos más, amigo. Y como los precios se están viniendo para abajo, nos estamos descapitalizando. No recibimos ni un centavo para sembrar, no a la cosecha, y a lo largo de tres años hay deudas, y es una promesa, no un apoyo”.

Por eso el pequeño pueblo de Balbuena es un ejemplo que ilustra la situación del campo sinaloense. El valle de Culiacán y Navolato representan una tercera parte de lo que se cosecha en Sinaloa, y con cada vez menos productores dispuestos a sembrar maíz blanco, la producción para el siguiente año se verá comprometida a nivel nacional.

En 2023 entre ambos municipios acopiaron poco más del 32% de la producción total de maíz blanco en el estado. Ese año Sinaloa se colocó como el principal productor en volumen y valor de maíz con 6 millones 656 mil toneladas producidas y 37 mil 895 millones de pesos, respectivamente.

Y en 2024 se lograron apenas 4.5 millones de toneladas.

Martín Lim tiene sus máquinas arrumbadas bajo el tejabán. Este año, además de que muy probablemente no siembre, tampoco podrá rentarlas.

“No hay a quién, las tierras hasta las están rentando”, advierte.

Y en los alrededores las máquinas trabajan en dejar preparada la tierra para la siembra de maíz. Siguen, como cada año, a la espera de que algo extraordinario ocurra y les permita sembrar.

FUENTE: PROCESO.
AUTOR: AARÓN IBARRA.

Detienen en Badiraguato a “Chuki”, piloto aviador de “Los Chapitos”

Elementos de las secretarías de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC), de la Defensa Nacional (DEFENSA), de Marina (SEMAR), así como de Fiscalía General de la República (FGR) y Guardia Nacional (GN), cumplimentaron una orden de aprehensión contra Juan Pablo Vargas Báez, alias “Chuki”, por el delito de delincuencia organizada en materia de tráfico de armas.

El sujeto detenido sería piloto aviador al servicio de “Los Chapitos” y/o “Los Menores” y/o “Los Chiquillos”, una facción del Cártel de Sinaloa que lideran Iván Archivaldo Guzmán Salazar, “El Chapito”, y a sus hermanos, Jesús Alfredo Guzmán Salazar, alias “El Güero Moreno” y/o “El Alfredillo”, así como a Joaquín y Ovidio Guzmán López, “El Ratón”, todos hijos del capo sinaloense Joaquín Archivaldo Guzmán Loera, “El Chapo”, estos últimos presos en Estados Unidos.

“Los agentes de seguridad, con el objetivo de reducir los índices delictivos en el estado, realizaron investigaciones sobre un sujeto con funciones de piloto aviador al servicio de un grupo delictivo, con esto localizaron diferentes domicilios y vehículos que utilizaba, además, esta persona contaba con una orden de aprehensión vigente”, indicó el Gabinete de Seguridad Federal, en un comunicado.

“Fue así que los efectivos, al realizar recorridos de vigilancia en la localidad de Surutato, del municipio de Badiraguato, identificaron a Juan Pablo ‘N’, le marcaron el alto, corroboraron su identidad y cumplimentaron la orden de aprehensión en su contra por el delito de delincuencia organizada en materia de tráfico de armas […] Al detenido le informaron sus derechos de ley y fue puesto a disposición de la autoridad que lo requiere, quien determinará su situación legal”, señaló el Gobierno de México.

“En un operativo realizado en Badiraguato, Sinaloa, elementos de @Defensamx1 @FGRMexico y @SSPCMexico detuvieron a Juan Pablo ‘N’, alias ‘Chuki’, identificado como piloto aviador del Cártel de Sinaloa, quien cuenta con una orden de aprehensión por delincuencia organizada en materia de tráfico de armas”, escribió, en su su cuenta de la red social X, Omar Hamid García Harfuch, titular de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana Federal.

FUENTE: SEMANARIO ZETA.
AUTOR: CARLOS ÁLVAREZ ACEVEDO.

Culiacán celebra su 494 aniversario en medio de la disputa entre Chapitos y Mayos

Tras un fin de semana con atentados a policías, un incremento en asesinatos, la ciudad cumple un año más de su fundación en un contexto de violencia por la disputa entre Chapitos y Mayos.

En medio de la disputa que mantienen desde hace más de un año Chapitos y Mayos, Culiacán conmemoró el 494 aniversario de su fundación con la celebración de una misa en la Catedral y un contexto de violencia que mantiene a la capital como una de las ciudades más violentas. 

Previo a la celebración de la misa, autoridades descolgaron una manta que fue colgada en la cerca de la iglesia en donde uno de los grupos en disputa hace señalamientos al otro bando de operar en conjunto con autoridades de seguridad. Otras mantas fueron ubicadas en otros lugares de la ciudad.

Para los festejos de este año una vez más no se realizarán eventos masivos, aunque estos no se cancelan totalmente ya que se celebrarán algunas actividades culturales y en foros menores y con presentaciones con artistas locales. 

Apenas durante el fin de semana último en Sinaloa hubo registro de 16 homicidios dolosos de los cuales 10 se registraron en Culiacán, entre ellos el de una mujer quien murió víctima de las heridas sufridas en un atentado el viernes último. La mujer falleció el domingo producto de las heridas recibidas.? 

Culiacán es además la segunda ciudad con más casos de feminicidio, crimen que mantiene a septiembre como el de mayor incidencia en este año durante septiembre con 16 casos hasta el corte en todo el estado de los cuales 13 se concentran en la zona de Culiacán y Navolato. 

Por otra parte, la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC) dio a conocer los resultados de un cateo de un domicilio en la capital de Sinaloa en donde se registró el hallazgo de dos grandes felinos, así como dos caballos. 

Datos de la Asociación de Zoológicos, Criaderos y Acuarios de México (AZCARM) advierten que han rescatado en la entidad a 16 grandes felinos, sobre todo tigres y leones durante un año de guerra en diferentes cateos en el estado. 

Personal de esta asociación en conjunto con Santuario Ostok han participado en este tipo de rescates en conjunto con autoridades federales, y este fin de semana último brindaron auxilio en el rescate de estos dos tigres, macho y hembra juntos a los caballos.

FUENTE: PROCESO.
AUTOR: AARÓN IBARRA.

Segundo ataque a policías de Culiacán en menos de 24 horas, deja un agente sin vida

En menos de 24 horas ocurre un segundo atentado a corporaciones locales en el mismo sector de la capital de Sinaloa.

Un segundo ataque a elementos policiales en menos de 24 horas se registró este sábado en la capital de Sinaloa, dejando un elemento de la Policía Estatal sin vida, después de resultar herido en un tiroteo con un grupo armado. 

Tras el ataque arribó al sitio el secretario de Seguridad, Óscar Rentería Schazarino en medio de un fuerte despliegue que incluyó agentes con blindaje al rededor del funcionario.

De acuerdo al parte de la Secretaría de Seguridad Pública Estatal (SSPE), el ataque se da en el sector la Conquista cuando patrullas de esta corporación fueron atacadas por hombres armados quienes se resguardaron en un domicilio, donde hallaron armamento y tres vehículos. 

En el ataque resultó herido un agente de esta corporación y falleció más tarde mientras recibía atención médica. 

Este es el agente número 38 en ser asesinado durante este año en Sinaloa. 

La SSPE reportó el lugar de la detención de uno de los agresores, quien además resultó herido, como un domicilio en el que presuntamente se trata de una casa de seguridad. 

Apenas la noche previa un convoy se las policías Estatal y Municipal fueron atacados en Bacurimí, zona en el mismo sector de la Conquista, al poniente norte de la ciudad.

FUENTE: PROCESO.
AUTOR: AARÓN IBARRA.

Desaparecidos en Culiacán: madres buscan respuestas en medio de la guerra del Cártel de Sinaloa

Más de 3 mil personas desaparecidas y 2 mil asesinadas deja un año de guerra interna del cártel de Sinaloa, mientras madres organizadas recorren calles y comunidades en busca de sus hijos e hijas ante la mirada lejana de los ‘punteros’ del narco que todo lo controla.

–Desde que mi hijo desapareció, yo estoy muerta. Muerta en vida. Veo su silla vacía en la mesa… y me derrumbo. Pero luego pienso: tiene cuatro hijos que todos los días me preguntan por él. Y yo quiero darles respuestas. Quiero decirles dónde está su papá.

Es jueves 11 de septiembre, 8 en punto de la mañana. Lorena Gutiérrez, madre de Mario Aristeo Galindo, desaparecido el 30 de abril de 2024 cuando tenía 26 años, se ajusta sobre su cabeza un sombrero negro para cubrirse del sol que empieza a quemar en Culiacán. Ha sido de las primeras en llegar al estacionamiento de un centro comercial, punto de reunión del colectivo Sabuesos Guerreras. Todas las mujeres visten playeras blancas de manga larga con la fotografía de sus seres queridos estampada en el pecho y espalda, acompañada de un número telefónico.

Minutos después, aparecen arriba de camionetas de color gris deslavado los soldados de la Marina: portan aparatosos fusiles de asalto y cinturones cargados de granadas que cruzan el torso. Ellos van a custodiar a la brigada.

Esta vez ni Lorena ni el resto de madres traen picos, palas, ni varillas para hurgar la tierra y olerla en busca de pistas. Hoy cargan, como si acunaran a un bebé, paquetes con las fotografías plastificadas de sus hijos. Durante un par de horas las irán pegando a pie en postes de luminarias y muros en La Palma, una pequeña localidad del municipio vecino de Navolato.

La jornada no será un paseo por el campo. El pueblo está plagado de ‘punteros’, los espías del Cártel de Sinaloa, fracturado desde hace un año en dos bandos enfrentados: ‘chapitos’ y ‘mayitos’. Tampoco el trayecto de algo más de media hora será tranquilo. Lo revelan los silencios de los soldados y los semblantes tensos de las madres, que caminan con la esperanza colgada del cuello, en forma de fotografía.

En una guerra que se ha cobrado en apenas un año 2 mil asesinatos y al menos 3 mil desaparecidos según los colectivos, ellas se niegan a rendirse: siguen buscando.

“A los desaparecidos no se les juzga, se les busca”

Un retén de militares, uno de los cientos que brotan por la ciudad, marca la salida de Culiacán hacia Navolato. Por las ventanillas del coche pasan campos de chile, grano y tomate, que se mezclan en el paisaje con ranchos para bodas y quinceañeras. Algunos lucen abandonados, fantasmagóricos, en mitad de la carretera casi desierta.

El convoy que custodia a las madres buscadoras –y en el que también viajan los periodistas de Animal Político y Noroeste– acelera al cruzar lugares que ya son símbolos de esta guerra. Transita, por ejemplo, por las inmediaciones de Huertos del Pedregal, la finca donde el 25 de julio asesinaron a Héctor Melesio Cuén, ex Rector de la Universidad Autónoma de Sinaloa, y donde uno de los hijos de ‘El Chapo’ secuestró a su antiguo socio, Ismael ‘El Mayo’ Zambada. Luego pasan por Campo Berlín; una pista aérea en mitad de la nada desde donde despegan avionetas para regar sembradíos. Fue desde allí que partió el aparato que llevó clandestinamente a ‘El Mayo’ a Texas, donde ya lo esperaba la DEA. Ambos lugares son considerados epicentros del desastre que hoy vive Sinaloa.

Kilómetros más adelante, la geografía del terror continúa. A eso de las 9:30 am, el convoy se desvía ligeramente hacia la izquierda para continuar hacia Navolato. A la derecha queda Culiacancito, tal y como anuncia un enorme arco de bienvenida. Apenas unos metros antes de cruzarlo, se ve, a plena luz, el cadáver de una mujer tirado en el asfalto junto a una palmera. El cuerpo está rodeado por policías de la Fiscalía, una camioneta del servicio forense, y cintas amarillas que prohíben el paso a la escena del crimen.

Para entrar a La Palma hay que pasar por un camino de terracería bordeado de palmeras y puestitos ambulantes de mariscos. Al llegar, las madres buscadoras bajan cargadas con garrafones de agua y suero. El calor y la humedad son terribles a las 10 de la mañana. Se colocan gorras, sombreros y paliacates en el cuello y comienzan a caminar por el centro del pueblo, donde hay tráfico y la gente se mueve con aparente normalidad.

Lorena Gutiérrez, acompañada de su marido, cuenta que su hijo trabajaba con ella en el negocio que tienen de tacos de camarón en San Pedro, otra pequeña localidad de Navolato. El joven también la ayudaba entregando pedidos a domicilio. De hecho, fue en este lugar, en La Palma, donde desapareció el 30 de abril de 2024, tras recibir un llamado para entregar una orden de tacos. Desde entonces, asegura el matrimonio, no han recibido ni una llamada pidiendo rescate ni extorsión alguna. Ninguna pista, nada.

–Hay una sábana de llamadas con posibles puntos de localización, pero eso es todo –dice Lorena, que le pide a su marido que le pase la primera ficha, en la que aparece un joven sonriente, con lentes, camisa blanca y corbata amarilla, que pegarán en el poste de una luminaria junto a muchas otras de personas desaparecidas.

Tras completar el primer punto del recorrido, los marinos, desplegados para cubrir el perímetro, urgen a las madres a no detenerse demasiado y seguir avanzando. La zona está caliente tras el hallazgo del cadáver en el vecino Culiacancito. Nada más comenzar con la pega de las fichas, un coche se detiene en un paso peatonal; el conductor baja la ventanilla y advierte a un soldado que extremen precauciones. Al parecer, ‘punteros’ del crimen organizado habían estado persiguiendo a los reporteros en motocicletas, sin que éstos se dieran cuenta.

–Está muy pesado acá –comenta Lorena, secándose el sudor de la frente–. Pero aún así, nos animamos a entrar a este lugar. Porque tenemos la esperanza de que alguien sepa algo y haga una llamada anónima con alguna pista.

El grupo de madres avanza hacia el siguiente punto: tres postes de madera junto a una gasera solitaria. Mientras camina sobre piedras y barro, Lorena confiesa que lleva algo más de un año cargando con un desgaste emocional terrible y, de algún modo, se siente culpable por lo sucedido a su hijo.

–Mi hijo era muy confiado. Confiaba en todo el mundo y pensaba que, así como él tenía un gran corazón, la gente también lo tenía. Y no. Ese fue su error. A veces, como madre, me siento culpable, oiga, por no haberle inculcado algo de malicia, por no haberle dicho que no toda la gente es buena ni todo es de color rosa.

Con un suspiro, agrega que está cansada de las críticas y del peso del estigma que enfrentan muchas madres buscadoras, del clásico ‘algo habrán hecho’.

–Mi marido y yo estamos muertos en vida y aún tenemos que cargar con las críticas, con los señalamientos, con que te digan ‘no fuiste una buena madre, no supiste cuidar a tu hijo’. No saben que yo, como mamá, soy súper protectora. Y si yo le marcaba mil veces, él mil veces me contestaba. Pero la gente habla sin saber. Por eso yo siempre digo: ‘a los desaparecidos no se les juzga. A los desaparecidos se les busca’.

 “Culiacán es un infierno”

Sira Patricia Macías busca a Édgar Alejandro Rangel Macías, de 32 años. Mientras pega una ficha con su fotografía en un poste carcomido de madera, junto a un Oxxo, recuerda que su hijo desapareció el 24 de febrero de 2024, hace un año y siete meses. Ese día, tres vehículos llegaron a la vuelta de su casa, en Culiacán, y se lo llevaron a la fuerza con todo y carro. El joven se dedicaba a la renta de vehículos para servicios de Uber.

Desde entonces, al igual que su compañera Lorena, Sira no ha tenido ni una sola pista sobre el paradero de su hijo. Aunque ella sí fue víctima de una extorsión que le dejó más dolor que pérdida económica.

–Me dijeron que lo tenían en Tamaulipas, que les depositara 5 mil pesos y me lo iban a entregar. Yo deposité y fui a donde me dijeron. Estuve espera y espera hasta las 10 de la noche, cuando un hombre me llamó para burlarse. Me decía ‘sí, sí, ahí viene en un taxi’. Pero mi hijo nunca llegó. Solo me quitaron el dinero.

Tras la frase, Sira –pelo largo recogido en una trenza, gorra blanca y lentes oscuros– se une al resto de las madres. En la camiseta blanca, en la espalda, lleva el rostro de Édgar Alejandro dentro de un cuadrado naranja, el emblema ‘desaparecido’ y un lema que reza: “Aunque quieran borrarte de mi mente, estás en la memoria de mi vientre”.

María Candelaria Medina también viste una playera blanca. En el pecho luce la frase ‘hasta encontrarte’, acompañada de una flama anaranjada; en la espalda, la fotografía de su hijo, Alfonso Alberto Palazuelos Medina, desaparecido el 11 de febrero de 2020. Ahora tiene 35 años.

Ese día, un grupo armado irrumpió en su domicilio en Villas del Río. Según testigos, llegaron en dos camionetas, vestidos de negro.

–A la fecha no sé si eran policías o delincuencia organizada –encoge los hombros la mujer, que aprovecha la pausa bajo un toldo para tomar un respiro.

–Se lo llevaron junto a otros amigos. Apareció uno con vida, otro muerto, y otro quedó desaparecido junto con mi hijo, un muchachito de apenas 20 años.

Cuando se le pregunta si la persona que fue localizada con vida no aportó información para esclarecer lo ocurrido, la mujer vuelve a encoger los hombros.

–Tiene miedo de hablar, y se entiende. Ahora todo el mundo en Culiacán tiene miedo, porque la ciudad es un infierno. Solo nosotras, las madres buscadoras, que hacemos lo que sea por nuestros hijos, no tenemos miedo de meternos donde sea para encontrar a nuestros tesoros.

“¡No estás sola!”

Ya casi es mediodía. El calor en La Palma se vuelve insoportable y el ambiente se siente cargado. Las mujeres piden cambiar de punto para pegar las últimas fichas. Los marinos se miran en silencio y acceden. El convoy avanza por la calle principal del pueblo cuando tres motocicletas aparecen y se colocan junto a las camionetas gris artilladas. Pueden ser ‘punteros’, o tal vez solo unos jóvenes rumbo a la tienda. Los soldados los observan tras los pañuelos que les ocultan el rostro. Al llegar al nuevo punto, se vuelven a desplegar y urgen a las madres a terminar rápido.

En un cruce de calles de suelo de terracería, las mujeres llenan una luminaria con las últimas fichas. Ahí, la desesperación rompe a Lorena Gutiérrez. Baja la cabeza y comienza a llorar.

–Te he marcado tantas veces al celular, hijo –susurra, golpeándose suavemente el pecho–. Siempre te decía: ‘¿dónde estás, hijo?’ Y tú me respondías: ‘En tu corazón, mami, en tu corazón’. Y mientras te encuentro, ahí vas a estar siempre. En mi corazón y en el de tu familia.

Al verla llorar, María Candelaria, Sira Patricia, y la docena de madres que integran la brigada se acercan y la abrazan con fuerza. Algunos marinos observan la escena en silencio.

Juntas, se gritan: ‘¡No estás sola, no estás sola!’.

FUENTE: ANIMAL POLÍTICO.
AUTOR: MANU URESTE.

Las otras heridas de la guerra en Culiacán: comercios cerrados, calles vacías y 70 mil mdp en pérdidas

A un año de la guerra interna del cártel, la capital sinaloense arrastra pérdidas económicas millonarias, cosechas menos productivas y un comercio que se repliega temprano ante el miedo.

Son las 18:23. Aún hay luz en las calles de Culiacán, pero la mayoría de los comercios ya bajaron la cortina metálica. A ambos lados de las banquetas se respira un silencio tan denso como el calor que sofoca a la ciudad.

Es 10 de septiembre, un día después de cumplirse un año de la guerra interna del Cártel de Sinaloa, hoy dividido entre ‘chapitos’ y ‘mayitos’. El coche de los reporteros de Animal Político y Noroeste avanza despacio por la Mariano Escobedo, en la colonia Las Vegas. A unas cuadras están la Catedral, el Ayuntamiento y el mercado Garmendia. Por las mañanas es uno de los puntos más bulliciosos de la capital. Ahora, cuando aún no cae la noche, las banquetas están desiertas. Los locales exhiben carteles de ‘Se renta’ o ‘Se traspasa’. Apenas se ve una o dos personas caminando con prisa y semblante nervioso, buscando subir a uno de los pocos microbuses que deambulan por la zona casi vacíos.

El coche continúa transitando, ahora por la avenida Juan Sepúlveda.

Las casas de cambio, las legales, están cerradas. Las ilegales, también. Las clínicas privadas, lavanderías, panaderías, cafés, ópticas, tienditas de abarrotes… Todo está cerrado.

Solo algunas taquerías, fonditas de barrio o restaurantes de sushi —una de las comidas predilectas de Culiacán—, permanecen abiertos. Aunque tampoco tardarán en bajar la cortina: antes de las 21:00 horas, los meseros habrán cobrado presurosos las últimas cuentas y colocado las sillas sobre las mesas, como parte del toque de queda autoimpuesto por la ciudadanía.

Así ocurrió en este recorrido, en una sucursal de una famosa cadena de comida japonesa ubicada muy cerca del centro comercial Forum. Ahí, el 24 de marzo, unos desconocidos esparcieron restos humanos en el estacionamiento, a un costado de un hotel y frente a un restaurante de lujo. La cadena recortó su horario de cierre, como han hecho muchos otros establecimientos en una ciudad que se ha quedado prácticamente sin vida nocturna: muchos locales que antes ofrecían cenas y diversión con bebidas, ahora tienen tardeadas y desayunos. Y no muy temprano, porque los delincuentes instalan retenes durante las primeras horas del día.

Son casi las 19:00 horas. El sol se va apagando entre destellos rojizos y la ciudad de los 2 mil asesinatos y más de 2 mil desaparecidos en un año de guerra se encierra sobre sí misma. Las calles quedan sumidas en un silencio pesado, hermético.

Es el silencio que deja la guerra.

El silencio del miedo.

“No sabemos si correr o bajar la persiana”

Óscar Sánchez, presidente de la Unión de Comerciantes de Culiacán y coordinador del Frente Ciudadano Primero Culiacán, recibe a los reporteros afuera de un pequeño local del centro histórico, un día después del recorrido por los comercios. Son poco más de las cuatro de la tarde.

—En la ciudad ya hay una cierta reactivación social —dice de pie, sobre una banqueta por la que caminan decenas de personas—. Se ve un poco más de gente en las calles. No porque nos sintamos seguros —matiza, levantando el índice—, sino por el hartazgo de estar encerrados.

De inmediato contrapone:

—Pero esa reactivación social no se ha traducido en reactivación económica. No hay circulante de dinero y los apoyos gubernamentales y los programas sociales no están siendo suficientes.

El saldo de la violencia en los empleos y el sustento de cientos de miles de personas es profundo. Según la Unión de Comerciantes, más de 20 mil micro, pequeñas y medianas empresas se han visto afectadas por la crisis de inseguridad. De ellas, hasta 15 mil han cerrado definitiva o temporalmente, tanto en Culiacán como en municipios vecinos —Navolato, Elota, Eldorado— y Mazatlán.

En Navolato, por ejemplo, en un recorrido por el mercado de abastos Miguel Hidalgo, en el centro de la localidad, se contabilizan al menos once puestos con las persianas bajadas. En otro de los laberínticos pasillos, otros siete. Solo un par de días más tarde del recorrido, la noche del 13 de septiembre, un adolescente de 15 años fue asesinado a balazos frente a una llantera de esta localidad.

—Con la violencia han caído un 70 por ciento las ventas. Y hasta poco me parece —asegura María del Carmen López, comerciante en el Mercado Hidalgo de Navolato.

—No se puede trabajar así. Vivimos estresados por llevar un taco a la mesa. No sabemos si correr… o bajar la cortina —lamenta la mujer.

De regreso al centro de Culiacán, Óscar Sánchez señala que, a un año, el balance de pérdidas, con cifras de Coparmex y otros organismos empresariales, es de al menos 70 mil millones de pesos.

—Claro, el Gobierno va a decir que no es cierto, que son menores. Pero aquí incluimos el comercio informal, que en Sinaloa es alrededor del 50 por ciento. Y ese comercio —la señora que vende comida frente a su casa, el pequeño local— ha sido el más golpeado por esta oleada de violencia.

En la avenida General Juan Carrasco del centro, el comerciante Marco Flores recuerda su historia frente a la persiana metálica de un local que cerró en enero, tras 20 años de su vida dedicada a esa tienda.

—Con la violencia, vino el declive total. Bajó mucho el flujo de clientes. Ya no podíamos pagar la renta, la luz, agua, teléfono, seguro, empleados… —enumera.

Intentaron apoyarse en ventas en línea y a domicilio, como en la pandemia. Tampoco funcionó.

—Llegó un momento en el que dijimos: “Hasta aquí. Ya no aguantamos más”. De hecho, aún sigo pagando rentas atrasadas.

Extiende el brazo y señala la calle.

—Mira, puedes verlo. No fui el único que no aguantó…

A su alrededor, al menos otros cuatro locales muestran persianas bajadas y carteles amarillos de ‘Se renta’. Muy cerca, un pequeño comerciante se apresura a cubrir con una lona azul su puesto de colgantes y gorras. Son casi las 18:00 horas, mira nervioso la hora en su reloj. La noche, y la oscuridad, se le echa encima.

—Estamos viviendo una psicosis —exhala cansado—. No solo es que no vendemos, que no alcanzamos para sostener a la familia. Súmale el miedo de salir de casa. Estar en el centro es relativamente seguro. El problema es llegar y regresar.

Además, aunque al parecer el tema de las extorsiones no era algo que preocupara a los comerciantes ni empresarios de Culiacán, pues las personas entrevistadas coinciden en apuntar que antes de la división del cártel no era común, ahora comienzan a escucharse testimonios denunciando este delito.

La Unión de Comerciantes tiene registro de que se están produciendo entre ocho y veinte llamadas telefónicas de extorsión. Mientras que al menos mil comerciantes han sido despojados de sus vehículos, de los 7 mil casos que hay en la entidad a un año de la guerra.

Ni el campo se libra

La violencia también golpea al campo. Enrique Riveros, ex presidente de la Asociación de Agricultores de Río Culiacán, y consejero agrícola de Coparmex Sinaloa, lo explica en entrevista.

—Antes, no se vivía esta problemática. Pero, con esta guerra, ya no hay lugar seguro. Ni siquiera el campo —afirma.

Los agricultores han reducido también horarios y la producción de hortalizas como tomate, maíz o ejote. Es común, dice Riveros, que en las carreteras rurales encuentren retenes del crimen organizado, donde son despojados de vehículos, agredidos o amenazados.

—Ha habido agarrones muy violentos dentro de los campos. Y pues los trabajadores tienen miedo, los patrones tienen miedo, y todos tenemos miedo. Es muy difícil trabajar en estas condiciones —lamenta Riveros.

La economía de Culiacán, Sinaloa, late hoy entre persianas metálicas cerradas, letreros de ‘Se traspasa’, cosechas en riesgo y miles de familias que se debaten entre el miedo y la necesidad.

La guerra no solo ha dejado calles vacías y en silencio al caer la noche: también fracturó el sustento de millones de hogares.

FUENTE: ANIMAL POLÍTICO.
AUTOR: MANU URESTE.

Los niños de la guerra: ir con miedo a la escuela en Culiacán

Más de 60 niños, niñas y adolescentes asesinados en un año, escuelas de luto y menores que confiesan su miedo, así la guerra interna en el Cártel de Sinaloa que alcanza los salones de clase.

—En la vida, lo normal es que los hijos entierren a sus padres. Pero cuando una madre es la que entierra a sus dos niños asesinados… la ciudad entera llora de dolor. Tiembla.

Tras la sentencia, Víctor Manuel Aispuro, director de la escuela primera Sócrates –una de las más emblemáticas de Culiacán–, respira hondo y esboza una sonrisa trémula. Han pasado ocho meses desde la tragedia, pero asegura que la ciudad sigue conmovida y la escuela permanece de luto por Gael y Alexander, los hermanos de 9 y 12 años asesinados a balazos en una guerra del cártel de Sinaloa que, a su corta edad, eran incapaces de comprender.

Todo ocurrió el 19 de enero. Esa noche, el estadio de Los Tomateros –el equipo insignia de la capital sinaloense– estaba lleno para ver el partido contra Cañeros de Los Mochis. Las autoridades habían llamado a la población a recuperar la normalidad y salir a las calles, aunque las balaceras entre ‘mayitos’ y ‘chapitos’, facciones del Cártel de Sinaloa enfrentadas desde septiembre de 2024, seguían brotando por distintos puntos de la ciudad.

La familia de Gael y Alexander respondió al llamado y fueron al ‘diamante’. Tras el partido, subieron a su camioneta para regresar a casa: los dos niños, su hermano adolescente de 17, y sus padres, Antonio y Miriam.

En la avenida Agricultores, a la altura del fraccionamiento Los Ángeles, la rutina familiar se quebró. Antonio se dio cuenta de que hombres armados los seguían, muy seguramente para robarles el vehículo. Un caso más de los 7 mil registrados desde que inició la guerra. Pero, según los reportes policiales, el hombre no se detuvo. Aceleró en busca de proteger a su familia.

Los criminales, entonces, abrieron fuego.

Antonio murió al instante, alcanzado por varias balas.

Gael falleció un día después en un hospital.

Alexander lo hizo al día siguiente.

Miriam y su hijo adolescente sobrevivieron.

Antonio pasó a engrosar la estadística de 2 mil homicidios en Sinaloa durante el primer año de guerra interna del cártel. La muerte de los hermanos se sumó a otra cifra: 66 menores de edad han perdido la vida en esta disputa que no perdona ni a los niños. Apenas dos meses más tarde, la pequeña Dana también quedó atrapada en una balacera entre criminales. La trasladaron de urgencia a un hospital en un coche agujereado por las balas. Ahí murió poco después. Tenía 12 años.

 “Mi hija no merece vivir con miedo”

Son las 8:50 horas del 12 de septiembre. Los niños y niñas de entre 5 y 12 años ya están en sus salones de la primaria Sócrates, ubicada en el centro de Culiacán, a un par de cuadras del estadio de los Tomateros.

Vestido con una camisa azul clara de manga corta, jeans y tenis, el director del plantel, Víctor Manuel Aispuro, se coloca bajo un porche que lo resguarda del sol, todavía tibio pero a punto de volverse el habitual plomo fundido. A sus espaldas, una puerta con dibujos de cuatro pequeños da la bienvenida con un gran letrero. Junto al marco, unos trípticos enseñan a los alumnos qué partes de su cuerpo pueden ser tocadas y cuáles no.

—Todavía estamos en un proceso de reconstrucción que nos duele mucho —asegura apenas empieza la entrevista con los reporteros de Animal Político y Noroeste—. Llevamos un tratamiento tanatológico con los maestros y con los niños. Aún no superamos la pérdida de Gael y Alexander. Eran muy cariñosos, les encantaba venir a la escuela. Aunque estuvieran enfermos, querían convivir con sus amiguitos. Les gustaba hacer deporte.

Señala con la barbilla la pequeña explanada que lleva hasta la puerta principal. A un costado, cerca del busto de Sócrates, está la cancha de futbol. Allí, sus compañeros levantaron un altar con dulces, juguetes y hasta monedas para los hermanos asesinados. Lo retiraron al terminar el pasado ciclo escolar.

Víctor Manuel hace una pausa. Sonríe. No quiere que la emoción le gane.

—En su inocencia, los niños les dejaban moneditas para que fueran a la tiendita a comprar. Algunos, en su fantasía de dolor, dicen que los han visto jugar en el patio. Es su manera de expresar que sus compañeros no debieron irse tan pronto. No les tocaba.

Dentro de la escuela, una mujer de unos 60 años funge como veladora. Con polo rojo claro, cubrebocas negro y sentada en un pupitre, vigila la entrada y responde cuando alguien toca el timbre. Afuera, no hay patrullas ni retenes militares, a diferencia de otros puntos de la ciudad donde la presencia armada es muy cotidiana. El director dice que no es tan necesario: la escuela no es el problema en la seguridad de los niños. Aunque, de todos modos, tienen protocolos y practican simulacros en caso de un ataque armado en las inmediaciones de la primaria.

—Cuidamos la escuela entre todos. Y si llamamos, la autoridad llega rápido. Pero el riesgo no está aquí. El riesgo está en el camino de la escuela a la casa, y viceversa. No hay seguridad para nadie… Y en esta guerra hay niños que están muriendo.

Recuerda, por ejemplo, el caso de la madre de una alumna que vive en la colonia Las Coloradas. Hace poco lo llamó para decirle que pensaba dejar de llevar a la niña y salir de Culiacán. No es la única: en un año de guerra, al menos 142 familias –351 personas, en su mayoría de comunidades rurales como Tecolotes, Piedras Blancas o Caminaguato– han abandonado sus hogares, según un reporte de la Secretaría del Bienestar estatal publicado por la Revista Espejo.

—Me dijo: “Tengo mucho miedo. Todos los días hay balaceras por donde vivo. Todos los días escucho disparos y gritos. Mi hija no merece vivir así”.

A la Sócrates llegan a diario cientos de niños de hasta 100 colonias distintas: de Las Coloradas a Culiacancito, pasando por la Miguel Alemán, Loma de Rodriguera, Alturas del Sur, la Rafael Buelna o el centro.

—Es muy raro que un papá o una mamá no me avise por la mañana: “Hoy no llevaremos al niño porque hubo una balacera y las calles están cerradas”. O: “No llegamos porque balearon una casa en mi calle”. Todos los días pasa algo. Por eso, en los chats que tenemos con los padres, cuando veo que la situación está difícil les digo: ‘Hoy está muy peligroso, tomen precauciones”.

De hecho, ha habido jornadas en las que las balaceras, los asesinatos y las persecuciones han sido tan intensas que en ese chat con 300 familias piden activar la modalidad de “escuela en línea”, para que los niños reciban clases en casa mediante Zoom, Skype o Whatsapp. Como en los peores días de la pandemia de Covid 19.

—Las clases en línea no son lo ideal. Los niños aprenden menos y el horario es muy desgastante para el maestro, que empieza a las ocho y no sabe cuándo termina. Son cansadas y agotadoras. Pero ante esta situación, lo hacemos con gusto —admite resignado el director.

 “Tengo miedo”

Son las 9:30. De vez en cuando se abre la puerta de un salón y aparecen niños de pelo ensortijado y sonrisas traviesas. Corren por el pasillo, saludan a la cámara y desaparecen entre risas y jugando entre sí. El director baja la voz, les devuelve el gesto con la mano y una sonrisa, y espera a que se alejen para continuar con la entrevista.

—Hay niños que llegan llorando, no porque no quieran venir a la escuela, sino porque tienen miedo de que sus padres puedan ser asesinados o secuestrados. Todos tenemos miedo, la verdad. Los maestros también. Estamos cansados. Queremos vivir en paz. No queremos que nos arrebaten a un niño más —hace hincapié el director de la primaria, que el día de la entrevista acababa de llegar de Ciudad de México. Ahí viajó con otros ciudadanos y activistas para solicitar una audiencia con la presidenta, Claudia Sheinbaum Pardo, quien no los recibió, aunque sí fueron escuchados en el Senado de la República. Ahí plantearon, entre otras cosas, que más allá de los 6 mil soldados patrullando las calles, se necesita “una estrategia que utilice la tecnología y la inteligencia para detener esta guerra”.

El docente cuenta que apenas una semana previa se vivieron momentos de pánico por una balacera en las inmediaciones de otra escuela primaria, en la periferia de Culiacán.

—Atacaron a una persona. Y, de nuevo, los niños entraron en pánico. Todos estaban tirados pecho a tierra.

El 19 de septiembre, solo una semana después de esta entrevista, un grupo armado irrumpió en la Escuela Técnica Secundaria ‘Profesor Enrique Romero’, en el sector Bellavista. Incendiaron la biblioteca, causaron destrozos en la tienda escolar, la cocina y en la dirección general, y dejaron mensajes dirigidos a un grupo criminal. Eran las seis de la mañana, poco antes del inicio de clases.

Se trata de sucesos que se suman a una lista cada vez más larga y que se acumula en la memoria de niños y niñas atrapados en la guerra de un cártel. Nadie sabe todavía cuál será el impacto en su salud mental. A la violencia se añade otra pérdida: la orfandad. Entre las más de 2 mil personas asesinadas en un año de crisis de inseguridad en Sinaloa también hay madres y padres de familia.


En un cambio de clase, Víctor Manuel invita a pasar a un aula. Es un salón típico de primaria: mesas y sillas en tres filas, mochilas y bolsas colgadas de los respaldos, letras de colores del abecedario en una pared, dibujos de dinosaurios y de Toy Story en otra. Cuadernos y lápices dispersos sobre los pupitres completan la escena.

La maestra, que enseña sumas y restas, lleva una diadema con un micrófono. Habla con una mezcla de tono dulce, pero con autoridad. Los niños, de unos 6 años, guardan silencio. Aunque siempre hay alguno distraído al que hay que llamar al orden.

De pronto, uno rompe en llanto. Viste uniforme, como el resto: pantalón azul marino, polo blanco. Llora con rabia, con la cabeza hundida entre sus brazos sobre el cuadernillo de Matemáticas.

Cuando se le pregunta a la maestra, ella acaricia maternal su pelo alborotado y explica que esa mañana llegó con un fuerte dolor de garganta.

Sin embargo, al preguntarle directamente al niño, éste levanta la cabeza, enjugándose las lágrimas, y responde.

—Tengo miedo.

FUENTE: ANIMAL POLÍTICO.
AUTOR: MANU URESTE.

Matan a jefe de farmacia de hospital del IMSS en Culiacán; agresores hieren a menor tras robar auto y huir

El asesinato del jefe de farmacia de un hospital y la agresión al vehículo donde viajaba la nieta del gobernador de Sinaloa, ocurrió mientras el Gabinete de Seguridad federal se encontraba en la entidad.

Luis Omar “N”, jefe de farmacia del Hospital Regional del IMSS No. 1 en Culiacán, Sinaloa, fue asesinado a balazos la tarde de este martes 23 de septiembre, en un hecho en el que resultó herido un menor de un año y tres meses de edad.

El homicidio ocurrió en las inmediaciones del Colegio Sinaloa, sobre la calle Río Humaya, en la colonia Guadalupe, cuando la víctima había salido del hospital y se dirigía a su vehículo. Fue entonces cuando fue atacado por sujetos armados.

De acuerdo con los reportes, al momento de huir, los agresores despojaron a una mujer de su vehículo, y durante el robo el menor de edad resultó herido por una esquirla. Sin embargo, se reporta fuera de peligro tras ser atendido por elementos del Ejército, quienes lo trasladaron a un hospital.

Al lugar llegaron militares y policías de diversas corporaciones, mientras que elementos de la Fiscalía General del Estado (FGE) iniciaron las investigaciones correspondientes por el asesinato del jefe de farmacia.

Esto ocurrió casi a la par de un “intento de despojo de camioneta” —de acuerdo con el gobernador Rubén Rocha Moya—, en la que viajaba su nieta y por lo cual resultaron heridos agentes de seguridad asignados como escoltas.

Cabe destacar que los mencionados hechos sucedieron mientras el Gabinete de Seguridad federal, encabezado por el secretario Omar García Harfuch, realizaba su quinta visita al estado para atender el tema de inseguridad.

Tan solo este martes, en la entidad se registraron tres carpetas por homicidio doloso, dos por feminicidio, diez robos de vehículo y tres denuncias por privación de la libertad, de acuerdo con la FGE.

Desde septiembre de 2024, la entidad atraviesa una crisis de violencia derivada de disputas entre Los Mayos y Los Chapos, facciones internas del Cártel de Sinaloa, que ha dejado 2,048 homicidios dolosos, más de 2,000 personas privadas de la libertad, 7,329 vehículos robados, 1,756 personas detenidas y 116 abatidas.

FUENTE: ANIMAL POLÍTICO.
AUTOR: REDACCIÓN.

Investigan el ataque a nieta de Rocha Moya; apunta a robo de auto, dice CSP

El Gobernador de Sinaloa, Rubén Rocha Moya, informó que la camioneta donde viajaba su nieta fue atacada a balazos el martes; la hipótesis principal es un intento de robo, dijo Sheinbaum, pero no descartan ninguna teoría.

La Presidenta Claudia Sheinbaum Pardo dijo esta mañana que el robo del vehículo es la hipótesis principal en la investigación del ataque a tiros de un comando contra la camioneta donde viajaba la nieta del Gobernador de Sinaloa, Rubén Rocha Moya, episodio en el que resultaron heridos dos de sus escoltas.
"Estuvo el Gabinete justo en Culiacán, van a ir cada 15 días y lo están haciendo. Ya estaban aquí cuando ocurrió esta lamentabilísima situación, esta agresión. Se está investigando la causa, parece que la causa fue el robo del vehículo. No necesariamente está vinculada con la familia, pero de todas maneras se hacen todas las investigaciones", explicó Sheinbaum en su conferencia de prensa de este miércoles.
"Iba manejando un escolta y había otra persona en el vehículo. Hubo agresión contra estas personas, hasta ahora lo que se mencionó en el Gabinete es que parece ser robo de la camioneta. De todas maneras no se descarta ninguna hipótesis y la Fiscalía tiene que hacer todas las investigaciones con el apoyo del Gabinete de Seguridad", reiteró la mandataria.
De acuerdo con las autoridades locales en Sinaloa, la unidad era resguardada por dos escoltas adscritos a la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) estatal, quienes recibieron varios impactos de bala y fueron trasladados de inmediato a hospitales cercanos de la entidad, donde permanecen bajo atención médica.

El Gobernador detalló que la agresión se derivó de un intento de despojo de la camioneta en la que viajaba su familiar y los elementos de seguridad, por lo que mantiene coordinación con las fuerzas federales para hacer frente a los hechos de violencia en la región.
"[Sobre] la agresión sufrida a elementos de la SSP Sinaloa en Culiacán, derivada de un intento de despojo de camioneta, informo que los agentes lesionados ya reciben atención médica. En el vehículo viajaba mi nieta, quien resultó ilesa. Seguiremos trabajando con firmeza para garantizar la seguridad de la ciudadanía, escribió el mandatario local en X, antes Twitter.
Por su parte, la Secretaría de Seguridad Pública de Sinaloa precisó en un comunicado que los elementos heridos pertenecen a la Dirección de Servicios de Protección. Asimismo, detalló que uno de ellos, identificado como José “N”, se encuentra en estado grave, mientras que su compañera resultó sólo con heridas leves tras el ataque.
"Los elementos lesionados ya reciben atención médica", indicó la dependencia ante los hechos. En la agresión también resultó afectado un autobús de pasajeros que transitaba por la zona, el cual recibió varios disparos en la unidad. A pesar de los daños, las autoridades confirmaron que los pasajeros del camión se encuentran a salvo.
A raíz de los hechos, fuerzas del Grupo Interinstitucional —integrado por el Ejército Mexicano, la Guardia Nacional (GN), la Marina, la Fiscalía General de la República (FGR) y la Policía Estatal Preventiva— desplegaron un operativo de seguridad en el área para controlar la situación y preservar el orden.

Durante las labores, las autoridades localizaron decenas de casquillos percutidos de diferentes calibres esparcidos en el asfalto, los cuales fueron asegurados como evidencia. Con ello, la Fiscalía General del Estado (FGE) abrió una carpeta de investigación para esclarecer el incidente y dar con los presuntos responsables.

Este nuevo acto de violencia ocurre en medio de la visita del Secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, Omar García Harfuch, quien encabezó en Culiacán la sesión del Gabinete de Seguridad realizada en la Base Aérea Militar Número 10.

El ataque se suma a los recientes enfrentamientos registrados en distintas zonas de Sinaloa, los cuales se han intensificado desde septiembre de 2024 a raíz de la disputa entre las facciones conocidas como “Los Chapitos” y “Los Mayitos”, pertenecientes al Cártel de Sinaloa.

El robo de autos se dispara en los últimos meses en Sinaloa

De acuerdo con las cifras oficiales de la Fiscalía General del estado de Sinaloa, el robo de autos ha explotado sobre todo en los últimos 12 meses. En el primer semestre de 2024 se registraban entre 200 y 250 robos de vehículos al mes, un delito que no suele tener una cifra negra elevada.
Pero a partir de septiembre de 2024 los casos explotaron: pasaron a casi 600 mensuales. En febrero de 2025, la cifra más baja del año, se registraron 561 robos de vehículos. Pero en mayo pasado hubo hasta 694 casos. El promedio de robos por mes este año es de 581.
En los primeros ocho meses del año, se han registrado 4 mil 648 casos de robos de vehículo, ya por encima de todo el 2024, cuando se registraron 4 mil 018 casos en los 12 meses de 2024. Las cifras de este año no se veían desde el periodo 2017-2018.

FUENTE: SIN EMBARGO.
AUTOR: REDACCIÓN.

Hospitales en la mira: la violencia entró a las salas de Urgencias en Culiacán

Los ataques armados contra el Hospital Civil y el nuevo Hospital General de Culiacán evidencian que la guerra del narco se extendió a las salas donde debería preservarse la vida. La ciudad vive entre retenes militares, rumores de sicarios disfrazados de médicos y un miedo que se instala en las salas de espera de Urgencias.

—Hijo, vente para el hospital. Asesinaron a tu papá. Lo mataron.

Carlos Alberto, de 38 años, baja la mirada hacia el suelo.

Con voz apagada recuerda que esa frase lapidaria de su madre es lo poco que conserva con claridad de la llamada en la que le anunció que su padre, Rubén Céspedes, un comerciante de frutas y verduras de 61 años que se vestía de payaso para ir a las rancherías pobres a enseñar a los niños la palabra de Dios, se había convertido en una de las más de 2 mil víctimas que suma la guerra interna en el Cártel de Sinaloa.

Eran las 21:00 horas del viernes 29 de agosto cuando recibió la llamada. Mientras trabaja en su pequeño local de pollos rostizados, Carlos relata que ese día su tío abuelo estaba internado en el Hospital Civil por una afección, y que sus padres habían ido a visitarlo. Tras pasar un rato con él, salieron a tomar el aire y se sentaron en una banca de piedra de color verde, afuera del área de Urgencias.

Su madre, cansada, se recostó en la banca.

Minutos después, a eso de las 19 horas, un vehículo avanzó por la Avenida Álvaro Obregón, en la colonia Tierra Blanca, a un kilómetro escaso de la Catedral y el centro histórico, una de las zonas más vigiladas de la ciudad, con cámaras, policías y soldados. El coche se detuvo frente a los arcos blancos del hospital y, desde las ventanillas, brotaron ráfagas de plomo. Los disparos destrozaron dos autos estacionados y dejaron decenas de impactos en la fachada. Rubén no tuvo la suerte de su esposa: primero fue gravemente herido y poco después murió junto a otros dos hombres y una mujer que conversaban en los soportales. Otras dos mujeres, una de ellas una menor de 13 años, quedaron lesionadas.

—Justo le iba a mandar un mensaje a mi padre para ver cómo estaba, cuando me marcó mi mamá en estado de shock. Me repetía… ‘asesinaron a tu papá’. Mi esposa me vio y me preguntó: ‘¿Qué tienes?’. Me cambió el color de la piel. Me puse pálido, amarillo.

El ataque en el Hospital Civil ocurrió apenas unas horas antes de otros atentados contra hospitales de la capital. En una clínica privada del centro, sicarios entraron y asesinaron a balazos a un paciente de 20 años. Y en el nuevo Hospital General –el nosocomio público más grande e importante de la capital– dos hombres disfrazados de personal médico burlaron los filtros de seguridad y asesinaron a un joven de 21 años internado por una herida de bala. Como en las series de narcos, fueron a rematarlo. Luego huyeron con todo y disfraz.

Por la cercanía de los hechos, analistas sospechan que se trató de ‘ajustes de cuentas’ entre las dos facciones del Cártel de Sinaloa: los ‘mayitos’ y los ‘chapitos’, bandos criminales enfrentados tras la captura de Ismael ‘El Mayo’ Zambada.

Desde hace un año, con esa fractura como punto de partida, han convertido la capital y los municipios de alrededor en su campo de batalla. El saldo hasta ahora: más de 2 mil asesinatos, otros 2 mil desaparecidos oficiales y un daño emocional incalculable en una población que ha visto cómo la muerte alcanzó incluso los pasillos donde debería preservarse la vida: los hospitales.

La fe y la resignación

Son las 17:30 horas del 11 de septiembre. No han pasado ni 15 días del asesinato de su padre y de otras tres personas en el hospital. Carlos, que raspa con una espátula los restos de grasa incrustados en la parrilla de su local de pollos, dice que está dolido, pero tranquilo. Cristianamente resignado.

—Fue injusto que mataran así a mi papá. Él ni la debía ni la temía —afirma mientras se alza la visera de la gorra negra y se enjuga el sudor con el dorso de la mano izquierda. El termómetro marcó más de 35 grados en Culiacán durante todo el día, amplificados por el carbón al rojo vivo de la parrilla.

—Tal vez esas gentes pensaron que todos los que estaban fuera del hospital eran familiares de personas malas que podían estar internadas también —encoge los hombros—. Parece que ahora la delincuencia hace eso: ir a los hospitales a rematar a la gente. Pero mi padre no tenía nada qué ver con el narco. Nada.

Tras la sentencia, el hombre vuelve a acomodarse la gorra. Por la calle contigua pasa un convoy de militares, a los que ve de soslayo. Abre la nevera azul sobre la mesa frente a la parrilla y saca las tortillas sobrantes de la jornada, ya retorcidas y duras. Aunque entre sus clientes suelen estar los más de 6 mil soldados que patrullan la ciudad, hoy no fue un gran día de ventas. Como no lo es casi ninguno desde que estalló la crisis de violencia en Culiacán.

Además de llenar las calles de balaceras, muertos y desaparecidos, la guerra alteró la vida cotidiana: cambió los horarios de salida, y forzó a muchos a cerrar sus negocios, o a cerrarlos mucho más temprano. Carlos lo hace. Prefiere evitar problemas con los criminales, quienes ya intentaron extorsionarlo.

Un día –hace una pausa en la narración del suceso en el hospital– llegaron a su local en la colonia Aquiles Serdán y le ordenaron que les diera “internet y luz” para instalar una cámara clandestina en la entrada. No pudo negarse. La cámara permaneció ahí un tiempo hasta que fue retirada en un operativo policial. Hasta el 17 de septiembre, la Secretaría estatal de Seguridad reportaba 2 mil 619 cámaras decomisadas, conectadas a comercios y viviendas de la ciudad, como la pollería de Carlos. Así es como los grupos criminales controlan y espían los movimientos de los rivales, ciudadanos y fuerzas de seguridad.

—Mi papá no tenía que haber estado en el hospital en ese momento —dice de vuelta al tema—. Pero, al final –encoge los hombros–, reconocemos que Dios es soberano. Y si Él decidió llevárselo de esa manera… pues duele mucho, pero lo aceptamos.

Durante la entrevista, Carlos menciona varias veces a Dios. Él y su familia son creyentes, igual que Rubén. Padre e hijo solían ir juntos a las vías del tren para entregar comida a migrantes indocumentados rumbo a Estados Unidos. También ayudaban a personas en situación de calle. Y Rubén, además, se vestía de payaso los domingos para ir a los campos de tomate y a las rancherías a predicar la palabra de Dios con los niños.

— A mí siempre me ha gustado ayudar a las personas —comenta Carlos, ya sentado en una silla de plástico en el comedor de su casa—. Pero él era otra cosa. Yo siempre quise tener su corazón. Porque a mi padre lo podían maltratar o lo podían lastimar, pero nunca guardaba rencor. Me enseñó que hay que amar a las personas como a uno mismo. Como uno ama a Dios.

Por eso, aunque estaba enfermo de los pulmones, Rubén fue aquella noche al hospital, para acompañar a su esposa y relevarla en el cuidado del familiar.

Nunca pensó que la violencia, esa misma de la que tanto insistía a sus hijos que se cuidaran, lo alcanzaría tomando el fresco en la puerta de una clínica; un lugar que, hasta ese momento, se suponía seguro, pero que en Culiacán ya es otro frente de guerra.

—No nos dieron la oportunidad de despedirnos de mi papá. Y a él no le dieron la oportunidad de cumplir el sueño que tenía de hacerse una cabaña en Mazatlán. Por eso tenemos tristeza, rabia y resignación, por ese vacío que nos deja.

Carlos apoya la espalda en el respaldo de la silla. Tiene entrelazados los dedos de las manos cubiertas de tizne del carbón.

—Pero siento que esto que nos ha pasado va a fortalecer nuestra fe. Nos va a dar fuerza para seguir compartiendo esperanza a otras personas que han vivido lo mismo que nosotros, el mismo dolor. Porque ese es el legado de mi padre que quiero honrar: transmitir un mensaje de esperanza, de que vamos a salir adelante —expone Carlos, que, no obstante, cuando se le pregunta si no ha pensado en desplazarse del estado por la violencia, encoge los hombros con una sonrisa triste.

—Lo he platicado con mi esposa. La verdad, estamos cansados, tanto mental como espiritualmente. A veces, siento que sí sería lo mejor por la niña que tenemos. Pero aún no lo decidimos —concluye.

Urgencias bajo amenaza

A las 19:45 de la noche, la oscuridad ya cubre Culiacán. Tras entrevistar a Carlos, los periodistas de Animal Político y Noroeste recorren la colonia Tierra Blanca y desembocan en la Álvaro Obregón, la avenida que tomaron los sicarios para llegar al Hospital Civil la noche del 29 de agosto.

Muy poco después del atentado, el 1 de septiembre, la fachada de Urgencias fue resanada y pintada a toda prisa. Como si alguien quisiera borrar cualquier vestigio de la balacera y las muertes. En el lugar aún quedan cicatrices: una vela consumida al pie de la banca donde asesinaron a Rubén y un grueso impacto de bala mal cubierto por un pegote de yeso.

Esta noche, por la entrada de Urgencias se ve entrar y salir a personas, pero ninguna ocupa las bancas de piedra que también son maceteros. Ni siquiera la presencia de un retén del Ejército con seis soldados fuertemente armados inspira confianza. Rodean en silencio a un enorme ‘Ocelot’, el vehículo táctico de alto blindaje y torreta con cañón que la Sedena presentó como su nueva joya durante el desfile del 16 de septiembre pasado, el de 2024.

Pero ni el blindado ni los más de 6 mil militares desplegados en la ciudad dan tranquilidad. La ciudadanía entrevistada se queja de que, pese a retenes, armas largas y blindados, los asesinatos y ataques de alto impacto no cesan.

—Llevábamos unas semanas algo más tranquilas. Estábamos avanzando paso a pasito, pero cuando ocurren hechos de muy alto impacto, como las balaceras y masacres en los hospitales, de nuevo cae en picada la percepción de seguridad y la gente vuelve a encerrarse en sus casas —apunta en entrevista Óscar Sánchez Beltrán, presidente de la Unión de Comerciantes de Culiacán.

—Ya no salimos de casa, menos por la noche. Y no salimos porque es peligroso. Te pueden quitar el carro, o te puede tocar una balacera. Es más, ir a un hospital ya se ha vuelto algo muy peligroso —añade Víctor Manuel Aispuro, director de una escuela primaria que sigue de luto por la muerte en enero de este año de dos de sus pequeños alumnos. Ambos fallecieron junto a su padre tras ser interceptados por hombres armados en el fraccionamiento Los Ángeles. Les dispararon a quemarropa sin mediar palabra.

Los criminales tampoco parecen muy intimidados. Siguen llevando su guerra a escenarios tan insospechados como las escuelas o los hospitales, que acumulan seis ataques armados en un año de enfrentamientos al interior del cártel, según confirmó la Secretaría de Salud estatal a inicios de septiembre.

Tres días antes del recorrido, el 8 de septiembre, los reporteros acudieron al nuevo Hospital General. Semanas atrás, ahí mismo, sicarios disfrazados de personal médico habían asesinado a un herido de bala. Aquella tarde, a eso de las 13:15 horas, encontraron miedo y desconcierto. Bajo unos toldos frágiles sobre la banqueta, las mujeres que venden comida y refrescos relataban nerviosas un nuevo rumor esparcido en redes sociales –otro frente de la guerra y la propaganda criminal–: que sicarios habían vuelto a infiltrarse disfrazados para rematar a alguien.

Poco después, unidades del Ejército bloquearon todos los accesos. Nadie podía entrar ni salir. Afuera, bajo un sol corrosivo y casi 40 grados de calor, familiares desesperados exigían respuestas a los soldados herméticos. Horas más tarde, las autoridades informaron que solo detuvieron a un hombre “con actitud sospechosa”. Extraoficialmente, entre reporteros corrió la versión de que ocultaba jeringas bajo la ropa, sin que fuera confirmado.

Nueve días después, el 17 de septiembre, la escena se repitió. Una mujer vestida con un uniforme quirúrgico gris oscuro y gafas negras de armazón grueso entró a las 15:25 horas en el nuevo Hospital General. No llevaba armas, pero sí tres jeringas. Se dirigió al área de hospitalización de heridos por arma de fuego. Ahí, en la cama 244, estaba internado Leonel V. P., alias ‘El LV’, detenido el pasado 6 de septiembre, tras un enfrentamiento armado con las autoridades.

Según la acusación de la Fiscalía General del Estado de Sinaloa, la mujer, identificada como Sandra, se habría disfrazado también para hacerse pasar por personal del Hospital, e inyectarle una sustancia en el catéter al paciente que, como reacción, gritó: ‘¡Ah, me quieres matar’.

Un elemento de la Guardia Nacional escuchó el grito, entró a la habitación y cuestionó a Sandra sobre su presencia en el lugar. La mujer se puso nerviosa y trató de huir, pero fue detenida. Con ella llevaba dos credenciales: una de estudiante de Medicina del ciclo 2013-2014, y otra como residente en el nuevo Hospital General, pero del ciclo 2018-2019. Durante su audiencia inicial ante un juez, Noroeste reportó que la defensa de la mujer denunció que fue víctima de tortura por parte de las autoridades durante la detención, pero no aclaró por qué inyectó una combinación de analgésicos y antibióticos –que la Fiscalía acusa que combinados pueden provocar la muerte de una persona– en el paciente. Su proceso legal continúa.

El clima de tensión en el nuevo Hospital General se agravó porque un día antes, el 16 de septiembre, un convoy militar había sido atacado en el sector Los Ángeles, al nororiente de la ciudad. La persecución terminó otra vez cerca del nosocomio, desatando la incertidumbre entre pacientes y familiares.

Con atentados e intentos de asesinato cada vez más frecuentes, el personal médico de este hospital decidió protestar el 18 de septiembre. Exigen a las autoridades protección y que trasladen a los heridos de bala, pues aseguran que su presencia convierte a la clínica en otro campo de batalla de la guerra en Sinaloa.

FUENTE: ANIMAL POLÍTICO.
AUTOR: MANU URESTE.