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» » » » Los muertos se cuentan distinto

"Es evidente que no se puede tapar la inseguridad con el reagrupamiento de homicidios en otras categorías, y con el incremento sostenido de los desaparecidos en México, pero el Gobierno de la República insiste en el tema para lograr posicionarlo y de esa forma, normalizar aún más la violencia en este país".

El optimismo de la Presidenta de la República, Claudia Sheinbaum Pardo, auspiciado y compartido por su Secretario de Seguridad, Omar García Harfuch, en relación a una disminución en el número de homicidios dolosos que, aseguran, ronda los dos dígitos, contrasta sobremanera con la realidad que se ve en el país, se escucha con el sonido de las balas y el silencio sepulcral de las palas.

En un sólo día del fin de semana, destacaron las cifras oficiales de seguridad, nueve personas fueron asesinadas en Chihuahua, seis en Baja California y otro tanto en el Estado de México. Sinaloa se maneja aparte desde hace poco más de un año que estalló la guerra interna en el Cártel de Sinaloa a propósito de la entrega de Ismael Zambada García, el Mayo, a autoridades de los Estados Unidos a manos de su ahijado Joaquín Guzmán López. El mismo día domingo, hubo tres asesinatos y el descubrimiento de restos humanos de acuerdo al conteo que puntillosamente llevan en el periódico El Noroeste.

“En México ya rascas y hay un muerto”, dijo a ZETA la escritora Elena Poniatowska Amor, y aun no entraba el Gobierno de izquierda al país, pero ya para entonces se advertía la normalización de la violencia que ha ido escalando; se refería por supuesto al tema de las fosas clandestinas o narcofosas, entonces y ahora en auge.

Pero la normalización de la violencia ahora la promueve el Gobierno de la República, festinando un supuesto descenso en la estadística de asesinatos como asegurando estar mal pero no tan mal. Y sí está mal el país, los asesinatos se mantienen y se atestiguan todos los días, pero la autoridad los cuenta diferente, ya no los agrupa en una sola tabla de homicidios dolosos, es decir crímenes violentos, ejecuciones, asesinatos, ahora los clasifica para diseminar el número total: homicidios dolosos, feminicidios, homicidios culposos (suelen incrementar también a conveniencia), asesinato de policías, restos humanos localizados, cuerpos enterrados.

Al tiempo que el propio crimen organizado ha evolucionado en las formas de atacar. Matan y entierran para que los cuerpos no sean localizados, lo cual da una falsa impresión de un descenso en el número de homicidios dolosos, que se puede confirmar con la creciente cifra de desaparecidos, donde organizaciones de la sociedad civil integradas por familiares de desaparecidos llevan un conteo más puntual que el oficial, y reportan incrementos de seis por ciento anual hasta superar en 2024, los 100 mil desaparecidos en el país.

Muchos de los restos localizados por estas organizaciones de madres, padres, hermanos y familias enteras de víctimas de desaparición forzada, tampoco son sumadas a la estadística de los homicidios dolosos, las autoridades procuradoras o preventivas, justifican que no saben en qué momento esas personas fueron asesinadas, y cuando se encuentran restos no coincidentes con órganos vitales, ni siquiera los pueden considerar un muerto más.

Es demasiada la indolencia del Gobierno de la República, y de los gobiernos en las entidades federativas, para actuar de tal manera, manipular la estadística para engañar con una falsa disminución de la violencia en el país.

Pero el terror cunde por todas partes, cuando el narcotráfico y el crimen organizado accionan contra una sociedad vulnerada ante la falacia de la disminución de la violencia y la inseguridad. ¿Cómo sostener ante los agricultores que las cifras disminuyen cuando asesinan a uno de sus activistas más aguerridos como Bernardo Bravo? Es evidente que no se puede tapar la inseguridad con el reagrupamiento de homicidios en otras categorías, y con el incremento sostenido de los desaparecidos en México, pero el Gobierno de la República insiste en el tema para lograr posicionarlo y de esa forma, normalizar aún más la violencia en este país.

Ocultar o diseminar la estadística de la violencia y la inseguridad, sólo lleva a más impunidad en las cambiantes formas de los delincuentes para cometer los delitos, así como matan y entierran en lugar de dejar cuerpos tendidos sobre la tierra y el asfalto, ya no secuestran ahora extorsiona, delito que ha ido a la alza en casi todos los sectores productivos del país, los limoneros lo han hecho público pero sucede con quienes cosechan otros productos, o con aquellos que pescan o venden productos y servicios. Para el criminal es más fácil y requiere menos esfuerzo, extorsionar o cobrar piso, que secuestrar a las personas. Además, que es un delito pocas veces denunciado y muchas ocasiones no investigado oficialmente, lo que le permite al criminal hacerse de dinero lícito, ganado con el esfuerzo y el trabajo de las víctimas, para seguir en su ilícito negocio. Y cuando parece salirse de su criminal control, entonces matan, como lo hicieron con Bernardo Bravo, o con otros activistas sociales que denuncian la inseguridad y la violencia que los cárteles ejercen y el Gobierno intenta minimizar, normalizar a pesar de las víctimas, de los muertos, de los desaparecidos.

FUENTE: SIN EMBARGO.
AUTOR: ADELA NAVARRO BELLO.

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