Estudiantes que decidieron ser madres señalan que vivieron situaciones de discriminación para ingresar y cursar un posgrado en la UNAM, por lo que exigieron a las autoridades universitarias crear un protocolo para mujeres y personas gestantes que estudian y maternan.
Mujeres y personas gestantes que han decidido maternar han sido discriminadas y relegadas en espacios académicos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), como denunció Alisson, una candidata al doctorado en Artes y Diseño que pidió omitir su nombre real para prevenir represalias en su contra.
Alisson fue seleccionada para el programa de posgrado en 2024, pero no pudo completar el proceso de inscripción en la Facultad de Artes y Diseño porque había salido del país para dar a luz a su hija. A pesar de que ella intentó en diversas ocasiones contactar a la universidad para prevenirles de su situación, y buscar una solución, no obtuvo respuesta a tiempo y perdió la oportunidad de continuar sus estudios.
“Me dijeron que ya había sido aceptada, y yo súper feliz y todo, pero yo ya llevaba 7 meses de embarazo”, cuenta sobre su experiencia.
Para poder inscribirse en el doctorado, la UNAM le había dado una cita para entregar en persona su documentación original y tramitar su credencial de estudiante, la cual caía en las fechas en que Alisson estaría fuera de México para parir.
“Yo les escribí inmediatamente en junio para decirles (…) ‘Oye, esta fecha cae dentro de mi fecha probable de parto, no voy a estar, no puedo estar físicamente’”, recuerda. Las autoridades universitarias la remitieron a diversas instancias, pero no le dieron una respuesta a su solicitud previo a su viaje y el área administrativa entró en un periodo vacacional.
Para prevenirse y poder completar su inscripción, a pesar de que la UNAM no le había dado una ruta a seguir, Alisson le pidió a una amiga suya intentar realizar el trámite en la fecha dada, e incluso obtuvo un poder notariado para este fin. Sin embargo, no tuvo éxito.
“No es un proceso que haya fallado porque no aporté la documentación a tiempo, o porque quise que hicieran una excepción para mí. No, físicamente no podía estar presente porque estaba pariendo”.
Animal Político buscó a la UNAM para una postura frente a las denuncias de discriminación contra madres y mujeres embarazadas, pero no obtuvo una respuesta al momento de esta publicación.
“Estaba súper enojada, frustrada”
Cuando el área administrativa de la UNAM retomó labores, Alisson nuevamente intentó comunicarse para dar seguimiento a su inscripción. Para entonces, ya habían pasado dos meses, y ella ya había tenido a su hija en otro país.
“Me dijeron, ‘Sí, hemos revisado tu caso. Puedes entrar al doctorado, pero no puedes aplicar a la beca’” disponible para el posgrado, recuerda que le comentaron. Molesta, les remarcó que su proceso de inscripción se había demorado porque no obtuvo respuesta de la universidad, pero la decisión fue inamovible. Incluso, recuerda que en una ocasión una trabajadora le comentó que era su culpa y tendría que haber “calculado mejor sus tiempos”.
“Era mi culpa, por no haber calculado en mi embarazo, el nacimiento de mi bebé acorde al posible calendario académico de la UNAM, sin saber en un proceso de 6 meses de selección”, señala Alisson. “Estaba súper enojada, frustrada, triste”.
Por parte de la Unidad de Posgrado de la Facultad de Artes y Diseño, la invitaron a presentar nuevamente su solicitud al año siguiente, y la animaron al decir que si ya había quedado seleccionada antes, lo volvería a lograr.
“No es un proyecto de vida el ser madre, es un deseo puro, una elección. Por eso, para mí no tiene por qué ser incompatible con mi trabajo”, señala. “Nunca pensé que tendría que elegir entre uno u otro”.
Sin protocolos para atender estudiantes que maternan en la UNAM
Los “Lineamientos generales para la igualdad de género en la UNAM” contemplan, en sus primeros dos artículos, que se debe erradicar y prevenir la discriminación de género en contra de integrantes de la comunidad universitaria en las instalaciones educativas, la cual incluye la “distinción, exclusión o restricción” basada en condición de embarazo.
A pesar de que en el Artículo 11 se señala explícitamente que pueden presentar una denuncia ante el Abogado General de la UNAM por hechos constituyentes en violencia y discriminación de género “los integrantes de la universitaria y público en general, afectados por hechos ilícitos ocurridos dentro de los campus universitarios”, Alisson no fue atendida por la Defensoría de los Derechos Universitarios ni canalizada a la autoridad competente.
“Consulté con muchas entidades de la UNAM que se encargan de (atender) la violencia de género y todas me decían que no me podían ayudar porque no llegué a ser alumna”, dice, contrario a lo estipulado en los documentos universitarios.
El principio de no discriminación por condición de embarazo se repite en la “Guía de derechos y deberes de las alumnas y los alumnos de la UNAM”, cuya primera edición se publicó en el 2014. Pese a lo anterior, no existe un protocolo que oriente cómo atender casos en los que una persona gestante que esté embarazada tenga que atender situaciones médicas, como el mismo parto de su bebé. Animal Político consultó con la UNAM sobre esta falta de protocolos, pero hasta el cierre de edición no hubo respuesta.
“No tenía ni idea de las consecuencias”
Lucía, quien igualmente pidió omitir su nombre para evitar represalias, estaba en el proceso de selección para el doctorado en Artes y Diseño cuando se enteró que estaba embarazada. Era un deseo y plan que había tenido para su vida, por lo que cuando recibió la noticia que sería madre, además de haber sido aceptada en el posgrado, fue doblemente feliz.
“Para mí era un reto personal el poder seguir con mis estudios y estar entrando al doctorado, era algo que tenía en mente, como un propósito”, relata. Una vez que inició el semestre, ella se acercó con sus tutores para compartirles la noticia de su embarazo.
“Todo el semestre estuve trabajando (…) no pedí realmente ninguna ayuda adicional o lo que sea, no consideré que fuera necesario. Como era mi primer embarazo, no tenía ni idea de las consecuencias que iba a involucrar, estar haciendo el doctorado y a la vez ser mamá”.
Una vez que tuvo su bebé, Lucía hizo cambios en sus horarios y rutinas que le permitieran atender al recién nacido y a la par avanzar en su proyecto de doctorado. Para ese semestre, una de sus tutoras daba asesorías extracurriculares que no eran obligatorias, además que tenían una duración de hasta cuatro horas, por lo que la estudiante se acercó con su profesora para explicarle que no podría asistir a las reuniones.
“Le comenté que no podía estar asistiendo a estas reuniones porque apenas estaba teniendo a mi bebé, a darle pecho, cada tres horas me pedía darle de comer, entonces realmente para mí, el poder asistir era prácticamente imposible”, recuenta. “Le pedí ayuda, si podía tomar las reuniones en línea para que yo pudiera asistir, u otras consideraciones para que me tomara en cuenta”.
La tutora no tuvo una buena reacción, opina Lucía, y le reclamó que ella la había apoyado durante el embarazo. “El hecho que le estaba pidiendo no ir a sus reuniones le molestó demasiado, hubo un rechazo un poco hacía mí, y en las circunstancias donde yo me encontraba en ese momento, yo le di prioridad a mi hija más que al doctorado”.
Lucía continuó con sus estudios y avanzó en su investigación por su cuenta, pero fue relegada en el grupo del posgrado por la doctora, quien posteriormente también le comunicó que ya no quería ser parte de su Comité Tutorial.
Lucía consideró salirse del doctorado por malos tratos
Tanto para Lucía como Alisson, el enfrentar discriminación y obstaculización en la UNAM por el hecho de maternar fue motivo de frustración y desilusión. Para ellas, como para muchas mujeres y personas gestantes en México, el deseo de ser madre no debía ser incompatible con crecer profesionalmente.
“Me sentí muy mal, y hasta consideré salirme del doctorado ante la situación, porque claramente para mí era un estrés adicional estar haciendo el doctorado y siendo mamá primeriza”, comparte Lucía. Además, la beca que recibe por sus estudios es el único ingreso económico propio que tiene.
Esto también lo nombró Alisson, quien recalcó que en un trabajo tradicional formal sí existen licencias de maternidad y permisos que protegen a quienes son madres y laboran; a diferencia del ámbito académico, en el que no existen protocolos o reglamentos para garantizar la continuidad de sus estudios e investigaciones.
Encontrar espacios de lucha en común para maternar y estudiar
Para ambas, el encontrar espacios con otras madres en la universidad ha sido un espacio seguro para continuar con sus sueños profesionales.
“Conocí a dos mamás que tuvieron situaciones muy parecidas a las mías”, comparte Lucía. “Me di cuenta que realmente sí es un tema que están teniendo las mamás, y me parece que es un logro para nosotras, el hecho de poder seguir con nuestros estudios y todavía maternar”.
Alisson remarcó que las universidades deben de crear condiciones para que mujeres y personas gestantes puedan continuar sus estudios, y no sólo dependa del criterio y solidaridad de las y los profesores.
“(Quisiera) que se tenga un protocolo, como en el mundo laboral, con reglas y flexibilidades. Que se tome en cuenta el tiempo en que podemos llegar a ser incapaces de atender obligaciones, como durante el embarazo y los primeros tiempos de la vida del bebé. Las restricciones del embarazo, de la lactancia. Son cosas que no dependen de nuestra voluntad”.
FUENTE: ANIMAL POLÍTICO.
AUTOR: TAMARA MARES.
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