Además de performance, obras teatrales y actos musicales con temáticas antisionistas, colectivos judíos en México participan en iniciativas de boicot a empresas vinculadas con el genocidio y se han sumado a las movilizaciones convocadas en la CDMX.
“Traidores. Dicen que traicioné a mi tribu, pero mi tribu no es un grupo de psicópatas sionistas de ultraderecha, islamófobos y militaristas que viven haciendo la guerra constante a sus vecinos“.
La voz es de Amanda Schmelz, una actriz mexicana de 55 años que, junto con otras personas judías antisionistas, ha encontrado en el arte un medio de denuncia contra el genocidio palestino cometido por Israel.
“Soy judía. Nunca he sido sionista ni religiosa, pero soy orgullosamente judía en el sentido cultural de la palabra, de mi herencia, de quienes somos y del sentido del humor judío que se ríe de sí mismo. Hace años estuve en Israel, incluso me casé ahí, pero al paso del tiempo regresé y me di cuenta de muchas cosas sobre el horror y la barbarie que el sionismo impone sobre el pueblo palestino“, cuenta en entrevista.
Teatro y bordado contra la narrativa que justifica el genocidio palestino
La historia del Colectivo Doikait, al que pertenece Amanda y con el que presenta el performance ‘Los olivos arden’, comenzó por invitación de un grupo de lectura del Club Libanés, en una librería, donde se organizó una dinámica de micrófono abierto en el que los asistentes se presentaron y hablaron sobre sus posturas ante los ataques cometidos por Israel contra Líbano y Palestina.
“Para nosotros es muy importante decir que esto que hace Israel no lo hace en nuestro nombre ni el de nuestros antepasados, no queremos darle esa agencia, por eso encuentro importante el gritar muy fuerte que nos oponemos a que nos utilicen para destruir y deshumanizar al pueblo palestino, para hacer limpieza étnica y cometer un genocidio”, señala Schmelz.
A partir de entonces se juntaron varias personas judías que comparten su rechazo al proyecto sionista (movimiento que defiende el establecimiento de un Estado para el pueblo judío en Israel), “porque no nos representa”, y comenzaron a expresar desde el performance un discurso que confronta las ideas nacionalistas –con las que crecieron algunos integrantes del colectivo– con la crítica y el reclamo contra el genocidio.
Inspirada en las reflexiones que ha tenido desde su identidad judía y ante la intensificación de las acciones de Israel después del 7 de octubre de 2023, Amanda comenzó con un proyecto de bordado al que nombró “Mujer testigo”.
“Llevo algunos años bordando, y ante estos hechos empecé con una línea de bordado política con este tema, a partir del dolor, con estos hilos que de alguna manera van construyendo en la tela, conectando con el corazón, con otras personas, otros lugares y otros tiempos”, señala sobre la técnica de tatreez, como se denomina a los patrones y puntadas tradicionales de Palestina.
Con este tipo de puntadas, Schmelz comenzó a bordar el patrón de una figura femenina de espaldas, “a la que denominé mujer testigo, porque me parece que las mujeres palestinas atestiguan la historia y han convertido el bordado en un lenguaje de resistencia contra la colonización”.
Después “empecé a pensar en distintas maneras de bordar este patrón y quise armar un ejército de estas mujeres, con la idea de una aguja circular que borda con un hilo que no se rompe y que continúa indefinidamente, en donde pasado y presente quedan unidos”, y fue así como armé un taller al que se integraron alrededor de 40 mujeres que bordaron conmigo las piezas que se presenta en un evento multidisiplinar.
“Después una compañera que se llama Érica Razo, que lleva el taller textil en el Huerto Roma me ayudó a unir y armar este collage que es testigo de que sabemos que Palestina existe, resiste y que estaba ahí con su gente y su cultura cuando llegaron los colonos europeos”, reflexiona Amanda.
Boicot y protesta, pese al rechazo y la crítica de judíos sionistas
“Las personas judías estamos en todo el mundo y entendemos nuestro judaísmo de maneras diversas, vinculadas o no con la religión y desde distintas formas de expresión. En este sentido, por ejemplo, yo podría decir que lo más judío de mi persona hoy es el antisionismo”, plantea Micaela Gramajo, actriz, directora y gestora cultural descendiente de una familia sobreviviente del holocausto.
Micaela llegó a esta reflexión desde niña, pues su familia, ajena a los grupos más conservadores de judíos en México, tenía claro que cualquier genocidio era un acto atroz, “así de simple”. Con esta firme convicción, se sumó al grupo de “Judíes por una Palestina libre” que se conformó “ante el estado de shock y la desolación absoluta frente a los crímenes de guerra y de lesa humanidad que se están cometiendo en nuestro nombre”.
Además de participar en performances, obras teatrales y actos musicales con temáticas antisionistas, Micaela participa en iniciativas de boicot a empresas vinculadas con el genocidio y se ha sumado a las movilizaciones convocadas en la Ciudad de México para exigir que las autoridades del país tomen acciones concretas contra el Estado de Israel.
“En estos grupos hay personas como yo, que no he formado parte de la comunidad, por lo que no tengo nada que perder, salvo el riesgo de ser nombrada una mala judía, pero no voy a ser exiliada ni marginada de ningún espacio comunitario ni social importante en mi vida por mi activismo antisionista; sin embargo, hay otros miembros del grupo que sí, lo que vuelve el tema muy complejo”, reconoce Micaela.
En el caso de Amanda, tampoco ha sido cercana a la comunidad judía en México, lo que no la ha eximido de ser señalada como traidora o fanática de terroristas, aunque esto no ha detenido su lucha, que continúa con la esperanza de que “lo que hacemos llegue a más gente que pueda despertar un poquito”.
De acuerdo con Micaela, los grupos mexicanos que integran son parte de la Global Jews for Palestine, una red inernacional en la que miles de personas judías antisionistas se organizan para protestar contra el proyecto político sionista, “y cada día se suma más y más gente”.
Protestas seguirán “hasta que Palestina sea libre”
Ante el reciente cese al fuego acordado entre Israel y el grupo Hamas, Gramajo afirma que desde el activismo este anuncio se ve “de manera cautelosa, porque por un lado ya ha ocurrido que Israel rompe estos acuerdos con el pretexto que sea, y porque esto de ninguna forma implica la paz para Palestina, simplemente es un alto a las bombas”.
“Esto tampoco romperá el cerco en el que viven las personas que no pueden salir de Gaza porque la frontera está controlada totalmente por Israel, entonces es imposible un proceso de paz sin justicia y sin reparación que les garantice los derechos humanos mínimos indispensables para vivir”, apunta la activista.
Tomando en cuenta estas consideraciones, subraya que este es apenas el principio “de un camino muy largo para lograr una Palestina libre, y ese es el compromiso que tenemos y que deberían tener todas las personas del mundo, aunque pueda tomar mucho tiempo”.
Y concluye: “Nos queda un trabajo titánico por delante y es preciso que se entienda que el criticar al Estado de Israel no es una forma de antisemitismo. El decir ‘Viva Palestina libre, del río hasta el mar’ no está pidiendo la muerte de nadie, sino únicamente la libertad de quienes viven en ese lugar. Punto, Y estamos aquí para recordar eso”.
FUENTE: ANIMAL POLÍTICO.
AUTOR: ERÉNDIRA AQUINO.
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