La legislación establece que, en caso de detectarse daños apreciables a taludes, cauces u otros elementos relacionados con la gestión del agua, estos deberán ser reparados en su totalidad por quienes los hayan provocado, además de las sanciones penales y administrativas que puedan aplicarse.
Al percatarse de los hechos, hombres y mujeres mazatecos denunciaron el ecocidio del río. En respuesta, se abrieron carpetas de investigación fabricadas en contra de integrantes de 40 familias, incluyendo a Jaime Betanzos.
Nueve años de prisión sin sentencia tras detención arbitraria de habitante de Eloxochitlán
A mediados de diciembre de 2014, el profesor Jaime Betanzos fue detenido junto con otros seis compañeros, también líderes en Eloxochitlán y parte de la organización propia de los mazatecos como policías comunitarios y un suplente de síndico. Junto con él, fueron aprehendidos de forma arbitraria Herminio Monfil, Wilfrido Salazar, Rubén Cerqueda, Omar Morales, Fernando Gavito y Alfredo Bolaños.
Los hombres habían formado parte de una asamblea que se celebró con la intención de elegir al nuevo alcalde de la comunidad, la cual fue interrumpida por hombres armados, entre ellos el hijo del cacique Manuel Zepeda Cortés, Manuel Zepeda Lagunas, con saldo de dos muertos.
Cuando los policías comunitarios y sus compañeros acudieron al Ministerio Público para denunciar el ataque en contra de la comunidad, fueron detenidos arbitrariamente bajo señalamientos de intento de homicidio y homicidio, entre otros delitos. En ese momento empezó una lucha judicial por parte de Eloxochitlán para la liberación de los presos políticos.
Mientras que las y los mazatecos buscaban que sus compañeros salieran de la cárcel, el Poder Judicial local expidió en los años consiguientes órdenes de aprehensión contra más miembros de la comunidad, de tal forma que en total 21 personas –principalmente hombres– fueron privados de su libertad a lo largo de 10 años, y decenas más tuvieron que huir de sus hogares para evitar ser aprehendidos por delitos fabricados como asesinato, intento de homicidio, incendio, daños por incendio y robo.
“Yo quería ser libre”: Fernando, preso 10 años por un delito que no cometió
Fernando Gavito estuvo encerrado 10 años por un delito que no cometió, sin sentencia, antes de que pudiera regresar a estar con su familia. En 2014, fue detenido irregularmente cuando era policía comunitario de Eloxochitlán y acudió con otros compañeros a denunciar un ataque armado durante una asamblea.
Sus compañeras y compañeros comenzaron a tramitar amparos y montar plantones para exigir su liberación inmediata. Él realizó tres huelgas de hambre dentro de la penitenciaría en protesta por su encarcelamiento. La más larga de ellas duró 46 días.
“Estar ahí en la cárcel, es como si estuvieras en el panteón. Porque estás vivo, pero ya no puedes ver a tu familia. Puedes marcar, puedes hacer llamadas, pero no es lo mismo”, relata Gavito, como le dicen en el pueblo mazateco. Fue a raíz de eso que perdió el miedo y decidió hacer su primera huelga de hambre, que duró tres días.
“[Dije] ‘Yo estoy aquí, encerrado en un solo lugar y tengo que hacer algo’. Fue así que yo me di el valor de hacer una huelga por mi libertad, porque yo quería ser libre”.
Sumado a ello, escribió poemas y canciones que narraban sus vivencias como preso político y luchador social.
Finalmente, en junio de 2024 pudo regresar a su casa, aunque todavía pesaban sobre él los juicios por los delitos fabricados de homicidio y tentativa de homicidio. “Cuando llegó la verdadera libertad, yo no creí, yo no sentía la verdad mucha emoción porque sentía que era un sueño”, expresa.
“Estamos demostrando nuestra inocencia”: perseguidos por defender su comunidad en Oaxaca
En el caso de Martha Betanzos, hermana de Jaime Betanzos, la persecución política que enfrentó en 2014 la obligó a huir de su hogar durante dos años. Vivió en la Ciudad de México, lo que provocó en ella un gran choque cultural porque estaba acostumbrada a su vida en el rural Eloxochitlán.
Durante la persecución en su contra, así como contra su esposo y sus dos hijos, la señora Martha fue desplazada de manera forzada de su comunidad y, a causa del estrés constante, desarrolló problemas de visión.
“Es desgastante, porque te enfermas. Ya no tienes ese recurso, ya no estás bien de salud, tu familia se desintegra, ya no tienes buenas relaciones con tus hijos, con tus nietos”, comparte. “Hay personas que mal miran (…) porque creen lo que dicen, se creen que somos asesinos y rateros, pero por eso estamos caminando, porque estamos demostrando nuestra inocencia”.
Cuando pudo regresar a Oaxaca, enseguida se sumó a las filas de batalla de las demás mujeres mazatecas. Entre lágrimas y dolor, se han abrazado y dado aliento para sostenerse pese a los embates del Poder Judicial estatal. “No nos hemos abandonado”, dice Martha con ternura.
Ahora la acompaña el respaldo de sus compañeras, luego de que su nombre apareciera entre los 56 integrantes de la comunidad contra quienes se emitieron más de 200 órdenes de aprehensión en mayo de 2025.
“Otra vez, ¿de qué se trata? ¿Qué más les falta, qué se les olvidó? ¿A qué están jugando con nuestras vidas?”, reclama. “Cada que se les pega la gana, andan inventando cosas, y eso no está bien”.
“Queremos que el gobierno ponga atención a este llamado que hacemos, porque se supone que ya pasaron 10 años. Ahorita queremos ser libres, queremos que ya acabe todo esto”.
“Libertad a los presos por luchar”, la consigna de habitantes de Eloxochitlán
Han pasado casi once años desde que los primeros activistas de Eloxochitlán fueron encarcelados por delitos que no cometieron, y hoy ya todos han podido salir y recuperar su libertad.
Para algunos, es una libertad condicionada, pues están sujetos a firmas periódicas cada 15 días y a mantenerse dentro de un perímetro delimitado, en tanto que el proceso penal no sea desechado.
Para otros, es una libertad a escondidas, pues en mayo del 2025 fueron emitidas más de 200 nuevas órdenes de detención contra 56 miembros de la comunidad, lo cual obligó a varios a desplazarse forzosamente para evitar su reaprehensión.
Para todos, la batalla no ha terminado, y se concentra en una consigna que gritan con voces firmes al final de cada asamblea, puño en alto y filas cerradas: “¡Libertad, libertad, a los presos por luchar!”.