lunes, 12 de septiembre de 2022

Una Guardia Nacional civil, el espejismo de López Obrador

Pese a que contraviene la Constitución, la Sedena ya tiene el control total de la Guardia Nacional, que en la práctica jamás tuvo un mando civil. Si bien la oposición buscará la protección de la ley, vía la Suprema Corte de Justicia, ésta podría tardar años en resolver sobre la inconstitucionalidad de la operación impulsada por López Obrador. En tanto, con la inclusión de la corporación, las Fuerzas Armadas se convierten en una de las instituciones del Estado que más recursos controlará.

Tres años y siete meses después de que se creó por unanimidad la Guardia Nacional (GN) en el Senado, el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador concretó su objetivo: que la corporación tenga por ley un mando militar, aunque contraviene la Constitución. Además, los recursos de la corporación se sumarán al ya de por sí abultado presupuesto de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena).

El 21 de febrero de 2019, después de más de 20 días de negociaciones, todos los grupos parlamentarios del Senado acordaron acompañar la reforma constitucional que dio vida a la GN, pero modificando la minuta de la colegisladora, pues ésta planteaba que contaría con una junta de jefes del Estado Mayor, compuesta por miembros de la Sedena, Marina y de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana.

El bloque de contención, que entonces surgió de los senadores del PRI, PAN, PRD y Movimiento Ciudadano, mantuvo su exigencia de que tuviera un mando civil el nuevo cuerpo de seguridad pública nacional, que, en teoría, sólo se constituirá de militares y marinos en una primera etapa.

En su edición 2208 de febrero de 2019, este semanario publicó el reportaje “Guardia Nacional: Crónica de una negociación casi perfecta”, en el cual se detallan los acuerdos entre Morena y la oposición, que en varios momentos estuvieron a punto de la ruptura por el tema del mando.

Mientras organizaciones sociales y partidos de oposición exigieron un mando civil, el coordinador de los senadores de Morena, Ricardo Monreal, y los enviados del Ejecutivo –de la Secretaría de Gobernación, la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, así como de la Sedena– insistieron en que no servía de nada una Guardia Nacional sin disciplina militar.

Días antes de la votación, con la negociación cerca del naufragio, surgió una idea del equipo negociador morenista: tendría mando civil, pero el texto no descartaría a los militares en retiro.

Esa idea fue aceptada por todos los coordinadores de los grupos parlamentarios y tuvo efecto inmediato: el 11 de abril de ese año López Obrador y el entonces secretario de Seguridad, Alfonso Durazo –hoy gobernador de Sonora–, presentaron a un militar en proceso de retiro como comandante de la Guardia Nacional: Luis Rodríguez Bucio.

Este texto es un adelanto del reportaje publicado en el número 2393 de la edición impresa de Proceso

FUENTE: PROCESO.
AUTOR: NELDY SAN MARTÍN.

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