Durante décadas, Peter García, sacerdote en una iglesia de la arquidiócesis de Los Ángeles, California, abusó sexualmente de al menos una veintena de niños, en especial de menores indocumentados, con el conocimiento y cobijo de la Iglesia católica.
Fue en la década de los 80 cuando la Arquidiócesis se enteró del caso.
El entonces cardenal de Los Angeles, Roger Mahony, envió a Peter García a un centro de rehabilitación en Nuevo México, y al salir de ahí le prohibió regresar a California, pero jamás lo denunció.
No obstante, enteró a las autoridades eclesiásticas y les advirtió a través de escritos “que si monseñor García reapareciera en la arquidiócesis, enfrentaríamos demandas civiles y criminales”, por lo que ordenó que el religioso permaneciera alejado de California.











