Fuerzas de seguridad estatales sometieron mediante balazos a grupos de autodefensa comunitarios en el estado mexicano, dejando 4 civiles muertos, entre ellos un niño de 11 años.
Pasó lo que muchos temían. Si en teoría tanto la policía como los grupos de autodefensa comunitarios debiesen apuntar sus armas contra el crimen organizado, la pérdida de confianza y legitimidad de la fuerza pública terminó en un trágico desenlace.
Ante una escalada de hechos de violencia en el estado de Michoacán, el gobierno federal anunció una estrategia de seguridad para la zona que contempla el desarme de los grupos de autodefensa, que son ciudadanos que han tomado las armas por su propia cuenta para combatir al crimen organizado, en especial al cartel de Los Caballeros Templarios, que controlan esa zona.
El resultado fue desastroso: el la localidad de Antúnez, la gente se negó a entregar las armas a la fuerza pública, y el altercado terminó en una balacera que dejó a 4 personas fallecidas, entre ellas un muchacho de 11 años de edad. “Le pidieron al general Patiño que entregara las armas a los compañeros… fue una negociación durante 3 horas…