AUTOR: BLANCA GONZÁLEZ ROSAS.
MÉXICO, D.F. En México, la gestión gubernamental de las artes visuales se basa en la simulación. Se crean diferentes instancias dedicadas a las mismas funciones, se nombran comités inútiles, se diseñan protocolos imprecisos y se generan discursos que tratan de disimular la irresponsabilidad o la ilegalidad de la gestión. En síntesis, existe una estructura que aparenta un ordenamiento cuando, en realidad, lo que existe es una eficaz organización del desorden, la arbitrariedad y la discrecionalidad.
El gobierno perredista de la Ciudad de México a cargo de Miguel Ángel Mancera forma parte de esta simulación. Los daños irreversibles que causó a la emblemática escultura conocida como El Caballito, la reticencia que tuvo durante semanas para informar sobre la instancia responsable del suceso, y su intento de minimizar la ilegalidad de la intervención a través del discurso, así lo comprueban.