Alejandro Macías, excomisionado de Salud, explica en entrevista los impactos sobre los precios de los medicamentos esenciales si se hace efectivo un nuevo impuesto a los sueros rehidratantes.
Aplicar un impuesto a los sueros orales podría sentar un precedente peligroso para el sector médico: abriría la puerta para gravar otros productos con altos niveles de glucosa, como los jarabes para la tos.
La diferencia, sin embargo, radica en que la glucosa cumple una función terapéutica, no recreativa, explica el excomisionado de Salud en México durante la pandemia de influenza en 2009, Alejandro Macías.
En medio de la polémica por la aprobación en la Comisión de Hacienda y Crédito Público de la Cámara de Diputados de los incrementos al impuesto a bebidas azucaradas y con edulcorantes, así como del nuevo gravamen a los sueros orales, el también llamado “Zar de la influenza” explicó en entrevista con Proceso que un suero no puede equipararse a un refresco.
A su juicio, lo relevante es revisar todas las normas de referencia de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
“Hay una concentración de glucosa que sugiere la Organización Mundial de la Salud para las soluciones pediátricas, que es 1.4 gramos. Una concentración muy baja de glucosa en la solución de rehidratación de adultos sería difícil de tolerar. Y es que menos de 5% por vía oral con electrolitos a esa concentración sería muy difícil de tolerar el sabor”, explicó.
Pese a ello, el contenido de Electrolit, producto insignia de Grupo PiSA, contrasta con lo señalado por la OMS, contiene 3.7 veces más glucosa que lo recomendado.
Para Macías, ese es un caso que refleja la urgencia de reforzar la regulación y el etiquetado, pues el consumo debería limitarse a situaciones médicas específicas, pero no usarse como pretexto para aplicar impuestos. Recordó que la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) mantiene su registro sanitario bajo la categoría de herramienta terapéutica.
“El registro sanitario está incluido en dos versiones. Uno es el típico para adultos, que tiene 5% de azúcar o de glucosa. Hay que comparar con los refrescos, que andan entre 11 y 12%”, apuntó.
El médico insistió en que gravar los sueros orales por su concentración de glucosa puede abrir un camino riesgoso: “Sería la entrada de que hay que ir sobre la concentración de glucosa de las terapias médicas. Hay otras terapias médicas que tienen glucosa, por ejemplo, los jarabes, los propios sueros intravenosos”.
Y es que, si se aplican los impuestos, el acceso a estos medicamentos será más caro, subirán los precios para los pacientes.
Diferencias
Macías reiteró que los sueros y los refrescos no son comparables, ni por su función ni por su composición, incluyendo a Electrolit.
Hay que decir que los sueros rehidratantes no son sustitutos de refrescos, no son sustitutos del agua para beber, no deben tomarse sin una indicación médica. Son indicados para la diarrea, el vómito, el golpe de calor, la deshidratación por cualquier motivo. La glucosa ayuda a la rehidratación.
En cambio, los refrescos, añadió, se caracterizan por su alto contenido de azúcar y su uso no terapéutico.
“Estamos hablando de los refrescos tradicionales, la Coca-Cola, la Pepsi, toda una gran variedad de marcas. En el caso de los sueros, estos vienen históricamente de un concepto que se desarrolló sobre todo en el siglo pasado, que era la rehidratación oral. La rehidratación oral se diseñó por autoridades médicas y por experimentos que se hicieron”, detalla.
Dicha combinación de sales, agua y una dosis mínima de glucosa surgió como una herramienta para rehidratar a personas con padecimientos como diarrea, vómito o golpes de calor.
“Y se insistió en una cultura de que las personas que tuvieran diarrea, particularmente los niños, no dejaran de tomar líquido aunque tuvieran diarrea, porque antiguamente la cultura era que a una persona con diarrea había que quitarle los líquidos”, recordó.
FUENTE: PROCESO.
AUTOR: CAMILA AYALA ESPINOSA.
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