Las políticas fallidas del sexenio anterior y el actual recorte presupuestal en el sector salud no están entre las preocupaciones del secretario de Salud a nivel federal; a nueve meses de asumir el cargo, David Kershenonich asegura que su prioridad es corregir y que se ejerza mejor el gasto.
El secretario de Salud del gobierno federal, David Kershenobich, pide no ver al pasado; evade los cuestionamientos sobre las múltiples fallas en el sector, agravadas durante el sexenio del expresidente Andrés Manuel López Obrador, y prefiere enfocarse en lo que está tratando de corregirse en el actual sexenio.
Con nueve meses en el cargo, desde que inició el sexenio de la presidenta Claudia Sheinbaum, el actual funcionario dice, incluso, que no le inquietan los recortes al sector salud, aplicados en el primer presupuesto de la nueva administración.
“No me preocupa la reducción del gasto. Lo que me preocupa es cómo hacerlo más eficiente”, dice, mientras explica que la estrategia en materia de salud de la actual administración consiste en fortalecer la política pública de prevención y hacer más eficientes los procesos dentro de los hospitales.
El sistema de salud nunca ha tenido lo suficiente, pero actualmente arrastra los efectos de los recortes ordenados por el expresidente López Obrador como parte de su política de austeridad. Además del desabasto que provocaron los seis intentos fallidos de implementar un modelo de compras de medicamentos, y el impacto de la pandemia de Covid-19.
En noviembre de 2024, la presidenta Claudia Sheinbuam envió a la Cámara de Diputados un proyecto de Presupuesto de Egresos con un recorte de 12 % en el sector salud, en comparación con 2024; es decir, 122 mil millones de pesos menos. Esto significa el presupuesto más bajo en salud pública desde 2022.
En tanto, el abasto de medicamentos aún no se ha cumplido, y la presidenta hizo un segundo aplazamiento en lo que va del año para prometer que, ahora sí, en julio habría todos los medicamentos en los hospitales.
En medio de ese complejo panorama, el secretario de Salud, David Kershenobich, afirma en entrevista con Animal Político que todas las partes involucradas deben concentrarse en crear estrategias que apunten a mejorar, y no en señalar las fallas del pasado.
Lo dice un conocedor de la salud pública, luego de 10 años de dirigir el Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán. Un médico reconocido en México y a nivel internacional que, sin embargo, ocupa por primera vez un cargo político administrativo del alcance de una Secretaría de Estado.
“A mí me duele tanto como a tí”
La mayor experiencia y reconocimiento nacional e internacional de Kershenobich están en sus aportaciones como uno de los pioneros en la investigación clínica de la Hepatitis C en México y de la fisiopatología de la cirrosis hepática. Ha publicado 249 artículos originales, 8 libros y 14 capítulos de libros al respecto, lo que le valió ser investigador emérito nivel III del Sistema Nacional de Investigadores (SNI).
Aunque su poder en la Secretaría de Salud es limitado. Como cabeza de sector, desde su despacho se dicta la política en la materia, pero el mayor presupuesto -de donde salen los recursos para las compras multimillonarias de medicinas- está en el IMSS, a cargo de Zoé Robledo, un político chiapaneco que repite en el cargo desde la administración de AMLO, y en el IMSS-Bienestar, dirigido por Alejandro Svarch Pérez.
A diferencia de su antecesor, Jorge Alcocer, quien evadió las entrevistas durante todo el sexenio y no habló con familiares de enfermos, Kershenobich recibe a este medio en sus oficinas en Marina Nacional, en la Ciudad de México –próxima a abandonar para dejar de pagar esa renta y ahorrar ese gasto–, y se define como un convencido de que el diálogo es la vía para resolver.
Por eso pone como ejemplo el caso de los niños con cáncer que no han tenido sus tratamientos a tiempo y cuyas familias están agrupadas en la organización Nariz Roja. Este colectivo había advertido que haría una marcha nacional porque, a mitad del año, los medicamentos seguían faltando en los hospitales, pese a la promesa de abastecimiento desde marzo.
En la reunión que sostuvo con el dirigente de la organización, Alejandro Barbosa, el secretario explicó que ya se habían hecho los pedidos de los fármacos y le propuso la creación de una plataforma para registrar los faltantes y hacer la distribución directa a quien lo demande.
“A mí me duele tanto como a ti cuando me entero que un niño no tiene medicina (le dijo el secretario a Barbosa), pero lo que yo necesito hacer es qué podemos proponer para mejorar. No estar pensando en qué se hizo bien o qué se hizo mal, sino en qué cosas podemos corregir”, comparte Kershenobich.
“Una parte muy importante es dialogar, escuchar, o sea, por eso vamos a abrir la plataforma, o sea, pero es muy importante que todos contribuyamos y que no nos quedemos nada más en que no se hizo o que sí, sino en lo que se tiene que corregir”, afirma.
– Pero para eso importa el presupuesto. Y lo que vimos en este primer presupuesto de la presidenta fueron recortes de salud -se le cuestiona.
– Sí, pero no todo es dinero, es la forma en que ejerces el dinero. (…) Nosotros compramos más de 2 mil claves de medicinas, la Unión Europea compra menos de mil. O sea, necesitamos ver de qué manera podemos hacer que el gasto sea más eficiente. A mí no me preocupa la reducción del gasto. Lo que me preocupa es cómo hacer más eficiente el gasto. Porque si el gasto no es más eficiente, usted le pone más y más y más y seguimos perdiendo en eficiencia -responde.
Para reforzar su tesis, Kershenobich pone como ejemplo las nuevas acciones que emprendió y que según él “no cuestan”, como la estrategia “la muestra viaja”, puesta en marcha en el Estado de México.
Se trata de la toma de muestra de sangre tomada desde los centros de salud, en 606 centros de tomas de muestra, y enviada a uno de los 11 laboratorios del estado a través de mensajeros en motocicleta del Servicio Postal Mexicano.
Otra estrategia es administrar de mejor manera el 25 % de las cirugías ambulatorias de los hospitales, “abriendo espacios de cirugía de corta estancia”. Es decir, programar, por ejemplo, jornadas de cirugías de cataratas; programar de manera más eficaz la toma de biopsia o cirugías de hernias inguinales. “Que tengamos a cirujanos y personas para operar, se concentran todos y se operan en un mismo día y salen y no ocupan las camas hospitalarias”.
Esto, dice, abonará a “desaturar” los hospitales. “Si logramos desaturar exámenes de laboratorio, que no tengan que ir a los centros hospitalarios, si quitamos las cirugías que se pueden atender en forma ambulatoria y que no ocupen turnos, ¿qué va a suceder? Estamos desaturando los servicios. No, no se trata de tener más hospitales, se trata de que funcione más efectivamente”, enfatiza.
Sin embargo, su administración debe encarar no sólo los problemas de administración de recursos humanos y materiales, sino la falta de presupuesto que ha derivado en la disminución de atención, como lo demuestran las cifras oficiales. Además del desabasto de medicinas que, tras un sexenio de seis fracasos en el modelo de compras, aún no logra regularizar la entrega.
De ahí que la iniciativa privada haya aprovechado la demanda. El crecimiento de atención de salud privada en el país ocurrida en el sexenio de López Obrador a través de consultorios adyacentes a farmacias, donde realizan 10 millones de consultas mensuales, el gobierno de Claudia Sheinbaum intenta abordar el fenómeno, pero únicamente apelando a la voluntad de las empresas, porque no prevén ninguna reforma ni norma para su regulación próximamente.
Darán protocolos de atención para los consultorios de farmacia
El funcionario narra que desde la transición comenzaron los diálogos con el sector empresarial que derivaron en la entrega de datos a la Secretaría de Salud sobre los padecimientos que atienden en los consultorios de farmacia y los tratamientos que prescriben, información que servirá para diseñar políticas de salud pública.
Además, la Secretaría está creando protocolos de atención para cada enfermedad que serán obligatorios para todos los médicos del país y con esto asegurar que personal del sector público y privado aborden la atención bajo los mismos criterios; porque no están contra la privatización, siempre y cuando sea un buen servicio.
Como Animal Político publicó en la investigación “No Fuimos Dinamarca: La Corrupción Detrás del Desabasto”, en 2023 hubo más de 9 mil nuevos consultorios, prácticamente el doble que en 2018, al inicio del gobierno de López Obrador.
Actualmente, 6 de cada 10 mexicanos se atienden en establecimientos privados de salud, la mayoría, en consultorios adyacentes a farmacia. Esto ha significado un aumento de 54% en el gasto en salud que realizan las personas. La estrategia de salud no apuesta por convencerlos de realizar una buena práctica médica dentro de sus negocios y “hacerles la competencia”.
– ¿Esto es una privatización del servicio de salud, secretario? -se le pregunta.
– No. A ver, es que no estamos en contra de la privatización, pero que sea bien. O sea, que sea bien y tratar de fortalecer el sector público. Yo les puedo hacer competencia, en alguna forma. No sé cómo, pero lo vamos a lograr -afirma.
Hasta el momento, en los consultorios de bajo costo se realizan 10 millones de consultas al mes en Farmacias Similares, San Pablo, Guadalajara, YZA, Benavides, y Del Ahorro, y recientemente se sumó al negocio Grupo Salinas y Aurrerá.
La gente acude, sobre todo, porque está cerca de su casa y el servicio es rápido, en contraste con lo que significa acudir a una institución pública y hacer fila desde la primera hora de la mañana y perder casi todo el día.
Además, en el sector público, las consultas generales bajaron 21 % entre 2018 y 2024, al pasar de 200 millones, a 157 millones; esto es 42 millones de consultas menos en el sexenio.
– ¿Cuál es el diagnóstico de que el mayor crecimiento de consultorios de farmacia ocurrió en el sexenio pasado?
– Al hacerse obligatoria la receta (en 2010, para acceder a antibióticos), yo quiero pensar que lo vieron como una oportunidad de servicio este para ofrecerlo. Creo que son muchos los factores que pueden haber jugado en la proliferación de los consultorios, pero sin lugar a dudas, uno de los factores más importantes tuvo que ver con la pandemia.
– Sin embargo, ya pasaron 5 años de la pandemia. ¿Hay un reconocimiento justamente de la falta de la capacidad del Estado de recuperación y que en los años siguientes eso no se ha corregido?
Yo más que usar la palabra ‘corregido’, creo que lo que estamos intentando en esta administración, hemos tenido ya varias pláticas con los consultorios adyacentes a farmacia. Es algo muy importante para la epidemiología del país que los consultorios adyacentes a farmacia tengan ciertas regulaciones que queden dentro del sector de salud para conocer incluso la epidemiología de qué es lo que realmente necesitamos. Hemos tenido pláticas con ellos para poder compartir y poder conocer de qué se trata desde el punto de vista de salud pública lo que hacen. Tener acceso a la base de datos nos va a permitir entonces sí saber qué patología ven, qué prescriben.Yo creo que ellos mismos han aceptado la necesidad de que nosotros tengamos un poco más de control en qué se prescribe, que qué se atiende.
– ¿Cuándo se traduciría esto en normas? ¿Tienen un plazo de que esto se va a traducir en normativa?
– Yo no sé mucho de aspectos legislativos o no, pero lo que sí le puedo decir es que ya hay mayor control en lo que están haciendo. Ya el simple hecho de que nosotros que ellos saben que nosotros estamos ya viendo y ellos están compartiendo, es un paso adelante. Ya no es algo no más que esté libremente funcionando.
Actualmente, dijo, están elaborando los protocolos de atención clínica para enfermedades crónicas, primero, para luego abordar las agudas; por ejemplo, el tratamiento para dengue o sarampión. De ahí que los protocolos tienen la intención de que el tratamiento médico corresponda a ellos y no a los productos que la farmacia quiera vender.
“Yo quiero que sea el servicio público el que domine el mercado, pero que aquello que haga cualquiera tenga esa seguridad en lo que está haciendo médicamente, porque igual le puede ir mal en un consultorio adyacente a farmacia que en un sector público, si la gente no sabe”, insiste.
Sin embargo, la Secretaría de Salud apela a la buena voluntad de las empresas, porque no habrá supervisión de ello. Y, en sentido práctico, a que la industria logre la sostenibilidad de su modelo de negocio, porque, según el secretario Kershenobich, la venta de medicinas ya no es el objetivo de esta.
“Para que un negocio sea negocio tiene que ser sostenible. No generar ganancias, por supuesto, pero tiene que ser sostenible en el tiempo. Me refiero a sostenible, no a la parte económica. Yo hablo de la calidad del servicio. Entonces, a ellos mismos les conviene que prescriban bien porque no nomás es la venta, porque si la venta le va producir daños, la gente no regresa”, concluye Kershenobich.
FUENTE: ANIMAL POLÍTICO.
AUTOR: NAYELI ROLDÁN.
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