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Es inhumano politizar la salud

"A la fecha, unos 18 estados de la República Mexicana se han adherido al IMSS Bienestar, cediendo al Gobierno central el presupuesto para salud que les solían otorgar año con año para el mantenimiento y la operación de los Hospitales Generales, y entregando la facultad de mantenimiento, avituallamiento y operación al Gobierno de la República".

El recorte presupuestario a la salud en México ha sido sistemático desde la llegada de los gobiernos de “izquierda” a la Presidencia de la República, empezando con el de Andrés Manuel López Obrador en 2018, y con el de Claudia Sheinbaum Pardo a partir de 2024; año tras año se reducen en dos dígitos porcentuales los dineros que se utilizaban entre otras, para la adquisición de medicamentos, para proporcionar servicios de tratamientos para enfermedades crónicas y para cirugías especializadas.

A esta disminución presupuestaria se le suma la adición de clínicas y hospitales al sistema de salud federal particularmente con la creación del IMSS Bienestar, un ente que sin estudios de impacto ni viabilidad financiera o de capacidad en el otorgamiento de servicios, absorbió la mayoría de los Hospitales Generales antes en facultad, presupuesto y operación de los gobiernos de los estados.

Esta medida surgida del capricho del expresidente López Obrador dejó a toda una plantilla de médicos, enfermeras, administrativos y operativos de los hospitales generales en un limbo laboral, y redujo de manera peligrosamente considerable los presupuestos a los hospitales generales ahora centralizados en el IMSS Bienestar.

A la fecha, unos 18 estados de la República Mexicana se han adherido al IMSS Bienestar, cediendo al Gobierno central el presupuesto para salud que les solían otorgar año con año para el mantenimiento y la operación de los Hospitales Generales, y entregando la facultad de mantenimiento, avituallamiento y operación al Gobierno de la República.

La medida ha sido un fracaso.

En los estados donde los Hospitales Generales se han entregado al IMSS Bienestar, se han intensificado los problemas de desabasto de medicamentos, de programación de cirugías y de atención a pacientes que no cuentan con la seguridad social del IMSS, el ISSSTE o el Instituto estatal correspondiente como por ejemplo ISSSTECALI en Baja California que por cierto, es uno de esos estados donde sus Hospitales Generales están en el abandono del Gobierno central.

Es común que para la atención de un paciente que ingresa en los mismos, los médicos tratantes les entreguen a los familiares una lista de los insumos y los medicamentos que se requieren para dar la atención médica, dado que el desabasto alcanza niveles como nunca antes; vaya, ni siquiera aspirinas, catéteres, gasas o básicos como jeringas y agujas no hay disponibles, mucho menos medicamentos, antibióticos, anestésicos o básicos como sueros, soluciones salinas o desinfectantes.

A los recortes sistemáticos en el sector salud, ya en 2024 los presupuestos estatales en la República sufrieron recortes que alcanzaban el 12 por ciento en cada entidad federativa, se sumó el recorte que en 2024 planteó el Gobierno federal para el ejercicio 2025, que de acuerdo al Centro de Investigación Económica y Presupuestaria se situó en un 11 por ciento, lo cual indica que “la inversión para el sector salud sería equivalente a 2.5 por ciento del PIB [Producto Interno Bruto]” cuando la sugerencia internacional es que los países destinen al sector salud el seis por ciento de su PIB.

Con estas disminuciones en la inversión al sector salud por parte del Gobierno central mexicano, era imposible que el sector salud de México fuese mejor que el de Dinamarca como prometió López Obrador y de hecho presumió. Dinamarca, en 2024 creció en un 13.34 por ciento su inversión en la sanidad pública, y dedica el 10.8 por ciento del PIB para el sector salud. Las diferencias entre invertir el 2.5 por ciento y el 10.8 por ciento son más que notables.

En México la infraestructura hospitalaria atraviesa por un decaimiento de años de abandono y falta de mantenimiento, si no se abasten los medicamentos, herramientas e insumos, mucho menos se invierte en las instalaciones, los nuevos hospitales nacen sin medicamentos y sin herramientas para salas de operaciones o tratamientos especializados o incluso para la atención de emergencias. A los muchos videos que pacientes frustrados suelen colgar en las redes sociales sobre el desabasto, las pésimas condiciones en la atención de la salud y la raquítica infraestructura (hospitales inundados, derruidos, cayéndose, con desperfectos, con olores, infestados, contaminados de bacterias), se suman las manifestaciones cada vez más frecuentes por parte de familiares con pacientes mal atendidos.

Hace unos días, los padres de niños con cáncer de la asociación Nariz roja tomaron las calles para manifestarse por el desabasto de medicamentos oncológicos pediátricos, antibióticos, tratamientos; se unieron familiares de niños en varias entidades federativas a la marcha, como en Jalisco, Nayarit, Oaxaca, Guanajuato, Quintana Roo, Estado de México, Tabasco, Ciudad de México, entre otros.

El desabasto en su caso es mortal. “Si una medicina se atrasa, se atrasa todo el tratamiento, y si por una semana se espacia, corren el riesgo de recaer y de morir”, dijo Jaqueline, la madre de un niño con cáncer en la manifestación de la Ciudad de México, según recogieron testimonios los medios de comunicación.

Exhiben que, a diferencia de lo que predica el Gobierno de la República de haber adquirido en más de 90 por ciento el medicamento oncológico, éste no lo ven en hospitales y clínicas, que quizá, y aquí conceden el beneficio de la duda, no se ha distribuido o no se ha hecho de manera adecuada, por lo que exigen que se distribuya a todas las clínicas y hospitales del país.

La marcha de los padres de niños con cáncer fue genuina. Desafortunadamente ahí están sus hijos, pacientes de cáncer como prueba; ahí está la falta de tratamientos y de medicamentos como evidencia. Los padres de niños con cáncer sólo quieren una cosa del Estado Mexicano: medicamentos y tratamientos a los que tienen derecho sus hijos. No politizan el tema, no son parte de un partido político, son víctimas de un sistema de salud que no está funcionando, y que sólo existe en la retórica de políticos, estos sí, que como en el caso de López Obrador decía que era mejor que el de Dinamarca, o de la Presidenta Claudia Sheinbaum que insiste en que sí hay abasto, que ella personalmente da seguimiento a la llegada de los medicamentos.

Aunque antes de informar eso, y que en estos días daría el “banderazo de salida a las rutas de la salud” como si abastecer de medicamentos fuese un acto de relumbrón o necesitado de un banderazo, cuando la urgencia fatal es que no hay, la Presidenta descartó la marcha de los padres de niños con cáncer, asegurando que “Margarita Zavala la encabezaba”. Es decir, politizó un tema tan grave como el desabasto de medicamentos para justificar el clamor de los padres que denuncian las condiciones en que sus hijos son desatendidos.

Por supuesto, los padres no pudieron mantener el silencio, eso de la justificación politizada de la Presidenta de que Margarita Zavala encabezó la marcha genuina, dijeron, fue para “desviar la atención del objetivo de la marcha”. Y efectivamente así parece que fue, lo mismo hizo en su momento y desde el mismo púlpito presidencial en el salón de Minería de Palacio Nacional, López Obrador: politizar las marchas genuinas de los padres de niños con cáncer, para justificar el fracaso de su política pública en materia de salud.

No hay nada más perverso en la clase política que gobierna que denostar la marcha de padres con hijos con cáncer. Insensible, frío, despiadada acción la de politizar un problema gravísimo, que sí se ignora se multiplicará, que se vive todos los días en México, que extingue el futuro que representan los niños, víctimas del ya inhumano desabasto de medicamentos en un sistema de salud a la deriva.

FUENTE: SIN EMBARGO.
AUTOR: ADELA NAVARRO BELLO.

Seis de cada diez hogares se atiende en farmacias pese a contar con seguridad social

El gasto de los hogares en salud aumentó un ocho por ciento entre 2022 y 2024, de acuerdo con la ENIGH 2024 publicada por el INEGI, a pesar de que aumentó el número de afiliados al sistema de salud pública.

Aunque el 63 por ciento de los mexicanos dijo en la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos en los Hogares 2024 que está afiliado a alguna dependencia de salud pública, seis de cada diez recibieron la atención médica en establecimientos privados o farmacias, analizó el Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP).

Alejandra Macías, directora del CIEP, dijo en entrevista que esto derivó en un aumento al gasto de bolsillo para salud de ocho por ciento entre 2022 y 2024.

El promedio nacional de gasto en salud es de seis mil 421 pesos al año. Por estado, los más altos son en CdMx (nueve mil 696 pesos); Zacatecas (ocho mil 771 pesos) y Querétaro: (ocho mil 461 pesos). En tanto, los más bajos se reportan en Baja California: (cuatro mil 514 pesos); Quintana Roo (cuatro mil 857 pesos) y Veracruz (cuatro mil 875 pesos).


Esto sucede, explicó Macías, por la insuficiente inversión en el sistema de salud pública, el cual además presentó cambios para las personas sin seguridad social al pasar del Seguro Popular al INSABI y luego al IMSS Bienestar.

Este 2025, documentó con datos de Hacienda, México está destinando en promedio el 2.5 por ciento del PIB en el sector, aunque la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda a los países gastar el seis por ciento del PIB.
“No sólo preguntan si está afiliado, sino cuando te enfermas, adónde vas y si buscas el servicio, quién te lo da. Vemos más personas que identifican al IMSS como un proveedor de salud, pero al final hay una proporción de la población que se enferma y que obtiene más atención en el sector privado o en las farmacias, no precisamente a través del IMSS”, dijo.
Y agregó: “El IMSS está más especializado en la atención de enfermedades crónico degenerativas, pero de todas formas el presupuesto no le alcanza para atender a todos los que necesitan ese tipo de intervenciones”.


Esta mañana la Presidenta Claudia Sheinbaum destacó el aumento de 10 por ciento en ingresos de los hogares de 2022 al 2024, así como, dijo, una reducción en la desigualdad: la diferencia entre los más pobres y los más ricos era de 35 veces el ingreso durante el periodo de Calderón, y ahora es de 14 veces. Esto, prevé, se reflejará en una reducción de la pobreza, lo cual informará el INEGI el 13 de agosto.

Si bien aumentaron los ingresos de los hogares por los programas sociales, el mayor monto de transferencias gubernamentales es para las pensiones a adultos mayores. En mujeres, disminuyó la proporción que la recibe de 30.3 a 29.6 por ciento entre 2022 y 2024.
“No podemos negar el incremento del ingreso por las transferencias, hay varios programas y sobre todo las pensiones de Bienestar, que es para un rubro muy específico de la población que tampoco tiene el mejor acceso a salud. Y se sigue manteniendo una brecha entre hombres y mujeres. Las transferencias son buenas para aumentar los ingresos de las personas en general, pero el uso eficiente de los recursos públicos debe ser prioridad para reducir pobreza, pero también para cerrar brechas de género”, dijo Alejandra Macías.
Lo preocupante, concluyó la directora del CIEP, es que las familias destinen cada vez más sus ingresos a medicamentos y atención médica, porque –dependiendo la gravedad– puede ser un gasto catastrófico que los lleve a un nivel de pobreza.

FUENTE: SIN EMBARGO.
AUTOR: DULCE OLVERA.

Fallece mujer de 86 años en Campeche, tras complicaciones por gusano barrenador

La Secretaría de Salud (Ssa) del Gobierno Federal reportó, el 29 de julio de 2025, el fallecimiento de María Pérez López, una mujer de 86 años de edad, ocurrido el día 21 del mismo mes y año, debido a complicaciones derivadas de un carcinoma epidermoide y una infección por Cochilomyia hominivorax, conocida como gusano barrenador. El deceso tuvo lugar en el poblado de Candelaria, Campeche.

La institución -cuyo titular es David Kershenobich Stalnikowitz- explicó que Pérez López padecía el carcinoma desde hace 10 años y presentaba hipertensión arterial sistémica. Según el comunicado, la paciente falleció por complicaciones oncológicas tras contraer la miasis, en mayo de 2025.

La mujer recibió tratamiento y fue referida para valoración oncológica, aunque no se especificaron detalles adicionales. Pérez López presentó úlceras en la piel y trastornos de la conciencia y sensibilidad, según el último reporte epidemiológico. La SSa Federal no proporcionó más datos respecto a las causas específicas del fallecimiento, ni sobre medidas adicionales implementadas.

El 17 de abril de 2025 se registró el primer caso de miasis por gusano barrenador en México, afectando a Juana Gómez Hernández, de 77 años de edad, residente del municipio de Acacoyagua, Chiapas. Hasta el día 30 de julio del mismo año, las autoridades federales reportaron 35 casos en total, con 31 en Chiapas y dos en Campeche. La Ssa detalló que tres personas permanecían hospitalizadas y cinco recibían atención ambulatoria.

FUENTE: SEMANARIO ZETA.
AUTOR: CARLOS ÁLVAREZ ACEVEDO.

Gobierno de México llevará medicinas a todo el país mediante las Rutas de la Salud

Las Rutas de la Salud llevarán medicamentos a todo el país a partir de agosto, mediante un nuevo sistema de distribución impulsado por el IMSS Bienestar.

A partir de agosto, el Gobierno de México pondrá en marcha las Rutas de la Salud, un nuevo sistema logístico diseñado para distribuir medicamentos e insumos médicos en todo el país. Este modelo operará a través del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) Bienestar a fin de garantizar el abasto oportuno en hospitales, clínicas y centros de salud, incluidos los de difícil acceso.

¿Cómo funcionará el programa?

De acuerdo con las autoridades, la iniciativa consistirá en una red de transporte terrestre y fluvial compuesta por camiones, camionetas y lanchas, con las que se llevará material médico directamente a las unidades del sistema de salud pública. Esta estrategia permitirá una entrega más eficiente y rastreable, especialmente en comunidades rurales o apartadas.

La Presidenta Claudia Sheinbaum Pardo destacó que el programa surgió en Veracruz, impulsado por la Gobernadora del estado, Rocío Nahle García, y el cual ahora, a nivel federal, distribuirá medicamentos a cada rincón del país con apoyo de las entidades que operan dentro del IMSS Bienestar.
"Estamos tomando un programa que inició la Gobernadora de Veracruz, en Veracruz. Ella le llama ‘Camionetitas de la salud’, nosotros le llamamos 'Rutas de la salud', que es un sistema de distribución. Nos están ayudando las entidades de la República que están en el IMSS Bienestar; y en agosto le damos el banderazo de salida a todos los camiones, camionetas, camionetitas, todo lo necesario, lanchas, para llevar a todas las islas todos los medicamentos necesarios”, puntualizó en la conferencia matutina “las mañaneras del pueblo”.
¿Cómo estará integrada la Ruta de la Salud?

El sistema de distribución estará compuesto por 96 camiones de 3.5 toneladas, 38 de 1.5 toneladas, 35 cajas sanitarias y 27 cajas refrigeradas. Su despliegue permitirá transportar medicamentos de forma controlada, incluyendo aquellos que requieren cadena de frío.

Además, se han adquirido aproximadamente el 96 por ciento de los medicamentos e insumos necesarios para el 2025 y 2026, mediante una inversión de 284 mil millones de pesos. La ciudadanía podrá consultar el listado de compras en el portal monitoreocompra.salud.gob.mx y dar seguimiento a las entregas en entregamedicamentos.salud.gob.mx.

El fortalecimiento del IMSS Bienestar incluye también la mejora de infraestructura médica con una inversión adicional de cuatro mil millones de pesos. Estos recursos permitirán el funcionamiento adecuado de hospitales, quirófanos y unidades de medicina familiar, tanto nuevas como ya existentes.
A la fecha, se han inaugurado 13 hospitales y ocho clínicas, mientras que para finales de 2025 se prevé abrir 19 hospitales más y seis unidades médicas adicionales. Estas acciones forman parte del proceso de expansión del sistema nacional de salud.

El director del IMSS Bienestar, Alejandro Svarch, explicó que la inversión también contempla la sustitución de hospitales en Pánuco (Veracruz) y Guamúchil (Sonora), además de la rehabilitación de quirófanos en Colima y la ampliación de servicios en Tijuana, como salas de hemodiálisis.

Finalmente, autoridades del sector salud informaron que, además de las Rutas de la Salud, se mantienen otras acciones clave, como la distribución de vacunas contra el sarampión y la intervención de 80 quirófanos del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE), lo que beneficiará a cerca de dos millones de personas.

FUENTE: SIN EMBARGO.
AUTOR: REDACCIÓN.

Surge brote de sarampión entre trabajadores agrícolas que llegaron a Coahuila

Los trabajadores llegaron al campo agrícola donde recolectarían chile y pepino, pero de acuerdo con autoridades arribaron a Coahuila con algunos síntomas.

La Secretaría de Salud  de Coahuila confirmó un brote de sarampión en el rancho agrícola “La Maroma” del municipio de Nava, donde llegaron más de un centenar de trabajadores procedentes de Chihuahua a la pizca del chile y pepino. 

De acuerdo con el epidemiólogo de la Jurisdicción Sanitaria Uno en Piedras Negras, Roberto Belloc Sandoval el viernes se atendió a una mujer en el Hospital General de esta ciudad fronteriza y se comprobó que los síntomas están relacionados al sarampión.

“En ese campo se hicieron 21 muestras de las cuales 19 salieron positivas, además de la paciente que está el Hospital General, lo que nos da 20 casos nuevos de sarampión. Son pacientes provenientes de Chihuahua”, señaló.  

Los trabajadores llegaron hace unos días al campo agrícola donde recolectarían chile y pepino, pero de acuerdo con el epidemiólogo llegaron a Coahuila con algunos síntomas. 

Las personas fueron separadas del resto de los trabajadores que no contaban con síntomas y se llevó a cabo la vacunación de quienes no contaban con esquema completo. 

El epidemiólogo insistió que se trata de un caso que está bajo observación porque es un grupo números de trabajadores agrícolas que llegaron de lugares donde hay más presencia de la enfermedad. 

“Son pacientes provenientes de Chihuahua y se da por hecho de que son casos de importación. Se les está dando seguimiento médico, no hay razón para alarmar, pero se le pide a la población que si no tienen esquemas completos acudan a un Centro de salud para que se les proporcionen las vacunas”, agregó.  

Mencionó que su estado de salud es estable y se monitorea al resto de los casi cien trabajadores que llegaron al rancho y quienes no tienen prestaciones médicas, por lo que también hay otras instancias investigando la forma que fueron contratados.

FUENTE: PROCESO.
AUTOR: CAMELIA MUÑOZ.

El Hospital General enfrenta saturación, falta de personal e insumos, tras eliminarse las cuotas por servicios

En 2024 se decretó la gratuidad en todos los servicios de salud y la eliminación de cuotas, sin dar más presupuesto al sector. El Hospital General es uno de los más afectados por la decisión: sin personal, insumos ni medicamentos, en sus alrededores deambulan decenas de pacientes que no pueden ser atendidos.

“Mi esposo está en urgencias desde hace cuatro días porque no hay cama adentro”, dice Librada Flores, de 52 años. Sigue esperando noticias desde la banqueta del Hospital General de México Eduardo Liceaga, en la Ciudad de México, donde llegan pacientes de todo el país que requieren tratamiento especializado y no tienen seguridad social. 

Librada cuenta que su esposo, Raúl Morales, de 57 años, es diabético, pero desde hace un mes tiene complicaciones en los pulmones. Esto los ha hecho ir y venir del hospital de Ecatepec al Hospital General. En uno no tienen los aditamentos para tratarlo, luego de drenar sus pulmones, y el otro está saturado. 

La mujer relata que días antes, empujando a su marido en silla de ruedas por el hospital, lloró y suplicó como pocas veces en su vida para que lo recibieran. El doctor le mostró el área de urgencias. “Mire, vea, no le estamos engañando, no hay cupo”. Ella, con todo el llanto, le suplicó: “Atiéndamelo aquí, en su silla”.

Librada rememora el momento con tono de alivio: “Le toqué el corazón al doctor. Al final sí me lo recibió”. 

Además del gasto que Librada y su familia han hecho para pagar el tratamiento de diálisis y medicamentos que sumaban 3 mil pesos al mes, porque los hospitales públicos no los proveen, ahora que está en este hospital debe comprar hasta la comida para su esposo. “Nos dicen que les traigamos desayuno, comida y cena, porque en urgencias no dan comida”. 

Efectivamente, el área de urgencias se enfoca en estabilizar a pacientes ante una emergencia y, dependiendo del estado de salud, se da de alta o se interna. En teoría, no deberían pasar más de 24 horas ahí. Pero la realidad es otra.

En este caso, Raúl necesita atención especializada por el líquido acumulado en sus pulmones y la dificultad para respirar que lo mantienen utilizando tanque de oxígeno. Debía ser internado, pero no hay camas disponibles. Los doctores debían decidir: mantenerlo en urgencias o decirle a la familia que buscaran otro sitio. Optaron por lo primero.


Decir que no hay espacio de atención habla de un problema real porque el tamaño del hospital lo coloca como uno de los más importantes del país. Tiene mil 192 camas instaladas. 808 están en el área de hospitalización y 384 en atención transitoria o provisional. 

Pero para hacerlas efectivas también se necesitan médicos, enfermeras, insumos y medicamentos. Pero en este momento todo está rebasado. Por eso, personas como Raúl están en una cama de urgencias y otros más ni siquiera eso: ocupan una silla o fueron enviados a buscar otro hospital.

La gratuidad trajo saturación en el Hospital General de México

En su último año de gobierno, el expresidente Andrés Manuel López Obrador decretó la gratuidad de los servicios de salud. “La salud no es un privilegio, es un derecho del pueblo; ya está establecido en la Constitución. (…) Tenemos el compromiso de dejar funcionando el sistema de salud pública y queremos que sea el mejor sistema de salud pública del mundo”, dijo en mayo de 2024. 

Esto se traduciría en que nadie pagaría por servicios de salud ni medicamentos porque sería absolutamente gratuito. A diferencia de las cuotas de recuperación que cobraban los hospitales públicos de acuerdo al nivel socioeconómico de los usuarios.

Si bien esos cobros eran mínimos en comparación con cualquier otro sistema privado, había personas de ingresos tan limitados que cualquier cantidad significaba una fortuna. Pero por otra parte, las cuotas significaban ingresos para la operación de los hospitales ante un presupuesto gubernamental siempre insuficiente.

El primer paso de la gratuidad fue la cancelación de las cuotas y la prohibición al personal médico de todos los hospitales públicos de solicitar insumos o medicinas a los pacientes. Además de una campaña de difusión desde la conferencia presidencial y sus redes sociales para informar a la gente que no debía pagar por nada. 

Sin embargo, el decreto de gratuidad no vino acompañado de aumento de recursos, sino de recortes. 

En el primer año de gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum, el Hospital tendrá 4 mil 791 millones de pesos de presupuesto. En 2024 tuvo 5 mil 241 millones de pesos, de acuerdo con el Presupuesto de Egresos de la Federación.

Eso significa que uno de los principales hospitales del país tendrá 449 millones de pesos menos. Aún así, tendría que cumplir la encomienda de recibir a toda persona que solicite el servicio y sin cobrar un solo peso extra.


“La capacidad del hospital está totalmente rebasada”

Aunado a la falta de ingresos propios por las cuotas de recuperación, el resultado es que  las carencias cada vez son más graves. Uno de los efectos es la saturación: la demanda se ha incrementado, pero no así los recursos humanos y materiales, explican trabajadores del hospital.

Por eso, en la entrada de emergencias del hospital, donde la desesperación de los enfermos y sus familias es más desgarrador, el personal del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Secretaría de Salud (SNTSA) colocó una manta con el siguiente mensaje:  

“Informamos a todos los usuarios que la capacidad de atención de la institución está totalmente rebasada, lo que ocasiona condiciones no óptimas para brindar una adecuada atención. Las condiciones bajo las cuales se está trabajando son: capacidad de atención rebasada, falta de insumos básicos, falta de personal y proyectos de reorganización de los distintos servicios aumentando la capacidad de atención con las mismas plantillas de personal y sin la infraestructura adecuada”.

Lo hicieron para buscar comprensión entre los pacientes y sus familias. Para informar que la falta de atención no depende sólo del médico de turno, sino de las herramientas para poder trabajar. Algunas veces lo logran, otras más, cuando la desesperación por la gravedad de los pacientes apremia, los únicos en recibir los reclamos son los médicos. 

Y no es la única presión que enfrentan. Poco después de colgar esa manta, una televisora transmitió imágenes de la saturación del área de urgencias. Lo que vino después no fue la solución al problema, sino la amenaza al personal para investigar quién había filtrado los videos y la advertencia de no hablar con medios de comunicación o su trabajo estaría en riesgo. 

Ni siquiera el personal sindicalizado se atrevió a desafiar la instrucción después. Quienes estuvieron dispuestos a dar su testimonio para este reportaje lo hicieron bajo condición de anonimato. 

Una de las personas trabajadoras del hospital muestra documentación oficial con los requerimientos de insumos de noviembre de 2024 a enero de 2025. En enero, por ejemplo, enlistaron 600 pares de guantes de látex para examinación y 3 mil gasas, pero no entregaron ni una sola.

“¡Gasas! ¡guantes! Es lo más básico entre lo básico. Jamás habían faltado cosas así”, relata la persona trabajadora. Esa semana tampoco les surtieron las 60 piezas de antiséptico solución solicitadas; las 2 cánulas faríngeas, 2 tubos endotraqueales, 10 catéteres, 10 conectores de una vía, los 60 conectores libres de uso de agujas, ni los 600  cubrebocas.

Cada semana siguen acumulándose los pedidos sin surtir, como las 600 jeringas, 10 sondas gastrointestinales, o 10 rastrillos. Mientras que entre las cosas que sí entregaron están 8 paquetes de ropa quirúrgica, y 20 vendas elásticas. 

Por eso es que a veces el personal coopera para comprar las cosas más básicas, pero no siempre puede. Ahora, además, se suma otro miedo: si prescriben medicamentos o insumos para comprar por fuera, los usuarios podrían reportarlos porque ahora tienen claro que todos los servicios son gratuitos. Lo que no saben es que la gratuidad no vino con presupuesto. 

Y es que en este hospital todo es faraónico, menos los recursos. Atiende especialidades de medicina crítica, obstetricia, oncología, geriatría, neumología, neurología y neurocirugía, salud mental, nefrología, cirugía bariátrica, citopatología, cirugía de columna, y medicina paliativa.


Cada año se realizan 5 mil atenciones en urgencias y 621 mil consultas. En sus 50 quirófanos se realizan 30 mil cirugías, y recibe a 540 estudiantes de medicina y 850 residentes mexicanos y 166 extranjeros estudian posgrado. 

Tiene más de 100 años de operación y actualmente, dicen los trabajadores, la vocación y voluntad lo siguen manteniendo. Animal Político pudo entrar al hospital y, efectivamente, el área de urgencias está llena.

Lo mismo hay personas en camas, que en sillas, doblados del dolor, llorando o ensimismados esperando a que médicos o enfermeras los revisen. El personal no para, va de un lado a otro, revisa a uno, al siguiente de la cama, suministran medicamentos; avanzan así cada fila de enfermos. Sus horas de turno están topadas, y las enfermeras tienen que trabajar hasta 10 días sin descanso por falta de personal.  

La infraestructura, insiste una de las entrevistadas, cada vez está más deteriorada. Y es que si no hay recursos para medicinas, menos para las reparaciones. Aunque el hospital tiene una torre “nueva” de menos de una década, sin el mantenimiento adecuado también se deteriora. Como muestra, señala los estragos de los temblores, pequeñas grietas que no han sido revisadas, sanitarios clausurados, plafones caídos, pisos levantados.

Mientras que los edificios más antiguos tienen condiciones deplorables. En una área de internamiento, los enfermos que están a unos metros del baño deben soportar el olor pestilente por la falta de registro en la coladera y el mal estado de los retretes. La falta de fumigación, mantenimiento en las tuberías y hasta artículos de aseo ha provocado que las ratas se metan hasta los dormitorios.

Los elevadores no funcionan, otras áreas de internamiento tienen sanitarios clausurados, pasillos sin luz, fugas de agua. Y la farmacia, con faltantes todos los días. Los médicos tienen que usar lo que hay, no lo que requieren para tratar a sus pacientes.

Aún así, esta es la única esperanza para miles de personas que no podrían encontrar atención médica en otro espacio, como Leticia, quien pasa las noches afuera del hospital mientras su sobrino Jorge, con leucemia, es atendido dentro. 

“Aquí te atienden muy bien los especialistas, con mucho respeto. Hacen su trabajo con mucha excelencia, enfermeras y enfermeras. De eso no hay ningún problema. La cosa es que falta material para ellos, para que nos atiendan. ¿Qué está pasando, por qué están recortando? O quieren que nos muramos todos aquí, pues?”, reclama Leticia.

FUENTE: ANIMAL POLÍTICO.
AUTOR: NAYELI ROLDÁN, FRASUA ESQUERRA.

“No hay que enfermarse, no tenemos con qué atenderlos”: el Hospital de especialidades de Tláhuac es un elefante blanco

Inaugurado hace 15 años por el gobierno de la CDMX, el hospital de especialidades de Tláhuac carece de insumos, equipo y personal médico para atender a la población, que aún así acude a él para tratarse.

“Antes decían que este hospital era de especialidades, pero ahora ya no. Dicen que hacen falta muchos médicos, medicamentos y aparatos”. Silvia Rodríguez, una mujer de  57 años, describe así al Hospital General de Tláhuac, su única posibilidad de atención médica porque no tiene seguridad social. 

Silvia tiene el cabello entrecano, largo, trenzado; en su dentadura hay varios huecos, y las líneas marcadas de su rostro moreno le hacen ver mayor. Está en la sala de espera del área de urgencias. Trajo a su esposo porque tiene un dolor en el estómago insoportable. “Él nunca llora y ahorita hasta gritaba del dolor, por eso se convenció de venir”, dice, mientras sujeta con fuerza la bolsa de tela sobre sus piernas. Se le nota la angustia en los ojos. 

Durante la conversación cuenta con toda naturalidad que ella misma necesita una cirugía para extirpar las piedras en la vesícula que le diagnosticaron en 2023, pero está resignada a vivir sin ella.

– ¿Por qué no la operaron? 

– Aquí dicen que ya no son especialidades porque no tienen los aparatos, que se han descompuesto, y que ellos no pueden hacer nada porque no les mandan el gobierno. Luego me mandaron al Hospital General, y ahí tampoco me atendieron porque no había cirujano. Y no he tenido la economía para operarme en un particular. 

– ¿Ya ha preguntado cuánto cuesta?

– Sí, sale como 8 mil o 10 mil pesos, pero no tenemos la posibilidad de tener esa cantidad para operarme. Y no tenemos seguro ni nada de eso, por eso recurrimos aquí a los hospitales. 

– ¿Y ahorita cómo se siente, no le da molestias la vesícula? 

– De repente me dolía bastante, pero ya después he tomado medicamentos, así que me controle nada más el dolor.

Silvia trabaja como ayudante haciendo quesadillas en un puesto ambulante. Antes de eso trabajó por décadas limpiando bodegas en la Central de Abasto, pero durante la pandemia la mandaron a descansar, por ser de la tercera edad.


En la plática, también confiesa que siente bolitas en diferentes partes del cuerpo. “Yo creo que es cáncer”, dice, mientras arrecia el llanto y su voz apenas se escucha. “Mire, tóqueme aquí”, pide, mientras guía la mano de la reportera a su brazo y cuello. “Hay unas que me duelen y otras que no, pero me dicen que no es nada, que sólo son de grasita”. 

No le ha dicho a nadie de su padecimiento para no preocupar a sus hijos. Además no tiene mucho caso, insiste, porque jamás podría pagar un tratamiento de cáncer. Su única esperanza es su fe. “Le pido mucho a Dios que me ayude. Cuando me siento mal sólo le pido a Él. Nunca nos puede fallar”.

Mientras se limpia la cara con su blusa, regresa al caso de su esposo. Dice que no es la primera vez que padece del estómago. Antes de la pandemia lo operaron en este hospital por un absceso en la pared del estómago, pero ahora, los mismos médicos dicen que ya no tienen los aparatos para atenderlo.

Quince minutos después, su esposo, de 62 años, salió del consultorio con una receta de la joven médica que está de turno. “¿Qué te dijeron?”–pregunta ella. “Que algo me cayó mal” –responde él. Le estira la mano para enseñarle el pedazo de papel, aunque la mujer no sabe leer. Entonces, le pide a la reportera que la lea para ver qué le recetaron. Es un Omeprazol, tratamiento para el reflujo. “Pero dicen que no hay en la farmacia, que lo tenemos que comprar afuera”, explica el hombre, pálido. 

Ambos se dirigen hacia la salida. Él camina con cierta dificultad, a paso lento, sin separar la mano de su abdomen. Ella camina a un lado, resignada, como en cada visita a este hospital.

De hospital de especialidad, a elefante blanco

El Hospital General de Tláhuac fue inaugurado en 2010 por el entonces jefe de Gobierno Marcelo Ebrard, actual secretario de Economía. Se trataba de un hospital que atendería a 240 mil personas y que inició operaciones con las especialidades de Pediatría, Medicina Interna, Cirugía General, Traumatología, Geriatría, Oftalmología, Neurología y Terapia Intensiva, con 19 consultorios y 200 camas.

Según el entonces secretario de Salud, Armando Ahued, el hospital requería 200 millones de pesos de presupuesto anual para cumplir la expectativa de atención, que consistía en 34 mil consultas de especialidad, 28 mil servicios de urgencia, mil 400 cirugías programadas, mil 320 ambulatorias, y 200 mil estudios de laboratorio.

Los pasillos que estaban relucientes hace 15 años, hoy tienen los pisos desechos, techos caídos, y por dentro, lo que no está visible para los visitantes, es prácticamente un cascarón. Los estantes de medicamentos están vacíos, la falta de insumos hacen imposible utilizar algunos medicamentos inyectables, y el personal, cada vez más disminuido, hace malabares para intentar salvar vidas.

Así lo pudo constatar Animal Político al recorrer el hospital Hospital de Tláhuac y hablar con personal de diferentes áreas, días después de que decidieron bloquear la vialidad para denunciar las carencias y tras el cierre del área de terapia intensiva por la renuncia del último médico que la atendía, en enero pasado. En casi todos los casos pidieron anonimato, para evitar represalias. 

Explican que poco a poco el hospital dejó de ser de especialidades. El geriatra y el neurólogo se fueron. En ese momento tampoco había ginecólogos los fines de semana, por lo que no podían atender ni partos, y hace más de un año dejaron de hacer cirugías de ortopedia. Aunque sí hay especialistas, no se cuenta con todo el material para atender fracturas. 

“Vea las gavetas, están vacías”, dice una doctora mientras las señala. Sólo son un par de muebles en el área de Pediatría y efectivamente no hay ni siquiera Vida suero oral, quizá el insumo más básico para tratar la deshidratación, de esos que hasta antes se regalaban a manos llenas en los centros de salud.

“Tenemos un niño con diarrea y hay que pedirle a los papás que traigan su propio suero comprado. Aquí los que se están beneficiando más pues son las cadenas de farmacia”, dice el personal. 

Otra de las pacientes es una niña con diabetes, a quien deben revisarle la glucosa cada hora. Solo de un día necesitarían 24 tiras reactivas, pero únicamente hay 3. “¡Tres tiras para más de 24 horas! De plano hay que estar peleando y matándose por una tira reactiva con otras áreas. ¿Qué hace enfermería? Comprarlas de su bolsa”, agrega una doctora.

También faltan suspensiones y jarabes, pero el personal médico resuelve como puede. “Disolvemos tabletas con agua y calculamos lo que corresponde por peso a los niños. O a veces traemos muestras médicas que nos regalan en los congresos y lo vamos dosificando como se necesite; damos dosis en jeringa y así sacamos para varios, pero a veces ni un simple paracetamol tenemos. Ahorita estamos consiguiendo norepinefrina para otra niña grave que tenemos acá, porque tampoco hay”.

Las carencias, dice, “han sido más evidentes en los últimos 3, 4 años, pero así súper mal estos últimos año y medio, o sea, nos hemos quedado sin medicamentos básicos de lo básico.

No se enfermen, puede no haber atención

Este era un Hospital financiado con recursos locales y federales a través del Seguro Popular, desaparecido por instrucción del expresidente Andrés Manuel López Obrador acusando corrupción, aunque no hay un solo imputado al respecto. En su lugar, creó el Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi), pero fue extinto dos años después. 

En ese proceso, no se sabe dónde quedó el dinero que financiaba el Seguro Popular. De 2010 y hasta 2018 el Fideicomiso del Sistema de Protección Social en Salud del Seguro Popular había acumulado 119 mil millones de pesos, pero en 2023, sólo tenía 45 mil millones de pesos. Es decir, en 4 años AMLO disminuyó 62% del dinero ahorrado durante 13 años, y sin explicar en qué lo gastó.

Ahora el hospital depende del IMSS-Bienestar, a cargo del gobierno Federal, pero se trata del tercer proceso de transición, con las complicaciones administrativas y de distribución de recursos que conlleva.

Con este panorama, cuando se le pregunta a un médico qué le diría a los ciudadanos, éste pide su comprensión y hace una recomendación: “Si no estás enfermo, cuídate. Pero si tienes una enfermedad y tienen que ir a un hospital como éste, sepan que puede haber atención médica o no. No sabemos qué va a pasar porque todos están igual”. 

Por eso, pensándose él mismo como paciente, remata: “Ahorita no me quiero enfermar. No hay que enfermarnos ahorita, salvo que tengas dinero”.

Entre los insumos faltantes en este hospital está, por ejemplo, la jeringa para suministrar la anestesia epidural, indispensable para atender los partos. A falta de esto, y ante una urgencia, tienen que aplicar anestesia general, lo que incluso podría traer afectaciones al bebé, reconoce una de las médicas. 

Pone otro ejemplo: semanas antes recibieron nuevos concentradores de oxígeno para las cirugías, no tienen consumibles y no los pueden usar. “Nos tocó situaciones en las cuales tuvimos que terminar cirugías con ventilación manual”, relata.

Noemí Guerrero, representante del Sindicato Fuerza Independiente de Trabajadores de Salud (FINTRAS), denuncia que no tienen ni jabón para la higiene del personal. “No tenemos equipos de bombas de infusión, tiras reactivas, medicamentos que son muy esenciales para los pacientes como es gluconato de calcio, enoxaparina”. 

Cansados de esto, en enero pasado se atrevieron a encabezar una manifestación y cerraron la vialidad afuera del hospital para hacer presión a las autoridades, quienes ya sabían de las necesidades, pues en 2024 acudieron a hacer un diagnóstico. Pero casi un año después la situación sólo empeora. “Es muy importante que la autoridad resuelva porque no es a favor de nosotros, es a favor de la población”, insiste Noemí Guerrero.

Después de esa protesta consiguieron que contrataran más personal y reabrieron el área de Terapia intensiva, pero hasta junio seguían con faltantes de medicamentos, igual que a inicio de año.


Mientras tanto, los pacientes se desesperan. Marisela ha batallado desde agosto de 2024 para que operen a su esposo diabético. Finalmente lo intervinieron, pero ahora necesita sesiones de diálisis, pero no hay insumos. 

“Las sesiones de hemodiálisis en particular me salen entre 2 mil y 1,800 la sesión, y serían tres veces a la semana. No tengo los recursos. No sé qué hacer”, dice Marisela. Por eso hace un llamado a la presidenta Claudia Sheinbaum: “Haga más programas para diálisis, tengan más especialistas. Que nos den un mejor servicio y una mejor calidad”. 

“La gente está engañada”

Los médicos explican que nunca han tenido todos los tratamientos o insumos, pero cuando faltaban, podían pedir a los familiares que los compraran. Aún cuando ese gasto significaba un sacrificio, las familias lo hacían porque sabían que eso podría salvar la vida de sus enfermos. 

Sin embargo, a partir de la declaración de gratuidad durante el sexenio de López Obrador se eliminaron las cuotas de recuperación en los hospitales. Por tanto, los médicos tienen prohibido solicitar algo a los familiares, aún cuando tampoco haya lo necesario en el hospital. “Estamos completamente atados de manos y atados jurídicamente”, dice impotente uno de los médicos.


Aún así, hay quienes, ante la urgencia, desafían esa orden. “Una vez sí expedí una receta para que compraran unos antibióticos y gracias a Dios ese paciente salió vivo. Puse en riesgo mi trabajo, pero también era la diferencia entre la vida y la muerte”.

Su colega agrega durante la conversación: “La gente está engañada. Obviamente ellos vienen y exigen porque en la televisión ven que hay una megafarmacia y que no debe haber rechazo, pero realmente aquí no se ejecuta, la operación es muy diferente. ¿Cómo voy a atender si no tengo insumos, si no tengo medicamentos?”. 

Por eso, hacen un último llamado a los pacientes: “Ayúdenos también a protestar. A nosotros no nos hacen caso. Al contrario, nos amenazan y nos corren”.

FUENTE: ANIMAL POLÍTICO.
AUTOR: NAYELI ROLDÁN.

“No es pensar en qué se hizo bien o mal, sino en qué podemos corregir”: David Kershenobich, secretario de Salud

Las políticas fallidas del sexenio anterior y el actual recorte presupuestal en el sector salud no están entre las preocupaciones del secretario de Salud a nivel federal; a nueve meses de asumir el cargo, David Kershenonich asegura que su prioridad es corregir y que se ejerza mejor el gasto.

El secretario de Salud del gobierno federal, David Kershenobich, pide no ver al pasado; evade los cuestionamientos sobre las múltiples fallas en el sector, agravadas durante el sexenio del expresidente Andrés Manuel López Obrador, y prefiere enfocarse en lo que está tratando de corregirse en el actual sexenio.

Con nueve meses en el cargo, desde que inició el sexenio de la presidenta Claudia Sheinbaum, el actual funcionario dice, incluso, que no le inquietan los recortes al sector salud, aplicados en el primer presupuesto de la nueva administración.

“No me preocupa la reducción del gasto. Lo que me preocupa es cómo hacerlo más eficiente”, dice, mientras explica que la estrategia en materia de salud de la actual administración consiste en fortalecer la política pública de prevención y hacer más eficientes los procesos dentro de los hospitales.

El sistema de salud nunca ha tenido lo suficiente, pero actualmente arrastra los efectos de los recortes ordenados por el expresidente López Obrador como parte de su política de austeridad. Además del desabasto que provocaron los seis intentos fallidos de implementar un modelo de compras de medicamentos, y el impacto de la pandemia de Covid-19. 

En noviembre de 2024, la presidenta Claudia Sheinbuam envió a la Cámara de Diputados un proyecto de Presupuesto de Egresos con un recorte de 12 % en el sector salud, en comparación con 2024; es decir, 122 mil millones de pesos menos. Esto significa el presupuesto más bajo en salud pública desde 2022.

En tanto, el abasto de medicamentos aún no se ha cumplido, y la presidenta hizo un segundo aplazamiento en lo que va del año para prometer que,  ahora sí, en julio habría todos los medicamentos en los hospitales.

En medio de ese complejo panorama, el secretario de Salud, David Kershenobich, afirma en entrevista con Animal Político que todas las partes involucradas deben concentrarse en crear estrategias que apunten a mejorar, y no en señalar las fallas del pasado.

Lo dice un conocedor de la salud pública, luego de 10 años de dirigir el Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán. Un médico reconocido en México y a nivel internacional que, sin embargo, ocupa por primera vez un cargo político administrativo del alcance de una Secretaría de Estado.


“A mí me duele tanto como a tí”

La mayor experiencia y reconocimiento nacional e internacional de Kershenobich están en sus aportaciones como uno de los pioneros en la investigación clínica de la Hepatitis C en México y de la fisiopatología de la cirrosis hepática. Ha publicado 249 artículos originales, 8 libros y 14 capítulos de libros al respecto, lo que le valió ser investigador emérito nivel III del Sistema Nacional de Investigadores (SNI).

Aunque su poder en la Secretaría de Salud es limitado. Como cabeza de sector, desde su despacho se dicta la política en la materia, pero el mayor presupuesto -de donde salen los recursos para las compras multimillonarias de medicinas- está en el IMSS, a cargo de Zoé Robledo, un político chiapaneco que repite en el cargo desde la administración de AMLO, y  en el IMSS-Bienestar, dirigido por Alejandro Svarch Pérez. 

A diferencia de su antecesor, Jorge Alcocer, quien evadió las entrevistas durante todo el sexenio y no habló con familiares de enfermos, Kershenobich recibe a este medio en sus oficinas en Marina Nacional, en la Ciudad de México –próxima a abandonar para dejar de pagar esa renta y ahorrar ese gasto–, y se define como un convencido de que el diálogo es la vía para resolver. 

Por eso pone como ejemplo el caso de los niños con cáncer que no han tenido sus tratamientos a tiempo y cuyas familias están agrupadas en la organización Nariz Roja. Este colectivo había advertido que haría una marcha nacional porque, a mitad del año, los medicamentos seguían faltando en los hospitales, pese a la promesa de abastecimiento desde marzo.

En la reunión que sostuvo con el dirigente de la organización, Alejandro Barbosa, el secretario explicó que ya se habían hecho los pedidos de los fármacos y le propuso la creación de una plataforma para registrar los faltantes y hacer la distribución directa a quien lo demande. 

“A mí me duele tanto como a ti cuando me entero que un niño no tiene medicina (le dijo el secretario a Barbosa), pero lo que yo necesito hacer es qué podemos proponer para mejorar. No estar pensando en qué se hizo bien o qué se hizo mal, sino en qué cosas podemos corregir”, comparte Kershenobich.

“Una parte muy importante es dialogar, escuchar, o sea, por eso vamos a abrir la plataforma, o sea, pero es muy importante que todos contribuyamos y que no nos quedemos nada más en que no se hizo o que sí, sino en lo que se tiene que corregir”, afirma. 

– Pero para eso importa el presupuesto. Y lo que vimos en este primer presupuesto de la presidenta fueron recortes de salud -se le cuestiona.

– Sí, pero no todo es dinero, es la forma en que ejerces el dinero. (…) Nosotros compramos más de 2 mil claves de medicinas, la Unión Europea compra menos de mil. O sea, necesitamos ver de qué manera podemos hacer que el gasto sea más eficiente. A mí no me preocupa la reducción del gasto. Lo que me preocupa es cómo hacer más eficiente el gasto. Porque si el gasto no es más eficiente, usted le pone más y más y más y seguimos perdiendo en eficiencia -responde.

Para reforzar su tesis, Kershenobich pone como ejemplo las nuevas acciones que emprendió y que según él “no cuestan”, como la estrategia “la muestra viaja”, puesta en marcha en el Estado de México.

Se trata de la toma de muestra de sangre tomada desde los centros de salud, en 606 centros de tomas de muestra, y enviada a uno de los 11 laboratorios del estado a través de mensajeros en motocicleta del Servicio Postal Mexicano. 

Otra estrategia es administrar de mejor manera el 25 % de las cirugías ambulatorias de los hospitales, “abriendo espacios de cirugía de corta estancia”. Es decir, programar, por ejemplo, jornadas de cirugías de cataratas; programar de manera más eficaz la toma de biopsia o cirugías de hernias inguinales. “Que tengamos a cirujanos y personas para operar, se concentran todos y se operan en un mismo día y salen y no ocupan las camas hospitalarias”.

Esto, dice, abonará a “desaturar” los hospitales. “Si logramos desaturar exámenes de laboratorio, que no tengan que ir a los centros hospitalarios, si quitamos las cirugías que se pueden atender en forma ambulatoria y que no ocupen turnos, ¿qué va a suceder? Estamos desaturando los servicios. No, no se trata de tener más hospitales, se trata de que funcione más efectivamente”, enfatiza.


Sin embargo, su administración debe encarar no sólo los problemas de administración de recursos humanos y materiales, sino la falta de presupuesto que ha derivado en la disminución de atención, como lo demuestran las cifras oficiales. Además del desabasto de medicinas que, tras un sexenio de seis fracasos en el modelo de compras, aún no logra regularizar la entrega. 

De ahí que la iniciativa privada haya aprovechado la demanda. El crecimiento de atención de salud privada en el país ocurrida en el sexenio de López Obrador a través de consultorios adyacentes a farmacias, donde realizan 10 millones de consultas mensuales, el gobierno de Claudia Sheinbaum intenta abordar el fenómeno, pero únicamente apelando a la voluntad de las empresas, porque no prevén ninguna reforma ni norma para su regulación próximamente. 

Darán protocolos de atención para los consultorios de farmacia

El funcionario narra que desde la transición comenzaron los diálogos con el sector empresarial que derivaron en la entrega de datos a la Secretaría de Salud sobre los padecimientos que atienden en los consultorios de farmacia y los tratamientos que prescriben, información que servirá para diseñar políticas de salud pública. 

Además, la Secretaría está creando protocolos de atención para cada enfermedad que serán obligatorios para todos los médicos del país y con esto asegurar que personal del sector público y privado aborden la atención bajo los mismos criterios; porque no están contra la privatización, siempre y cuando sea un buen servicio. 

Como Animal Político publicó en la investigación “No Fuimos Dinamarca: La Corrupción Detrás del Desabasto”, en 2023 hubo más de 9 mil nuevos consultorios, prácticamente el doble que en 2018, al inicio del gobierno de López Obrador.

Actualmente, 6 de cada 10 mexicanos se atienden en establecimientos privados de salud, la mayoría, en consultorios adyacentes a farmacia. Esto ha significado un aumento de 54% en el gasto en salud que realizan las personas. La estrategia de salud no apuesta por convencerlos de realizar una buena práctica médica dentro de sus negocios y “hacerles la competencia”. 

– ¿Esto es una privatización del servicio de salud, secretario? -se le pregunta.

– No. A ver, es que no estamos en contra de la privatización, pero que sea bien. O sea, que sea bien y tratar de fortalecer el sector público. Yo les puedo hacer competencia, en alguna forma. No sé cómo, pero lo vamos a lograr -afirma. 

Hasta el momento, en los consultorios de bajo costo se realizan 10 millones de consultas al mes en Farmacias Similares, San Pablo, Guadalajara, YZA, Benavides, y Del Ahorro, y recientemente se sumó al negocio Grupo Salinas y Aurrerá.

La gente acude, sobre todo, porque está cerca de su casa y el servicio es rápido, en contraste con lo que significa acudir a una institución pública y hacer fila desde la primera hora de la mañana y perder casi todo el día.  

Además, en el sector público, las consultas generales bajaron 21 % entre 2018 y 2024, al pasar de 200 millones, a 157 millones; esto es 42 millones de consultas menos en el sexenio.


– ¿Cuál es el diagnóstico de que el mayor crecimiento de consultorios de farmacia ocurrió en el sexenio pasado?

– Al hacerse obligatoria la receta (en 2010, para acceder a antibióticos), yo quiero pensar que lo vieron como una oportunidad de servicio este para ofrecerlo. Creo que son muchos los factores que pueden haber jugado en la proliferación de los consultorios, pero sin lugar a dudas, uno de los factores más importantes tuvo que ver con la pandemia.

– Sin embargo, ya pasaron 5 años de la pandemia. ¿Hay un reconocimiento justamente de la falta de la capacidad del Estado de recuperación y que en los años siguientes eso no se ha corregido?

Yo más que usar la palabra ‘corregido’, creo que lo que estamos intentando en esta administración, hemos tenido ya varias pláticas con los consultorios adyacentes a farmacia. Es algo muy importante para la epidemiología del país que los consultorios adyacentes a farmacia tengan ciertas regulaciones que queden dentro del sector de salud para conocer incluso la epidemiología de qué es lo que realmente necesitamos. Hemos tenido pláticas con ellos para poder compartir y poder conocer de qué se trata desde el punto de vista de salud pública lo que hacen. Tener acceso a la base de datos nos va a permitir entonces sí saber qué patología ven, qué prescriben.Yo creo que ellos mismos han aceptado la necesidad de que nosotros tengamos un poco más de control en qué se prescribe, que qué se atiende.

– ¿Cuándo se traduciría esto en normas? ¿Tienen un plazo de que esto se va a traducir en normativa?

– Yo no sé mucho de aspectos legislativos o no, pero lo que sí le puedo decir es que ya hay mayor control en lo que están haciendo. Ya el simple hecho de que nosotros que ellos saben que nosotros estamos ya viendo y ellos están compartiendo, es un paso adelante. Ya no es algo no más que esté libremente funcionando.

Actualmente, dijo, están elaborando los protocolos de atención clínica para enfermedades crónicas, primero, para luego abordar las agudas; por ejemplo, el tratamiento para dengue o sarampión. De ahí que los protocolos tienen la intención de que el tratamiento médico corresponda a ellos y no a los productos que la farmacia quiera vender. 

“Yo quiero que sea el servicio público el que domine el mercado, pero que aquello que haga cualquiera tenga esa seguridad en lo que está haciendo médicamente, porque igual le puede ir mal en un consultorio adyacente a farmacia que en un sector público, si la gente no sabe”, insiste.

Sin embargo, la Secretaría de Salud apela a la buena voluntad de las empresas, porque no habrá supervisión de ello. Y, en sentido práctico, a que la industria logre la sostenibilidad de su modelo de negocio, porque, según el secretario Kershenobich, la venta de medicinas ya no es el objetivo de esta.

“Para que un negocio sea negocio tiene que ser sostenible. No generar ganancias, por supuesto, pero tiene que ser sostenible en el tiempo. Me refiero a sostenible, no a la parte económica. Yo hablo de la calidad del servicio. Entonces, a ellos mismos les conviene que prescriban bien porque no nomás es la venta, porque si la venta le va producir daños, la gente no regresa”, concluye Kershenobich.

FUENTE: ANIMAL POLÍTICO.
AUTOR: NAYELI ROLDÁN.