Pero regresando a la cena que le contaba: todos allí llegamos a la conclusión de que la crítica era inútil, tanto como gritarle a un sordo por la espalda. El auto en que viajamos todos seguirá su camino, (al precipicio o no) y no importa qué hagamos, dijimos. El poder seguirá inundando de propaganda todos los canales de comunicación del Estado, mientras se cuentan el cuento de sí mismos. Porque estoy segura que se lo creen, no fingen: son honestos porque son sordos y ciegos.
Pasan tantas cosas, querido lector, en tantos frentes políticos, que a menudo pienso en la utilidad de la crítica. Me pregunto si sirve criticar algo en el contexto en el que vivimos en México. Específicamente en la era de Morena. Tengo la impresión de que hay mucha gente de izquierda (no morenista) que solía ser crítica que está cansada, extenuada, de haber hecho críticas que nadie escuchó y que ahora ha renunciado a expresarse. Es todo un fenómeno, hay que ir anotando aquí.
Y es que recientemente, en una cena de amigos del sector artístico y cultural, varios comensales que otrora marchaban y solían criticar y combatir a los gobierno anteriores del prian, llegaron a la conclusión de que hacer crítica del gobierno morenista es completamente inútil ¿para qué?- decían- es inútil: ni escuchan, ni entienden, ni sirve.
No sólo eso, hacer una crítica cada vez se vuelve más peligroso. Hay señales ominosas que están frente a los ojos de todos: la persecución de personas en las redes, por ejemplo, en casos escandalosos y absurdos por violencia de género; por la misma razón, persecución de periodistas. Al brazo censor del Estado le han salido dedos. Un nuevo camino para funcionarias y políticas, usar las leyes de protección de las mujeres, para censurar a ciudadanos y ciudadanas ¿es en serio? ¿criticar a una política o funcionaria, estará prohibido? Un escándalo, la verdad, lo que ha ocurrido.
De la misma manera, y aún más preocupante, es la militarización en México y las nuevas leyes que aumentan la capacidad del Gobierno para espiar a ciudadanos. Reformas legales que, juntas, abren las puertas a peligros que no podemos siquiera dimensionar, porque estos podrían cometerse de manera “legal”. No los abusos de la era priista y sus mazmorras oscuras, sino abusos cometidos a plena luz del día con la anuencia de jueces que estarán al servicio del Morena, que los puso en sus cargos vía un acordeón electoral.
La verdad, querido lector, luce muy preocupante el panorama si pensamos como el poder militar ha crecido en capacidades para actuar sobre los ciudadanos, como fuerza policiaca, y que, al mismo tiempo, el Gobierno tendrá todos nuestros datos ¿usted confía en ellos?
A veces creo que Morena, al hacer todas esas reformas, está convencido de que gobernarán por siempre. No se les ha ocurrido que, muy probablemente, estén sentando las bases para un gobierno dictatorial del cual será imposible defenderse, cuando otros lleguen al poder. Porque llegarán, no lo dude, en algún momento. Para ese entonces, quedará muy poco de las libertades e instituciones que México tenía antes de su llegada al poder y cambiar la Constitución será casi imposible. Ese es el pecado que pagaremos todos, al haberles dado una mayoría aplastante.
Porque poco importa lo que digan de sí mismos, el cuento que se cuenten, lo buenos, libres, respetuosos que se crean, lo cierto es que el Gobierno de Morena es sordo y ciego a la crítica, y profundamente prepotente: no necesitan escuchar la molestia de quienes están en desacuerdo con ellos, aunque tengan razones y argumentos válidos. Están convencidos, desde que López Obrador llegó al poder, que México les pertenece y que a quienes no les parece, son casi casi unos apátridas. “Sirven al pueblo” dicen, pero el pueblo de México es muy amplio y variado y, obviamente, todos formamos parte de esa entelequia, todos: los que piensan y los que no piensan como nosotros.
Y es que qué fatiga, querido lector, entrar el garlito de “oposición resentida, perdieron privilegios, minoría rapaz”, etc. que le encanta al poder para deslegitimar a sus críticos y que les sirve para no escucharlos, no atender ningún argumento así sea palmariamente verdadero. Porque la Presidenta Sheinbaum es idéntica a su antecesor, comparte el guión al pie de la letra.
Y no, no es que yo forme parte de la “oposición”, ni que me haya cambiado al otro lado de la calle, sino que sencillamente es realmente extenuante ver la manera en que se están llevando a cabo cambios y reformas que impactarán la vida de todos, sin que se escuche a todos. Es extenuante corroborar cómo desvirtuaron el sentido de lo público, que debería ser plural, no partidista; cómo reinstalaron el patrimonialismo, el nepotismo, sin vergüenza alguna.
Pero regresando a la cena que le contaba: todos allí llegamos a la conclusión de que la crítica era inútil, tanto como gritarle a un sordo por la espalda. El auto en que viajamos todos seguirá su camino, (al precipicio o no) y no importa qué hagamos, dijimos. El poder seguirá inundando de propaganda todos los canales de comunicación del Estado, mientras se cuentan el cuento de sí mismos. Porque estoy segura que se lo creen, no fingen: son honestos porque son sordos y ciegos.
Al final de la cena, y en medio de reiteraciones ominosas, entre tortas y viandas, sin embargo, un jovencísimo poeta, que no había participado mucho en la conversación que se tornó sombría, se volteó y me dijo “pero hay resistencia”. Por un momento, me sacó de la pendiente por donde resbalaba, de golpe. Me quedé perpleja, mirándolo y asintiendo, ante su implacable verdad. Me recordó a la joven que fui y cómo, durante muchos años, resistimos al poder autoritario antes de que “los nuestros” llegaran al poder. Estoy segura que las nuevas generaciones sabrán defenderse de este nuevo poder como alguna vez lo hicimos nosotros. Al menos, cuando nos fuimos todos, me quedé sonriendo.
FUENTE: SIN EMBARGO.
AUTOR: ADELA NAVARRO BELLO.
No hay comentarios: