AUTOR: ÁLVARO DELGADO.
MÉXICO, D.F. (apro).- Su extrema debilidad política, la economía en fase recesiva y una firme oposición frustraron la pretensión de Enrique Peña Nieto de imponer IVA a alimentos y medicinas, pero su proyecto fiscal es claramente injusto: agrede a los contribuyentes de siempre, toca apenas los privilegios de los oligarcas y mantiene los lujos de la alta burocracia.
El aumento de impuestos afecta sobre todo a los mexicanos de clase media —que ahora pagarán 32% de sus ingresos a partir de los 42 mil pesos mensuales y 16% más de colegiaturas, hipotecas, rentas y hasta comida para mascotas—, pero también a los pobres por el aumento del IVA de 11% a 16% en la frontera, el alza a las gasolinas y el impuesto de un peso por litro de refresco, a menudo la principal fuente de calorías de este sector.
No es verdad que con el proyecto de Peña pagarán más los que más tienen ni se combaten los privilegios de los magnates y sus empresas.
Supuestamente por la desaparición del régimen de consolidación fiscal y otras modificaciones al Impuesto sobre la Renta (ISR) el gobierno recaudaría 131 mil millones de pesos, pero al eliminarse el Impuesto Empresarial a Tasa Única (IETU) se dejarán de recibir 114 mil 500 millones de pesos. La recaudación neta de este sector sería de sólo 16 mil 500 millones de pesos. Habrá que ver, también, cómo queda, al final, el porcentaje de consolidación fiscal y el que grabará las transacciones de la Bolsa Mexicana de Valores y aun las implicaciones que esto tendrá para las inversiones productivas.