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» » » » “Cada búsqueda es volver a empezar desde cero”: familias buscan a sus desaparecidos en las barrancas de Álvaro Obregón en CDMX

Colectivos y autoridades realizan una búsqueda de cinco días en uno de los puntos más profundos de las barrancas de Tarango, en la alcaldía Álvaro Obregón, con el fin de localizar indicios o fragmentos óseos que puedan corresponder con personas desaparecidas.

La inclinación propia del terreno y la basura que inunda las barrancas de la alcaldía Álvaro Obregón hacen de varios puntos en su territorio áreas propicias para la desaparición de personas, y al mismo tiempo, lugares donde su búsqueda puede volverse muy complicada.

Este lunes inició en el cruce de las calles Mina de Diamante y Mina de Cromo, en la colonia Palmas Axotitla, el descenso de varias autoridades y familias de colectivos a uno de los puntos más profundos de las barrancas de Tarango, con el fin de localizar indicios o fragmentos óseos que puedan corresponder a sus familiares desaparecidos.

La ruta, institucional y terrenal, para llegar hasta este punto no fue fácil. Varias veces se había exigido a la comisión local de búsqueda una brigada más generalizada en ese lugar, y aunque algunos familiares habían estado ahí antes, esta es la jornada más amplia y ambiciosa, que abarcará un periodo de cinco días.

Las horas previas al inicio del primer día de búsqueda estuvieron marcadas por las complicaciones para solucionar el transporte que llevaría a familiares, colectivos y personas solidarias al punto, pues la comisión local, aseguraron algunas, no contaba con suficientes recursos.

En la misma fecha, además, se había programado otra búsqueda de varios días, la de Pamela Gallardo en el Ajusco, sobre la cual se supo en las primeras horas del día que no se llevaría a cabo. Ante ello, el colectivo Luciérnagxs decidió hacer una manifestación sobre Calzada de Tlalpan a la altura del Metro Chabacano, de donde partiría originalmente su transporte.

De manera simultánea, también se desarrollaba este lunes una prospección en el cerro del Chiquihuite con miras a futuras búsquedas. Las tres actividades que se emprendieron de manera simultánea dejaron la impresión en colectivos y familiares de que las autoridades locales no tienen la capacidad para apoyarlas al mismo tiempo, y extrañaron una mejor organización.


El punto de encuentro en Álvaro Obregón, y de acceso a la barranca, es un pequeño parque cuya reja ahora impide el acceso directo, pero que hace un par de años —comentó una de las familiares buscadoras– dejaba el paso libre hacia esos terrenos, dado que el enrejado no existía. Luego del caos desde los distintos puntos de partida, ahí comenzó la reunión de personas y autoridades para emprender la búsqueda.

Entre ellas la señora Julieta, que desde octubre de 2023 busca a su hijo Sergio, quien desapareció en una zona aledaña. Por eso, explica, ahora llegó a ese punto como un lugar de interés que responde al análisis de contexto de varias desapariciones con características similares que ocurren en esa área de la alcaldía.

Julieta y su hija Caro han batallado mucho para que las autoridades hagan las diligencias necesarias. A esta jornada Caro no asiste porque ha estado muy saturada de trabajo, pero la mamá de Sergio, con su bastón y sus 62 años, viene a colaborar en lo que pueda.

El descenso hasta la base de la barranca, por ejemplo, para ella no será posible, pero mientras otros exploran ese punto, permanecerá en la parte más alta, haciendo, junto con otras mamás, labores de limpieza y de rastrilleo en el basurero que son las barrancas incluso desde su área más superficial y accesible.

En un lugar como ese, “el 90 % de las actividades por hacer son de limpieza, antes de poder encontrar cualquier indicio”, comenta uno de los funcionarios que forma parte de las autoridades que acompañan. Como en tantas búsquedas, muchas de ellas fungen más como apoyos y testigos, mientras que las actividades centrales quedan en manos de personas solidarias y familiares.

Esta vez asisten integrantes de la Guardia Nacional, de Seguridad Ciudadana, de la comisión de búsqueda local, de Corena, de la Fiscalía capitalina, de bomberos y del ERUM, que hizo el acompañamiento en los descensos, que podían implicar hasta 10 minutos por persona, advirtieron. 

Abajo, además de más basura que en el punto más alto, la característica que diferencia el terreno es su superficie fangosa, sobre todo tras las lluvias de los días previos.

“Es hueso de animal”, dicen sobre un fragmento en jornada de búsqueda en CDMX

Para bajar al fondo de la barranca, las familias, personas solidarias y elementos de cuerpos de emergencia descendieron un poco más de 30 metros con una cuerda para rappel. Lo hicieron con guantes y cascos. 

“Tienen que bajar con el compás abierto, es decir con las piernas separadas; si las juntan perderán el equilibrio, y si creen que no van a aguantar, es mejor que sean valientes y honestos, y digan que no pueden”, dijo uno de los jefes del ERUM, quien dio una breve explicación de cómo descender. “¿Quién baja primero?”, preguntó. 

José Soledad Díaz León, mejor conocido como Don José, levantó la mano y dijo “yo”. El señor rebasa los 60 años. Es muy delgado y ligeramente encorvado. Las arrugas se le notan pronunciadas y el rostro quemado. El dolor de su búsqueda la carga en la espalda. Su hija, Josefina Avellaneda Díaz, desapareció en octubre de 2016 en la alcaldía Iztapalapa.

Don José, quien pertenece al colectivo Una Luz en el Camino, en esta ocasión acudió como persona solidaria, para ayudar a buscar entre la maleza y las aguas negras. Él fue el primero en descender, y lo hizo como si estuviera entrenado para ello.

En el fondo de la barranca y después de sortear basura, piedras, ramas, y troncos, ya estaba el perímetro de la búsqueda marcado. El terreno es pantanoso y húmedo, porque por ahí cruza un riachuelo. Las personas solidarias y familiares comenzaron a limpiar. En un tinaco rotoplas colocaron plástico y botellas; a un lado, más objetos grandes. 

A unos pasos, en un terreno más estable, iban colocando la ropa y zapatos. Se acumulaba poco a poco. La mayoría de las prendas estaban húmedas y enlodadas. Se veían deterioradas por el sol, el agua y la tierra, pero sí se alcanzaban a distinguir. 

Ariadna Pérez Reyes es mamá de Diego Iván Arreola Pérez. Fue desaparecido en la alcaldía Álvaro Obregón en mayo de 2023. Desde entonces lo busca por las calles y barrancas de esta demarcación. Ari, como le dicen otras madres buscadoras, rascaba la tierra con un rastrillo, alternaba con sus manos, y luego con una pala. Salían objetos, juguetes, zapatos.

De entre la tierra sacó un trapo; cuando lo sacudió, era una tela de color azul oscuro. La extendió para verla y dijo en voz alta que esa prenda se parecía a la sudadera que traía puesta su hijo el último día que lo vio, que le gustaría que la examinaran bien: “Voy a pedir que la chequen. Primero Dios que no. Tengo fe de que mi hijo está vivo y que algún día va a aparecer. Entonces ojalá que no sea la tela”.

En cuanto llegó Don José a la parte de abajo de la barranca, reconoció el terreno. Caminó unos metros y encontró una especie de sendero lleno de basura. Lo escaló, aunque estaba algo empinado. Comenzó a identificar dónde había objetos enterrados. Elementos de la CNB y personas solidarias subieron para rascar junto con él. Sacaron ropa y zapatos, pero también muebles, sillas, libros.

Cuando todos hacían su labor, una trabajadora de la CNB que estaba en la montaña de basura que descubrió Don Juan dijo: “Aquí hay un hueso”. Esa frase resonó alrededor. Las personas que estaban ahí voltearon de inmediato y se hizo un silencio. “Espera, que lo vea la antropóloga”, dijo un elemento de la comisión. Ella se acercó, lo agarró con guantes, lo limpió y lo observó detenidamente. “Es de animal”, infirió.

Buscan a desaparecidos desde el punto más profundo al más alto en barrancas de Álvaro Obregón en CDMX

Del fondo de la barranca se obtuvieron diferentes objetos y prendas de ropa que, más tarde, poco antes de que terminara la primera jornada de la brigada que durará toda la semana, fueron acomodados sobre plásticos azules para que las familias los descartaran o fueran procesados después en la fiscalía capitalina. Al lado yacían también algunos fragmentos óseos no humanos, según lo aclaró esa dependencia. 

En el punto más lejano se encontró mucha acumulación de basura en un recorrido de cerca de 5 kilómetros, que abarcó una distancia de por lo menos 200 metros lineales, hasta un área donde comienza a aparecer una cascada y es pura elevación, por lo que la barranca se cierra aún más. La limpieza más específica de ese punto quedará como una tarea para los días siguientes.

En la dirección norte de la barranca, otra acumulación de basura permanece en un descenso de aproximadamente 45 grados. Ahí el objetivo principal fue limpiar 40 metros cuadrados con un acopio final de casi media tonelada, de donde también se recuperaron diversos pares de zapatos y prendas. La limpieza empezó apenas, para continuar en los días siguientes.


Arriba, las tareas de limpieza fueron similares, pero sobre suelo seco, abrasado por el sol: basura y ramas que se retiraron hacia los lados hasta descubrir la tierra debajo, que ha dejado de verse entre desechos y maleza. Un par de pedazos de cobijas rasgadas, unos anteojos, un celular obsoleto, jirones de algunas otras prendas y hasta un costal de cascajo aparecieron ahí. Todo terminó dentro de una cubeta roja para ser trasladado por las autoridades. Otras prendas, como las que saturaban la ruta de descenso a rappel, tendrán que esperar a otro día, otra jornada o incluso otra brigada de búsqueda.

Durante todas las horas que transcurrieron entre aproximadamente las 9 de la mañana y pasadas las 2 de la tarde, no paró el bloqueo que sostenía la familia de Pamela Gallardo de forma paralela sobre Calzada de Tlalpan. Personal de la comisión de búsqueda capitalina justificó que la cancelación se debía a que esas jornadas estaban previstas en un predio privado, y tuvieron que cambiar de día a petición del propietario.

Nada específico dijeron sobre la falta de comunicación que pudo haber aclarado esa molestia –atribuyéndosela al deseo de inmediatez de las familias– ni de los problemas iniciales en la coordinación del transporte. Como siempre, familias, solidarios y aliados se las arreglaron para llenar esos huecos, y para trabajar la tierra en un punto asociado a patrones similares de desaparición, pero que las deja de nuevo con la sensación de volver a empezar, sobre todo ante una semana completa donde mucho tiempo se invertirá tan solo en limpiar.

“Aquí ya hubo positivos”: familiar de desaparecido

“Aquí ya hubo positivos de alguien desaparecido, en el 2021. Por patrones y por análisis de contexto, es el crimen organizado de las diferentes bandas que se mueven por aquí: chavos desde los 15 años hasta los 35, la mayoría hombres, que viven por la zona o tenían algún tipo de adicción”, comenta la hermana de uno de ellos, quien lo busca desde 2020. Es su décima búsqueda en todas las barrancas de Tarango. La única vez que encontraron fragmentos parciales humanos se atribuyó a la cercanía de un panteón.

“Las autoridades nunca te van a decir dónde. Somos las familias o las personas solidarias; en mi caso, fue a través de solidarios y el análisis de contexto, y después yo hice uno donde determiné cuáles eran las zonas para búsqueda… Esta es la tercera búsqueda en el mismo punto; siempre el pretexto ha sido el exceso de basura y nunca hemos llegado a levantar mucho.

“Realmente es venir y medio mover la basura, pero nada realmente; ese es siempre el tema, y que no puede entrar maquinaria para levantar más fácilmente todo. De las búsquedas que yo he tenido, que haya llegado a decir ‘ya limpié un poquito para estar más cerca de encontrar algo’, no. Cada búsqueda es volver a empezar desde cero por el exceso de basura, y ahorita viene mucha gente a ayudar, pero otras veces éramos contados”, lamenta.

FUENTE: ANIMAL POLÍTICO.
AUTOR: MARCELA NOCHEBUENA, SHARENII GUZMÁN.

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