AUTOR: MARCELA TURATI.
Nadie sabe a ciencia cierta cuántos cadáveres hizo desaparecer en ácido El Pozolero, pero se habla de varios cientos. Capturado hace cinco años por militares, el delincuente que trabajaba en Tijuana para Teodoro García Simental no ha dicho todo, menos ahora, cuando podría estar cerca de la libertad. Familiares de desaparecidos de esa ciudad –quienes sospechan que sus parientes fueron deshechos por el delincuente– mantienen la búsqueda de sus seres queridos y, además, proponen la construcción de un memorial en uno de los predios donde se han hallado restos humanos irreconocibles.
TIJUANA, B.C. Una reciente pinta en la barda pide respeto: “Este es un lugar sagrado”. Cruzando el lote se llega a un cuarto de ladrillo, con huecos donde alguna vez hubo una puerta o ventanas; botellas rotas cubren el piso, indescifrables grafitis plagan las paredes. La pileta de cemento está cubierta de flores amarillas ya secas; alrededor, una treintena de veladoras, ya consumidas, alza su plegaria al cielo el Día de Muertos.
La Gallera, este terreno abandonado de la colonia Maclovio Rojas, está empotrada en las pesadillas de las familias mutiladas en esta ciudad desde que algún ser querido desapareció. El lugar era un centro de extermino donde personas fueron disueltas en ácido.