AUTOR: ANABEL HERNÁNDEZ.
Manuel Mondragón y Kalb renunció a su cargo de comisionado nacional de Seguridad el viernes 14, luego de haber convocado a personas de su confianza para unirse a su equipo: planeaba hacer cambios sustanciales en esa institución y en la Policía Federal. Pero el permiso para ello le fue negado por su jefe, el presidente de la República, según revelan a Proceso fuentes a los acontecimientos. Aparentemente el médico y militar tiene enemigos en altas esferas del gobierno, quienes le pusieron todos los obstáculos posibles a su labor. Hay fuertes indicios de que Genaro García Luna, el superpolicía consentido del sexenio calderonista, sigue moviendo muchos de los hilos de la seguridad nacional.
MÉXICO, D.F: La mañana del viernes 14 la sala de espera del despacho de Manuel Mondragón y Kalb, entonces titular de la Comisión Nacional de Seguridad (CNS), estaba llena. Siete hombres y dos mujeres hacían antesala. Todos tenían dos cosas en común: eran de toda la confianza del comisionado y fueron testigos de cómo se descompuso la relación entre éste y el presidente Enrique Peña Nieto.
“Si no puedo estar con mi gente, esto no tiene sentido”, se quejó Mondragón horas después ante ellos en un discurso de apenas cinco minutos. Quien estaba llamado a ser uno de los ejes rectores de la política de seguridad pública fue frenado en el transcurso de los primeros meses de gobierno de Peña Nieto.