AUTOR: ENRIQUE MAZA.
Fue un ardid. Espantados por la renovación moral de Miguel de la Madrid, Joaquín Hernández Galicia, La Quina, líder moral del sindicato petrolero, y Salvador Barragán Camacho, líder ejecutivo, tramaron el engaño. Y es que las cosas ya no eran iguales. La Quina había jugado varias veces con el chantaje de su retiro, Siempre le había dado resultado. Hasta que ya no.
Cuando Luis Echeverría subió a la Presidencia. La Quina lo invitó a su plaza fuerte, Ciudad Madero. “Señor presidente, yo ya estoy cansado y he pensado en retirarme de la vida sindical”. Echeverría ante semejante pérdida: “No, Joaquín. Quédese usted. Siga”. La Quina, sacrificado ante el mandato supremo: “Está bien, señor presidente, como usted ordene”.
Seis años más tarde invitó a José López Portillo: “Me retiró, señor presidente, ya estoy cansado”. López Portillo, ante la pérdida irreparable: “Usted es necesario, Joaquín, tiene que seguir”. La obediencia de La Quina: “Como usted ordene señor presidente”. Otros seis años. Invitó a Miguel de la Madrid: “Ya estoy cansado, señor presidente. He pensado en retirarme”. Silencio presidencial. De la Madrid quería una limpia en Pemex. Y La Quina y Barragán tramaron el sacrificio expiatorio.