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jueves, 15 de septiembre de 2016

En riesgo 130 comunidades por gasoducto Tuxpan

Ciudad de México | Desinformémonos. El agua, la tierra y la vida de 130 comunidades originarias están en riesgo por la construcción del Gasoducto Tuxpan-Tula, a cargo de la empresa multinacional TransCanada, denunciaron mujeres de origen ñha ñhú integradas en el Consejo Xagu Yamui por la defensa de la Sierra de Hidalgo y Puebla.

Tan sólo en la zona indígena del municipio de Pahuatlán, se intentan destruir más de 600 hectáreas del Bosque Mesófilo de Montaña, reserva ecológica de la que sólo queda menos del 1 por ciento en México, resaltó el Consejo.

“Si la empresa quiere construir su gasoducto, por qué no lo hace allá, en Canadá, no en nuestras tierras”, reclamó.

Las mujeres responsabilizaron al alcalde de Pahuatlán, Arturo Hernández Santos, de amenazar a los habitantes de las comunidades luego de advertirles que el gasoducto pasará por sus tierras, a pesar de que no hubo consulta previa a los pueblos sobre su construcción.

Agregaron que Hernández Santos declaró que “el gasoducto pasa, porque pasa”, así como que “está a favor de la empresa y el gobierno, porque el gasoducto es la puerta de muchos proyectos por llegar a la comunidad”.

Por su parte, en el pueblo de Montellano el gasoducto atravesará las tierras de al menos 80 familias, las cuales organizaron una resistencia contra el proyecto que procede de Veracruz.

El Consejo Xagu Yamui demandó a los gobiernos estatal y federal que respete la consulta previa a los pueblos indígenas sobre los proyectos previstos para la instalación en sus tierras, tal como marcan los tratados internacionales a los que se encuentra suscrito México.

Con información de La Jornada de Oriente

FUENTE: DESINFORMÉMONOS
AUTOR: REDACCIÓN
LINK: https://desinformemonos.org/en-riesgo-130-comunidades-por-gasoducto-tuxpan/

martes, 21 de junio de 2016

CECOP, trece años en resistencia contra la presa La Parota

Trece años de resistencia en contra del Proyecto Hidroeléctrico Presa La Parota se cumplirán el 28 de julio de 2016; durante ese tiempo se ha templado el Consejo de Ejidos y Comunidades Opositores a la Presa la Parota (CECOP) para continuar la lucha sin desmayo hasta lograr la Cancelación Definitiva del proyecto. Desde ese día emprendimos la defensa de nuestras tierras, el agua del río Papagayo y nuestro territorio que el gobierno trató de arrebatarnos para construir, sin nuestro consentimiento, esa megapresa que habría inundado 17,300 has., desalojado a 25 mil campesinos -comuneros y ejidatarios- y desertificado las tierras de quienes viven río abajo que son más de 80 mil, en un proyecto depredador que abarcaba cinco municipios del estado de Guerrero siendo Acapulco al más afectado en tanto que ahí planearon construir la cortina de la presa y el que tendría el mayor número de desplazados, principalmente comuneros de los Bienes Comunales Indígenas de Cacahuatepec, territorio constituido por 47 comunidades; 20 de ellas serían las más afectadas además de los 19 ejidos ubicados río arriba.

Ese 28 de julio de 2003, se detuvo a la Comisión Federal de Electricidad (CFE) -para ese entonces empresa paraestatal promotora del proyecto- se le dijo que fuera a hacer su presa a otro lado y que sacara la maquinaria con la que habían iniciado los trabajo seis meses antes, lo que se vio obligada a hacer poco después; de ahí hasta ahora no logró meter nuevamente la maquinaria ni dar inicio a la construcción de la presa. Intentó hacerlo varias veces lo que le fue impedido por los pueblos que, para taparle el paso, instalamos plantones en los caminos que conducían a donde habían iniciado los trabajos; los plantones se instalaron en los cerros, en la entrada de los pueblos o junto al río, fueron 7 plantones resguardados día y noche durante cinco años sobre todo por las compañeras mujeres. Esta acción significó nuestra mayor fortaleza. La CFE intentó pasar varias veces pero fue repelida, ejecutó innumerables actos de provocación lo que generó un estado de constante confrontación además de que rompió el tejido social en el comunal y en los ejidos. La organización alcanzada por el CECOP frenó las provocaciones pero durante ese período cuatro compañeros fueron asesinados y once de nosotros estuvimos presos, llegando al encarcelamiento durante varios días de Marco Antonio Suástegui y de don Francisco Hernández (don Chico) quienes fueron liberados por la fuerza que había alcanzado el movimiento.

Al haber tomado conciencia de que la posesión de las tierras es de los comuneros y ejidatarios y, como decía Doña Margarita, a quien llamábamos la Comandanta: “en nuestras tierras mandamos nosotras y nosotros”, se llegó al convencimiento que para sostener y triunfar en una lucha por el territorio se tiene que tener la posesión y el dominio del territorio. Igualmente importante fue adquirir la confianza en las propias fuerzas, además del convencimiento de que a nosotros y solamente a nosotros nos toca defender nuestras tierras; nadie va a venir a defender lo que a nosotros toca, porque las tierras son nuestras. También aprendimos a enfrentar a las fuerzas represoras, siempre convencidos de que estamos luchando por algo justo que es la defensa de nuestras tierras, el agua y la vida en comunidad. Supimos lo que es enfrentar la violencia de estado y salimos adelante. Nos rodeamos de solidaridad de muchos movimientos y organizaciones hermanas y supimos que nos asiste la razón y que tenemos derechos que deben ser respetados por el Estado. Emprendimos acciones legales en el terreno del derecho ambiental y del derecho agrario; en este último ganamos la nulidad de las asambleas agrarias fraudulentas por medio de las cuales pretendieron iniciar el proceso expropiatorio y el cambio de uso del suelo. Este triunfo legal sigue vigente, por lo que legalmente la CFE y el gobierno están impedidos a iniciar trabajos de la presa La Parota, pero sobre todo están impedidos por la decisión de los pueblos y la fuerza del movimiento.

Hicimos visible nuestro movimiento a nivel nacional e internacional. Recibimos la visita de relatores de la ONU y de la Sria. Gral. de Amnistía Internacional; denunciamos las agresiones sufridas ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos en Washington y dimos nuestro testimonio frente al Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de Naciones Unidas (Comité DESC) en Ginebra, Suiza. Estos organismos internacionales emitieron recomendaciones muy duras al Estado Mexicano, todo en favor de nuestros derechos como campesinos y como pueblos indígenas.

En posteriores escritos expondremos con detalle los distintos momentos de la resistencia, los procesos legales que emprendimos, la represión, la violación de nuestros derechos humanos, las acciones en defensa del territorio y del medioambiente así como las acciones mutuas de solidaridad con organizaciones y movimientos sociales. La integración con afectados por presas en México y Latinoamérica, la formación del Movimiento Mexicano de Afectados por las Presas y en Defensa de los Ríos (MAPDER), la integración a la Red Latinoamericana de Afectados por Represas (REDLAR), la participación en la Asamblea Nacional de Afectados Ambientales (ANAA), en la Red Nacional de Resistencia Civil, el Comité Nacional por la Libertad de los Presos Políticos, la Alianza Mexicana por la Autodeterminación de los Pueblos (AMAP), la Red Mexicana de Acción Frente al Libre Comercio (RMALC), la Campaña Nacional en Defensa de la Tierra y el Territorio y con otros grupos y redes.

Es urgente iniciar un proceso de intercambio de opiniones y propuestas con todos estos movimientos y otros más sobre la situación actual en México y a nivel global en un momento en que, para nosotros, significa un retroceso en todos los niveles. Este momento de crisis generalizada, es cien veces peor que cuando iniciamos nuestra resistencia hace 13 años. Hoy estamos mucho más desprotegidos que antes. Los últimos gobiernos, sobre todo el actual nos han arrebatado nuestros derechos más elementales, los han borrado de la misma Constitución que ha quedado modificada en favor de las empresas depredadoras. Las acciones y compromisos del Estado Mexicano y su gobierno ya no son para proteger al pueblo sino para resguardar los intereses de los negocios de las empresas y los empresarios -como patrones que son de los gobernantes- que lo único que buscan es la acumulación de su riqueza y la multiplicación de sus capitales.

Debemos estar preparados y alertas para cuando comiencen a entrar las empresas, sobre todo trasnacionales a extraer petróleo, gas por medio del fracking y a generar electricidad, y comiencen a ejecutar el despojo de tierras de campesinos e indígenas, amparados esos empresarios por las modificaciones de Peña a la Constitución como parte de la contra-reforma energética y sus leyes secundarias, que consideran a la extracción de hidrocarburos y generación de energía eléctrica como prioritarias, por encima de cualquier otra actividad, ya sea agrícola o de cualquier otro tipo de uso del suelo, por medio de figuras tales como el derecho de paso y servidumbre oficial dando legalidad a la desposesión y el despojo.

Debemos medir la fuerza y dar un nuevo ímpetu a nuestros movimientos frente a un gobierno autoritario y represor que ha decidido emprender una guerra implacable contra los trabajadores, los campesinos y los pobres de todo el país. Estas medidas gubernamentales generarán conflictos cada vez más graves a partir de la imposición de las contra-reformas, como la embestida que lanzaron contra los maestros, particularmente de la CNTE, a quienes pretenden imponer la contra-reforma educativa que vulnera sus derechos laborales utilizando la fuerza desmedida del Estado. En el mismo nivel están colocadas las violaciones a los derechos humanos a través de las ejecuciones extrajudiciales, de la tortura sistemática y generalizada, y las desapariciones forzadas cuyo caso más grave es la desaparición de los 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa. En los siguientes escritos, el CECOP expondrá su posición y propuestas frente a la crisis actual a la vez que seguiremos haciendo un recuento y rememoración los 13 años de lucha ejemplar en defensa de la tierra, el territorio, el agua y nuestros Bienes Comunales.

CONSEJO DE EJIDOS Y COMUNIDADES OPOSITORES A LA PRESA LA PAROTA
13° Aniversario, Julio de 2016.


FUENTE: DESINFORMÉMONOS
AUTOR: CECOP
LINK: http://desinformemonos.org.mx/cecop-trece-anos-en-resistencia-contra-la-presa-la-parota/

lunes, 13 de junio de 2016

Monsanto pretende sembrar semilla transgénica en el municipio de Campeche. Organizaciones civiles la demandan

En el ciclo agrícola que inicia el próximo 15 de junio, la empresa transnacional Monsanto, pretende sembrar semillas transgénicas en el municipio de Campeche, en el estado del mismo nombre, a pesar de que existe una orden de la Suprema Corte de Justicia de la Nación que suspende la autorización de siembra de semilla genéticamente modificada en Campeche y además, el municipio como tal no está dentro de las zonas en las que Monsanto pidió autorización en 2012.

Greenpeace e Indignación A.C. demandaron a la empresa Monsanto y a quien resulte responsable por la posible siembra de soya genéticamente modificada en el estado de Campeche, en particular en el municipio del mismo nombre, donde la trasnacional ha expresado su intención de comercializar semillas transgénicas para el siguiente ciclo agrícola, según lo publicó el periódico local Por Esto! el 21 de abril pasado:   

Monsanto sembrará en la península 30 mil has de soya transgénica*

Este año, la trasnacional Monsanto sembrará 30 mil hectáreas de soya transgénica en la Península de Yucatán, es decir, casi 3 veces más de lo que se sembró el año pasado, según información de la Comisión Intersecretarial de Bioseguridad de los Organismos Genéticamente Modificados (Cibiogem).

Este organismo, que agrupa a las 6 Secretarías de Estado involucradas en la biodiversidad, detalla que desde el 2005, Monsanto lleva a cabo siembras de soya en la región y está en la última fase para convertirla en un cultivo comercial.

El ciclo agrícola inicia el próximo 15 de junio y Monsanto no cuenta con permiso expreso para hacerlo, ya que existe una resolución de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) que suspende las autorizaciones de siembra en el estado.

Las organizaciones presentaron  denuncias populares  ante la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa)  para que esta dependencia evite la liberación de soya transgénica en Campeche por las posibles afectaciones al derecho humano al medio ambiente sano, la bioseguridad y la gestión ambiental; además, del desacato que la empresa podría cometer en contravención de las sentencias de la segunda sala de la Suprema Corte que suspende los permisos de siembra hasta que se consulte a las comunidades indígenas sobre si están de acuerdo o no en que se cultiven organismos genéticamente modificados en su territorio.

El argumento de la demanda de las organizaciones radica en que el marco legal de bioseguridad en México obliga a los interesados en la siembra de transgénicos a solicitar los permisos indicando expresamente los sitios donde desean hacerlo y Monsanto omitió mencionar explícitamente el municipio de Campeche, por lo que el permiso que recibió para las siembras  no contempla esa zona y en consecuencia estaría impedido para liberar soya genéticamente modificada en él.

En 2012, Monsanto pidió autorizaciones para la siembra de soya transgénica resistente al herbicida glifosato en los municipios campechanos de Champotón, Hecelchakán, Hopelchén, Tenabo, Calkiní, Escárcega, Carmen y Palizada, en donde  actualmente se encuentran suspendidas por orden de la Suprema Corte; en ese trámite  omitió mencionar explícitamente al de Campeche por lo que sembrar en ese municipio sería ilegal.

Las organizaciones alertaron que en caso de que Monsanto insista en la comercialización y siembra de semillas de soya transgénica en el municipio de Campeche podría alcanzar multas de hasta 2 millones 190 mil pesos  por violaciones a la regulación de bioseguridad en México. En el caso de los otros ocho municipios de Campeche, si Monsanto continúa con su intención de sembrar semillas de soya transgénica en la entidad,  estará cometiendo desacato de una orden judicial, lo cual es muy grave.

Con las denuncias populares, Greenpeace e Indignación A.C. demandaron a la Profepa asegurar que no se siembre o se sigan sembrando variedades de soya transgénica en Campeche, en particular en el municipio del mismo nombre, donde no hay autorización expresa para hacerlo, lo que contraviene la Ley de Bioseguridad de OGM (LBOGM). Además de que no se ha dado cumplimiento a las sentencias emitidas por la  Segunda Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

También pidieron que se realicen labores de inspección, vigilancia y monitoreo en las comunidades y municipios de Campeche, a efecto de corroborar que no haya siembras de soya transgénica  y, en su caso, detenerlas; además de tomar medidas como el aseguramiento inmediato de las semillas genéticamente modificadas que hayan sido transportadas y almacenadas para la  siembra comercial en el estado de Campeche, y en caso de detectar cultivos de esta semilla en los municipios Champotón, Hecelchakán, Hopelchén, Tenabo, Calkiní, Escárcega, Carmen y Palizada y  Campeche, deberá decomisar la siembra y destruirla, cumpliendo con las medidas de bioseguridad adecuadas.

Las organizaciones manifestaron que continuarán pendientes para alertar a las autoridades de cualquier intento de siembra ilegal en Campeche, y estarán monitoreando cualquier hecho ilícito.

*Nota del Por Esto!

http://www.poresto.net/ver_nota.php?zona=yucatan&idSeccion=1&idTitulo=113216

FUENTE: DESINFORMÉMONOS
AUTOR: EQUIPO INDIGNACIÓN
LINK: http://desinformemonos.org.mx/monsanto-pretende-sembrar-semilla-transgenica-en-el-municipio-de-campeche-organizaciones-civiles-la-demandan/

lunes, 23 de mayo de 2016

El científico del pueblo

“Monsanto es un instrumento de desocupación del territorio, lo que se intenta es ‘barrer’ y para eso, como no queda muy bien últimamente hacer genocidios, entonces busca otra manera de sacarse de encima a la gente. Hay que desocupar territorios porque esos territorios son ricos, porque producen cosas, porque tienen cosas que ellos necesitan”.
chupate esta tecnociencia
La ciencia es un loco que ya mató a Dios. Pero ahora dicta: natura ha muerto. O por lo menos eso se desprende de su larga marcha por un camino negro, donde ningún ciclo evolutivo quedará exento de la mano invisible del mercado de la ciencia. Una mirada que nos pone paranoicos y nos deja atónitos. Ojo con esa semilla.
Por primera vez en la historia los humanos se encuentran técnicamente habilitados para intervenir el genoma, alterando, modificando, agregando, o retirando información de la base genética de los organismos vivos. Estamos ante un salto revolucionario de imprevisibles consecuencias, no solo en la diversidad biológica del planeta sino en relación con el equilibrio evolutivo.
El discurso científico que legitima el uso de los Organismos Genéticamente Modificados (OGM) pertenece esencialmente a la biología molecular, por ser el cuerpo de conocimiento que permite la manipulación de la estructura de los genes con el objeto de producir ciertos efectos deseados en los fenotipos. Pero el marco teórico de la investigación que produce OGM no está en condiciones de decir nada acerca de las modalidades de su uso, ni de los “efectos colaterales” sobre la salud y el medio ambiente.
Nos estamos ahorrando la reflexión social capaz de determinar si vale la pena aplicar esta tecnología, si es deseable alterar los tiempos evolutivos naturales de las especies, y si estamos dispuestos a violar el derecho de la naturaleza introduciendo cuerpos extraños en ella.
el Big relato
Después de la segunda guerra mundial hubo “avances” enormes en química, metalurgia y aviación, entre otros, y se configuraron los programas denominados Big Science, como la NASA o el Proyecto Manhattan. Estos megaproyectos corporativos del complejo tecnológico-militar generaron las condiciones para el descubrimiento de la estructura del ADN y el desarrollo técnico de su manipulación. De allí al programa del Genoma Humano, casi sin discontinuidad.
El énfasis, la competencia y la adrenalina que circulaba en estos planes de investigación globales permitían a las grandes corporaciones jugar con el control tecnológico del desarrollo químico, molecular, atómico y espacial, sustentados en campañas que invocaban nobles principios de mayor bienestar, avances médicos o producción más barata y segura de energía. En los años setenta comienza la manipulación genética de organismos vivos, justificada en el hambre de cientos de millones de seres humanos en el mundo, de tal manera que aseguró a los países triunfantes el derecho a ejercer el poder del dominio tecnológico. El poder de diseño fue transferido, desde los individuos y la academia a los planes estratégicos del combinado Estado-corporación.
El viaje del átomo al gen fue uno de los pilares fundantes de lo que hoy conocemos como globalización. Nunca más la Big Science encaró proyectos que no estuvieran en línea con demandas corporativas. Nunca más la ciencia fue creíble en su prédica de neutralidad, custodia de la verdad y autonomía de sus desarrollos.
La ciencia entonces orientó en forma creciente su mirada y exploración hacia ciertos conocimientos estratégicos, mecidos por los intereses y la competencia de los Estados, y mediados por los concentrados corporativos privados. Desde entonces cada vez es más difícil encontrar desarrollos de investigaciones que no estén previamente enmarcados en megaproyectos tecnológicos asociados a ese mercado global. La introducción de los organismos transgénicos, que puede aparecer como una técnica promovida por la curiosidad individual o como un paso en la aventura humana por dominar a la naturaleza, no es sino un instrumento de control territorial, político y cultural que ha neutralizado al pensamiento crítico.
¿los transgénicos alimentarán al mundo?
La revista Nature abordó esta pregunta en pleno debate sobre los efectos de la contaminación de los agrotóxicos. En su editorial del 29 de julio de 2010, describió el fracaso de los OGM aludiendo que no habían servido para disminuir el hambre, que despertaron una percepción social negativa sobre la privatización de territorios, la contaminación ambiental y el agotamiento de los suelos y los recursos hídricos. La causa del hambre, según Nature, no es la falta de alimentos sino la pobreza.
En el mundo de hoy se calcula que hay 1500 millones de hectáreas cultivadas y 170 millones están sembradas con transgénicos, de las cuales 152 millones corresponden solo a cinco países: EEUU, Brasil, Argentina, Canadá e India. A la demostración del impacto ambiental sobre el suelo, flora y fauna de los tóxicos usados en estos territorios, se agregan los efectos indeseados sobre la salud de la población, y más recientemente, las limitaciones de la seguridad biológica implícitas en el propio procedimiento tecnológico (por la mentira implícita en el concepto de equivalencia sustancial, pues no está demostrado la equivalencia alimentaria entre transgénicos y no transgénicos).
El agravamiento de la situación en los países productores parece un hecho, con la llegada al mercado de las nuevas semillas donde se “apilan” las modificaciones genéticas que exigen otro tipo de herbicidas para compensar la progresiva impotencia de los OGM (debido a la resistencia de las malezas y el descenso del rendimiento por agotamiento de los suelos). Todo lo cual sucede en un complejo escenario: Europa mira con renuencia la aceptación de los transgénicos y plantea incrementar la importación de soja convencional ante la creciente presión del consumidor, que exige el etiquetado informativo de los productos. Al mismo tiempo, China también reacciona, rechazando o restringiendo el uso de agrotóxicos, a la vez que desarrolla políticas voraces con compras y acaparamiento de tierras (land grabbing) en África, Asia y América Latina.
El rumbo del mercado internacional es por lo tanto incierto, y reclama una urgente y postergada discusión sobre la autonomía en los países periféricos. Ese debate, sin embargo, no reemplaza la acción política de resistencia ni la ética de poner el cuerpo. Las palabras de denuncia generan abstracciones sobre las fuerzas materiales que sostienen la producción de alimentos (y la explotación de otros bienes comunes), si no se entrelazan en los lugares del conflicto concreto donde se palpa la simiente de la política. El negocio global de alimentos agota recursos no renovables por cuenta y necesidad de un modelo depredador que necesita el control de toda la cadena para ejercer hegemonía y asegurar la rentabilidad. Es un sistema de saqueo e iniquidad que no contempla el bien común o la felicidad del pueblo, que destruye vida, naturaleza y autonomía y que genera más hambre y exclusión.
esto recién empieza
Advertidas de las consecuencias colaterales, las empresas biotecnológicas están empeñadas en la futura generación de tecnologías usando modificaciones genéticas que eviten la transgénesis. Sin embargo, estos desarrollos “novedosos” siguen siendo intervenciones en el genoma que involucran un alto grado de incertidumbre en cuanto a su viabilidad y efectos inesperados. Al igual que sucede con la inserción de genes de otras especies (transgénesis), o de la misma especie (cisgénesis), la edición de genes con las nuevas técnicas usando nucleasas como Talens o factores de transcripción Zinc Finger, son verdaderas intervenciones en el material genético que no respetan su integridad ni los cursos temporales requeridos en la naturaleza para generar y estabilizar variantes fenotípicas. Y más allá del fragmento incorporado o editado por la manipulación genética, estos procedimientos no pueden asegurar una mejora global de la variante.
La distancia entre la práctica experimental y las pruebas de campo, que según la revista Nature actualmente es considerable, obliga a las corporaciones responsables de los OGM a eludir la discusión sobre si la manipulación genética brindará seguridad definitiva en los cultivos comerciales. Por lo tanto, nunca dejará de ser un experimento genético hecho por el ser humano, como lo es la clonación, con un grado de incertidumbre directamente proporcional a la disrupción de la complejidad biológica y de su comportamiento en el medio natural. Ninguna de estas técnicas contempla las propiedades emergentes de los cambios que la tecnología introduce en la estructura del material genético. Menos aún los que provocarán nuevas técnicas como la biología sintética, que pretende transformar las plantas en fábricas de productos naturales o sintéticos (como plásticos).
La tecnociencia biológica promueve la idea de que el genoma es un mecano de piezas inertes, ocultando de este modo lo que realmente es: un sistema integrado y complejo de regulaciones, con reglas adquiridas durante millones de años que tienden a mantener un equilibrio conservador. La liviandad con que la biología experimental y la biotecnología impregnadas por el mercado conciben los OGM es francamente incomprensible, dado los datos disponibles sobre la limitación de nuestro conocimiento y sobre la complejidad del funcionamiento del genoma.
La modificación genética experimental de nuevas variedades lanzadas en la naturaleza “comprime” el tiempo evolutivo y “linealiza” la dinámica de los ciclos naturales de la vida. Por lo tanto, en el marco de los ecosistemas naturales donde se insertan, los OMG son verdaderos cuerpos extraños y su efecto en la naturaleza, irreversible e impredecible.
Esas variantes artificiales generadas por el ser humano en laboratorio tendrán todavía que mostrar su verdadera capacidad, eficacia y persistencia de los rasgos fenotípicos inducidos durante el procedimiento genético, cuando sean sometidas al medio ambiente. Pero, sobre todo, deben demostrar sin ambigüedades que su presencia es inocua para el resto de las especies o las variedades no manipuladas del cultivo a la que pertenece.
Algo imposible de probar a priori, por los tiempos de la industria biotecnológica y por la escala temporal y espacial requerida. Estas nuevas tecnologías pueden ser exitosas en lo inmediato, pero también pueden ser un fracaso y un peligro en el mediano plazo. Y en la defensa del “virtuosismo” de un avance tecnológico, no hay nada más perverso que recurrir a la “autoridad” de la ciencia, descartando de antemano la sospecha de daño, en detrimento de la noción de incertidumbre presente en el principio de precaución.
barones de lo poshumano
El actual productivismo tienta a los “barones” de la tecnociencia a legitimar tecnologías acríticamente, proclamando que el “ambientalismo” es de derecha. Otros más sinceros, como Federico Trucco (CEO de INDEAR‒Bioceres) o Néstor Carrillo (Instituto Biología de Rosario, IBR‒CONICET), sostienen que el progresismo “ataca por ignorancia” la tecnología OGM. Lo que ellos silencian es que con los criterios de comprobación de que disponemos, lo aceptable en los laboratorios es muchas veces intolerable para el medio ambiente y la salud humana.
La ontogenia (estudio del desarrollo de los organismos) y la filogenia (historia del desarrollo evolutivo de organismos y sus continuidades y discontinuidades) nos muestran la inmensa complejidad de una vida que puede compararse con un iceberg oculto, para comprender la importancia de la diversidad biológica amenazada por los OGM. Pero la negación de la incertidumbre es consustancial a un canon reduccionista, atrincherado en la carrera por proveer mercancías para el mercado global, destinadas a un consumo infinito e irrestricto. Subordinada al mercado, la ciencia tiene cada vez menos preguntas que apunten a desarrollar conocimiento para el bienestar y felicidad humana, a la vez que atiende necesidades superfluas o suntuarias a las que muchos jamás tendrán acceso. La ciencia contemporánea hace añicos el valor simbólico de convivir con lo natural, aportando imitaciones más manipulables, en su afán por controlar la evolución sin saber casi nada acerca de su devenir. La velocidad de las propuestas de cambio tecnológico amplían indefinidamente la frontera de lo posible y reducen al mismo tiempo el campo de lo pensable, introduciendo de este modo un espacio enorme desprovisto de sentido.
La “desobediencia epistémica” es la estrategia de guerra descolonial que la humanidad tiene por delante. Especialmente en aquellos espacios del planeta donde la oscuridad es sinónimo de dependencia. Los países sometidos a esta lógica tienen que revisar sus modos de producción de conocimiento, revisando con urgencia las nociones de desarrollo y progreso. Los países centrales deberán examinar su conciencia colonizadora, porque los procesos de resistencia en curso tenderán a profundizarse, y la insistencia en la apuesta globalizadora comienza a ser suicida.
FUENTE: DESINFORMÉMONOS

Rechazo mundial a Monsanto

Cientos de miles de personas marcharon por cuarto año consecutivo en más de 400 ciudades en el mundo contra la trasnacional Monsanto, empresa que se está adueñando de las semillas más importantes para modificarles genéticamente, lo que representa un atentado contra la alimentación mundial.
“Monsanto, fuera del maíz mexicano”, fue la consigna en la movilización que se realizó en la Ciudad de México. Los activistas advirtieron que continuarán defendiendo la semilla, no sólo por el importante peso que tiene en la alimentación, también por la trascendencia cultural que tiene en México, su centro de origen.
El científico argentino Andrés Carrasco (fallecido hace dos años), comprometido con la lucha contra los transgénicos, calificaba así la actuación de la trasnacional: “Monsanto es un instrumento de desocupación del territorio, lo que se intenta es ‘barrer’ y para eso, como no queda muy bien últimamente hacer genocidios, entonces busca otra manera de sacarse de encima a la gente. Hay que desocupar territorios porque esos territorios son ricos, porque producen cosas, porque tienen cosas que ellos necesitan”.
FUENTE: DESINFORMÉMONOS