Mostrando entradas con la etiqueta Berta Cáceres. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Berta Cáceres. Mostrar todas las entradas

martes, 4 de diciembre de 2018

Condenan a autores materiales del asesinato de #BertaCáceres, pero #FaltanLosAtala

Este 2 de diciembre se cumplieron 33 meses del crimen de la defensora del pueblo lenca, Berta Cáceres, ocurrido en su hogar de La Esperanza, Honduras, así como del intento de homicidio contra el ambientalista Gustavo Castro, integrante de Otros Mundos - Chiapas -Amigos de la Tierra México.

El caso fue llevado a juicio luego de muchas irregularidades en la investigación que afectó el acceso a la justicia de la familia Cáceres y de la organización de la que son parte, el Consejo de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras, así como el acceso a pruebas y resultados de allanamientos en la empresa Desarrollos Energéticos (DESA) a cargo del proyecto hidroeléctrico Agua Zarca al que se oponían Berta Cáceres y su pueblo.

miércoles, 24 de agosto de 2016

Con marchas y arte pedirán justicia por asesinato de Berta Cáceres

Ciudad de México | Desinformémonos. El Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras (COPINH) anunció la Jornada de Movilización Artístico, Cultural y Espiritual  “Justicia Para Berta YA”, con la que reunirá a comunidades, organizaciones, movimientos sociales y a la sociedad civil para exigir respuestas por el asesinato de la líder indígena, Berta Cáceres.

Durante los actos también se demandará la cancelación inmediata de la hidroeléctrica Agua Zarca, a cargo de la empresa DESA, responsable de la muerte de Cáceres el pasado 3 de marzo.

La Jornada se llevará a cabo los días 1, 2 y 3 de septiembre en la ciudad de La Esperanza, Intibucá, lugar donde vivía la líder ambientalista, y tendrá como objetivo denunciar la participación de la institucionalidad hondureña, la empresa privada y la banca internacional en el crimen.

El día 3 de septiembre se cumplen seis meses desde que la empresa DESA, en complicidad con el gobierno hondureño, asesinara a la Coordinadora del COPINH, Berta Cáceres, por luchar contra el proyecto hidroeléctrico que amenaza a los pueblos indígenas y a la naturaleza.

FUENTE: DESINFORMÉMONOS
AUTOR: REDACCIÓN
LINK: https://desinformemonos.org/con-marchas-y-arte-pediran-justicia-por-asesinato-de-berta-caceres/

sábado, 30 de abril de 2016

El infierno que vivió Gustavo Castro en Honduras

Gustavo Castro llegó apenas un día antes a La Esperanza, invitado para ofrecer un taller sobre alternativas para generar energía en las comunidades. Se alojó en la Casa de Sanación y de la Mujer, en el centro del pueblo. Descansó un rato. Luego lo recogieron para ir a cenar en el Centro Utopía, a las orillas de la ciudad, en el rancho en el que el Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras (Copinh), ofrece capacitaciones, como a un kilómetro del pueblo. Entre las 7 y las 7:30 de la noche llegó al lugar la dirigente del Copinh, Berta Cáceres, emblema de la lucha contra los megaproyectos en Centroamérica, reconocida con el prestigiado Goldam Enviromental Prize, el “nobel” de los ecologistas. Gustavo tenía cinco años de no verla. Se saludaron en medio de las múltiples ocupaciones de Berta.

Por la noche de ese primero de marzo partieron juntos a la casa de Berta. Eran como las 11 con 15 minutos de la noche. Gustavo se sorprendió de lo aislada que se encontraba la casa de la luchadora lenca, una mujer amenazada en múltiples ocasiones por su lucha en defensa del Río Gualcarque. La casa se encontraba en un fraccionamiento a orillas de la ciudad, en una brecha de un kilómetro de longitud, con una pequeña caseta en la entrada.

“Berta, te están persiguiendo, te están amenazando, has tenido atentados y ¿vives aquí sola?”. Berta respondió que dos días antes se había ido su hija. Prepararon en media hora el taller y después ella se ofreció a llevarlo a su alojamiento. Ya eran más de las 12 de la noche. Lo dejó en la Casa de Sanación y le sugirió que al día siguiente se quedara en su casa para que pudiera comunicarse con su familia y adelantar su trabajo, pues ella tenía señal de Internet.

Nadie sabía que al día siguiente se quedaría en su casa. Había sido una invitación informal. Gustavo salió el 2 de marzo temprano con su mochila de viaje. “Esa fue la gran sorpresa de los sicarios, porque ni siquiera Berta sabía que yo me quedaría en su casa, a ella se le ocurrió en ese momento. Nadie del Copinh lo sabía. Vaya, ni yo sabía”.

El primer día del taller, la gente del Copinh habló claro y contundente sobre la lucha y la resistencia, sobre la necesidad de buscar alternativas, de construir autonomía, de defender el territorio, de dejar los territorios libres de megaproyectos. Terminaron cenando todos juntos y, al final, Berta le dijo a Gustavo que se fueran a descansar. Se trasladaron en auto y antes de llegar Berta sugirió que pasaran a saludar a su mamá. Doña Berta-madre, una luchadora y lideresa de la región, los recibió con gusto. Gustavo tenía muchos años de no verla. De ahí salieron como a las nueve y cuarto de la noche y se dirigieron a un restaurante del centro para tomar algo. Berta cenó, pues ella no había probado bocado.

Partieron rumbo a la casa de Berta y, a diferencia del día anterior, había un hombre en la casetita de entrada a la casa que daba acceso a los carros. El señor abrió el paso, Berta lo saludó y le preguntó por su salud. “Era una noche increíble, con un silencio sepulcral, no había nada, ni siquiera salía un perro”. Berta y Gustavo decidieron entonces descasar un rato en el porche de la casa, se fumaron un cigarro mientras ella terminaba la noche escribiendo un mail.

Ya muy cansados entraron a la casa y Berta le mostró su habitación. Eran como las 11 de la noche. Ella se retiró a su cuarto y Gustavo se recostó y se dispuso a trabajar. Serías las once con cuarenta minutos cuando escuchó ruidos. De repente, uno muy estruendoso en el portón, muy fuerte, como si se cayera algo. No pasaron ni dos segundos cuando empezaron a patear fuertemente la puerta de la habitación de Gustavo, quien con miedo la abrió y vió como un sujeto corría al cuarto de Berta, mientras el otro lo encañonaba directo a la cara, como a dos metros de distancia.

Todo en menos de un minuto. Se escuchó el forcejeo en el cuarto de Berta. Tres tiros. Gustavo le dice “tranquilo” al hombre que le apuntaba con una pistola plateada. Alcanzó a aventarse a la cama y el hombre lo siguió con la pistola. Le apuntaba nervioso. Disparó. Por una millonésima de segundo Gustavo movió la cabeza. “Si lo hubiera hecho un segundo antes, él se hubiera dado cuenta de que me estoy ciscando. Y si me hubiera movido una millonésima de segundo después, no la libro”.

“Iban directo a matarla. Estoy seguro de que no sabían que yo iba a estar ahí, no se la esperaban. Por eso no me asesinan inmediatamente como hacen Berta. El hombre que me apuntaba se esperó a que el otro hiciera el trabajo, a que la matara, y después ver qué hacían conmigo”.

Era casi imposible que el matón errara el tiro. De hecho, para él, le dio. El movimiento de Gustavo logró salvar la cabeza y la bala dio en la oreja, de donde de inmediato brotó la sangre. Gustavo se quedó tirado e inmóvil. El sujeto salió corriendo, dándolo por muerto. “Fue un milagro”.

Berta alcanzó a gritar “Gustavo, Gustavo” y él se dirigió hacia su cuarto, hasta el final del pasillo. Estaba tirada en el suelo. Le dijo “Bertita no te vayas, quédate conmigo, quédate conmigo…”. La veía cómo se iba yendo, con los ojos blancos. “Alcanzó a decirme que buscara el celular, que le llamara a Salvador”, su ex esposo.

Berta dejó de respirar en cuestión de un minuto. Gustavo regresó a su cuarto y empezó a marcar y marcar desde su celular a los amigos que conocía, para que llegaran a rescatarlo. “Tenía un pinche miedo, pero tenía que tranquilizarme, respirar, porque estaba solo. No había casas, no había nada. Pensé que estaba ya muerto. Aquello era una conejera donde estás a merced”.

Pasaron dos horas y media antes de que llegara la primera persona. En todo ese tiempo estuvo solo en el cuarto, en alerta, no sabía si regresarían los sicarios a rematarlo. Como no le contestaba nadie en Honduras, pensó en contactar a alguien en México. Vio la hora. Las , once con cuarenta y cinco. Podría encontrar a alguien despierto. Empezó a marcar a todos sus amigos, mensaje por mensaje. “Asesinaron a Berta, corran, estoy herido, avisen”. No contestó nadie.

Hasta las dos de la mañana empezó todo el mundo a conectarse. “Gus, Gus, no te apures, ya vamos contigo”, le dijo una amiga mientras él pensaba “éstos regresan, éstos regresan”. Fueron las dos horas más angustiantes.

Sus compañeros del Copinh fueron los primeros en llegar y lo sacaron “en friega”. Acarrearon a la gente que iba caminando a casa de Berta, todo en veinte minutos. “Nos quedamos frente a la casa. Yo dentro de una camioneta vieja de vidrios polarizados. Ya habían llegado también algunos policías. No sé quién les avisó”.

Empezaron a llegar militares, policías, prensa. Hasta las seis y media de la mañana Gustavo permaneció sentando en el sillón del copiloto de la camioneta. Nadie se percató de su presencia. Escuchaba que decían “parece que hay un testigo mexicano”, pues encontraron su maleta con la etiqueta de Aeroméxico con su dirección y nombre, todo. A esa hora sus compañeros del Copinh lo llevaron a una casa para curarlo.

A las siete de la mañana, sin saber quién les avisó que estaba en esa casa, llegaron un montón de policías. Tocaron la puerta y le dijeron al dueño de la casa que lo estaban buscando, pero “yo no me pensaba mover de ahí hasta que llegara la fiscal, que ya me había advertido: no se vaya con ningún policía. No declare usted absolutamente nada´”.

“Me estuvieron buscando por los hospitales, porque había dejado un montón de sangre en el cuarto. Al final me quedé en esa casa. Mientras tanto, en el Ministerio Público estaba toda la gente del Copinh y el cuerpo de Berta en una camioneta, en una bolsa, lleno de cobijas y alfombras”.

En esa casa los policías le solicitaron a Gustavo el retrato hablado de los asesinos. Le preguntaron cómo eran. Nada formal, le dijeron, como si fuera una plática. Y ahí empezaron las irregularidades.

“Esa madrugada todo el mundo entró a la casa de Berta, no resguardaron nunca el lugar. Entró medio mundo, el Copinh, reporteros, los policías que pisaron la sangre con sus botas, movieron el cuerpo. Todos sabían que habían alterado la escena del crimen. La gente estaba en el patio, ya las huellas no existían pues todo el mundo había pisado”.

Inició el calvario. Sin dormir desde el día anterior, sin comer nada, haciendo el retrato hablado, a las dos de la tarde llegó la fiscal a la casa y lo subieron a una patrulla escoltado rumbo al Ministerio Público, a donde llegó una abogada de la CONADEH, que es como la CNDH de Honduras.

El cónsul de México llegó a las ocho de la noche al Ministerio, pero ya se había comunicado con él desde las diez de la mañana. “La abogada CONADEH me dijo que ya había detenido a la policía, que no me iban a llevar, que yo tenía mis derechos. Afuera estaba lleno de policías. Tenía mucho miedo porque yo era testigo protegido y sabía que me andaban buscando para terminar de hacer el trabajo. El Ministerio Público era como todos los demás, “un cuartucho, un baño que se estaba cayendo, dos o tres sillas para que la gente se sentara”. Seguía Gustavo sin comer, sin dormir, con la ropa llena de sangre.

Pasaron muchas horas antes de que le tomaran su declaración ministerial. “¿Qué hicieron todo ese tiempo? ¿Por qué se tardaron tanto? Quién sabe”. Una de las principales irregularidades fue que lo empezaron a interrogar fuera de la declaración ministerial. La otra es que solicitó copia de su declaración ministerial y del video de la declaración y no se las dieron. Una más es que se robaron su maleta en el MP y no se la entregaron hasta veinticuatro horas después, para que pudiera cambiarse. La ropa ensangrentada la resguardaron para pruebas de ADN.

La maleta de Gustavo nunca fue custodiada. Pasó de mano en mano sin que nadie dijera nada, En esos momentos se temía que pudieran introducirle objetos que no traía. “Era como un rehén. Pusimos demanda, pusimos recursos, yo se lo dije al fiscal personalmente y a los fiscales especializados, pero nada”. Finalmente los abogados pusieron un recurso legal de cada una de estas anomalías.

Siendo testigo protegido, le pusieron a Gustavo algo que se conoce como “chacal”, una especie de sotana y capucha negra que cubre todo el cuerpo para que no pueda ser identificado. Pero su fotografía ya estaba en todos lados.

Cuando salió al Ministerio Público a rendir su declaración ante la juez, casi no podía ni ver.
“Todo el tiempo me sentí muy vulnerable y amenazado por los sicarios. En cualquier momento, mientras yo estuviera en Honduras, iban a intentar matarme. Y hasta hoy. Por eso no regreso”.

Para ese momento ya se sabía que el único testigo del asesinato se llamaba Gustavo Castro, que era el coordinador de la organización Otros Mundos Chiapas, que vivía en San Cristóbal de las Casas. Su fotografía circulaba ya en todo el mundo.

Y también para ese momento el Copinh y los familiares de Berta responsabilizaban del asesinato a la empresa DESA, encargada de la construcción de la represa Agua Zarca sobre el río Gualcarque. “Berta me contó de las amenazas que tenía y de las denuncias que había hecho. Para la gente estaba claro la ubicación de la empresa, sus matones, sus sicarios y las confrontaciones que habían tenido Berta, apenas unas semanas antes de su asesinato, con el dueño y los abogados”. El Copinh incluso denunció que el coordinador de fiscales es parte del despacho de abogados defensores de la empresa DESA.

En todo el proceso “lo que sientes, además de la amenaza física, es una indefensión total,. No hay una ley de víctimas en un país donde más de cien ambientalistas han sido asesinados y de ellos al menos una veintena contaban con todas las medidas cautelares de la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos. Obviamente no le van a dar el derecho a las víctimas”.

Tampoco hay en Honduras un reglamento para testigos protegidos. “Yo estaba a merced de cualquier arbitrariedad, sin una abogada que me defendiera, a merced del capricho político. No había poder humano ni andamiaje que pusiera orden. Después de cinco días y de no dormir, de diligencia tras diligencia, empiezan a cambiar las condiciones. De ser testigo protegido, paso a ser tratado como posible sospechoso”.

En la madrugada del día 3, el cónsul buscó un hotel para quedarse. Llegaron a un lugar inseguro, como a las dos o tres de la mañana. Al día siguiente tenían que ir en patrullas hasta Tegucigalpa. “Sólo tenía tres horas para dormir, pero no podía con tres policías pegados a la puerta. No podía cerrar los ojos a pesar del cansancio y con el dolor de la herida, pensando que iban a entrar otra vez los sicarios por la puerta”.

Al día siguiente, cuando creía que ya se iría, le informaron que había una diligencia para mostrarle unas fotografías, “por si reconocía a alguien”. Otra irregularidad. No hubo una diligencia adecuada. “Me mostraron puras fotos de gente del Copinh. Dije que ahí no estaba al que yo vi el día del asesinato y se fueron”.

Poco después llegó personal de la fiscalía de Tegucigalpa y le pidieron que se quedara para otra diligencia: la reconstrucción de los hechos. “Yo nunca había estado en eso, ni sabía qué implicaba. Accedí con la condición de que me dejaran despedirme de mamá Berta, darle un abrazo. Fui yo quien había visto a su hija morir unas horas después de haber estado con ella”.

Era el día 4. “No había dormido nada desde el día dos. No sabía que la reconstrucción de los hechos es más o menos a la misma hora que pasan las cosas, para ver condiciones de clima, luz y eso. A las diez de la noche me dijeron que íbamos a empezar. Yo ya estaba cayéndome, ya me iba a dormir. Me llevaron el “chacal” otra vez, patrullas y demás para irnos a la casa de Berta. Fue muy difícil”.

Ya había entrado mucha gente a la casa de Berta. Todo estaba mal. “Inició la reconstrucción y no sabía qué hacer. Nadie me decía nada. Por iniciativa empecé a narrar todo y a caminar, todos me perseguían con una grabadora. Lo volví a repetir todo, me acosté sobre la cama tal como lo hice ese día. Les di la trayectoria de la bala. Todo”.

“Ahora sí me voy, pensé, al terminar. A las siete de la mañana teníamos que estar en un campo de fútbol para que pudiera bajar el helicóptero que nos llevaría a Tegucigalpa. Nuevamente no dormí nada, tenía miedo”.

Se nubló el día y el helicóptero no pudo despegar de Tegucigalpa. A las once de la mañana deciden que lo trasladarán por tierra. Se disponen patrullas para acompañarlo. El sábado 5, entre las dos y tres de la tarde llegaron por fin a la embajada mexicana.

“Ni siquiera había tenido tiempo de llorar. Se trataba de estar vivo, despierto. Ese mismo día, el cónsul me dijo que había un vuelo a México vía Estados Unidos. Pero dije que no, prefería dormir y salir en vuelo directo”. A las nueve de la noche llamó la fiscal de La Esperanza para informarle que querían una ampliación de la declaración, “que no era nada para preocuparse… Los esperamos, pensé que en una hora terminaría todo”. Pero pasaron las horas y nadie llegó.

Gustavo tenía que estar a las cuatro de la mañana camino al aeropuerto. A las tres de la mañana la embajadora le dijo que se fuera a dormir un rato y a las cuatro lo despertaría. Lo hizo. Nadie de la fiscalía se presentó, “por lo que agarré mis cosas y nos fuimos para el aeropuerto”.

El cónsul bajó del auto y se dirigió al mostrador por el pase de abordar. Con él en la mano se encamino a tomar el avión. Pero antes, no por una entrada normal sino por una puertita, “salieron como moscas los policías, estaban escondidos. Me dijeron que no me podía ir, que eran de la fiscalía, que tenía que regresarme”.

“Yo estaba a punto de llorar. Traía tanto cansancio, días sin dormir. No me daban ninguna explicación y no entregaron ningún requerimiento. Con los días entendí que ellos querían convencerme de que me quedara, por eso me hablaban tan amables. Pensé en un secuestro, todo era totalmente irregular. La embajadora dijo que quería hablar con la fiscal y con derechos humanos, pero sólo contestaron que no me podía ir. Empezó la discusión con la embajadora y hasta entonces leen el documento con el requerimiento de la juez. Le dijeron a la embajadora que me podía acompañar, que ya estaba la patrulla. Ella pidió una copia del papel pero no se lo quisieron dar. Totalmente ilegal. Sacaron un segundo papel. Dijeron que tenía orden de aprehensión preventiva. En ese momento la embajadora me envolvió en sus brazos junto con el cónsul y dijo “de aquí no se mueve”. Dijeron que no había problema en que me acompañaran, pero que yo estaba detenido. La embajadora se la jugó. Y siguió la discusión. Cuando el fiscal se dio cuenta de lo que está pasando, le dijo a los policías que procedieron al arresto, pero la embajadora no me soltó. Había mucha gente de testigos, empezaba a amanecer. No se atrevieron a tocarme ni a esposarme”.

“Después se dio paso a la alerta migratoria. No sabía ahora qué hacer. Me dijeron que había que regresar a La Esperanza. Finalmente la embajadora y el cónsul me subieron a la camioneta y nos regresamos en friega. Era domingo seis”,

La Comisión de Derechos Humanos de Honduras llegó después a tomarle su testimonio por lo grave que había sido todo. Iban a disculparse. “Se disculparon con la embajadora, que iban a investigar todo lo que había pasado, que qué vergüenza. Hipócritas todos”.

“Apoyé la ampliación de la diligencia, sin saber bien lo que querían, pues ya les había dicho todo lo que sabía. Les dije que necesitaba más seguridad. Pedí chaleco antibalas y toda la protección. Me lo trajeron en patrullas y un montón de gente, incluso nos escoltó un grupo de inteligencia militar”.

Arreció entonces la crítica al gobierno de Honduras, que respondió que Gustavo quería escaparse. “Les estaba haciendo el favor de colaborar con sus propias irregularidades y se limpiaban conmigo diciendo que yo me quería fugar”.

“La fiscal me dijo que quería pedirme disculpas por lo que había pasado, que se sentía plenamente avergonzada, peor públicamente estaban filtrando otro tipo de versión. Esa noche no volví a dormir nada a pesar del cansancio, porque pensé que iban a llegar a asaltar a la embajada. Al otro día vamos otra vez a la diligencia. Llegamos como a las dos de la mañana y los abogados indican que antes de que suba al juzgado van a investigar qué tipo de diligencia quieren, pues no nos habían dicho nada, ni de qué se trataba ni en calidad de qué. Nos dijeron que no sería una ampliación de la declaración, sino un careo. Me pusieron otra vez la sotana negra y ahí vamos. Me metieron a un cuartito, pasaron horas. Entraban y salían el abogado, el fiscal. Era un careo con el viejito de la casetita de la casa de Berta, quien dijo otra versión y ahí lo tenían. Nos pusieron a la distancia, viéndonos de frente, la jueza por un lado, la parte acusadora, la defensa, atrás el cónsul. El pobre viejito se contradecía en todo. Al final dijo `bueno, quizás me equivoqué, quizá me confundí. Había tantas contradicciones que era obvio que estaba mintiendo. Decía que yo no era el que iba con quien me había rescatado, sino uno del Copinh. Pero de dónde iba a sacar eso si los vidrios de la camioneta estaban polarizados, no se podía ver nada, mucho menos a esa hora.
Todo iba encaminado a incriminar al Copinh”.

Después continuó el careo con Tomás, el compañero del Copinh que lo había rescatado. Sus versiones coincidieron en todo. Eran las once o doce de la noche. Al otro día lo citaron temprano para ver otro montón de fotografías. Nuevamente Gustavo no reconoció a nadie. “Era el momento de marcharme. Ya no había nada que pudiera hacer”.

Terminando el careo lo llevaron a la sala contigua, con la secretaria de la juez, donde le informaron que tendría que permanecer en Honduras 30 días más. “Los abogados pidieron copia de la argumentación y se las negaron. Así de ilegal. Al día siguiente regresaron a reclamar que estaba mal la fecha y mal escritos otros datos, y la jueza dijo que quitaba a mi abogada del ejercicio profesional. Metimos otro recurso y un amparo contra eso. Era ilegalidad tras ilegalidad”.

Esta es “la realidad que viven todos los días los hondureños, es la inseguridad jurídica, la impunidad absoluta y un miedo impresionante. Te sientes totalmente indefenso porque no hay nadie, ni la CIDH. Estás a merced de cualquier capricho político, una indefensión brutal”.

En los siguientes días se generó una red muy grande que exigió el traslado inmediato de Gustavo a México. Fue la presión lo que lo trajo de regreso. Pero allá se quedaron tantos.

Por eso el análisis, dice Gustavo, tiene que ser más amplio. “Detrás de todo esto está el capitalismo voraz que va por todo. Las transnacionales están adquiriendo un poder muy fuerte, de manera que en los tratados de libre comercio, las empresas buscan seguros de inversión. Que si violaron derechos humanos, les da igual, está asegurada su inversión, igual que si la gente se está muriendo de cáncer por la mina, que si deforestaron o construyeron una represa que mata un río como el Gualcarque.

“En toda América Latina hay mucha gente en defensa de sus territorios, su lucha no es por ellos, es por el beneficio de todos. Por eso la solidaridad debe ser general para todos, porque al final de cuentas es un beneficio común, aunque sólo algunos pongan el pellejo. La gente está defendiendo la salud, el agua, los territorios, la vida. La responsabilidad es pareja. Tiene que ser global, ya no tenemos tiempo, como decía Berta. No podemos hacer como que no pasa nada, ocultar la realidad, hacernos de los ojos que no ven. La lucha es de todos”.

Por lo pronto, hay un antes y un después para Gustavo. No hay lugar seguro para él. Ni en México, por supuesto, por eso anda “del tingo al tango”.



Fuente: Desinformémonos
Autora: Gloria Maciel Ramírez
http://desinformemonos.org.mx/el-infierno-que-vivio-gustavo-castro-en-honduras/

miércoles, 23 de marzo de 2016

Relaciones Exteriores deja en el abandono a Gustavo Castro, mexicano en peligro

Luego de haber presenciado el asesinato de la ambientalista Berta Cáceres, el pasado 3 de marzo, y sobrevivido al mismo ataque de sicarios, el ambientalista mexicano Gustavo Castro permanece en peligro en Honduras –uno de los países con más altos índices de violencia en la región–, en la incertidumbre jurídica y en un estado de salud de “extrema angustia”. La Secretaría de Relaciones Exteriores no ha intervenido para su regreso a México.

Las autoridades de la Secretaría de Relaciones Exteriores deben intervenir de manera inmediata para que el mexicano Gustavo Castro Soto, defensor de derechos humanos y ambientalista, regrese a México; luego de haber sobrevivido al atentado ocurrido el 3 de marzo pasado y donde la ambientalista hondureña Berta Cáceres fue asesinada, dice en entrevista Miguel Ángel de los Santos, integrante de la Red Iberoamericana de Jueces.

Castro Soto se encontraba en la vivienda de la mujer indígena lenca, que en abril de 2015 recibió el Premio Medioambiental Goldman –el máximo reconocimiento mundial para activistas de medio ambiente–. Su presencia en el lugar se dio después de haber impartido pláticas sobre procesos extractivistas; hoy, permanece alejado de su familia y en un estado de angustia “extremo”, comenta a Contralínea Óscar Castro, su hermano, pues no ha salido del territorio donde las amenazas de muerte a Berta Cáceres se cumplieron por un grupo de sicarios.

Óscar Castro Soto, hermano del director de la organización ambientalista Otros Mundos, Chiapas, comenta que las heridas físicas, perpetradas por los sicarios han comenzado a mejorar; no así su estado emocional. “Él permanece en condición de testigo pero se le ha hecho una restricción de salida por 30 días, injustificada”.

Incertidumbre jurídica

Miguel Ángel de los Santos, de la Red Iberoamericana de Jueces, comenta en entrevista conContralínea que es urgente que la Secretaría de Relaciones Exteriores actúe para permitir la salida de Gustavo Castro de Honduras.

El ambientalista se encuentra en la “incertidumbre jurídica” porque las autoridades de Honduras no resuelven tres recursos jurídicos que se presentaron a principios de la semana pasada, comenta el abogado. Los recursos, explica, son para revocar la medida cautelar que le impide abandonar el país, el primero es recurso de reconsideración, presentado ante la Fiscalía General de Honduras, para que el fiscal le pida a la juez de La Esperanza suspender la medida cautelar.

Un segundo recurso tiene que ver con el amparo presentado en el que se pide a la corte de apelaciones, la suspensión provisional de la medida cautelar y esto le permitiría a Gustavo Castro abandonar el país.

El último recurso es un habeas corpus con el que se busca que la Corte revise la medida cautelar en medida de los derechos humanos constitucionales y universales que le corresponden a Gustavo Castro.

Estamos pidiendo, también, que desde el gobierno federal que encabeza Enrique Peña Nieto se entable comunicación con su homólogo en Honduras, Juan Orlando Hernández, para que solicite la aplicación del Tratado sobre Asistencia Jurídica Mutua en Materia Penal entre los Estados Unidos Mexicanos y la Republica de Honduras, firmado en la ciudad de Tegucigalpa, el 24 de marzo de 2004.

Honduras, alerta continua

La violencia y la inseguridad son problemas graves a los que se enfrenta la sociedad hondureña, así lo documenta la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) y alerta sobre la grave violación a los derechos humanos en el país centroamericano, donde permanece retenido el ambientalista mexicano.

El informe Situación de derechos humanos en Honduras enfatiza que la tasa de homicidios es una de las más altas en la región, con una disminución de once puntos en 2 años; con base en las cifras calculadas por el Observatorio de la Violencia de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras que en 2013, registraba el índice de homicidio más alto a nivel mundial, con una tasa de 79 por cada 100 mil habitantes; para el 2014, el Estado indicó que tomando como base las cifras de la UNAH, la tasa de homicidios en Honduras disminuyó a 66.4, mientras que la UNAH publicó una tasa de 68.

El asesinato de Berta Cáceres se dio aun cuando ya se había advertido a autoridades del país y defensores de derechos humanos de la CIDH del riesgo existente.

“La Comisión recibió asimismo información sobre el uso del derecho penal por parte de actores privados y/o estatales a través de tipos penales como ‘incitación a la violencia’ para generar intimidación mediante la sujeción a procesos penales. Dichos problemas se agudizarían en lugares en los cuales existen conflictos por la propiedad de las tierras tales como la Ceiba y el Bajo Aguán, que fueron visitados por la Comisión. En este contexto, la CIDH ha dado seguimiento al presunto hostigamiento judicial en contra de la señora Berta Cáceres, coordinadora general del Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras (COPINH), beneficiaria de medidas cautelares de la CIDH, quien lidera una campaña en defensa del río Gualcarque en contra de la construcción de una represa hidroeléctrica.”

La misma Comisión documentó a finales del año pasado que con relación con las mujeres defensoras, y con cifras del 2012, “Honduras ocupó el segundo lugar por agresiones a defensoras de derechos humanos en la región que abarca México y Centroamérica, con 119 agresiones. De estas agresiones, 95 fueron contra defensoras de la tierra y los bienes naturales”.
La Red Iberoamericana de Jueces

A través de un comunicado, la Red Iberoamericana de Jueces elaboró la Declaración sobre el defensor de DDHH mexicano Gustavo Castro retenido en Honduras en la que se exige, entre los puntos citados, “al gobierno del Estado de Honduras la investigación pronta y eficaz, apegándose al estándar internacional en materia de ejecuciones arbitrarias y extrajudiciales, que conduzca al procesamiento y sanción de los autores materiales e intelectuales involucrados en el crimen. En el desarrollo de esta investigación, y dado la condición de defensora de los derechos humanos de la víctima, también les solicitamos agotar profundamente la línea de investigación que sugiere que el crimen se encuentra relacionado con su actividad como activista”.

Hacen énfasis en que las circunstancias en que se encuentra Gustavo Castro Soto en Honduras, bajo la presión, que no consideración acorde con su calidad de víctima, “configuran violaciones a los derechos humanos previstas en tratados internaciones de los cuales Honduras es parte y cuenta por ello con la obligación de observarlos a toda persona sujeta a su jurisdicción. La incierta situación de Castro Soto se ha visto agravada por una decisión arbitraria y por demás contraria al derecho al debido proceso, tomada por la Jueza Victorina Flores, al suspender el ejercicio profesional de la abogada de Castro Soto, privándolo con ello de su elemental derecho a una defensa efectiva”.



Fuente: Contralínea
Autor: Érika Ramírez
http://www.contralinea.com.mx/archivo-revista/index.php/2016/03/22/relaciones-exteriores-deja-en-el-abandono-a-gustavo-castro-mexicano-en-peligro/

sábado, 19 de marzo de 2016

Gustavo Castro teme ser acusado del asesinato de Berta Cáceres

Gustavo Castro, testigo del asesinato de la activista Berta Cáceres, expresó ante visitadores de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), su temor de que se le quiera imputar este delito.
En una visita de los funcionarios de la CNDH a Tegucigalpa, Honduras, la embajadora de México en este país, Dolores Jiménez, también expresó preocupación por la hipótesis que distintos medios de comunicación locales han manejado, en el sentido de que el connacional sea sospechoso del homicidio y se detuvo para poder imputarlo.
Los enviados se reunieron con representantes de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos de Honduras, quienes informaron haber solicitado a la Fiscalía General del país centroamericano, precisar el motivo por el cual exigió la presencia de Castro Soto por un lapso de 30 días.
El ombudsman mexicano informó que vigila las acciones emprendidas a favor del Castro por parte de la Secretaría de Relaciones Exteriores y que se mantendrá atenta a la evolución de los hechos, para emitir el pronunciamiento que conforme a derecho corresponda.

Fuente: La Jornada
Autor: Redacción
http://www.jornada.unam.mx/ultimas/2016/03/19/gustavo-castro-teme-que-lo-acusen-del-asesinato-de-berta-caceres-7806.html

sábado, 12 de marzo de 2016

Cerca de 20 ONGs exigen el regreso de Gustavo Castro a México

San Cristóbal de las Casas, ChisAlrededor de 20 organizaciones civiles del sureste del país y más de 70 personas en lo individual exigieron al gobierno mexicano que intervenga para agilizar el regreso del ambientalista mexicano, Gustavo Castro Soto, coordinador de la agrupación Otros Mundos Chiapas, a quien se le ha prohibido salir de Honduras, debido a una alerta migratoria de 30 días.
También exigieron al gobierno de Honduras que “se haga justicia” por el homicidio de la coordinadora del Consejo de Organizaciones Populares e Indígenas (Copinh), Berta Cáceres, acribillada durante un ataque ocurrido el 3 de marzo en La Esperanza, Intibucá, Honduras, en el que resultó herido Castro Soto.
“Nos sentimos indignados/as por los sucesos ocurridos en La Esperanza, Honduras, en los cuales le arrebataron la vida a la defensora de derechos humanos Bertha Cáceres y el defensor de derechos humanos Gustavo Castro fue herido”, agregaron en un pronunciamiento firmado por el Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de Las Casas, el Centro de Derechos de la Mujer de Chiapas, Melel Xojobal, Voces Mesoamericanas, la Coalición Ciudadana de Palenque, la Red Junco de la Selva Norte de Chiapas y Pantanos de Tabasco y el Comité de derechos Humanos Fray pedro Lorenzo de la Nada, entre otras agrupaciones.
Manifestaron su preocupación por la seguridad de Gustavo Castro, “a quien no le han permitido salir de Honduras, alegando que es un testigo importante en el asesinato de Berta Cáceres, pero como bien dice él, no tiene delito, ya declaró y las demás diligencias las puede hacer aquí en México”.
Subrayaron: “Conocemos el caminar de Berta y Gustavo, ambos compañeros, y sabemos de su trayectoria en la defensa de la tierra y el territorio encabezando luchas pacíficas importantes junto a sus organizaciones, articulándose con otros actores sociales, organizaciones y redes, contra la invasión de empresas transnacionales que buscan apropiarse de los recursos naturales y saberes de los pueblos, solapadas en la mayoría de los casos, por los gobiernos”, expresaron.

Fuente: La Jornada
Autor: Elio Henríquez
http://www.jornada.unam.mx/ultimas/2016/03/12/cerca-de-20-ongs-exigen-el-regreso-de-gustavo-castro-a-mexico-1408.html