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Cuando el 2 de diciembre de 2024, César Moisés Hernández, de 34 años, escapó de los oficiales del sistema correccional de California, quienes lo llevaban a comparecer a la Corte de Delano en California, Estados Unidos -país en el cual había sido sentenciado a cadena perpetua por asesinato- en la ficha de búsqueda y captura, agentes norteamericanos especificaron: “Precaución: tendencias violentas y riesgo de fuga”.

Cuatro meses después, en abril de 2025, tales alertas se confirmaron en Tijuana, Baja California, México, país al que huyó Hernández, cuando no solamente asesinó a la agente Abigail Esparza Reyes, sino que, de nueva cuenta, evadió a la justicia. Se fugó por segunda ocasión en un segundo país, y de la misma forma.

En 2024, vestía el uniforme naranja de los presos de Estados Unidos y era custodiado por agentes del sistema penitenciario, quienes de alguna forma se distrajeron, momento que Hernández aprovechó para huir tal como lo hiciera en Tijuana: corriendo. En imágenes que quedaron grabadas en cámaras de oficiales y de vigilancia en California, se ve cómo el reo huye a velocidad, cruza pastizales, calles, cuadras y más cuadras hasta quedar con paradero desconocido para el policía que le perseguía, pero nunca le alcanzó el trote.

En 2025, Hernández actuó de la misma forma. Cuando ya prácticamente estaba acorralado por un grupo de siete agentes de la Fuerza Estatal de Seguridad Ciudadana (FESC), encabezados por la agente Abigail Esparza Reyes, jefa de Enlace Internacional de la corporación, quienes entraron al condominio en el que se refugiaba luego de verlo armado por la ventana, disparó contra el grupo de policías, hirió de muerte a la oficial Esparza y aprovechó el momento en que los compañeros de la agente caída se replegaron para buscarle ayuda médica para huir, una vez más a pie.

César Moisés Hernández corrió por cuadras, tuvo oportunidad de cambiarse de ropa, camuflarse de trabajador de la construcción y seguir huyendo a pie hasta perderse en el transporte público. Ya con refuerzos, los agentes estatales no lo vieron escapar. Por dos horas apuntaron, dispararon y custodiaron el condominio vacío. Del prófugo de Estados Unidos, y ahora de México, nada se sabe.

César Moisés Hernández Espinoza es, a sus 34 años, el más buscado. Mientras Estados Unidos ofrece 35 mil dólares por información que lleve a su captura, la gobernadora de Baja California, Marina del Pilar Ávila Olmeda, ha dicho a la Secretaría de Seguridad que están haciendo lo posible porque en México también se prometa una recompensa económica a quien proporcione información sobre el paradero del criminal.

Es de suponer la indignación en las fuerzas de seguridad mexicanas ante el asesinato de la oficial Abigail Esparza Reyes, jefa de Enlace Internacional de la FESC, quien no sólo tenía la buena reputación de una elemento honesta, comprometida y profesional, sino que había sido la titular de cientos de aprehensiones de extranjeros en Baja California hasta ese 9 de abril, cuando una de las balas de César Moisés Hernández le entró por el cuello y acabó con su vida en una cama de hospital, una hora después de que encabezara el operativo para aprehenderlo.

Es obvio que los agentes lo prefieren en la Penitenciaría del Estado en Tijuana o en El Hongo, antes que en una prisión en EU. Por eso, para que sea procesado y juzgado por el homicidio de Abigail, buscan con ahínco a César Moisés Hernández Espinoza.

La oficial Esparza entró al campo de la seguridad cuando la corporación a la que pertenecía era Policía Estatal Preventiva, el 18 de abril de 2014. Se desarrolló en el área de la Coordinación de Información y Análisis Táctico hasta 2018, cuando fue encomendada en calidad de comisionada de la Comandancia Operativa de la entonces Guardia Estatal de Seguridad e Investigación (GESI). Desde 2020 y hasta el día de su asesinato, fue la jefa de la coordinación del Departamento de Relaciones Interinstitucionales y de Relaciones Internacionales Plaza Tijuana de la FESC.

Como la oficial Esparza Reyes, sólo otras tres mujeres encabezan grupos operativos o jefaturas en la Fuerza Estatal de Seguridad Ciudadana en Baja California: dos en Ensenada y una en Mexicali. De nueve jefaturas, cuatro eran tituladas por mujeres, Abigail había conservado su trabajo a base de resultados durante los últimos cinco años e iba para más.

Contaba con el respeto, la apreciación y colaboración de las autoridades de Estados Unidos, no sólo con los locales de California, con quienes trabajó en cientos de ocasiones para procurar justicia en un país ajeno con acciones en el propio, sino con investigadores nacionales de la Unión Americana, de corporaciones del interior, de investigación y varios sectores, con énfasis en delitos especializados.

Sin duda, el asesinato de Abigail Esparza Reyes en cumplimiento de su deber, debe llevar ante la justicia a César Moisés Hernández Espinoza no sólo porque es lo correcto, sino porque lleva el agravante de haber matado a una oficial de la Ley reconocida en dos países.

FUENTE: SEMANARIO ZETA.
AUTOR: ADELA NAVARRO BELLO.

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