AUTOR: FABIÁN CUELLAR.
Más que soluciones, la llegada mediatizada del llamado virrey de Michoacán, Alfredo Castillo Cervantes, como Comisionado Federal, ha levantado nuevas y viejas preguntas en torno a los grupos de autodefensa, empezando por su surgimiento suspicaz.
De nada ha servido retomar la cacería de criminales como en los tiempos de Felipe Calderón, con anuncios emergentes de las capturas o abatimientos de supuestos líderes de los Caballeros Templarios. Ahora, además del acoso de los delincuentes, los grupos de autodefensa acusan el hostigamiento por parte de las fuerzas federales.
La reciente detención de Hipólito Mora, fundador del grupo de autodefensa de La Ruana, sacó a la luz las crecientes diferencias entre los líderes de estas policías ciudadanas, dejando en claro que la intervención del Gobierno de la República en el conflicto michoacano no se ha mostrado efectiva.
Calixto Álvarez, cofundador de las autodefensas en La Ruana, aseguró que el gobierno los desarmó y quedaron a merced de Simón El Americano, otro líder de las autoproclamadas guardias comunitarias con presuntos vínculos con el crimen organizado.

