Pages

jueves, agosto 14, 2025

Es inhumano politizar la salud

"A la fecha, unos 18 estados de la República Mexicana se han adherido al IMSS Bienestar, cediendo al Gobierno central el presupuesto para salud que les solían otorgar año con año para el mantenimiento y la operación de los Hospitales Generales, y entregando la facultad de mantenimiento, avituallamiento y operación al Gobierno de la República".

El recorte presupuestario a la salud en México ha sido sistemático desde la llegada de los gobiernos de “izquierda” a la Presidencia de la República, empezando con el de Andrés Manuel López Obrador en 2018, y con el de Claudia Sheinbaum Pardo a partir de 2024; año tras año se reducen en dos dígitos porcentuales los dineros que se utilizaban entre otras, para la adquisición de medicamentos, para proporcionar servicios de tratamientos para enfermedades crónicas y para cirugías especializadas.

A esta disminución presupuestaria se le suma la adición de clínicas y hospitales al sistema de salud federal particularmente con la creación del IMSS Bienestar, un ente que sin estudios de impacto ni viabilidad financiera o de capacidad en el otorgamiento de servicios, absorbió la mayoría de los Hospitales Generales antes en facultad, presupuesto y operación de los gobiernos de los estados.

Esta medida surgida del capricho del expresidente López Obrador dejó a toda una plantilla de médicos, enfermeras, administrativos y operativos de los hospitales generales en un limbo laboral, y redujo de manera peligrosamente considerable los presupuestos a los hospitales generales ahora centralizados en el IMSS Bienestar.

A la fecha, unos 18 estados de la República Mexicana se han adherido al IMSS Bienestar, cediendo al Gobierno central el presupuesto para salud que les solían otorgar año con año para el mantenimiento y la operación de los Hospitales Generales, y entregando la facultad de mantenimiento, avituallamiento y operación al Gobierno de la República.

La medida ha sido un fracaso.

En los estados donde los Hospitales Generales se han entregado al IMSS Bienestar, se han intensificado los problemas de desabasto de medicamentos, de programación de cirugías y de atención a pacientes que no cuentan con la seguridad social del IMSS, el ISSSTE o el Instituto estatal correspondiente como por ejemplo ISSSTECALI en Baja California que por cierto, es uno de esos estados donde sus Hospitales Generales están en el abandono del Gobierno central.

Es común que para la atención de un paciente que ingresa en los mismos, los médicos tratantes les entreguen a los familiares una lista de los insumos y los medicamentos que se requieren para dar la atención médica, dado que el desabasto alcanza niveles como nunca antes; vaya, ni siquiera aspirinas, catéteres, gasas o básicos como jeringas y agujas no hay disponibles, mucho menos medicamentos, antibióticos, anestésicos o básicos como sueros, soluciones salinas o desinfectantes.

A los recortes sistemáticos en el sector salud, ya en 2024 los presupuestos estatales en la República sufrieron recortes que alcanzaban el 12 por ciento en cada entidad federativa, se sumó el recorte que en 2024 planteó el Gobierno federal para el ejercicio 2025, que de acuerdo al Centro de Investigación Económica y Presupuestaria se situó en un 11 por ciento, lo cual indica que “la inversión para el sector salud sería equivalente a 2.5 por ciento del PIB [Producto Interno Bruto]” cuando la sugerencia internacional es que los países destinen al sector salud el seis por ciento de su PIB.

Con estas disminuciones en la inversión al sector salud por parte del Gobierno central mexicano, era imposible que el sector salud de México fuese mejor que el de Dinamarca como prometió López Obrador y de hecho presumió. Dinamarca, en 2024 creció en un 13.34 por ciento su inversión en la sanidad pública, y dedica el 10.8 por ciento del PIB para el sector salud. Las diferencias entre invertir el 2.5 por ciento y el 10.8 por ciento son más que notables.

En México la infraestructura hospitalaria atraviesa por un decaimiento de años de abandono y falta de mantenimiento, si no se abasten los medicamentos, herramientas e insumos, mucho menos se invierte en las instalaciones, los nuevos hospitales nacen sin medicamentos y sin herramientas para salas de operaciones o tratamientos especializados o incluso para la atención de emergencias. A los muchos videos que pacientes frustrados suelen colgar en las redes sociales sobre el desabasto, las pésimas condiciones en la atención de la salud y la raquítica infraestructura (hospitales inundados, derruidos, cayéndose, con desperfectos, con olores, infestados, contaminados de bacterias), se suman las manifestaciones cada vez más frecuentes por parte de familiares con pacientes mal atendidos.

Hace unos días, los padres de niños con cáncer de la asociación Nariz roja tomaron las calles para manifestarse por el desabasto de medicamentos oncológicos pediátricos, antibióticos, tratamientos; se unieron familiares de niños en varias entidades federativas a la marcha, como en Jalisco, Nayarit, Oaxaca, Guanajuato, Quintana Roo, Estado de México, Tabasco, Ciudad de México, entre otros.

El desabasto en su caso es mortal. “Si una medicina se atrasa, se atrasa todo el tratamiento, y si por una semana se espacia, corren el riesgo de recaer y de morir”, dijo Jaqueline, la madre de un niño con cáncer en la manifestación de la Ciudad de México, según recogieron testimonios los medios de comunicación.

Exhiben que, a diferencia de lo que predica el Gobierno de la República de haber adquirido en más de 90 por ciento el medicamento oncológico, éste no lo ven en hospitales y clínicas, que quizá, y aquí conceden el beneficio de la duda, no se ha distribuido o no se ha hecho de manera adecuada, por lo que exigen que se distribuya a todas las clínicas y hospitales del país.

La marcha de los padres de niños con cáncer fue genuina. Desafortunadamente ahí están sus hijos, pacientes de cáncer como prueba; ahí está la falta de tratamientos y de medicamentos como evidencia. Los padres de niños con cáncer sólo quieren una cosa del Estado Mexicano: medicamentos y tratamientos a los que tienen derecho sus hijos. No politizan el tema, no son parte de un partido político, son víctimas de un sistema de salud que no está funcionando, y que sólo existe en la retórica de políticos, estos sí, que como en el caso de López Obrador decía que era mejor que el de Dinamarca, o de la Presidenta Claudia Sheinbaum que insiste en que sí hay abasto, que ella personalmente da seguimiento a la llegada de los medicamentos.

Aunque antes de informar eso, y que en estos días daría el “banderazo de salida a las rutas de la salud” como si abastecer de medicamentos fuese un acto de relumbrón o necesitado de un banderazo, cuando la urgencia fatal es que no hay, la Presidenta descartó la marcha de los padres de niños con cáncer, asegurando que “Margarita Zavala la encabezaba”. Es decir, politizó un tema tan grave como el desabasto de medicamentos para justificar el clamor de los padres que denuncian las condiciones en que sus hijos son desatendidos.

Por supuesto, los padres no pudieron mantener el silencio, eso de la justificación politizada de la Presidenta de que Margarita Zavala encabezó la marcha genuina, dijeron, fue para “desviar la atención del objetivo de la marcha”. Y efectivamente así parece que fue, lo mismo hizo en su momento y desde el mismo púlpito presidencial en el salón de Minería de Palacio Nacional, López Obrador: politizar las marchas genuinas de los padres de niños con cáncer, para justificar el fracaso de su política pública en materia de salud.

No hay nada más perverso en la clase política que gobierna que denostar la marcha de padres con hijos con cáncer. Insensible, frío, despiadada acción la de politizar un problema gravísimo, que sí se ignora se multiplicará, que se vive todos los días en México, que extingue el futuro que representan los niños, víctimas del ya inhumano desabasto de medicamentos en un sistema de salud a la deriva.

FUENTE: SIN EMBARGO.
AUTOR: ADELA NAVARRO BELLO.

No hay comentarios:

Publicar un comentario